Para poder pagar a sus acreedores, Rosenblatt comenzó una agotadora serie de apariciones en el vaudeville (la forma de entretenimiento más popular de la época), con todas las complicaciones organizativas que implica un espectáculo que incluye un cantor litúrgico judío religioso. En 1926 renunció a su puesto en Ohab Zedek, aceptando una oferta de U$S 15.000 para oficiar en un auditorio de Chicago sólo para los servicios de Año Nuevo y el Día del Perdón.
En 1927, cuando Warner Brothers comenzó a pensar en el elenco para la primera película sonora, “El Cantante de Jazz”, Rosenblatt fue convocado para el personaje del viejo jazán, padre del personaje principal. Pero a pesar del ofrecimiento de U$S 100.000, rechazó el rol porque debía cantar el Kol Nidrei en una ambientación ficticia. Era tanta la fama de Rosenblatt que los productores le insistieron hasta que aceptó aparecer como sí mismo, cantando la canción “Yartzeit Licht”, en una ambientación de concierto. A pesar de su pequeño rol, Rosenblatt recibió la paga de una estrella.
Con el vaudeville en decadencia y cansado de no tener una sinagoga estable, Rosenblatt se incorporó a la Congregación Anshe Sfard de Brooklyn, en 1927. Pero luego de la crisis de 1929, la sinagoga no pudo pagarle y volvió a Ohab Zedek. De todas formas esto no duró demasiado, y su situación financiera se complicó.
En 1933 le ofrecieron un papel en la película “Sueño de mi pueblo”, cantando en sitios bíblicos relacionados con el texto de sus composiciones. Para Rosenblatt, visitar Eretz Israel era la realización del sueño de su vida, y además de trabajar en la película, dio conciertos y ofició en las principales sinagogas y ieshivot (academias rabínicas) de Jerusalén, Tel Aviv y otros lugares. Pasaba las tardes de Shabat en el hogar del Rab Kook, el Gran Rabino de lo que era entonces Palestina, quien estaba muy conmovido por su cantar.
Rosenblatt decidió emprender una gira de conciertos en Europa para juntar fondos que le permitieran asentarse en Eretz Israel. El Shabat del 17 de junio de 1933 ofició un servicio de despedida en la Sinagoga Jurva, en Jerusalén. Al día siguiente, luego de filmar una escena en el Mar Muerto, Rosenblatt sufrió un repentino ataque al corazón. Unos instantes después, falleció a los 51 años. Más de 5.000 personas asistieron a su funeral en el Monte de los Olivos, y mientras que el Rab Kook hizo el hesped (elegía), dos de sus más famosos colegas, Mordejai Hershman y Zavel Kwartin, cantaron las plegarias. Unos pocos días después en Nueva York, unos 2.500 devotos asistieron a un servicio conmemorativo en el Carnegie Hall.
El impacto musical de Rosenblatt sigue sintiéndose aún en la actualidad. Muchas de sus obras se convirtieron en clásicos del repertorio litúrgico ashkenazí y son cantadas regularmente en oficios sinagogales y conciertos, y sus discos se han reeditado constantemente. Su mayor éxito fue la grabación de “Shir Hamaalot”, el salmo 126, en una versión compuesta por Minkowsky. Esta melodía se volvió tan popular que cuando el Estado de Israel estaba buscando un posible himno nacional, fue propuesta como un serio candidato.
Musicalmente hablando, ¿qué hace a Rosenblatt tan especial? En primer lugar, sus recitativos están llenos de hermosas emotivas y melodías. Además, fue uno de los grandes maestros de la jazanut, y sus obras están llenas de matices que sólo son alcanzados por unos pocos cantores. Finalmente, cada una de sus piezas son un oratorio en miniatura, con dos o más secciones musicales completas que pueden contener momentos de recitativo operático, retazos de melodías folclóricas y grandes secciones de jazanut improvisada.
«Shir Haamlot», el gran éxito de Rosenblatt