Esta meditación que comparto para el día de Iom Kipur está inspirada en un texto que fue escrito por el Rabino Leo Baeck para ser leído en las Sinagogas de Alemania durante los servicios de Kol Nidre del 10 de Octubre de 1935. Parte de este texto es una transcripción literal del texto original y otras partes contienen mi propia voz (oculta entre las maravillosas lineas de Baeck).
En el momento que el texto original de Baeck fue escrito y diseminado por comunidades alemanas, Baeck era el presidente de la revista Reichsvertretung der Juden in Deutschland. El texto completo mencionaba que la Comunidad Judía no debía quedar callada ante todas las injurias y las mentiras que se estaban diciendo sobre los judíos. Por eso cuando la Gestapo descubre una copia de este texto arrestan al Rabino Baeck y lo envían a una prisión de la S.S. Baeck termina finalmente en el Campo de Concentración de Theresindstadt del cual se salva arribando a los Estados Unidos, lugar en el que permaneció como docente del Hebrew Union College hasta el momento de su muerte.
La lectura del texto del Baeck fue finalmente prohibido y solo 26 años más tarde, en 1961, esta plegaria fue leída públicamente y por primera vez, en el juicio realizado a Adolf Eichmann en Jerusalem.
Todos Como Uno
En esta hora toda la casa de Israel está delante de su Dios, el Dios de la Justicia y el Dios de la Misericordia. Vamos a examinar nuestros caminos delante de Él. Vamos a examinar lo que hemos hecho y lo que no hemos podido hacer; vamos a examinar hacia dónde hemos ido y hacia dónde no hemos podido llegar. Todo lo que hemos errado vamos a confesarlo: vamos a decir «hemos errado» y vamos a rezar con la voluntad del arrepentimiento ante el Señor y pedirle: «¡Señor por favor perdónanos!»
En esta hora toda la casa de Israel se une en una sola plegaria, una sola voz; todos los judíos en esta bendita tierra nos unimos por un día a través de la memoria y la esperanza. Sin miedo vamos a decirle a Dios: este pueblo que Tú formaste está vivo para hablar sobre Tú grandeza.
Estamos vivos para compartir Tus enseñanzas con los más jóvenes, nuestro antiguo y milenario viaje aún no ha llegado a su fin. La fe implantada en el nacimiento de nuestro pueblo sigue actualizándose de generación en generación- un pacto sagrado y eterno. Este pueblo, pequeño en número, sigue aventurándose en un camino solitario a través del desierto eterno de la vida; con sueños de viñedos e higueras, de justicia en los portales, de una tierra en paz.
Y seguimos haciendo nuestro camino por el desierto. Este pueblo que Tú has formado todavía vive y camina frente a Tí.
Exiliados en Babilonia aprendimos la Unidad de Dios; exiliados nuevamente a Roma aprendimos que la humanidad es una sola.
Shema Israel– Escucha Israel: todavía escuchamos el llamado. La eternidad está siempre despierta entre nuestros sueños; la herencia de un propósito sagrado en nuestros corazones. Tu pasado cuenta la historia de todos los pueblos; Tu futuro sostiene la promesa que aún se despliega.
En esta hora toda la casa de Israel se une en una sola plegaria, una sola voz; todos los judíos en esta bendita tierra nos unimos por un día a través de la memoria y la esperanza. Nos miramos los unos a los otros y sabemos en lo profundo de nuestras almas quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Miramos a nuestro Creador y reconocemos el orgullo de nuestra fortaleza milenaria.
En la búsqueda de la verdad honesta y profunda este pueblo sigue vivo, para servir Lo Más Grande, por el Bien de lo más sagrado que conocemos: la vida. Detrás nuestro arrastramos gloria y dolor, victorias y tristezas. Delante nuestro cargamos una sola tarea: el trabajo sagrado de la existencia. Palabras sin tiempo, nuevas y antiguas, eternamente sagradas hemos recibido de Tú Tora. En ellas contemplamos otro día más, en esta hora sagrada, la eternidad de nuestra misión.