Los judíos comenzaron a migrar hacia Polonia durante los siglos XIII, XIV y XV. Libres de las presiones laborales que eran impuestas sobre ellos en Europa del Oeste (Alemania, Francia, Inglaterra, etc.) asumieron nuevos y diversos roles dentro de la economía de esa región al servicio de la nobleza polaca. Por encima de esto aprovecharon las oportunidades ofrecidas por aquellos que los invitaban a esa nueva región del mundo estableciendo sus propios gobiernos autónomos. En su punto más elevado una estructura supra-comunal es creada conocida como «El Concilio de las Cuatro Tierras» representando todos los judíos de una vasta región divididos en pequeños asentamientos urbanos. Esta super estructura coleccionaba sus impuestos y representaba los intereses de todas las pequeñas «ciudades judías» frente al gobierno oficial al mismo tiempo que regulaba los asuntos interiores de la comunidad.
La continuación de la tradición Ashkenazi
Gracias a las excelentes nuevas condiciones económicas y sociales de la región la tradición ashkenazi heredada de los judíos originarios de Alemania llega con estas migraciones al nivel más elevado en Europa del Este. Las más grandes académias rabínicas comienzan a situarse en la región atrayendo miles de estudiantes que viajan allí para formarse. El auge de la tradición rabínica despliega en esta región maravillosos sermones, comentarios rabínicos, responsas, tratados de ética judía y codificaciones legales de la práctica judía. A pesar del relativo aislamiento de otros centros culturales judíos en Europa del Oeste, los judíos de esta región estaban entusiasmados por un constante mercado de nuevos libros judíos que llegaban desde Venecia, Amsterdam y el Imperio Otomano gracias al establecimiento final de las primeras imprentas judías. Eventualmente Polonia misma comenzará a imprimir sus propios libros y el idish que había sido exportado desde Alemania cobra en esta región y gracias a los libros una importancia aún más significativa que la que tenía en Europa del Oeste. A pesar de tener que enfrentar grandes desafíos a finales del siglo XVII esta comunidad se recuperará llegando a convertirse en la más importante de la experiencia judía en la modernidad temprana (entre 1492 a 1789). Tan grande será su impacto que muchos judíos hasta el día de hoy ven con nostalgia este momento e incluso algunas corrientes judías aún intentan permanecer «congeladas» en el tiempo como si continuaran allí y la historia hubiese concluido hace ya 300 años (estos judíos aún visten, hablan y siguen las costumbres de los judíos de este particular período en la historia).