Estoy muy entusiasmado con la materia de verano que estoy haciendo para mi Maestría en Educación Judía. El título es «Enseñando Tanaj (Biblia Hebrea)». En la primer semana sentamos las bases de lo que va a ser toda la cursada utilizando lo que se conoce como «orientaciones». En la segunda semana hicimos un estudio de la historia judía durante todo el período que es descripto en la Biblia. En esta tercer semana estamos explorando una de las orientaciones más clásicas: la de la tradición interpretativa judía.
El tema de las orientaciones es absolutamente fascinante para mí. Ya escribí algo sobre este mismo tema en la publicación ¿Cómo leer la Tora? pero me gustaría ahondar aún más en este tema en esta publicación puesto que es central para todos aquellos que están interesados en aprender a leer la Biblia e incluso enseñarla. Pero, ¿qué es la teoría de las «orientaciones»? Básicamente se basa en comprender cómo nos predisponemos a entender un texto. He escrito numerosas veces que el lector del Tanaj es mucho más significativo que el texto en si mismo. La postura, orientación o creencia que nosotros asumimos con respecto al texto antes de leerlo definirá en gran medida qué entenderemos, buscaremos o esperaremos que el texto nos diga. Especialmente si ese texto es ni más ni menos que la Biblia o cualquier otro texto que de antemano consideremos «sagrado» (sea como sea que cada uno entiende esta idea de que determina «lo sagrado»).
La teoría de las orientaciones nos plantea a los educadores una pregunta mucho más compleja a la hora de enseñar estos textos: ¿es la educación judía la transmisión de información con el objetivo de la preservación? ¿O es la educación judía una iniciación que logra empoderar al estudiante en una conversación cuyo objetivo no es solamente acumular información sino apropiarla y amoldarla a su vida particular y única? En otras palabras, cuando enseñamos Tanaj de una generación a la otra, ¿queremos que se absorba un entendimiento dado o queremos nutrir a nuestros estudiantes con la capacidad de entrar en la conversación en forma activa de manera tal que puedan crear nuevas interpretaciones y nuevas formas de hacer de lo antiguo algo novedoso? No es lo mismo que un alumno sea considerado «exitoso» en su educación judía si solo se espera que pueda compartir/repetir lo que han dicho sus antepasados sobre el texto bíblico (y su tradición en general) a que esperemos que logre traer nuevos entendimientos sobre el mismo texto (y la tradición) agregando su propia voz particular. Es en el intento de responder esta pregunta que la teoría de las orientaciones puede ayudarnos al explorar cómo leemos y enseñamos la Biblia.
La orientación interpretativa judía
Existen diversas orientaciones que compartiré en otra publicación. Aquí quería enfocarme en la que podríamos considerar la interpretación más clásica de la tradición judía. Todo lo que compartiré a continuación pertenece al libro How to Read the Bible: A Guide to Scripture, Then and Now escrito por el extraordinario académico judío James Kugel.
Kugel comienza recordándonos que los lectores siempre traen presupuestos a la hora de leer un texto y estos presupuestos cambian dependiendo de qué están leyendo. No todos los textos significan lo mismo. Cuando leemos un poema, un cuento, un ensayo, una carta o un diario, sabemos que cada uno de estos géneros puede llegar a utilizar las mismas palabras bajo convenciones literarias muy diferentes. Somos nosotros, los lectores, los que conocemos las convenciones que hay detrás de cada uno de estos géneros y en consecuencia interpretamos de acuerdo a lo que corresponde. No solo eso sino que un monólogo es muy diferente si está siendo presentando en un espectáculo de stand-up que en una sesión de terapia grupal. Para decir todo esto más fácil, el contexto afecta la interpretación del mensaje.
Así descubrimos en forma sorprendente que hasta la modernidad la mayoría de los judíos compartían una serie de expectativas muy similares sobre el texto bíblico. Nadie se sentó a formular estas expectativas porque las mismas eran simplemente asumidas del mismo modo que nosotros hoy asumiríamos en forma muy diferente un mensaje compartido en un espectáculo de stand-up y en una terapia grupal. De todos modos, observando todo el inmenso material que ha sobrevivido sobre la interpretación judía antigua y medieval, podemos entender lo que la mayoría de los intérpretes asumían sobre el texto de la Biblia. Lo que emerge es que todos asumían 4 premisas sobre cómo debía leerse la Biblia a pesar de las distancias geográficas y culturales entre estos intérpretes. Las 4 premisas son las que veremos a continuación.
Las 4 premisas de la interpretación judía tradicional
#1 El texto de la Biblia es críptico
Esto significa que no debemos asumir que lo que leemos significa exactamente lo que podríamos pensar que significa. Lo que leemos podría estar aludiendo a otra cosa que Dios (o los autores) escondieron de nosotros y por eso debemos ser capaces (o por lo menos hacer el esfuerzo) de descubrir lo que el texto «realmente» quiere decirnos.
#2 El significado del texto de la Biblia es eterno
Esto significa que el mensaje no sólo debe considerarse como un producto de un período o contexto histórico en particular sino como una expresión de algo que se relaciona con toda la historia en forma eterna.
#3 El texto de la Biblia es perfecto
No hay contradicción ni repeticiones. En las propias palabras de Kugel, la Biblia está saturada de omnisignificando. Todo es importante. Más importante es el hecho que esta premisa provoca en los lectores la siguiente situación: cuando algo no resuena con su propia cultura o comprensión entonces la comprensión del intérprete debe estar confundida porque ¡el texto no pueden estar equivocado!
#4 El texto de la Biblia fue dado por Dios
Aunque el texto no dice que Dios fue el autor, la tradición construyó este supuesto proporcionando al texto un nivel de autoridad incuestionable.
Las consecuencias de las 4 premisas
Cómo fue que estas 4 premisas se desarrollaron es imposible de explicar. El hecho es que se desarrollaron y lo hicieron tiempo antes que todos los libros que hoy pertenecen a la Biblia fueran agrupados en uno solo. La mayoría de los lectores modernos cuestionan la naturaleza de estas premisas y no necesariamente las adoptan en forma tan natural como lo hicieron los intérpretes antiguos. Pero es importante remarcar que estos intérpretes antiguos no aceptaban estas premisas sino que las asumían como tales. En su propia educación recibieron la instrucción que así era cómo la Biblia debía ser entendida del mismo modo que nosotros hoy asumimos como un mismo mensaje debe ser asumido en forma diferente dependiendo del contexto.
El poder de estas premisas se hace mucho más significativo si uno reflexiona hasta qué grado las mismas continúan coloreando la forma en la que la gente hoy lee la Biblia incluso si llegan a conclusiones totalmente diferentes a las de los antiguos intérpretes. Muchos judíos y cristianos continúan leyendo la Biblia como una especie de manual de vida o guía sobre cómo vivir (premisa #2). Estas personas no leen la Biblia como una reliquia del pasado. Muy por el contrario, están convencidos que lo que la Biblia tiene escrito se relaciona con sus vidas hoy, miles de años más tarde, e incluso la profecías que allí aparecen se están cumpliendo hoy mismo (otro aspecto de la premisa #2).
Sin decirlo explícitamente, la mayoría de los lectores asume que la Biblia tiene un mensaje coherente de principio a fin el cual no se contradice ni presenta errores (premisa #3). Muchos otros siempre responden diciendo que uno «no ha entendido el mensaje verdadero» de la Biblia porque está interpretándolo en forma errada. Esto significa que el significado no es necesariamente lo que uno lee. Incluso estas personas argumentan que el texto es a propósito críptico y difícil de comprender, como si Dios quisiera que su mensaje tan importante no sea simple de entender (premisa #1). Y finalmente la idea de inspiración divina (premisa #4) es la esencia que da sentido y autoridad no solo al texto sino a todo lo que muchas personas necesitan creer para que el mismo sea relevante y sus vidas tengan sentido.
¿Leemos la Biblia o la filtramos por otras lecturas?
Más allá de lo que uno pueda pensar de las 4 premisas, no podemos negar que una vez que se instalaron cambiaron para siempre nuestra relación con el texto de la Biblia. Es más, algunas de estas interpretaciones han tenido una durabilidad sorprendente: han logrado que muchos lectores modernos no lean las historias en si mismas sino las filtren a través de estas 4 premisas asumidas por los intérpretes antiguos (sean estos intérpretes judíos o cristianos). Así encontramos que la gente cree muchísimas cosas que la Biblia nunca dijo, por ejemplo que Abraham fue el que descubrió que hay un solo Dios, que el Rey David era piadoso y escribió todo el libro de Salmos o que el Cantar de los Cantares es un largo poema de amor entre Dios y el pueblo de Israel. La Biblia no dice en forma literal absolutamente nada de todas estas cosas. Pero todas estas cosas emergen de la Biblia solo si es leída de acuerdo a las 4 premisas. Ese es el motivo por el cual hasta el día de hoy pisotear algunas de estas premisas puede ponerle los pelos de punta a más de uno.
Para concluir quiero saber, ¿leen ustedes el Tanaj con estas premisas?