Según la tradición bíblica la historia no es cíclica sino lineal. Más allá que las estaciones en el Calendario Judío se repiten año tras año y las festividades judías nos ofrecen un marco para mejorar y sentir así que “este Pesaj nos liberamos mejor de nuestros faraones que el Pesaj del año pasado” la realidad es que al fin de cuentas esperamos una redención final. Si la Creación marca el inicio la Redención o Salvación Final (en hebreo gueulá) marca la conclusión. El período entre medio de estos dos puntos es el que nosotros habitamos y llamamos “historia”.
La idea en esencia es que durante el tiempo entre medio de la Creación y la Redención hay un proceso histórico a través del cual la humanidad junto a la ayuda de Dios alcanzará la visión de un mundo ideal. A través de vivir plenamente este punto intermediario de la historia en el cual existimos, alcanzaremos la salvación tanto personal como comunitaria y mundial.
Nos resulta imposible pensar que Dios creó el mundo sin ningún objetivo. ¿Para qué hacerlo? ¿Estaba “aburrido”? Como la única forma que tenemos para relacionarnos con Dios es a través de nuestras propias experiencias humanas y como la mayoría de nosotros siente que debe “hacer algo con su vida”, entonces indefectiblemente Dios también hizo el mundo para algo. En otras palabras, nosotros depositamos en Dios la idea que el mundo tiene un sentido puesto que nos resulta imposible pensar que fuimos creados o traídos al mundo sin ningún objetivo. Si Dios creó al mundo y tiene la esperanza que este mundo alcance eventualmente su estado ideal, entonces Dios debería proveer a la humanidad de los elementos necesarios para que ese estado ideal suceda.
Ese elemento que Dios proveyó para que los seres humanos logren estructurar su vidas individuales y comunales en el proceso hacia la Redención final es lo que los judíos llamamos Tora, literalmente “Instrucción”. Por ese motivo los judíos hemos entendido la Tora como la expresión del amor más elevado que Dios tiene por Israel ya que es el mejor regalo que nos fue dado. Las bendiciones de la mañana y la noche que anteceden a la recitación diaria del Shema Israel vinculan justamente a Dios con la Tora a través de una manifestación de amor.
Pero una de las controversias más grandes que vincula el amor de Dios por el pueblo de Israel es la doctrina del “pueblo elegido” que se desprende de esta relación. La conexión es explícita en la bendición que recitamos todas las mañanas y antes de la lectura de la Tora:
Bendito eres Tú…que nos ha elegido de entre todos los pueblos y nos ha concedido Su Tora
Esta bendición es inevitablemente una formulación de exclusividad. Es importante dejar en claro que Dios no recita esta bendición sino los seres humanos. Al declarar estas palabras nosotros somos los que estamos definiendo esta relación con Dios. Pero es más importante aclarar que la idea que esta Tora es un regalo también representa la idea que es simultáneamente una responsabilidad y una carga enorme para el pueblo judío. La tensión entre la Tora como un regalo y la Tora como una carga es un tema recurrente en la literatura de la tradición judía.
Un Dios que crea y redime tiene que ser un Dios que se revela. Y la revelación de Dios es sin dudas el elemento crucial de todo el complejo sistema simbólico y metafórico a través del cual los judíos entienden y se relacionan con Dios y Su preocupación por el mundo.
ESTO ME SIRVIÓ MUCHO GRACIAS
Gracias ROSANI!
Me alegro te haya servido.
Saludos
me encantaria estudiar y conocer mas , la religion judia oh leer mas acerca de su su hermosa religion gracias