Pirkei Avot
En este blog he escrito mucho acerca de qué es la Mishna en publicaciones como La importancia de entender qué es la Literatura Rabínica – Mishná, Guemará Talmud y Midrash y La Ley Judía y El Judaísmo Rabínico: breve historia de la Halaja
Pero en esta oportunidad quería dedicarme a resolver un misterio dentro de la Mishna misma, en uno de los tratados más preciados: Pirkei Avot. A diferencia de otros tratados más “rígidos” dentro de la Mishna, Pirkei Avot ha sido desde siempre uno de los favoritos de los judíos debido a que está compuesto por consejos de vida siguiendo la sabiduría de los primeros rabinos. El contenido central de este tratado lidia con temas de teología, ética y máximas de comportamiento existencial que son tan maravillosas que nunca pasan de moda. Es en este tratado por ejemplo, donde encontramos una de las frases más famosas de la literatura rabínica atribuida a Hillel:
Si yo no estoy para mí, ¿quién lo estará?
Y si yo estoy sólo para mí, ¿qué soy?
Y si no es ahora, ¿cuándo?
Sí, es increíble la simpleza y la profundidad de este pasaje. Creo que intentar analizarlo no tiene mucho sentido. Solo alcanza con leerlo para darse cuenta que estamos lidiando con una verdad absoluta de la existencia humana.
El Rabino más pesado
Sin embargo vamos a sumergirnos en otro pasaje de la Mishna. Y antes de explorarlo quiero contarles de dónde estoy usando mi fuente de referencia para entenderlo. La semana pasada terminé de leer Sage Tales: Wisdom and Wonder from the Rabbis of the Talmud, el último libro del Rabbi Burton Visotzky. Rabbi Visotzky visitó Hong Kong el año pasado y tuvimos la posibilidad de estudiar con él por una semana. Su especialidad es el Midrash y la verdad fue un placer sumergirse en dicha literatura de la mano de Visotzky. Cuando uno lo escucha hablar y enseñar siente que está ante una enciclopedia con piernas. Por eso antes de seguir presento aquí al Rabbi Visotzky porque lo que voy a compartir a continuación pertenece a su libro Sage Tales.
Pero antes que nada les aviso que si están pensando que el rabino más pesado es Visotzky les anticipo que no me refiero a él, sino a Rabí Eleazar ben Araj. En el capitulo 2 del Pirkei Avot en la Mishna leemos:
Raban Iojanán ben Zakai solía decir: si todos los sabios de Israel estuvieran en un platillo de una balanza, y Rabí Eliezer ben Húrkenos estuviera en el otro, él solo inclinaría la balanza a su favor. Aba Shaúl dijo en su nombre: si todos los sabios de Israel, incluyendo a Rabí Eliezer ben Húrkenos entre ellos, estuvieran en un platillo de una balanza, y Rabí Elezar ben Araj estuviera en el otro, él solo inclinaría la balanza a su favor. (Pirkei Avot 2)
No podemos dejar de preguntarnos por un instante sobre todas estas escalas. Obviamente nadie concibe que esto es literal sino metafórico o simbólico. Pero incluso lo metafórico requiere a veces de explicaciones. ¿Estaba Iojanán ben Zakai preocupado por la dieta de sus alumnos? ¿Qué estaba Iojanan ben Zakai imaginando cuando comparaba el peso de sus discípulos? ¿Realmente pensaba que alguno de ellos estaba con sobrepeso?
Concreto versus Abstracto
Podemos aventurar que Iojanan ben Zakai hablaba del intelecto que balanceaba entre sus alumnos. Pero no debemos olvidar que este texto pertenece a la “literatura oral” (es decir fue escrito mucho tiempo después) y por lo tanto la imaginación tiende a ser más concreta que abstracta. Esto sucede porque el pensamiento abstracto -como la matemática o la física a su nivel más elevado- requiere notación. Ese es el motivo por el cual en las universidades y laboratorios los científicos hablan entre ellos con una pizarra de por medio. La notación física hace posible la comunicación entre científicos de algo que es casi imposible de comprender “en el aire”. Claramente las ideas abstractas no sobreviven muy bien con la tradición oral. Es por eso que hoy nosotros podemos escribir sobre “la trascendencia espiritual de la divinidad” mientras que los Rabinos hablaban comparando a Dios con un rey de carne y hueso.
Un viaje en el tiempo
Entender esa sutileza entre lo concreto y lo abstracto nos va a permitir resolver el misterio en cuanto a las dietas y los pesos de nuestros rabinos. Vayamos a lo concreto: ¿qué vio Iojanan ben Zakai en Eleazar ben Araj?
Para responder en forma concreta esta pregunta vamos a tomarnos un crucero en el tiempo y recorrer el Mediterráneo en el siglo I de la Era Común. Estamos visitando un lugar que fue tan hermoso en su tiempo como lo es hoy, el sur de Italia. Allí nos encontramos con la ciudad de Pompeii o Pompeya. Como un buen guía turístico les cuento que esta ciudad se encontraba próxima a un monte llamado Vesubio el cual hizo erupción en el 79 de la Era Común enterrando bajo sus cenizas la ciudad entera y todo lo que allí habitaba. Lo impresionante de este episodio es que “congeló” a la ciudad en el tiempo. La ciudad fue luego excavada durante el siglo XIX y XX y se encontraron restos de personas y animales que habían quedado petrificados en las exactas mismas posiciones en las que se encontraban cuando fueron sepultados bajo 3 metros de ceniza volcánica.
El Magistrado y su curioso artefacto
Entre la información más interesante que los arqueólogos han descubierto de Pompeya es que la ciudad exportaba comida kasher principalmente a los judíos que estaban en la Israel bajo dominación Romana. Esto significa que había contacto directo entre la ciudad perdida de Pompeya y el mundo de los rabinos en el exacto momento en que Iójanan ben Zakai hablaba del peso de Elezar ben Araj.
Pompeya poseía un importantísimo mercado regulado imperialmente por una persona designada cuyo título era agoranomo, literalmente era la ley (nomo) del mercado (agora). Su función era preservar la honestidad de los pesos y las medidas (a menos que, como sucede generalmente, estuviera aceptado coimas). En la modernidad los carniceros y los vendedores de frutas y verduras (para los que vivimos en Asia estos mercados a la calle son cosa de todos los días) utilizan balanzas electrónicas para medir el costo de lo que venden y asegurarse que cumplen con lo que prometen en cuestión de cantidad y precio. Generalmente dichas balanzas tienen un sello o sticker que asegura que han sido inspeccionadas por una autoridad.
Sin embargo, ¿cómo controlaba el agoranomo de Pompeya que las medidas de las balanzas de los vendedores eran precisas? La respuesta a esta pregunta es relevante y resuelve el misterio puesto que estamos hablando de medidas puestas en una balanza del mismo modo que Iójanan imaginaba a sus alumnos. Y finalmente develando el misterio, el supervisor de Pompeya se aseguraba que las medidas fueran precisas dejando su sello el cual consistía ¡en un pequeño busto de sí mismo!
Con todo respeto me gusta mucho la información que das acerca de la historia de la tradición judía, ya que entendemos de donde se derivan sus enseñanzas sin embargo respecto a la frase que comentas que dejo como un legado Hillel no le encuentro sabiduría y ni se compara con la palabra que Jesús y los profetas declaraban con tanta autoridad y sabiduría.