El Arte de la Fuga
Cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios comiendo el único fruto que tenían prohibido sintieron vergüenza. Tuvieron miedo de hacerse responsables por lo que habían hecho y se escondieron. Esconderse es la acción opuesta a hacerse responsable.
Es muy fácil esconderse. Podemos pretender que no vemos lo que está errado: un desorden que debe ser ordenado o la tristeza de alguien que necesita amor. Nos escondemos diciéndonos “estoy muy ocupado” o “estoy realmente agotado como para preocuparme por el otro”. Simplemente cerramos los ojos y los oídos frente aquello que necesita ser visto y escuchado. Cuando actuamos así somos nuevamente como Adán y Eva escondiéndonos de nuestras responsabilidades.
Otras veces vemos algo que consideramos errado pero pensamos “esto no tiene nada que ver conmigo, no es mi problema”. Esta también es otra forma de escondernos de nuestra responsabilidad en el mundo.
¡Yo no fui!
La versión más sofisticada del escondite es echarle la culpa a otra persona. Cuando Dios le preguntó a Adán qué había hecho Adán culpó a Eva. Eva culpó a la serpiente. Todos dijeron lo mismo: “¡no es mi culpa!”. Nosotros también culpamos muchas veces a nuestra familia, nuestra sociedad o nuestros amigos. Incluso a veces intentamos culpar al misterio mismo que hizo posible nuestra preciosa vida.
Pero Dios nos enseñó en la Tora que el mundo fue creado para nosotros. Somos libres de hacer lo que queramos. Dios no puede obligarnos a hacer lo que quiere. Si fuera así no seríamos humanos sino ángeles, robots o marionetas. Este es el regalo más complejo y maravilloso de la Creación. Si hacemos del mundo un lugar mejor elevamos el sagrado nombre de Dios. Pero si lo hundimos en la guerra, destrucción y odio nos degradamos como especie.
Si elegimos gastar nuestros esfuerzos de tiempo y dinero perfeccionando armas asesinas en lugar de intentar curar enfermedades terribles es nuestra elección y no la de Dios. Haciendo esto seguimos siendo Adán y Eva escondiéndonos de nuestra verdadera responsabilidad.
La pregunta eterna
En el libro de Génesis (3:9) Dios hace la primer pregunta de toda la Biblia: ¿Dónde estás? La pregunta obvia que todos se hacen al leer esta pregunta es ¿acaso Dios no sabe la respuesta?
Los niños generalmente se hacen los distraídos cuando saben que han hecho algo malo. Culpan a un hermano o un amiguito. A veces también se esconden en algun lugar de la casa para no ser fácilmente encontrados. Los adultos estamos hechos de la misma fibra que los niños. Somos niños de otro tamaño. Pero la diferencia de tamaño no sólo debe ser física sino espiritual. Debemos aprender a asumir nuestras responsabilidades cuando las cosas salen mal.