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Llegando al final de esta serie de publicaciones sobre el Judaísmo en el período Moderno tal vez algunos de Uds. se estarán preguntando por qué solo hemos hablado de hombres en el pensamiento judío de los últimos 400 años. ¿Dónde están las mujeres? ¿Acaso ellas no tienen una voz en el desarrollo del judaísmo en la modernidad? ¿Acaso ellas no son importantes en este extraordinario discurso del pensamiento judío y su historia?
Como podrán apreciar no las he ignorado sino que de hecho vamos a dedicar ésta, nuestra anteúltima publicación, enteramente al tema de las mujeres judías y su rol, su pensamiento y su teología feminista en la contemporaneidad.
Pero quiero dejar en claro que el motivo por el cual no hemos hablando de “pensadoras o académicas judías” hasta 1960 o 1970 es porque realmente sus voces no aparecen en forma destacadas durante el período histórico que hemos analizado hasta ahora en nuestras publicaciones (eso es aproximadamente 1492 hasta 1970).
Podemos decir que es correcto argumentar que sus voces no son centrales hasta 1960 ya que el pensamiento sobre la teología feminista y la voz de la mujer como una voz independiente en la tradición judía surge como reflejo de un proceso que sucede en una escala global mundial en la historia universal de los últimos 40 años.
A lo que hago referencia es que el movimiento feminista reclamando los mismos derechos que los hombres en todo el mundo occidental Moderno es un fenómeno que ocurre alrededor de 1960. Si bien tenemos ecos de voces femeninas en el judaísmo anterior a la Modernidad, esta voz se hace central, prominente y significativa recién en los últimos años.
Por lo tanto no es que las hemos ignorado sino que hemos esperado para poder presentarlas en el lugar cronológico indicado dentro del contexto de la Modernidad Judía.
De hecho y como podrán apreciar en breve uno de los aspecto más interesantes y desafiantes para el pensamiento judío contemporáneo es su reflexión sobre el lugar que ocupan las mujeres y el rol que ocupa el género femenino dentro de la cultura judía. Tan interesantes resultan estos desafíos que hoy en día, al momento en que presento esta publicación, están sucediendo eventos muy controversiales con respecto al reclamo de las mujeres ortodoxas judías cuyos reclamos van impregnando a su vez en otros temas dentro de esa corriente en Israel y en especial con aquellos judíos que hemos definido como Ulta-Ortodoxos o Haredim en nuestra publicación sobre el judaísmo ortodoxo. Estos reclamos femeninos han sido el disparador hacia otro tipo de reclamos económicos y políticos dentro del contexto de una democracia moderna como es el Estado actual de Israel que nada tiene que ver con una Teocracia bíblica o medieval (recordemos que una Teocracia es una forma de gobierno en la que el gobierno mismo afirma gobernar en nombre de Dios. Por ejemplo en el Antiguo Israel, cuando existía el Templo, los Cohanim y los Reyes gobernaban en nombre de Dios y sus posiciones eran hereditarias significando que no podían ser electos).
Mayor participación
Podríamos comenzar diciendo que las mujeres judías comenzaron a reclamar lo mismo que en sus alrededores otras mujeres reclamaban y en consecuencia comenzaron a acercarse a la cultura judía y sus instituciones argumentando que históricamente habían sido relegadas.
Las mujeres comenzaron a criticar que existía una jerarquía de poder político dentro del judaísmo como una institución de la religiosidad y la tradición judía esencialmente ignoraba su opinión. Justamente lo que ellas reclamaban eran más participación, poder y autoridad sobre sus propias vidas y sobre la vida de la comunidad judía en términos generales.
Los primeros reclamos surgieron primeramente de los círculos liberales y Reformistas judíos y posteriormente el movimiento Conservador judío y el Reconstruccionista también comenzaron a darles mas espacio a las mujeres.
En los últimos años han surgido grupos feministas ortodoxos como el JOFA (Jewish Orthodox Feminist Alliance – Alianza Feminista del Judaísmo Ortodoxo) trayendo los mismos reclamos a la comunidad ortodoxa.
Claramente el desafío del feminismo para el judaísmo ortodoxo es aún mayor debido a la la poca flexibilidad que esta corriente posee para realizar cambios dentro de su comprensión sobre la Ley Judía.
Pero incluso dentro de las facciones ortodoxas hay miles de voces hoy “peleando” para modificar ciertos aspectos sobre el rol de la mujer judía dentro de la tradición judía en la contemporaneidad.
Es evidente que ya no podemos negar ni ocultar que hay un Movimiento Feminista Internacional en el cual las mujeres judías están realmente modificando el devenir histórico del pueblo judío dejando un impacto enorme para la prosperidad y continuidad judía.
Mismos derechos rituales
Inicialmente estos grupos feministas criticaban las injusticias de género dentro de la participación en la vida judía. Querían mayor participación en el liderazgo comunitario y mayor participación en la tefila, es decir la plegaria o el rezo judío.
El tema sobre la ordenación de mujeres Rabinas fue un tema muy controversial en su momento y causo un impacto transcendental en la historia judía. La primera mujer judía ordenada como Rabina surgió del movimiento Reformista, luego el Reconstruccionismo y finalmente el movimiento Conservador también comenzó a ordenar mujeres.
El judaísmo Ortodoxo no ha ordenado todavía en forma oficial a ninguna mujer como “Rabina” aunque ha habido mucho revuelo en el caso del Rabino Ortodoxo Avi Weiss quien hace un años ordenó a una discípula suya, Sara Hurwitz, como Rabba.
En pocas palabras estas mujeres reclamaban dentro de la tradición judía que les den una voz más central en la vida comunitaria judía.
La Ley Judía es machista
Al principio las mujeres criticaron ciertas prácticas discriminatorias que afectaban a las mujeres debido a que la Ley Judía era debatida entre hombres sin darles espacio para escuchar su opinión femenina.
Podríamos nombrar algunas de estas quejas para entender a qué nos referimos.
Por ejemplo una de estas quejas era la imposibilidad que las mujeres sean parte del minian (eso es un mínimo de 10 adultos judíos que se necesitan para llevar acabo ciertas partes del rezo judío). ¿Por qué solo 10 hombres? ¿Por qué no 9 hombres y 1 mujer? ¿O 5 hombres y 5 mujeres? ¿Acaso su presencia no suma frente a Dios?
O ser llamadas a la Tora para decir las bendiciones o leer la Tora y recibir lo que se llama en hebreo una alia (literalmente “ascenso”) hacia la Tora. ¿Por qué las mujeres no tienen ese privilegio de leer de la Tora o la Haftara (los dos libros que se leen tradicionalmente en los servicios religiosos judíos)?
¿Qué hay del hecho de cambiar su propio estado matrimonial? Tradicionalmente es el hombre el que entrega el guet (divorcio en hebreo) a la mujer. ¿Por qué las mujeres no tienen un estado igualitario en el que puedan divorciarse de su marido si así lo desean? Y peor aún, ¿cómo puede seguir existiendo en la modernidad el caso del hombre que se va o desaparece y deja a la mujer en ese horrible estado llamado en hebreo aguná lo cual no le permite volver a casarse nunca más hasta que reciba el permiso y divorcio de su primer marido?
¿Y qué hay de su habilidad en términos generales para interpretar la Ley o escribir decisiones legales sobre la Ley o incluso escribir comentarios bíblicos, rabínicos o drashot (es decir prédicas o sermones)? ¿Acaso las mujeres no tienen los mismos derechos y habilidades que los hombres poseen?
Todos estos son temas realmente significativos para la mayoría de las mujeres judías y están hoy en el corazón de la “pelea” política femenina para transformar sus estatus en la vida judía.
El impacto del feminismo en el academicismo
Pero lo más destacado del feminismo es que además de haber dejado su impacto en el aspecto religioso y las formas de liderazgo ha también cambiado completamente el academicismo y el estudio del judaísmo en la modernidad.
Y con esto nos referimos a una transformación fascinante en la cual ninguno de nosotros podemos obviar nunca más, al hablar sobre la historia de la humanidad, la “opinión femenina” en cualquier tema que estemos estudiando o analizando dentro de la tradición judía.
Esto nos presenta con el desafío que gran parte de la historia judía debe ser ahora repensada considerando la herencia femenina.
Pero no es solo incorporar la historia de las mujeres ahora en la historia universal sino que el feminismo nos enfrenta a la pregunta sobre cómo entendemos el rol del género para intentar describir y comprender la cultura judía desde sus comienzos hasta el día de hoy.
Esto quiere decir que cuando analizamos el judaísmo no solo podemos analizarlo desde una visión social, económica, política, histórica, antropológica, hermenéutica (es decir analizando el texto en diferentes contextos históricos ya sea por parte de rabinos y pensadores medievales, modernos o antiguos) sino que ademas ahora deberíamos intentar comprender cómo responden los hombre frente a una determinada situación que generalmente es distinta al modo en que lo hacen las mujeres. Debemos ser sensibles ahora que la visión de las cosas no solo es diferente entre cada individuo sino que es particularmente diferente entre los hombres y las mujeres. Por más que esto que digo puede resultar obvio para muchos de Uds. la realidad es que la opinión y voz femenina estuvo ausente durante mucho tiempo en la historia y en el discurso histórico.
Al comprender este concepto comenzamos a ver el mundo a través de otra mirada completamente distinta. Por ejemplo el rol de la familia y la madre judía en la historia es diferente desde una mirada masculina que una femenina. De golpe tenemos toda una nueva información y forma de ver la historia que estaba oculta no solo para los judíos sino para la humanidad puesto que la historia era generalmente narrada no solo por los que ganaban sino por hombres.
Y repentinamente el concepto de “la mujer invisible” que no es nombrada en nuestras fuentes literarias de repente se hace visible. Sorpresivamente las mujeres de los rabinos se empiezan a sentir más y más en sus opiniones.
Y no es que las mujeres eran “invisibles” porque no tenían mucho que decir o contribuir a la historia de la humanidad y la cultura judía sino que los historiadores no habían mirado la historia considerando qué opinaban las mujeres o dónde estaba esa voz femenina.
Hoy contamos con toda una nueva generación de historiadores feministas que nos ayudan a repensar el pasado y gracias a ello nuestra situación actual y presente comienza a cambiar con respecto a las mujeres judías y su rol en la historia. Como siempre esta revisión nos ayuda a ver el pasado en el contexto del presente y por supuesto entender nuestro presente en relación a un pasado diferente.
Permitanme compartir con Uds. algunos ejemplos de este nuevo tipo de academicismo.
En el área de la Modernidad Judía las interpretaciones más radicales e interesantes con respecto al feminismo judío han surgido por parte de las mujeres mismas como historiadoras.
Paula Hyman y la asimilación en la modernidad
Quiero comenzar hablando de Paula Hyman quien tristemente falleció recientemente y fue una excelente profesora en la Universidad de Yale en Estados Unidos.
Hyman escribió un libro muy interesante sobre el rol de la asimilación en la Modernidad Judía y su relación con el género.
Hyman argumenta que cuando uno mira la historia de los hombres y la asimilación con respecto al mundo occidental moderno uno obtiene una versión de la historia. Pero si uno mira el rol de las mujeres quienes se dedicaban la mayor parte del día a cuidar de la familia y la situación económica del hogar mientras sus maridos se pasaban el día estudiando en las yeshivot (escuelas judías tradicionales) uno tiene una versión diferente de la historia judía con respecto al tema de la asimilación.
En otras palabras, al mirar la historia desde la perspectiva de los diferentes géneros masculinos y femeninos, los temas sobre la “asimilación” y los procesos a través de los cuales los judíos fueron integrándose a las sociedades mayoritarias y los nuevos Estados y Naciones como franceses, argentinos, alemanes, etc. que practican una cierta religión y trabajan de lo que otros no-judíos también trabajan tenemos ahora una historia diferente de la que conocemos en términos generales.
Definitivamente la cuestión del género en el judaísmo nos ofrece una nueva herramienta que podemos utilizar ahora para estudiar esta tema central sobre la vida judía en la Modernidad.
Chava Weissler y la liturgia feminista
Otro caso es el de Chava Weissler sobre una literatura conocida como “tejines”, eso es poemas religiosos y litúrgicos escritos para mujeres y eventualmente por mujeres en yiddish. Weissler descubre que este genero emerge en el siglo XVII en Europa, es decir el 1600, y Weissler lo hace popular traduciéndolo al inglés. Al hacer estas traducciones de pronto re-descubre todo un nuevo mundo sobre poesía religiosa judía para mujeres que había sido invisible para la mayoría de los hombres judíos.
Expandiendo un poco más en este tema vemos que desde el 1600 hasta la generación de nuestras bisabuelas, las mujeres judías tenían sus propias oraciones y encontraban consuelo a través de esta forma literaria recopilada en yiddish en libros que era muy populares entre mujeres.
Originalmente tejines eran traducciones en yiddish de las oraciones conocidas en hebreo como Tajanun (es decir las súplicas, de la palabra hebrea jen que significa “gracia”) y forman parte del Siddur (el libro de rezo). Las tejines fueron producidas para remediar una grave laguna en la vida religiosa de las mujeres, que por lo general no sabían hebreo y por lo tanto no podía recitar ni comprender las oraciones y bendiciones del Siddur. Gradualmente estas tejines se fueron desarrollado y embellecido.
A lo largo de siglos de crisis y persecuciones hacia los judíos europeos, el tono personal, cordial y acogedor del contenido interno de las tejines hablaba en forma directa a las necesidades espirituales del día a día por varias generaciones a mujeres judías.
Esta literatura nos provee ademas de historias sobre las mujeres judías, narrativas y discusiones sobre el tema del nacimiento de niños y todos temas que son sensibles para las mujeres. Todo esto nos permite leer y conocer el mundo interno de las mujeres judías en este período de la historia y nos provee de un nuevo sentido litúrgico según la conciencia femenina que es por supuesto totalmente diferente de la masculina.
Gracias a Weissler y su descubrimiento vemos toda una parte de la historia que nunca había sido contada.
Elisheva Baumgarten y las nodrizas judías
También podríamos mencionar como un último ejemplo a Elisheva Baumgarten quien trabaja actualmente en la Universidad de Bar-Ilan en Israel.
Baumgarten escribió hace unos años una disertación sobre el lugar y rol de la mujer en la familia judía durante la Edad Media. Hasta este momento de la historia la mayoría de las investigaciones habían sido realizadas sobre la mujer judía en la Modernidad. Pero ahora las mujeres que poseen la capacidad, habilidad y las herramientas necesarias para poder leer textos rabínicos y entran en el mundo de los rabinos y sus estudios (que eran netamente masculinos) le permite por ejemplo a Baumgarten presentarnos una perspectiva novedosa en un ensayo extraordinario que publica sobre la función de las nodrizas judías. Con esto nos referimos a mujeres judías que actuaban como nodrizas estando a cargo del proceso del nacimiento de los los hijos e hijas e incluso de ayudar a otras mujeres a parir.
Lo que Baumgarten descubre es que las mujeres estaban mayoritariamente a cargo de todo esto (y claramente podríamos comprenderlo en el contexto de los maridos encerrados en las yeshivot estudiando la Ley Judía y no teniendo la menor idea sobre este tema) y estas mujeres no solo guiaban a otras mujeres en todo el proceso de parir sino que ademas les enseñaban a los rabinos sobre la anatomía de las mujeres y los procedimientos técnicos para ayudar y dirigir a alguien para “dar a luz”.
Pero lo más destacado es que en los textos que Baumgarten analiza ella descubre sobre la relación entre nodrizas judías y nodrizas cristianas en la Edad Media. Es decir, que Baumgarten descubre textos en donde se pasan información y experiencias entre las unas y las otras.
Todo esto es muy importante porque si bien hemos hablado sobre el diálogo y las peleas sobre el judaísmo y el cristianismo siempre lo habíamos hecho desde la literatura masculina pero nunca lo habíamos hecho desde el contexto femenino y sobre qué es lo que estaba sucediendo entre mujeres en su cotidianidad. Gracias estas relaciones las mujeres judías y cristianas parecerían estar más conectadas y en forma distinta de lo que hacían tal vez sus maridos en un plano de argumentación más intelectual entre ambas religiones.
En todo esto vemos una relación novedosa sobre la interacción entre los judíos y los cristianos desde una perspectiva ahora que es femenina y sobre lo que las mujeres intercambiaban entre ellas.
Hay muchos ejemplos más que podría nombrarles pero simplemente estos nos ayudan a ver que existe claramente un nuevo academicismo, una nueva forma de ver el pasado, una nueva forma de incorporar la visión femenina en nuestro discurso de la historia y claramente este academicismo va a tener en las próximas generaciones, si bien ya lo posee hoy en día, un impacto tremendo en el modo que entendemos a los hombres y las mujeres en la tradición milenaria judía.
Dios solo como una representación masculina
Tenemos desde la Creación Bíblica hasta la actualidad toda una literatura que lidia con el tema de las mujeres en personajes bíblicos como las matriarcas Sarah, Rebeca, Raquel y Leah, quienes están ahí y necesitan ser estudiadas y comprendidas en su propio contexto. Uno además debe comprender ahora cómo las actitudes rabínicas con respecto a las mujeres dio forma a la propia manera de ver la vida femenina.
Todos estos temas forman parte de una nueva exploración en la modernidad judía.
Pero de lo que hablamos aquí no es solo del estudio de la historia judía. Sino que estamos haciendo hincapié en cómo las mujeres pueden crear nuevas prosas, poesías y nuevos textos que reflejan sus propios intereses y sus propias preocupaciones.
Algo que claramente nos permite ver esto es el impacto que han tenido estos temas en el Siddur, el libro de rezos, de los movimientos Reformista, Reconstruccionista e incluso Conservador.
Estos movimientos han re-escrito algunas partes de la liturgia para que ésta sea sensible al género femenino. Si bien podríamos argumentar que la liturgia y el rezo no es literal sino metafórico es clarísimo que todo este género es netamente masculino. Es decir, la plegaria judía que fue escrita por los rabinos, se dirige a Dios o aquello indefinible por el ser humano siempre en términos masculinos como “Él, Señor, Rey o Padre”.
Peor aún ¿por qué siempre le rezamos literalmente en nuestras plegarias al Dios de Abraham, Isaac y Jacob? ¿Qué hay de Sarah, Rebeca, Raquel y Leah? ¿Acaso ellas no son importantes en la historia judía? ¿Acaso Dios no es el Dios también de ellas? ¿Por qué es solo el Dios de los hombres?
Y de hecho estos temas han movilizado tanto a los judíos liberales que en la actualidad cuando recitamos las plegarias en nombre de estos ancestros judíos como garantes del pacto con Dios, si estamos en una Sinagoga Reformista por ejemplo, también agregamos la frase “Dios de las matriarcas”.
Hay un tema que es aún mas controversial con respecto a Dios siempre entendido como hombre y eso es cómo se han impregnado ciertos títulos y fórmulas en nuestra herencia milenaria. Si uno lo piensa un instante uno de los piutim (piut significa literalmente “poema litúrgico”) más famosos de nuestra tradición se llama “Avinu Malkenu” lo cual significa literalmente “nuestro padre, nuestro rey”. Soy consciente que uno no debe ser un “literalista” con respecto a la plegaria porque de hecho las palabras humanas ni siquiera alcanzan para definir a Dios ni poder reducir su nombre en sonidos y fonemas. Tampoco quiero que se entienda que estoy proponiendo cambiar el texto del poema ni nada por el estilo. Simplemente estoy invitando a reflexionar ¿por qué creen que nunca nadie llamó a Dios “nuestra madre, nuestra reina”? ¿No hay acaso una necesidad de repensar esta liturgia de tal manera que tanto los hombres como las mujeres puedan sentirse que son participes de la tradición?
Tal vez uno de lo más interesantes aspectos de esta revolución litúrgica es el libro “The Book of Blessings” (“El libro de las Bendiciones”) escrito por la poeta judía Marcia Falk. En este libro Falk intenta “juguetear” en forma muy respetuosa y modesta con la liturgia que usamos para rezar invitándonos a repensar cada una de las antiguas plegarias que hemos acumulado a lo largo de los años en nuestro libro de rezos y darles un renovado sentido. Cuando uno puede hojear su libro uno entra en una nueva experiencia y de hecho lleva un tiempo acomodarse a esta nueva forma de rezar.
Toda esta creatividad esta surgiendo en forma respetuosa y muy seria por mujeres que realmente conocen en profundidad la liturgia, conocen muy bien los textos en hebreo y son capaces de expandirlos e interpretarlos de manera tal que puedan expresar sus preocupaciones femeninas en una forma espiritual que no ofenda a la tradición judía.
Así que hasta aquí vemos ya cómo tanto en el área de la liturgia por un lado y en el área de la historia y el academicismo femenino por otro lado, las mujeres y los movimientos feministas judíos han dejado un impacto en el judaísmo de la Modernidad hasta la actualidad.
El desafío del feminismo en el judaísmo ortodoxo
Quiero mencionar otro aspecto que considero que será muy significativo en los años siguientes y eso está relacionado con el tema del feminismo dentro de la ortodoxia judía. Si las mujeres judías ortodoxas van a comenzar a explorar aún más el feminismo intentando hacerlo dentro del cerco de la corriente ortodoxa van a tener que enfrentar duras críticas y argumentos con respecto a estos temas dentro de la liturgia y el modo en que la tradición judía ha contemplado su educación y su conocimiento judío hasta la Modernidad.
En lo personal lo que me resulta fascinante, y es algo que representa un reflejo extraordinario sobre lo que esta sucediendo en el mundo académico en general, es que aún cuando las mujeres ortodoxas todavía no han logrado ser ordenadas como Rabinas (a excepción del polémico caso de Sara Hurwitz y el Rabino Avi Weiss que ya hice mención) muchas de ellas han realizado en los últimos años Doctorados en Universidades Seculares sobre historia, filosofía, biología, medicina e incluso en “estudios judaicos” (con Doctorados en Talmud y en Biblia) en forma Académica. Esto les da a las mujeres ortodoxas un poder dentro de la tradición que les permite incluso volver a sus comunidades y hogares siendo expertas en áreas como la historia, la filosofía, la sociología, la antropología, la literatura, el estudio de religiones comparadas y convertirse no solo en grandes académicas judías que ayudan a re-pensar el pasado en relación con el presente en todo lo que hemos hablado hasta aquí sino que algunas de ellas pueden llegar a estar más formadas que sus propios maridos en materia de Ley Judía e historia judía. Esto modifica claramente el rol de la esposa del rabino, tradicionalmente llamada “rebbetzin” en yiddish, quien cobra ahora un protagonismo que puede llegar a ser más destacado que el de su marido.
Estas mujeres ortodoxas nos han enriquecido a todos ofreciéndonos un nuevo ejercito de académicas que ya han transformado el judaísmo ortodoxo y seguramente continuarán haciéndolo en los próximos años.
La teología feminista judía
Vamos a hablar ahora en forma más directa sobre el impacto del feminismo en el teología judía.
Y quiero comenzar refiriéndome a un ensayo que escribió Judith Plaskow en 1971 titulado “Standing again in Sinai” (literalmente “de pie nuevamente en Sinai”). Este ensayo claramente deja su marca en la tradición judía hasta el día de hoy y fue uno de los primeros ensayos en levantar una fuerte polémica sobre el feminismo judío.
Voy a leerles los primeros renglones del ensayo.
«No existe tal vez ningún otro verso en la Tora mas molesto para una mujer que la advertencia de Moises a su gente en el libro del Exodo (Shmot) 19:15. El texto dice «Hablo Moisés al pueblo diciéndoles: estén preparados para el tercer día. No se acerquen a una mujer.»
Estamos hablando del momento exacto en el cual el pueblo judío esta a punto de recibir la Tora. Y esto nos muestra que en el momento en que la Tora va a ser entregada al pueblo como un Todo, a la totalidad del pueblo de Israel, Moisés se dirige a la totalidad de ese pueblo solo como “hombres”. El problema principal que tenemos aquí es lo que se conoce en el judaísmo como “impureza”. Este tema se pone en primer plano para dejar en claro que la “impureza” no es apropiada al acercarse a lo sagrado o al vínculo con Dios (lo cual presenta otro tema muy interesante para otro debate) pero el verdadero problema para Plaskow es que el texto que tenemos no nos dice “hombres y mujeres no se acerquen los unos a los otros”. En el momento central de la revelación de Dios para la historia judía las mujeres según Plaskow no forman parte de la totalidad del pueblo.
Y este tema es terriblemente molesto para Plaskow que siente que en uno de los momentos centrales y trascendentales para la historia judía Moises se dirige a la totalidad de la comunidad solamente como hombres.
Además este tema se continúa luego, según Plaskow, en los capítulos siguientes y en las generaciones rabínicas posteriores donde las mujeres son contempladas como “objetos” dentro de la Ley y no como voces propias que pueden participar de las decisiones legislativas que las involucran directamente. Como sólo los hombres pueden ser Rabinos, de acuerdo a una interpretación pre-moderna, son ellos quienes deciden por ellas y determinan que es lo ellas deben hacer.
Todo esto para Plaskow representa una injusticia en una tradición que clama ser justa con las mujeres y contemplar sus necesidades.
Plaskow exclama que la Tora no es un libro de historia solamente. Es un libro que mantiene viva la memoria colectiva de lo que los judíos creemos y leemos todos los años. ¿Qué hacemos con este pasaje grabado para siempre en nuestra Tora? ¿Cómo debemos a partir de esta sensibilidad femenina transmitir este pasaje a las generaciones siguiente?
Creo que esta observación de Plaskow sobre dónde estaban las mujeres en el momento de la revelación de Dios es muy interesante para el futuro interpretativo de la Tora en el concepto de que en el preciso instante en que los judíos reciben la Tora, es decir la palabra de Dios, aquello que los hace parte de este pueblo, las mujeres no están presentes.
Para Plaskow la Tora como Ley Judía ha definido a la mujer como un objeto periférico a la Ley relegándola de realizar mandamientos. Esto no solo sucede en el mundo bíblico y en Sinaí sino en todas las actividades centrales luego de la destrucción del Templo y que son llevadas acabo ahora en aquello que llamamos Sinagoga. Lo más duro es que estas actividades definen las prácticas judías y definen a sus vez lo que un judío hace. Las mujeres están relegadas de entrar en esta participación con Dios solo por ser mujeres.
Definitivamente el rol de la mujer para Plaskow es inferior en este aspecto puesto que su función esta vista desde una perspectiva masculina en la cual el objetivo de la existencia femenina es la de permitirle al hombre dedicarse al estudio de la Tora, el Talmud, la Halajá (Ley), el rezo y conectarse así con Dios.
De alguna manera Plaskow siente que los hombres construyeron un argumento teológico por el cual dicen que la mujer es “mas sagrada” que el hombre y por eso esta exenta de realizar la mayoría de las mitzvot. Esto para ella es un argumento inventado y poco serio. Justamente si fueran más sagradas deberían poder tener más acceso o incluso no debería asustar a los hombres que ellas exploren el Talmud, la Halaja y la literatura rabínica ya que siendo mas sagradas seguramente harían mejores interpretaciones que los hombres. Claramente el objetivo de no permitirles estudiar y conocer más sobre la Ley le preocupa a los hombres ya que ello puede llevarlas a ellas a abandonar lo que los hombres creen que debería ser la función de la mujer: criar a los hijos, cocinar y ocuparse del hogar. Lo cual no es poca cosa por supuesto. ¿Pero qué pasa si una mujer quiere aprender más?
De alguna manera para esta perspectiva la mujer judía existe para cumplir una función dentro de la tradición judía y lo peor es que esta función esta determinada por los hombres quienes definen que deben hacer ellas para poder ellos ocuparse de lo que les gusta o sienten más importante (que en la tradición judía es el estudio de la Tora). En pocas palabras al ocuparse la mujer de ciertos aspectos particulares de la vida le permite al hombre dedicarse, actuar, contar para el minian (que de hecho simboliza literalmente “contar o sumar” frente a Dios ya que desde una perspectiva tradicional diez mujeres no cuentan frente a Dios para rezar) y todo esta armado en el judaísmo para permitirles a los hombres estar presentes y mas cercanos de Dios estudiando todo el día sus textos los cuales como ya dijimos están prohibidos para las mujeres según la aproximación ortodoxa.
El problema para Plaskow de cuánto puede una mujer saber, educarse y hacer en la tradición judía se extiende aún más que en la Halajá (la Ley Judía).
Se trata en esencia para ella de una diferencia teológica sobre cómo los hombres han entendido históricamente a Dios como una personificación masculina (como ya mencionamos en el caso de la liturgia reformista) y cómo fueron siempre los Rabinos hombres que decidieron qué libros iban a entrar en el TaNaJ (es decir Biblia Hebrea) o por ejemplo qué debería decir el texto de la Haggada de Pesaj lo cual construiría la tradición en el devenir histórico desde una perspectiva masculina.
Lo que Plaskow ve detrás de todo esto es una clara jerarquía masculina en la estructura comunitaria judía. El judaísmo clásico ha sido dominado por hombres y esto no representa para nada algo que debería ser el orgullo de la tradición judía. Se trata para ella de definitivamente poner a los hombres por encima de las mujeres no permitiéndoles por ejemplo que sean Rabinas.
En resumen lo que Plaskow nos ofrece es una clara crítica sobre la noción de una visión tradicional ortodoxa judía que se define como patriarcal, orientada hacia los hombres y crea una tradición milenaria donde (1) en la liturgia Dios siempre es masculino, (2) la Ley es debatida solamente por hombres sobre lo que las mujeres deberían hacer y (3) todas las practicas más sagradas para la tradición (leer la Tora, estudiarla, participar en el rezo, estudiar los textos rabínicos, ser llamado a una alia es decir “un ascenso” a la Tora, ser ser contado, tenido en cuenta, sumar o simplemente existir para poder rezar o decir Kaddish, bailar con la Tora en Simjat Tora y todas estas practicas tradicionales) solo están restringidas a los hombres. Según Plaskow las mujeres desde una perspectiva tradicional y ortodoxa judía solo deben quedarse en casa cocinando y ocupándose de la crianza de los niños y si bien hacer eso es de gran ayuda para el hogar el motivo principal por el cual lo están haciendo es para que el hombre pueda dedicarse él solo a comprender el mensaje de Dios.
Las mujeres judías bajo esta perspectiva claramente no están contribuyendo en nada con el lado intelectual, teológico ni espiritual de la vida judía.
El tema que se esta criticando en forma tan dramática en el ensayo de Plaskow y en su libro que lleva el mismo título es: ¿puedo ser una feminista dentro del marco de esta tradición milenaria? ¿Puedo ser una feminista y al mismo tiempo una buena judía? Tal vez no se pueda. Tal vez es demasiado para esta tradición y traerá muchos problemas querer modificar todo esto. De hecho y como hemos visto esta no es mi opinión personal ya ni la de Plaskow sino que es el reflejo de algo que ya está sucediendo en las corrientes ortodoxas también.
Mencionamos ya dos veces el reciente caso de Sara Hurwitz, quien fue designada Rabba por el Rabino Ortodoxo Avi Weiss. Por el impacto que tiene todo esto la Rabba Sara Hurwitz tuvo que salir públicamente a declarar que la palabra Rabino tiene una connotación y simbología masculina tan impregnada en nuestra tradición que no hay necesidad de desarticular esa palabra siempre que se entienda que ella esta totalmente capacitada y formada en la Ley tanto o más que otros hombres ortodoxos no solo para enseñarla y argumentar sino para también ser la líder espiritual de una comunidad ortodoxa siendo mujer. De este modo Sara Hurwitz a logrado transcender la palabra Rabino como una simple construcción del vocabulario judío alegando que su significado y significante no van a variar con respecto a lo que ella es, sabe y hace. (VER VIDEO EN INGLES SOBRE ESTE TEMA)
Este tema por supuesto ha sido resuelto en las corrientes Reformistas y Conservadores hace ya varios años. Pero como también dijimos, en su momento tampoco fue un tema menor o poco controversial para la historia judía.
Antes de dedicarnos a Rachel Adler quiero volver a hacer mención que no es una casualidad que esta queja femenina y las voces de las mujeres reclamando su lugar en la tradición no sea un tema que ocurre antes 1970 cuando aparece el ensayo de Plaskow.
Como hemos dejado en claro desde nuestra primera publicación la historia judía no puede ser entendida fuera de un contexto determinado y es obvio que todas estas quejas comienzan y coinciden con los movimientos feministas en los cuales las mujeres comienzan más y más a estudiar y ser ahora profesionales: médicas, psicólogas, ingenieras, arquitectas, abogadas e incluso dueñas de empresas y en los últimos años hasta presidentas de países, reclamando los mismos derechos que los hombres. Esto no quiere decir que las mujeres quieren hacerse iguales a los hombres puesto que es biológicamente imposible. Pero el tema es que tampoco quieren que los hombres sigan decidiendo por ellas qué deben hacer y saber.
Todo esto representa la crítica realmente extraordinaria de Judith Plaskow.
Rachel Adler y el feminismo respetando la tradición
Quiero hablarles ahora de un libro más reciente escrito por Rachel Adler titulado “Engendering Judaism” (literalmente “Engendrado el Judaísmo”) en el cual Adler refina la posición de Plaskow y otros pensadores intentando crear una teología judía que sea sensible tanto a los hombres como las mujeres.
Para Adler el compromiso que el judaísmo tiene con el concepto de Justicia y Ley lo obliga a resolver la injusta situación de la mujer judía. No se trata para Adler solo de hacer a la comunidad y la tradición más inclusiva hacia las mujeres. El judaísmo no debería seguir existiendo en la forma tradicional que esta siendo mantenido ya que si sigue permitiendo que las mujeres permanezcan fuera del saber, la educación y las prácticas religiosas dándoles este rol subordinado, el judaísmo es su naturaleza y esencia anti-ético. Y si el judaísmo no es ético ¿Qué clase de religión es?
En otras palabras, el tema desde una perspectiva teológica femenina es: ¿puede una feminista seguir siendo parte de una tradición que no es sensible al feminismo? ¿Puede el judaísmo ser desafiado y cambiado de tal manera que preserve su centro y sus valores milenarios heredados de generación en generación pero que al mismo tiempo abra sus puertas a una nueva era donde las mujeres reclaman más participación e importancia?
Podemos ver que desde esta perspectiva el simple hecho de nacer y ser ya una mujer de la modernidad en la cual los movimientos feministas han crecido y los derechos de las mujeres están a la altura de los hombres en la mayoría de los países democráticos del mundo, las obliga a hablar en voz alta y dejar en claro que sienten que el judaísmo las ha dejado afuera.
Tal vez esta pregunta sobre si uno puede ser un feminista y a la vez un judío tradicional esta relacionada con la Gran pregunta que nos hicimos en la publicación sobre Spinoza y que de hecho sigue siendo la pregunta central del judaísmo en la actualidad y esa pregunta que seguimos arrastrando desde hace 400 años es ¿puedo ser un ser moderno y al mismo tiempo un judío tradicional? ¿Son estas dos cosas compatibles? ¿Son todos los ideales de la modernidad compatibles con el judaísmo tradicional? ¿Puede una mujer reclamar los mismos derechos que un hombre en la modernidad en todos los aspectos de la vida menos en su judaísmo?
Y por lo tanto el gran desafío que Rachel Adler tiene es el de presentar el judaísmo de tal manera que pueda ser compatible con su feminismo mientras estos ideales modernos no lo modifican tanto que deja de ser judaísmo.
Y la gran fortaleza de Adler es la de interpretar textos clásicos judíos sin rechazarlos ni disculpándose por sus dichos ni cambiándolos. En este sentido ella realiza un esfuerzo sincero y respetuoso desafiando la tradición rabínica sin destruir su legado. Su posición no es “está todo mal y hay que deshacerse de todo esto” sino que quiere encontrar la manera que esto también le hable a ella como mujer.
La aproximación que Adler hace con respecto a los textos judíos heredados es tomarlos seriamente desde el comienzo forzándolos a la idea que estos textos son la voz de mi pueblo y mi Dios y deben decirme algo a mi también como mujer. No voy descartarlos ni rechazarlos, nos dice Adler.
Lo que tenemos aquí es la visión de una feminista que es realmente directa con su pensar y nos dice que debe de alguna manera encontrar los medios para extraer sentido de estos textos de tal manera que se abra las posibilidades que permiten re-interpretarlos y poder sentirse incluida en esta historia. No voy a rendirme y ni decir que no son para mí. No voy a decir que estos textos que representan la voz del propio de Dios en la tradición de mi pueblo son patriarcales, masculinos, orientados solo para hombres y no están ni deberían estar dirigidos a las mujeres. No voy a aceptar que la palabra de Dios solo puede ser entendida por hombres.
Debemos comprender esta reflexión muy madura por parte de Adler dentro de un momento particular de la historia en el cual las feministas se están enfrentando a la tradición milenaria judía ya con conocimiento sobre fuentes, leyes, midrashim, exégesis bíblica y talmúdica del modo que ella puede hacerlo siendo una Rabina pero, al mismo tiempo, no rechaza ni dice que todos estos están mal sino que trae a estos textos su amor, su sensibilidad femenina y una apertura para confrontarlos y re-interpretarlos con el objetivo de hacerlos mas inclusivos.
El foco principal de Adler esta puesto en la hermenéutica y la interpretación de los textos tradicionales judíos con el objetivo de salir abiertamente al encuentro con lo que el texto dice y reclamar lo sagrado tanto para hombres como mujeres. Adler utiliza herramientas nuevas para leer los textos legales judíos y ofrece un nuevo aire: el aire femenino que comprende el mundo y la tradición en forma diferente. Y por lo tanto para ella una nueva ética emerge que no esta basada en la dominación y subordinación sino una que ofrece un compromiso entre hombres y mujeres.
Conclusiones
Podemos concluir diciendo que en estas nuevas formas de entender la relación en forma de pacto entre hombres y mujeres con Dios tenemos aquí una de las mas innovadoras y creativas re-lecturas de la tradición judía en los últimos años.
Hablamos de mujeres que aman la tradición judía e intentan sumarse a ella pero ya no pueden hacerlo sin reclamar que la tradición misma muchas veces no les habla a ellas ni las tiene en cuenta.
Finalmente podríamos decir que todo esto no es solo un tema femenino sino que representa la tarea ética que se está enfatizando aquí y que permite que cualquier ser humano sea incluido en el pacto comunitario judío con Dios haciendo del judaísmo algo más interesante, más humano y más Divino.
Para cerrar quiero compartir con Uds. una traducción personal del siguiente video realmente imperdible de JOFA (Jewish Orthodox Feminist Alliance – Alianza Feminista del Judaísmo Ortodoxo).
“Cuando éramos niñas las mujeres no tenían su propia voz ni hacían ni un sonido en la sinagoga.
Cuando yo crecí la mayoría de la literatura de la sagradas escrituras estaba cerrada para las mujeres y ni siquiera nos dábamos cuenta que esto era si y lo aceptábamos como algo dado.
Cuando mi hermana y yo dijimos Kaddish (plegaria recitada por el duelo) durante 11 meses fue en términos generales una experiencia terrible.
Cuando estoy en la mejitza (el balcón que separa hombres y mujeres) y miro hacia abajo soy una simple espectadora. No me hace sentir bien.
Las sinagogas ortodoxas son uno de los lugares menos amigables del mundo.
No puedo explicarles lo que se siente cuando una esta en un cuarto generalmente sola o con otra mujer y del otro lado de la mejitza alguien dice “¿alguien quiere un jiduv (literalmente “obligación” refiriéndose a una mitzva como ser llamado a la Tora)?” y la respuesta es “Nadie quiere”. No pueden imaginarlo. No pueden entender lo que se siente ser un adulto y literalmente no ser tenido en cuenta.
A través de los años de la tradición las mujeres no han sido tratadas de igual. Su vidas eran menos valoradas, su educación era menos desarrollada.
Si uno cree que debe darle el mayor potencial a sus hijos ¿por qué debería negar la mitad de las oportunidades solo porque es una niña?
No quiero ser como los hombres. Nosotras tenemos nuestro propio rol que cumplir. Pero tampoco quiero ser invisible.
Desde 1984 cuando fui a una Conferencia en Israel sobre “Mujeres y Halajá” se me ocurrió realizar una conferencia similar en New York.
Días antes de la Conferencia 5 rabinos declararon públicamente que grupos de rezo femenino estaban prohibidos y eso fue lo que se convirtió en un “grito en alto” tanto para hombres y mujeres.
Un grupo de amigas y yo fuimos y estábamos muy excitadas por la idea de poder hablar acerca de los temas que nos preocupaban a nosotras y tener la esperanza de realizar algún progreso sobre esos temas.
Nunca olvidaré entrar al Hyatt (Hotel donde se llevaba acabo la Conferencia) y ver tanta gente!
Me enamoré, me sentí en casa, sentí que estaba en una comunidad rodeada de gente que pensaba como yo: apasionadas por el judaísmo, apasionadas con ser religiosas y ser ortodoxas y cumplir la Halajá (Ley) pero a la vez estaban interesadas en crear nuevas formas que le permitieran a las mujeres tener su propia voz.
La gente llegaba de Saint Louis, Detroit e incluso creo que había alguien de Alaska.
Lo mas hermoso de ese día fue que ya no me sentía mas sola.
Y al final del día teníamos 1400 mujeres y la realidad es que la Conferencia dio nacimiento a JOFA (Jewish Orthodox Feminist Alliance – Alianza Feminista del Judaísmo Ortodoxo) como una organización.
Una Institución como JOFA era necesaria para unir los cabos que estaban evolucionando dentro del feminismo.
JOFA se ha convertido en una de la más prestigiosas organizaciones feministas de la comunidad judía.
Nadie hubiese tomado en cuenta seriamente a las mujeres ortodoxas judías a menos que JOFA estuviera ahí detrás de escena empujando y empujando.
La verdad es que me sorprendieron cuando me hicieron pensar de otro modo. Tenían Conferencias, liturgias, compilaron varios puntos de vista diferentes en materia de Halajá.
Es la voz ortodoxa de las mujeres que quieren tener una parte mas grande en la vida religiosa e institucional.
Las bodas ortodoxas son diferentes ahora gracias a nosotras.
Quieren aprender, quieren educarse, quieren celebrar la vida judía y pienso que eso solo puede ser un valor positivo para la tradición.
Las oportunidades de aprendizaje que hay ahora, los cambios litúrgicos que han ocurrido, las mujeres pudiendo decir Kaddish ahora.
JOFA esta tratando de darle una renovada forma al modo de pensar de los jóvenes siendo sensible a un programa que tienen en cuenta las diferencias de géneros en los cuales trabajé por muchos años.
Yo propuse hacer un Taller en el cual podamos hacer una aproximación totalmente diferente hacia la Halaja, una aproximación más amplia, una que tenga fuentes que de hecho ayude a las mujeres comprender qué es lo que están aprendiendo, y al finalizar esos cuatro días las mujeres que participaron se fueron transformadas con respecto al primer día que habían llegado.
Les ofrecemos a las mujeres la oportunidad de hablar y de escribir en forma pública.
La primera vez que pude daven (rezar) y decir Kaddish y me estaban respondiendo a mí me puse a llorar desconsoladamente. Era algo tan emocional para mí.
Uno de los momentos más importantes es cuando los chicos llegan a los 13 años y tienen una noche en la escuela en la que les enseñan qué hacer cuando son llamados para tener una aliá (ascenso a la Tora) y mi hijo subió a la Tora y les dio a quienes lo habían llamado su nombre hebreo, el nombre hebreo de su padre…y mi nombre hebreo.
El locutor pregunta: “¿Cómo te hizo sentir eso?” La respuesta es: “Orgullosa”.
La posibilidad de la existencia del feminismo ortodoxo clama que todo nuestro ser sigue siendo parte de la ortodoxia y que no debemos contenernos más.
Yo hago un gran esfuerzo para enseñarle a las mujeres que no deben tener miedo de hablar y decir lo que sienten.
Nosotras somos madres, hijas y abuelas.
Nosotras somos el 51% de la población. Siempre fuimos importantes.
De lo que realmente se trata el feminismo es de la misma posibilidad de oportunidades, dignidad y contribuciones.
La igualdad es sobre la cualidad del ser humano. Ya que si un hombre puede llegar a encontrar una manera para “torturar” a su esposa a través de la Halajá eso no es justicia.
La existencia de una aguna (mujer que ha sido abandonada y no puede volver a casarse a menos que el marido la autorice) en el mundo ya es demasiado.
Es caso claro de injusticia social y necesitamos encontrar una solución.
Queremos hacer cambios pero como siempre decimos dentro de la Halajá ya que es Halajá y eso implica movimiento (la palabra Halaja literalmente significa “andar”).
La gente de mi edad e incluso más joven que yo tienen miedo de usar la palabra feminismo y me hacen esa pregunta todo el tiempo “¿eres una feminista?”. Y mi respuesta es que “si el feminismo significa crear una comunidad más cohesiva e inclusiva entonces absolutamente sí soy una feminista”.
Queda mucho más por hacer el trabajo aún no esta terminado.
Pero uno no puede evitar sentirse orgullosa por mucho de lo que hemos logrado.
No hay nadie más haciendo lo que hacemos nosotras.
Somos la voz del feminismo ortodoxo”
Estaba escribiendo mi parece y me lo borraron. Voy a ser más escueta. Me alegra que la mujer se haya podido abrir paso en una comunidad tan machista que escuche su vos,su opinón su parecer con respecto a la comunidad después de tantos años de ser dejada de lado. La mujer es inteligente inquisidora de buen criterio.Miren de cuanto se han perdido los hombres en todos estos estos,siglos de no tenerla en cuenta. Pienso que el hombre y la mujer es un todo asi seguramente pensó Díos cuando los creo, Con ciertos roles distintos pero no con inteli.gencias desiguales Como puedo ver han jugado en el judaismo como invitadas de piedra, pero bueno llegó la hora de la participación.Bendito Eloím que les dio la oportunidad de manifestar su espiritualidad y su capacidad de hacer.
Desde ya le doy gracias por poder expresarme y espero su respuesta Me encanta como escribe e informa.
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Sionistas de mierda.