Este blog no deja de ser entre tantas otras cosas una “terapia” para mí. Quizás ninguno de ustedes se imagina al leer mis publicaciones que lo que leen detrás de cada oración es literalmente lo que me va sucediendo en la vida. A veces siento que si bien me estoy abriendo demasiado con quienes me leen también me reconforta pensar que uno no está solo en sus inquietudes y temores. Y digo esto con orgullo puesto que en el mes de Abril llegamos a la mayor cantidad de visitas mensuales. Me alegra saber que incluso a la distancia seguimos compartiendo la vida juntos.
El jueves pasado fue “uno de esos días” en los que lo único que recibí fueron malas noticias. Noticias que me entristecieron muchísimo. Y mientras sigo digiriendo lo impredecible pensé escribir sobre cómo lidiar con esos momentos en los cuales las cosas definitivamente no “marchan sobre ruedas”. ¿Qué hacemos cuando la vida parecería que “no avanza”? Esos son los momentos que necesitamos alguna herramienta como las que hay en los transportes públicos y que dicen “en caso de emergencia…”. ¡Cómo nos gustaría que alguien fácilmente nos de esa herramienta o fórmula mágica que nos libere de ese estado y haga que todo vuelva a la “normalidad”!
Y creo que no es casualidad que este Shabat leímos en la Tora que cada siete años debemos dejar descansar la tierra por un año. Dios nos dice que la Tierra es de Él y nosotros no somos más que huéspedes. El castigo por desobedecer este mandamiento implica que seremos separados y perderemos la Unidad como pueblo. En el contexto de la Biblia este castigo no es raro sino el más común. La Biblia asume que el peor castigo de hecho no es la muerte sino el abandono. El peor castigo en la Biblia es ser separado de la comunidad.
Pero hay otra lectura que podemos hacer de esta idea: sólo somos huéspedes en el Universo de Dios y olvidar eso provoca nuestro destierro. Cuando por un instante perdemos conciencia de esto último nuestra percepción del mundo pierde también la órbita. Las cosas de pronto parecerían ser totalmente aleatorias y sin sentido. Y yo -al igual que cualquier otro ser humano- me encuentro como un visitante, un huésped, alguien que está de paso en una tierra extraña llena de situaciones difíciles de comprender. Así pierdo mi conexión con esta tierra que ahora me exige aceptar lo inconcebible, poner a prueba mis creencias y buscar maneras diferentes de darle sentido a todo lo que enseño a mis alumnos.
Gracias a Dios no tenemos que recorrer la incertidumbre en soledad. Somos muchos los que podemos guiarnos mutuamente. Todos navegamos sin brújula esta tierra y en el fondo absolutamente nadie sabe con total certeza cual es el camino correcto. Lo que hacemos es abrazarnos para no hundirnos todos juntos y lograr así descubrir que la tierra es momentáneamente nuestra casa, nuestro hogar.
Cuando nos encontramos con situaciones inesperadas y tristes debemos siempre recordar algo que es esencial: no podemos controlar todo pero si podemos controlar cómo vamos a reaccionar frente a lo que nos acontece. Esta es una idea que me ha ayudado muchísimo en mi vida. Ante la muerte, el engaño, el sufrimiento y la injusticia tenemos que evitar la tentación de buscar respuestas fáciles que provocan confort inmediato pero no nos sostienen en el largo plazo. No hay respuestas simples en la vida y justamente acompañarnos con esa disconformidad es parte de la compleja y hermosa experiencia de vivir. Es la experiencia que todo aquel que existió ha tenido que enfrentar, es la experiencia que todos los que habitamos la tierra hoy enfrentamos y es la misma experiencia que aquellos que ni siquiera existen tendrán que enfrentar algún día.
En la tradición judía tenemos enseñanzas, rituales y mucho material para guiarnos. Cada uno encontrará en el torrente milenario de sabiduría judía algunas pistas para enfrentar las preguntas sin respuestas de la vida. Pero lo que no debemos hacer es volvernos rígidos en nuestra manera de pensar y sentir. La idolatría no es solo la adoración de objetos materiales sino -y más complejo aún- convertirnos en idolatras es convertirnos en fundamentalistas, absolutistas o simplemente reducir todo a una sola manera de ver las cosas. Idolatrar ideas o pensamientos es muchísimo peor que idolatrar personas u objetos.
Hace un año escribí en otra publicación de este blog:
“La idea que la vida debería ser tranquila y libre de sufrimiento no es una idea judía. No existe algo así como un judío sereno. El conflicto es parte de la existencia humana y lo normal es tener esas cosas en nuestra vida que llamamos “problemas”. Pensar así parece ser pesimista pero no lo es. Los judíos no somos pesimistas pero tampoco somos optimistas: somos realistas…esto no significa que uno no tiene momentos pacíficos y llenos de alegría sino que significa que creer que Todo debería ser constantemente perfecto y nunca deberíamos tener problemas, fricciones, dudas, quejas, incertidumbres, desolación, aburrimiento, desesperanza y depresiones se contradice con las primeras narrativas del Libro de Génesis en la Tora e incluso se contradice con la esencia de la tradición judía.
Las peleas, dificultades, adversidades y pruebas que vienen constantemente son parte de lo sagrado de la existencia humana y no están separadas de la vida. Los problemas no son invasores externos a la perfecta paz que deberíamos tener. Los problemas constituyen la esencia de la vida. Aceptarlos como tal es el desafío. Aceptar que la vida es una prueba hace de la misma algo mucho más significativo. Nos permite desarrollar aún más nuestra capacidad de aceptación”.
La vida es natural y en consecuencia cualquier respuesta o reacción ante la vida misma también es natural. Es natural estar triste. Es natural estar enojado. Es natural tener dudas. Es natural no sentir nada y también es natural simplemente preocuparse con otras cosas. Todo lo que sentimos es natural y merece ser respetado.
Pero debemos siempre estar abiertos hacia otras respuestas porque nuevamente: podemos controlar cómo vamos a reaccionar frente a lo que nos acontece. Si estamos tristes démonos lugar también a ser confortados. Si tenemos dudas también permitámonos buscar respuestas. Si estamos seguros también habilitemos la duda y la posibilidad. Mientras algunos lloren, otros rían, otros maldigan y otros conforten podemos estar seguros que la comunidad esta balanceada.
Concluyendo esta lectura semanal terminamos el Libro de Vaikrá para dar comienzo a Bemidbar. Este libro lleva el título de “Números” según la traducción de la Septuaginta debido a que comienza con un censo. Sin embargo la traducción literal de Bemidbar es “en el desierto” (haciendo referencia a un páramo). En el desierto nuestros antepasados aprendieron cómo enfrentar los desafíos de la vida y reafirmar sus relaciones mientras mantenían la esperanza de alcanzar esa distante tierra prometida. No tenían todas las respuestas. Tuvieron que ir adaptándose paso a paso, momento a momento.
Cada vez que terminamos un libro de Tora y nos preparamos para empezar el que sigue decimos “jazak jazak venitjazek” (fuerza fuerza y seamos fortalecidos). Mientras continuamos navegando el desierto de la vida debemos desplegar todas nuestras fuerzas para seguir adelante con nuestros seres queridos.
Diego, muchas gracias por compartir siempre tus reflexiones de sabiduría y contemplación de la vida. Como vos decís, debemos estar abiertos hacia otras perspectivas, porque es en ese espacio en el que puede entrar nuevas alternativas hacia aquello que creíamos no teníamos respuestas. Me encanta tu blog y nuevamente, muchas gracias.
Querida María F.,
¡gracias por tu comentario!
Me gustó mucho como lo dijiste: «debemos estar abiertos hacia otras perspectivas…alternativas hacia aquello que creíamos no teníamos respuestas».
¡Es así! Si cerramos esa posibilidad la vida se vuelve mucho más difícil.
Saludos
Es indudable, que todos pasamos lo mismo Diego, pero ante la noticia de una posible enfermedad nos surge miedo, que hay que hacer? aceptarlo y seguir adelante o bien dejar que el miedo se asiente en nuestra mente? como sacarlo y darnos una oportunidad de que no puede ser asi?. Gracias por tu respuesta de antemano Diego
Querido Rene,
Aceptar es siempre el primer paso. Luego hay que elaborar cómo uno va reaccionar. No se puede eliminar el temor en forma absoluta. Si se puede aprender a transitar e incluso habitar el dolor.
Como escribí, no hay una sola respuesta frente a estas situaciones…
es muy reconfortante leer tus comentarios.gracias .saludos,
Diego: Saludos, al igual q el resto de participantes, te felicito por tu desarrollo y puedas guiar a quienes sentimos la necesidad de aprender; mis respetos