Este Shabbat es Shabbat HaGadol, lo cual me recuerda que Pesaj ya está aquí. Pesaj nos trae a todos hermosos recuerdos, olores, risas, canciones, anhelos de liberación, matza, la memoria de seres queridos que ya no comparten la mesa con nosotros y por encima de todo esto mucha, pero mucha comida.
Si bien el año pasado escribí El Verdadero Sentido del Seder de Pesaj (una de las publicaciones más leídas del blog) en donde me enfoque más en el sentimiento familiar que expresa Pesaj, este año e influenciado por lecturas académicas que vengo compartiendo, quería enriquecer nuestra tradición fusionando los comentarios de dos de mis pensadores favoritos: Lawrence Hoffman y Marc Zvi Brettler.
A quienes les guste ser desafiados prepárense para un enriquecedor viaje en el cual voy a inspirarme utilizando y traduciendo fragmentos de esta publicación de Hoffman y esta otra de Brettler. De paso les recomiendo dos volúmenes infaltables para todos los que quieren comprender la historia de la Hagadáh, el texto que utilizamos como guía durante el seder (orden) de Pesaj: My People’s Passover Haggadah: Traditional Texts, Modern Commentaries Volume 1 y My People’s Passover Haggadah: Traditional Texts, Modern Commentaries Volume 2. Estos dos libros cuentan con la participación de estos autores y al igual que la serie en la que Hoffman editó 10 volúmenes sobre el Siddur, aquí también invita a rabinos y académicos para que expongan una visión histórica, teológica, cabalística, jasídica, filosófica, lingüística, bíblica, feminista, medieval y moderna basándose en las ediciones más antiguas de la Hagadáh preservadas en manuscritos anteriores a la imprenta. Así estos académicos fueron viendo como el texto de la Hagadáh (junto con la celebración de Pesaj) fue modificándose a lo largo del tiempo incorporando nuevos textos, canciones y costumbres. No solo eso sino que además los autores comparan entre distintas Hagadot que utilizan hoy judíos Reformistas, Ortodoxos, Conservadores, Reconstruccionistas y Jasídicos (Luvabitchers y Bretslav) en diferentes partes del mundo contrastando las decisiones editoriales de cada grupo.
La experiencia mitológica de Pesaj y Shabat HaGadol
Nadie sabe exactamente por qué este Shabbat se llama Gadol («grande»). La primera vez que aparece escrito este Shabbat de ese modo en la historia es en el Evangelio de Juan (¡de todos los lugares posibles!) y ninguna fuente judía lo utiliza hasta la Edad Media. Para cuando aparece escrito por primera vez en los textos judíos de la Edad Media ya nadie sabía mucho más sobre qué significaba debido a la distancia histórica. Entre las posibilidades, sin embargo, está la comprensión de que precede a la mayor fiesta en nuestro calendario: Pesaj marca el evento que nos dio nuestro nacimiento como pueblo e introdujo la libertad de la esclavitud como un valor supremo para toda la humanidad.
La realidad es que este «Gran Shabbat» fue establecido para ensayar de antemano la experiencia que narra la Hagadáh. Este Shabbat y particularmente su Haftarah (la lectura profética que se agrega luego de la lectura semanal de la Tora) anticipa la necesidad de recurrir a la experiencia mitológica en la cual no solo leemos algo qué sucedió sino que volvemos a sentir lo que está sucediendo ahora. En Pesaj tenemos que imaginarnos que estamos siendo liberados nuevamente.
Pero como la experiencia es justamente mitológica resulta un absurdo no experimentarla desde nuestra propia perspectiva histórica y personal. Por eso merece ser recreada en un lenguaje que nos emocione a nosotros también hoy. En palabras más simples, ningún judío hoy es literalmente un esclavo del Faraón egipcio y hace rato que ya fuimos salvados, recibimos la Tora y volvimos a la tierra prometida. Esto significa que para experimentar mitológicamente Pesaj debemos reinterpretar el sentido de la esclavitud en la idea que simbólicamente siempre somos esclavos de algo o alguien, la Tora es revelada cada vez que nos sentamos a estudiarla y la tierra prometida no es solamente una locación geográfica sino un estado espiritual que anhelamos alcanzar. Hay un Israel material y físico; y un Israel espiritual y transcendente.
Resolviendo el misterio de Pesaj
Repensar el sentido de Pesaj y actualizarlo en nuestro propio tiempo bajo la experiencia mitológica no es algo que los judíos hacemos en la modernidad solamente. Aunque el texto de la Hagadá cita con frecuencia la Biblia, no hay evidencia en la Biblia que existía en su propio momento histórico un texto conjunto para la narración de ritual del éxodo hasta que aparecen escritos en la Mishná y Tosefta (final del siglo II EC). La Hagadáh es sin dudas un texto creado por los rabinos. Sin embargo, la familiaridad con la Biblia, especialmente en lo que se refleja en el estudio académico de la Biblia, ayuda a resolver uno de los más famosos acertijos de la Hagadá. ¡Aquí vamos!
# Clave 1 – El hijo malvado
Es incontable la cantidad de respuestas que se han intentado ofrecer para resolver por qué el jajam (el hijo sabio) y el rasha (el hijo malvado) hacen preguntas casi idénticas pero consiguen respuestas tan diferentes. El rasha, el hijo malvado, pregunta:
«מה העבודה הזאת לכם»
literalmente «¿Qué significa este ritual para ustedes?»
Esta es la pregunta literal que figura en Éxodo (Shemot) 12:26 (la traducción es mía). Frente a esta pregunta la Hagadá nos dice que debemos acomodarle los dientes a este irrespetuoso hijo porque utiliza el pronombre hebreo de segunda persona plural, eso es lajem (ustedes), excluyéndose a sí mismo del relato y la experiencia mitológica. Para quienes no lo saben los judíos no le pegamos a nuestros hijos durante el seder (además ningún padre judío piensa que su hijo no es sino «un sabio»). Así que no se asusten porque el castigo corporal es simbólico como todo lo demás que ocurre durante el seder y esta escena es simplemente leída y actuada como una mini lección dentro de la magistral clase que es la Hagadáh.
#Clave 2 – El hijo sabio
El problema es que la pregunta del jajam, el hijo sabio, ¡también está en la segunda persona del plural! El jajam, el hijo sabio, pregunta:
«מה העדת והחקים ומשפטים אשר צוה י-הוה א-להינו אתכם»
Literalmente «¿Qué significan los decretos, leyes y reglas que nuestro Dios os ha ordenado?»
Citando ahora Deuteronomio (Devarim) 6:20, el hijo sabio se excluye a sí mismo tanto como el hijo malvado. ¿Por qué es alabado entonces?
La Solución
La solución al problema es darse cuenta de que el texto bíblico cambió con el tiempo. Incluso en el momento en que las primeras partes de la Hagadáh fueron escritas el texto bíblico aún no estaba totalmente unificado ni de acuerdo con el texto masorético que ahora tenemos nosotros (para entender mejor qué es el texto masorético recomiendo leer La Verdad sobre Los Códigos Secretos de la Biblia). Estas diferencias se reflejan en la pluriformidad (lo contrario de «uniformidad») de los textos que se encuentran entre los Rollos del Mar Muerto y la Septuaginta, la traducción griega de la Biblia que fue realizada para la comunidad judía que vivía en el siglo III antes de Cristo o la Era Común en Alejandría, la cual ya no comprendía el hebreo bíblico tan claramente. Como lo he escrito varias veces, nuestra generación no es la primera en la historia que necesita traducciones de la Biblia al estilo Artscroll para poder entenderla.
Justamente la Septuaginta difiere en varios puntos con nuestro texto hebreo actual porque fue traducido de un texto hebreo diferente del masorético que se convirtió en el texto estándar de la tradición judía posterior (de hecho en muchos casos los Rollos del Mar Muerto han sacado a la luz el texto hebreo que probablemente fue utilizado por los traductores de la Septuaginta)
Desafortunadamente no han sobrevivido fragmentos en Rollos del Mar Muerto de Deuteronomio 6:20. Pero los manuscritos de la Septuaginta en relación a ese pasaje particular sugieren haber sido traducidos de un texto hebreo original que decía:
«¿Qué significan los decretos, leyes y normas que el Señor nuestro Dios ha puesto en nuestras manos?»
Así es, el texto hebreo que utilizó la Septuagina decía otanu en lugar de etjem. Esta lectura es probablemente la base de la drashah, la exposición en la Hagadáh que presenta la diferencia central entre la inclusión (nosotros – otanu) y la exclusión (ellos – etjem). Es por eso que es alabado el jajam puesto que el mismo se incluye a sí mismo en la comunidad aceptando la experiencia mitológica, mientras que el rasha es castigado. De hecho, algunos manuscritos de la Hagadáh (incluyendo la Hagadá de Maimonides), citan al hijo sabio diciendo «nosotros» en lugar de «ellos». En resumen, en la versión de la Septuaginta para Deuteronomio 6:20, el hijo en realidad dice “nosotros” y justamente esa es la lectura que se encuentra en las fuentes talmúdicas de la baraita (la Mejilta, Talmud de Jerusalén como así también en los manuscritos de la Hagada). En otras palabras, esta fue la lectura de referencia que se encuentra en los textos de la Torá citadas por los rabinos que primero enseñaron esta baraita. Y con esta lectura la pregunta del hijo sabio no causa problemas. Pero si lo hace si nos basamos en el texto masorético. Este es un caso raro y notable de una variante bíblica de lo que sería el texto estándar de la Tora que sobreviviría en la Edad Media cuando fue finalmente canonizado.
¿Realmente importa todo esto?
Brettler concluye su blog con la siguiente reflexión:
Todas las religiones cambian con el tiempo. Como judío observante este conocimiento me enriquece conectando mis patrones actuales de observancia, en gran parte construidas por los rabinos, a los patrones bíblicos anteriores.
Dicho de otra manera, no vamos a utilizar un texto de la Hagadá que se basa en la Septuaginta simplemente porque ahora sabemos de dónde proviene esa tradición. Conocer sobre el origen de los textos no significa que ahora uno puede descartarlos. Si el estudio es serio uno debería utilizar todas las herramientas que están disponibles para conocer mejor sobre su propia tradición acercándose aún más a Dios del modo que Maimonides y RaShi lo hicieron en su propio contexto utilizando todo lo que conocían. Pero más conocimiento no implica menos fe. De hecho, la comprensión de todas estas características que la erudición bíblica académica moderna ha planteado nos ayuda a disfrutar aún más de Pesaj, aún cuando sabemos que no lo estamos conmemorando exactamente igual a como lo hicieron nuestros antepasados más antiguos. Seguramente eso mismo es lo que ellos querrían de nosotros: que Pesaj nos siga conmoviendo y sintamos que donde sea que vamos seguimos en Egipto (si les gustó esta última idea les recomiendo Respuestas Judías para el inconformismo crónico)