Muchas veces sentimos que la vida es injusta. Nuestros antepasados también sentían lo mismo. Sin embargo la manera en la que nosotros respondemos a la injusticia es diferente al modo que nuestros antepasados lo hacían. Cuando ellos veían gente inocente morir intentaban desesperadamente justificar a Dios con el objetivo final de integrar sus propias decepciones humanas con la imagen o metáfora de un Dios que nos ama, nos cuida y nos protege.
A pesar del enojo que sentían frente a la injusticia divina nuestros antepasados se negaban rotundamente a abandonar su relación con Dios. No permitían que la propia sensación humana que algo malo o injusto estaba aconteciendo los aleje de la comunidad, la belleza de nuestra tradición, la enorme riqueza de nuestros textos y la estructura integral del judaísmo. En pocas palabras la injusticia no significaba la inexistencia de Dios, la falsedad de la Tora ni la ilegitimidad de Israel como pueblo. Los que abandonaban el judaísmo (siempre los hubo) simplemente eran olvidados y por eso no tenemos textos tradicionales judíos que nos cuenten las historias de aquellos que decidieron “darse el alta” de la tradición. Pero lo que si tenemos son muchísimos textos sobre aquellos que siendo tan humanos como nosotros se enojaban con Dios y así todo permanecían fieles a la comunidad, las creencias y las prácticas judías. De hecho abandonar la comunidad, las creencias y las prácticas judías solo porque hay injusticia o ciertas cosas que “no cierran” del todo sería privarse de los argumentos necesarios para desafiarse y crecer en los propios contra argumentos e incertidumbres.
Muchas veces me pregunto por qué los Rabinos decidieron que el libro de Job -en el que se plantea por qué la gente buena sufre- forme parte de la Biblia. O por qué decidieron preservar la narrativa de la trágica muerte de Rabbi Akiva. Incluso por qué tenemos tantas tefilot es decir plegarias enfatizando nuestras culpas. Y estoy convencido que los Rabinos decidieron preservar estos textos porque eran tan conscientes como nosotros hoy que la gente a veces siente esa injusticia divina junto a todas esas experiencias complejas (y no fáciles de responder) que también forman parte del repertorio humano en su relación con Dios y con otros seres humanos.
En toda la Biblia y la literatura rabínica la forma más común para integrar las experiencias negativas de nuestra relación con Dios es simplemente declarar que lo que consideramos malo o injusto es un castigo de Dios por nuestros pecados humanos. La imagen tradicional de un Dios que a modo de juez premia o castiga nuestros actos tuvo históricamente un resultado extraordinario: canceló la sensación de abandono proveyéndonos de un medio para restaurar la relación a su estado positivo original. En otras palabras, reforzó la idea de teshuva literalmente retorno a Dios que inunda la temática de Rosh Hashana y Iom Kippur. Pero no solo ahí vemos esta idea sino también en el segundo párrafo del Shema que leemos dos veces todos los días y que es un “copiar & pegar” del libro de Devarim (Deuteronomio) capítulo 11 versículos 13-21. Allí leemos que si cumplimos con los mandamientos gozaremos de lluvia, buena cosecha, comida y bebida. Pero si nos rebelamos la tierra no producirá sus frutos y seremos expulsados de esta misma buena tierra que Dios nos ha entregado. En resumen: según la tradición bíblica y rabínica si cumplimos con los mandamientos nos va a ir bien, si no lo hacemos nos va a ir mal y si algo que consideramos malo o injusto nos está sucediendo y no entendemos el por qué, es debido a que indefectiblemente hemos pecado de algún modo y debemos restaurar nuestro presente y futuro retornando a Dios y a las prácticas judías.
Nuestros antepasados podían literalmente creer todo esto porque consideraban que los juicios y decisiones de Dios eran siempre justos y honestos. Teóricamente, para nuestros ancestros no tendría por qué sucedernos nada malo si somos honestos y actuamos siempre de buena fe. La idea que Dios es injusto era impensado para nuestros antepasados. Pero también en su tiempo como en el nuestro muchas veces se sentían terriblemente incómodos con esta imagen o metáfora de un Dios sentado en un trono que se dedica todo el tiempo a juzgar a la humanidad y sus actos. Obviamente que esta idea tiene una connotación mucho más psicológica que teológica: si Dios es un juez que nos está vigilando tenemos entonces el deber de ser responsables de nuestros actos. Y justamente si Dios es justo no deberíamos temerle a lo que nos pueda suceder ya que estamos convencidos que hemos actuado como corresponde y Dios no permite que niños ni gente inocente muera.
Pero siempre hay un “pero”. Y este “pero” se encuentra entre uno de los textos que nuestros antepasados decidieron preservar, el Salmo 44. Según este Salmo Israel no ha pecado ni ha hecho nada malo y sin embargo es castigado:
¡Y todo esto nos ha sobrevenido
sin que nos hayamos olvidado de ti,
sin que hayamos traicionado tu pacto!
Nuestro corazón no se volvió atrás
ni nuestros pasos se desviaron de tu senda,
como para que nos aplastaras en un lugar desierto y nos cubrieras de tinieblas.
Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios y recurrido a un dios extraño,
Dios lo habría advertido, porque Él conoce los secretos más profundos.
Salmo 44: 18-22
Como si fuera poco esto de estar siendo castigados por Dios cuando no hemos hecho nada la frase que sigue constituye para mí el ataque más agresivo hacia Dios en toda la Biblia. El texto literalmente clama que no solo no hemos pecado y estamos injustamente siendo castigados sino que justamente por habernos mantenido fieles a Dios somos asesinados todo el tiempo:
Por tu causa nos dan muerte sin cesar
y nos tratan como a ovejas que van al matadero.
Salmo 44:23
Pero si no nos ha alcanzado con la idea que no somos castigados porque hemos pecado sino que somos castigados porque hemos sido fieles a Dios la respuesta final del Salmo es tan sarcástica que duele: ¡Dios está dormido!
¡Despierta, Dios! ¿Por qué duermes?
¡Levántate, no nos rechaces para siempre!
¿Por qué ocultas tu rostro
y te olvidas de nuestra desgracia y opresión?
Estamos hundidos en el polvo,
nuestro cuerpo está pegado a la tierra.
¡Levántate, ven a socorrernos;
líbranos por tu misericordia!
Salmo 44: 24-27
¡Qué metáfora más irónica! ¡El Dios todopoderoso se quedó dormido! ¿Acaso no sonó su despertador? La doble ironía de esta metáfora es que en el Salmo 121:4 leemos literalmente que “no duerme ni dormita él guardián de Israel”.
Nos guste o no ya no podemos borrar ni modificar nuestras Sagradas Escrituras. Solo nos queda leerlas y encontrarles un sentido o una relevancia incluso en nuestros días. El sarcasmo amargo de todo este pasaje bíblico, aún cuando duele leerlo, fue canonizado por nuestros Rabinos como parte de la Biblia. Pero tiene un potencial inherente: nos regala una posible respuesta a nuestra generación post-Holocausto. Nos libera para expresar nuestra amargura y sensación de injusticia apoyándonos en nuestros propios textos. Nos da un lenguaje para no abandonar a Dios ni la comunidad aún cuando no todo tenga “sentido”.
Por fin he encontrado amigos que entienden mi dolor. Muchas gracias por escribir este artículo tan exquisito, el día de hoy que es shabat me siento tan mal, y aunque hago mi esfuerzo por estudiar Torah, lo único que viene a mi mente es preguntarle al Eterno ¿Porque esto? ¿Porque aquello?… y hoy como ayer, sé que no me responderá. Después de muchos años de servicio al Creador he colapsado y con artículos como este, y con la sabiduría y abnegación de nuestros rabinos yo también al igual que ellos y ustedes me resisto rotundamente a cortar mi relación con Dios a pesar de que el se ha quedado dormido, y ha sido indiferente para conmigo hasta el día de hoy, quizá mañana Él cambié para conmigo.
Shabat shalom…
Hola Alfonso,
Me alegro te haya ayudado esta publicación. Yo no entro al blog en Shabat así que recién leo este comentario tuyo.
Espero que las cosas vayan mejorando…
Te dejo otra publicación que creo puede ayudarte: http://www.judiosyjudaismo.com.ar/2013/05/en-caso-de-emergencia-leer-esta-publicacion/
Saludos,
Diego
A veces no comprendemos el por que de las cosas y estas nos hieren terriblemente, clamamos a un Di_s que no responde (en apariencia) a ntras plegarias y que nos pareciera se ha quedado dormido. Este sentimiento me invadió hace unos años cuando murió mi Padre. Fue cuando también cuestione la justicia o injusticia de Di_s pues no comprendía por que si mi Padre había sido un hombre tan bueno y tan justo y tan fiel, había tenido que sufrir tanto, por casi 10 años aquejado de un cáncer y por que mas aun había sido su agonía tan terrible, como me pareció en ese entonces que mis palabras u oraciones iban dirigidas a un Di_s indolente, aun Di_s sordo y entonces revelandome quise dejar por terminada mi relación con el, es decir, si el no me escuchaba entonces yo no lo seguiría, y no quería tener mas relación con el.
Ahora gracias a tus publicaciones me has ayudado a entender un poco a cerca de la verdadera naturaleza de Di_s y he retomado mi relación con el, mi corazón ha comenzado a sanar y ya no tengo tampoco ese peso tan grande que llevaba por sentirme culpable de darle la espalda a Di_s pues me reconozco como un humano muy imperfecto, pero este humano hoy por hoy no quiere romper su relación con Di_s.
Gracias por estas palabras Maria.
Me alegra saber que las publicaciones sobre Dios te han ayudado a reecontrarte.
Dios está siempre esperando. Nunca te abandona. Uno tiene momentos y momentos. Lo más importante es nunca dar por cerrada la relación.
Saludos
El Salmo 44 fue escrito haciendo alusión a un pasado en que Dios Plantó a Israel defendiéndolo de sus enemigos; pero en el presente los había dejado y no escuchaba sus plegarias. ¿Por qué?
Al leer la Tanaj, observamos la trayectoria de Dios con Israel. Dios siempre fiel e Israel siempre infiel. Esto se podría decir de cualquier etnia, pueblo o nación ya que esta es la condición de la raza de Adán. Israel fue escogido de entre las naciones para ser instrumento de Dios en dar a conocer a las naciones el testimonio de lo que ellos habían conocido de Dios en su trayectoria, a fin de que las naciones (no elegidas) llegasen a ser bendecidas como ellos. Así, si Dios hubiese escogido a los alemanes, ingleses, chilenos o mapuches, el resultado hubiera sido el mismo: gente contumaz (tercos en el error), rebelde, duros de corazón, insensatos, pervertidos etc. etc. Lo que escribo no es una interpretación rabínica ni menos mi parecer; es lo que leo en Las Escrituras.
Dios se presenta a sí mismo como aquel que «hace la paz y crea la adversidad» (Isaías 45:7) El mismo que escogió a Israel para bendecir a las naciones (Dios) escogió a los Asirios como adversarios de Israel; mostró compasión con Judá para darles tiempo de que se volvieran a Dios, pero los entregó en manos de los babilonios. ¿Por qué?
Una y otra vez, después de muchas advertencias, se dice que Israel y más tarde Judá, no quisieron atender las palabras de Dios dichas por los profetas.
El asunto es por qué sufren los «justos» (el caso de Job).
Satanás calumnia a Job delante de Dios y calumnia a Dios en la mente de Adán y Eva. Este Angel Caído es un mentiroso. Argumenta que Dios no es capaz de crear un ser que le adore tan solo porque él es Dios; en Job tiene un hombre utilitario que conserva su integridad y teme a Dios tan solo porque Dios lo tiene lleno de bienes.
En el caso de Adán y Eva miente al decir que Dios no quiere que sean como Dios; cuando la verdad es que Dios nos creó a su imagen y semejanza para que fuésemos como él es.
En Job Dios está suscitando un testimonio como respuesta ante la conciencia universal, de que él no ha fracasado en haber creado un ser que le adore y le sirva sin otro interés que al atractivo de su persona reflejado en su carácter impreso en la Tora. Los capítulos 29-30 de Job, nos dan la clave de por qué sufren los «justos»… 200 veces aproximadamente, Job, en esos capítulos, usa los pronombres personales «Yo», «mi», «me», «conmigo». ¿Qué nos dice eso? Que Job, al igual que todos los humanos, era un hombre lleno de justicia propia, lleno de sí mismo, un ególatra, un narciso cualquiera. Sí es verdad que Dios quiere que seamos buenas personas, pero debe quedar claro que eso no lo conseguimos con nuestras fuerzas sino con la gracia de Dios y sus actos correctivos y disciplinarios. Después de la prueba, Job declara que no conocía a Dios y ahora, después de haber pasado por el fuego y por el agua (símbolos de las aflicciones) llegó a conocer a Dios y a sí mismo, cuando se encontró frente al interrogatorio con que Dios lo enfrentó. En Job, finalmente, Dios tiene el prototipo de hombre que él desea tener. Uno que a pesar de las adversidades, sostiene firme su fe en Dios.
Un encuentro con Dios, nos lleva a un conocimiento de Dios y como efecto retroactivo, nos viene un conocimiento de nosotros mismos; y esto muy por el contrario de lo que afirma Platón… que es imposible conocer a Dios, Las Escrituras nos dicen que Dios se revela a sí mismo y quienes le conocen ha sido porque Dios se les ha manifestado con pruebas indubitables… Tal es el caso del pueblo hebreo, que Dios les constituye en sus testigos por todos los portentos con que históricamente se dio a conocer a ellos; solo que ellos no han sido fieles con la comisión de servicio que Dios les dio, pero la elección y el llamado y las bendiciones, son irrevocables por causa de la fidelidad de Dios.
Siempre que la infinita sabiduría de Dios se encuentra con la finita sabiduría del hombre, el hombre se ve en problemas, por su falta de entendimiento de la verdad completa. Dios no es injusto por lo tanto no hace injusticia. En cuanto a Job, Dios aprovecho la acusación de satanás contra Job, para probar la fe integra de Job y llevarlo a una relación viva con el Dios viviente (Job 1.8; 42.1-6). De esa manera Job recibió un beneficio de la gracia y fidelidad de Dios. Dios en su soberanía, amor y justicia puede hacer con el hombre lo que quiere sin ir encontra de su carácter moral.
Otra aspecto que observamos de Dios en su revelación bíblica, es la transparencia y pureza de sus palabras describiendo el comportamiento humano delante de el. No importa quien lo dijo y que hizo, lo revela por igual dentro de su Palabra escrita. Otra vez, no se encuentra el problema en Dios sino en el hombre, que no entiende el proceso de Dios ni su propia condición real: «La insensatez del hombre tuerce su camino, y luego contra Jehová se irrita su corazón» (Proverbios 19.3). Dios no siempre nos dice el «porque» de las cosas que todos quisiéramos saber. Pero solo Dios sabe lo que nos conviene o no. Su soberanía, sabiduría infinita, su amor y cuidado para el hombre lo explican. Cuando padecemos en los procesos divinos o consecuencias por el pecado, es que demostramos cuanto confiamos en el Dios de amor y fiel, que busca siempre lo mejor para nosotros dentro de su plan eterno.
Se que no nos gusta sufrir, pero al parecer, es la ultima herramienta de Dios para alejarnos del mal, purificar nuestro corazón y para el cumplimiento de su propósito diseñado para nosotros.
Gracias a Dios que podemos crecer, porque nuestros escritos, palabra y comentarios revelan claramente no solo nuestro conocimiento sino también nuestra ignorancia de Él.