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Judíos & Judaísmo

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El Profeta y la Verdad que Nunca Muere: Eliahu Hanaví – Elias

17/04/2014 por Diego Edelberg 78 comentarios

 

Este año fuimos invitados a casa de unos amigos para compartir el segundo Seder. Una de las mejores cosas que tiene vivir en Hong Kong es que este lugar es tan cosmopolita que no exagero si les digo que alrededor de nuestra mesa se fusionaban judíos argentinos, brasileños, norteamericanos y franceses (¡ni que hablar del Seder comunitario con 225 personas en el cual el Rabino preguntó en cuántos idiomas diferentes podíamos decir “¿Por qué es esta noche diferente de todas las demás?” y la respuesta fue 23 idiomas distintos!).

Llegando al final del Seder se acostumbra a llenar una copa y dejarla sin beber mientras se abre la puerta para recibir al profeta Eliahu. Cumpliendo con lo esperado, cuando esto sucedió en nuestro segundo Seder me preguntaron una buena pregunta de Pesaj: ¿Por qué esperamos al profeta Elias (Eliahu) y no a Ezekiel, Amos, Jeremías o incluso Isaías que es tan reconocido? Para contestar esta pregunta y expandir mis ideas voy a recurrir a Sage Tales: Wisdom and Wonder from the Rabbis of the Talmud del Rabino Burton Visotzky

 

Eliahu, el profeta que nunca muere y esperamos

Eliahu es un profeta de Israel que se caracteriza por hacer cosas realmente sorprendentes (y a veces incluso bizarras). Generalmente aparece en momentos en que los Rabinos del Talmud se encuentran en peligro y los salva. Lo que es bizarro es el modo en que estas historias (podríamos llamarlas mejor leyendas o cuentos) ocurren. Pero antes de contarles algunas buenas historias de Eliahu rescatando Rabinos quiero contestar la pregunta del Seder.

Lo último que sabemos sobre Eliahu según narra la Biblia es que iba caminando con su discípulo cuando “apareció un carro de fuego con caballos de fuego que apartó a los dos y Eliahu subió al cielo en un torbellino” (Reyes II 2:11). Esta dramática desaparición dio nacimiento a siglos de leyendas acerca de lo que le sucede a Eliahu. Lo fascinante es que la Biblia no registra su muerte e incluso otro profeta llamado Malají (Malaquías) concluye en forma críptica su Libro declarando “Yo enviaré al profeta Eliahu antes que llegue el gran e imponente día del Señor” (Malají 3:23). Por lo tanto el hecho que Eliahu no murió y que regresará el gran e imponente día propulsó la imaginación que justamente será quien nos anuncie la llegada del Mesías. Así nosotros hasta el día de hoy imaginamos que Eliahu se presenta en todas las circuncisiones (brit mila) que están sucediendo en el mundo y todas las mesas en las que se celebra el Seder en todo el planeta cuando se concluye con el ideal de Salvación Mesiánico en el que volvemos a ser rescatados de la esclavitud.

 

Eliahu: el salvador de los Rabinos

Pero como les dije las historias de Eliahu nos enseñan mucho más acerca de la literatura rabínica y cómo a los Rabinos les gustaba escribir historias. Estas historias tienen un patrón predecible de fórmulas literarias. Los lectores (y quienes escuchan las historias) una vez que han aprendido la fórmula saben más o menos que esperar. Igual que nos sucede cuando vemos una película de suspenso y empezamos a imaginar quién es el asesino, las historias de los Rabinos también siguen una estructura con ciertos personajes que con tan solo nombrarlos ya sabemos lo que se viene. Justamente es ese patrón el que nos causa placer porque las buenas historias son las que hemos escuchado una y otra vez y queremos volver a oírlas nuevamente.

Empecemos con una historia cortita de Eliahu para apreciar un poco todo esto que estamos describiendo (todas las traducciones son mías).

Rav Kahana estaba reducido en la pobreza teniendo que vender canastas de mimbre en el mercado de mujeres. Allí, una matrona lo importuno por favores sexuales. Le dijo “espera mientras me pongo bonito para ti”. Subió al techo y se arrojó al suelo antes de sucumbir en sus urgencias libidinosas. Eliahu apareció y lo atajó. Eliahu le dijo a Kahana “me has molestado haciendo que viaje a 650 kilómetros por hora para atajarte”. Kahana respondió “¿y qué causó que yo esté sentado aquí en el mercado abierto a la tentación? ¿No es acaso debido a mi pobreza?”. Entonces Eliahu le dio una jarra con monedas de oro. (TB Kidushin 40a)

No todas las historias son tan directas y simples sino que algunas requieren conocer un poco del trasfondo de la mente rabínica para apreciar y penetrar el sentido. Las buenas historias tienen el poder de abrir nuestro corazón no solo hacia los valores humanos sino hacia Dios. El primer comentario rabínico del Libro bíblico de Deuteronimo (Devarim) conocido como Sifre Ekev enseña que si uno quiere conocer al Creador uno tiene que aprender Agada (relatos) porque así uno conoce al que habló y puede anclarse a Su camino.

Veamos otra historia de Eliahu para capturar estas fórmulas literarias y la necesidad de conocer un poco el trasfondo y entender el significado.

 

Siempre se puede estar peor

Rabi Akiva, un pobre pastor, se comprometió con la hija de Ben Kalba Savua, un hombre muy rico. Cuando se enteró que el casamiento iba a acontecer el padre prometió desheredarla. Era invierno cuando se casaron y no tenían nada más que paja como cubre cama. Rabi Akiva le dijo a su esposa “Si pudiera, te adornaría con una corona de oro en la forma del horizonte de Jerusalem”. Eliahu se apareció disfrazado de hombre pobre y les mendigó por un poco de paja ya que su esposa estaba a punto de dar a luz y no tenía donde acostarse. Akiva le dijo a su esposa “mira, aquí hay un hombre que ni siquiera tiene paja…” (TB Nedarim 50a)

Siempre hay alguien que tiene menos que nosotros y en este caso Eliahu se presenta no solo para enseñar esa lección sino más importante aún reconocer que no importa cuán poco tengamos siempre tenemos la dignidad de ayudar al otro. ¡Incluso si un satisfecho hijo de perra como padre te deshereda! Y si creen que estoy siendo agresivo con mi caracterización del padre rico verán que no es una casualidad que su nombre aparece una y otra vez cada vez que una historia del Talmud necesita de una representación simbólica de un hombre rico. Nadie está seguro que el nombre real del suegro de Rabbi Akiva era realmente Ben Kalba Savua ya que todas las leyendas rabínicas conectan a los mismos personajes a través de ciertas caracterizaciones para nuestro entretenimiento y para que sepamos hacia donde va ir la moraleja. No es una casualidad que si traducimos literalmente el apodo del suegro de Rabbi Akiva vemos que significa Ben (hijo de) Kalba (perra) Savua (satisfecho). ¡No me digan que los Rabinos no tenían humor e imaginación!

 

La moraleja es…

Las leyendas rabínicas están creadas para impartir una lección. Los grandes Rabinos eran de hecho grandes educadores, Maestros de Tora. Sus historias nos ayudan a reflexionar sobre verdades eternas sobre el carácter humano. Algunos de sus cuentos nos dejan finales abiertos que sirven como una matriz que puede volver a ser utilizada para poner a prueba nuestros valores, nuestra ética y nuestra moral. Las leyendas son historias acerca de personas que realmente vivieron pero los eventos del narrador o el escritor no necesariamente están en la forma literaria de una crónica sino justamente una narración. Es más, muchas historias como las de Eliahu dentro de la literatura rabínica tienen ese elemento de ficción pero cuidadosamente elaboran una enseñanza que debemos llevarnos. Esa es su funcionalidad. Esta es también la diferencia entre la biografía de los Rabinos y su hagiografía. Una biografía es un intento de capturar una vida real, el modo literal en que se vive una vida. Las buenas biografías nos muestran lo mejor y lo peor de las personas. Pero la hagiografía describe la vida de un “santo”. Sus historias de vida no son narradas para conocer su intimidad y sus problemas sino principalmente para transmitirnos una enseñanza espiritual y moral.

Hay muchas formas de abrir el corazón de una persona. Una de estas formas es a través de los cuentos (y por eso gustan tanto los cuentos jasídicos). En el fondo estos cuentos, leyendas o historias no nos preocupan si sucedieron tal como son descriptas sino que nos importa cuánto logran acariciar nuestro intelecto y susurrarnos apasionadamente una verdad para nuestras almas.

Archivado en: Biblia Hebrea: Tora, Profetas y Escrituras, Judaísmo Antiguo Etiquetado como: Eliahu, Eliahu Hanavi, historias, Jerusalem, maestros, pesaj, profeta Elías, Rabbi Akiva

La importancia de entender qué es la Literatura Rabínica – Mishná, Guemará Talmud y Midrash

23/01/2013 por Diego Edelberg 33 comentarios

 

La literatura rabínica

Muchos judíos no saben realmente qué es la literatura rabínica. Sabemos que tenemos algo llamado Talmud y sin embargo pocos pueden explicar en pocas palabras qué es. Por eso en esta publicación quería ofrecerles algo diferente. En lugar de mis típicas reflexiones judías quiero en esta oportunidad compartir una presentación extremadamente resumida sobre los textos que escribieron nuestros antiguos Maestros, es decir nuestros Rabinos, para poder responder cada vez que nos preguntan ¿qué es la Mishná? ¿qué es la Guemará? ¿qué es el Talmud? y ¿qué es el Midrash? Si no le preguntan esto a ustedes o no es un tema de charla entre amigos quizá no frecuentamos el mismo tipo de eventos sociales o fiestas.

 

El Talmud

Cuando los judíos hablamos de el Talmud nos estamos refiriendo al Talmud de Babilonia. Este Talmud es el sueño dorado de cualquier biblioteca judía. En las ediciones impresas ocupa más de veinte tomos. Dentro de estos veinte tomos hay una enorme compilación de leyes rabínicas y sabiduría judía escritas en hebreo y arameo, las dos lenguas que los judíos hablaban al momento de escribir estos textos. El Talmud parecería a simple vista contener diferentes opiniones y comentarios. Sin embargo no debemos olvidar que todos estos textos fueron editados y los Rabinos decidieron finalmente -a modo de narrador omnisciente- qué historia contarnos. Así que asumir que estaban todos escribiendo libremente sus opiniones y comentarios al mismo tiempo en el mismo manuscrito es por supuesto una exageración. La edición final ocurrió alrededor del siglo VI en Babilonia que hoy forma parte de Irak y por eso se lo llama Talmud de Babilonia o Babilonio o también Talmud Babli.

La historia muchas veces resulta irónica y en especial si uno considera que Irak fue el hogar de una de las más grandiosas comunidades judías de la historia. Les recuerdo que los judíos habían sido exiliados desde la tierra de Israel a Babilonia en el año 586 Antes de la Era Común (o si prefieren antes del nacimiento de Jesús) y vivieron allí confortablemente gobernados por los Persas, los Sasánidas y los diferentes gobiernos Musulmanes hasta la Modernidad. ¡Estamos hablando de una comunidad judía instalada en Irak que no solo sobrevivió sino que prosperó mucho más que otras comunidades judías de la historia por 2500 años!

El Talmud es el producto de las academias rabínicas que florecieron en Babilonia desde el año 220 de la Era Común (o si prefieren después del nacimiento de Jesús) hasta el año 500 aproximadamente. Luego de ser editado y compilado el Talmud fue estudiado en todas las academias rabínicas del Mediterráneo y Europa. Posteriormente fue comentado, copiado en manuscritos y finalmente con la aparición de la imprenta fue nuevamente compilado ahora con los comentarios que con el paso del tiempo ya se habían convertido en un clásico (dicho sea de paso, hace rato que tenemos ya ediciones digitales del Talmud). Así es cómo el Talmud se convirtió en una obra de más de veinte tomos. Algunos dicen que si se estudia un folio de página por día (tiene dos caras cada folio) puede ser leído en su totalidad en siete años. Vale la pena mencionar que pude ser leído en siete años pero no necesariamente implica que se lo ha comprendido.

El Talmud es también un compendio de muchas obras rabínicas anteriores. Está organizado como un comentario pero no sobre la Biblia sino sobre la primer obra rabínica de la historia: la Mishná. La Mishná es casi en su totalidad una colección de opiniones legales sobre la práctica judía. Pero no es un compendio de Ley Judía ya que generalmente ofrece múltiples opiniones sobre cada tema. Incluso estas opiniones pueden llegar a ser presentadas en forma conflictiva y no unánime. Con el tiempo llegaremos a otra etapa en la historia judía con la creación de compendios de Ley Judía que aparecen en la Edad Media. Estos compendios lo que hacen en esencia es quitar del medio todas estas discusiones para ir directo a la Ley final. Los judíos en determinado momento de la Edad Media simplemente querrán saben cuál es la Ley, qué deben decir y qué deben hacer puesto que ya no quieren lidiar más con todas estas discusiones, comentarios y verborragias rabínicas. Pero la verdad es que los comentarios y las discusiones rabínicas son la esencia de la relación con Dios y lo que de algún modo el judaísmo es hoy desde una perspectiva judía.

 

La Mishna

La Mishná está organizada en categorías de la Ley Judía filtrada por los primeros Rabinos. Una sección de la Mishná puede por ejemplo lidiar con el tema de las festividades judías mientras que otra sección debate las leyes de matrimonio. La Mishná fue editada y compilada en la tierra de Israel alrededor del año 200 EC bajo la ocupación romana. Gran parte de la Mishná refleja las interpretaciones posteriores a las leyes que aparecen en la Biblia relacionadas con el sacrificio de animales llevados acabo únicamente por los Cohanim (o Sacerdotes) en un sólo lugar específico del planeta: el Gran Templo en Jerusalem. Y el motivo por el cual todas estas interpretaciones son posteriores a la tradición bíblica es justamente por el hecho que los primeros Rabinos tuvieron que adaptarse a una nueva condición social e histórica (diferente a lo que sus abuelos llamaban tradición judía) cuando el Gran Templo de Jerusalem fue destruido y sus líderes destituidos por los romanos en el año 70 EC. Incluso ciertos pasajes de la Mishná reflejan leyes romanas que por supuesto uno podría esperar encontrar ahí ya que los Rabinos estaban condicionados por el entorno circundante en el cual estos textos fueron puestos por escrito. Cualquiera que escribe algo se ve siempre influenciado en forma directa o indirecta por el entorno en el que uno habita. En otras palabras la Mishná fue escrita por seres humanos en el planeta tierra condicionados por un momento particular y específico de la historia.

 

El Talmud de Jerusalem

El Talmud de Babilonia también cita fuentes de otra interpretación rabínica de la Mishná que había sido hecha en la tierra de Israel hasta el momento en que el Cristianismo se convirtió en religión oficial del Imperio Romano en el año 380 EC (recordemos que los primeros cristianos eran judíos y estos judeocristianos eran una secta judía que se había desprendido del Judaísmo mismo). La conversión del Imperio Romano al Cristianismo era una mala noticia para los judíos viviendo en Israel porque la teología cristiana podía convertirse ahora en legislación social y en consonancia con dicho evento la vida judía en Israel en ese período comenzó a declinar. De hecho ese declive en la tierra de Israel precipitó el fin de otro Talmud anterior al de Babilonia que fue editado a finales del siglo IV en Israel.

 

Talmud = Mishna + Guemara

En otras palabras, desde la perspectiva judía los primeros 500 años de la Era Común son conocidos como “La Era Talmúdica”. Esto significa que desde el momento en que un Rabino llamado Iojanan ben Zakai se instaló en una ciudad conocida como Yavne y reclutó Sabios judíos para que lo acompañaran, todos ellos lograron producir miles de interpretaciones extraordinarias de la Tora y las transmitieron de forma oral (una generación se la contaba a la otra e iban así aprendiendo las interpretaciones de memoria repitiéndolas) hasta que llegamos al año 200 EC cuando todas estas interpretaciones son compiladas y finalmente puestas por escrito en una obra titulada Mishná que literalmente significa repetición.  Todos los Sabios que son mencionados en la Mishná son conocidos como Tanaim, es decir Maestros, y vivieron durante el 200 AEC al 100 EC. La buena noticia era que una vez que todas estas interpretaciones habían sido puestas por escrito no solo que ya no había que memorizarlas ni repetirlas todo el día sino que ahora se podía agregar nuevas interpretaciones a las que ya se habían compilado. Y así por los siguientes 300 años la Mishná fue discutida, elaborada y expandida por las siguientes generaciones. Todas estas nuevas interpretaciones de la Mishná fueron preservadas también bajo otro nuevo título que se edita con en el nombre de Guemará (que significa literalmente estudiar). Y la fórmula que deben recordar es: Mishná+Guemará = Talmud y ahora entienden porque se llama “Era Talmúdica”.  Los Sabios que son mencionados en la Guemará son conocidos como Amoraim, es decir Comentadores, y vivieron durante el 200 EC al 500 EC.

La Mishná y la Guemará estudiadas o editadas juntas en una misma página es lo que llamamos Talmud. Y el Talmud se convirtió en el texto básico que es creado en el período rabínico y emerge como texto fundacional del curriculum de estudio judío. Pero como dice el chiste, cada judío tiene dos preguntas, tres respuestas diferentes y por eso va a cuatro sinagogas distintas y así los judíos no tenemos un solo Talmud sino dos: uno escrito por los judíos que estaban en Israel (que para ese entonces Adriano el Emperador Romano ya la había renombrado Palestina) y otro por los judíos que vivían en Babilonia. El Talmud editado en Israel/Palestina se llama Talmud Ierushalmi y el otro editado en Babilonia se llama como ya dijimos Talmud Babli. Debido a que la condición social de los Rabinos en Babilonia era mejor que la de sus colegas en la Jerusalem constantemente atacada y en peligro, el Talmud de Babilonia termina siendo más elaborado y mas completo. Los dos se basan en la misma Mishna pero son leídos en diferentes academias por diferentes Rabinos y en diferentes lugares del mundo y por lo tanto tenemos muchos paralelismos pero también muchas diferencias muy interesantes entre ambos textos. Y por supuesto que esas diferencias son el reflejo de los judíos viviendo bajo diferentes gobiernos como el Romano en Palestina y el Persa en Babilonia. Lo que emerge finalmente es el Talmud de Babilonia como el más completo, el más autorizado y el referente principal del judaísmo rabínico. De hecho lo que veremos es que la determinación final sobre cuál de los dos Talmud es el más autorizado es una decisión que terminan tomando los judíos medievales posteriores. De todos modos el Talmud Ierushalmi se sigue estudiando también hasta la actualidad y posee tradiciones rabínicas alternativas a algunas que figuran en el Talmud Babli.

 

Midrash (plural Midrashim)

Lo último que quiero agregar y que forma parte de la literatura rabínica son los comentarios bíblicos llamados midrash (plural midrashim) que también comienzan con los primeros Rabinos. La palabra midrash puede hacer referencia a todo un cuerpo de interpretaciones conocido como Midrash Raba. Midrash también significa explorar, indagar, buscar o incluso demandar y lo que se está demandando es el sentido o significado de un pasaje o texto que no resulta tan claro en la Biblia. Los Rabinos amaban escribir este tipo de literatura midráshica que les permitía llenar los espacios en blanco o imaginarse los diálogos que no figuran en las historias bíblicas. Como a todos nos gustan las buenas historias y cuentos, el midrash se convirtió eventualmente en una excelente herramienta pedagógica de los Rabinos. Con la debida disculpa a nuestros Maestros y con el objetivo que puedan ustedes apreciar de que se trata el midrash como género literario, simplemente piensen en alguna fábula con moraleja (como la de la liebre y la tortuga) y están más o menos en tema. Algunos midrashim que tenemos son de la época de la Mishná (compuestos entre el 100 y el 200 EC y editados en el 300 EC), otros midrashim son del período del Talmud (entre el 300 y el 500EC) e incluso algunos otros son tan tardíos que fueron escritos bajo la dominación islámica (desde el 612 aproximadamente hasta el 1000).

 

La importancia de todo este material

¿Por qué es importante conocer y explorar todas estas obras? Por una simple razón: el judaísmo no es bíblico sino rabínico y talmúdico. Pase lo que pase en la historia los judíos no dejaremos de llamar judaísmo a todo el material que se desprende de estas obras. Vamos a seguir estudiando y haciendo nuestros propios midrashim de la Biblia en cada generación y en respuesta a los diferentes eventos de la historia. Pero siempre que nos pongamos a practicar el judaísmo vamos a volver una y otra vez a toda la literatura rabínica para que aquello que llamamos judaísmo tenga sentido y cohesión comunitaria.

El contenido y el estudio de este material no es solo para determinar cuál es la Ley Judía (esa es una definición muy básica y demasiado simple con respecto a lo que estamos mencionando). Es envolverse uno mismo en el proceso de aprendizaje de todo este material que es en si mismo una tarea sagrada. En otras palabras, no es sólo saber cual es la Ley y qué es lo que debemos hacer como judíos lo que se busca sino que es el estudio en si mismo y sin otro fin ulterior lo que importa. Es estudiar por amor al estudio. Es abrir un libro para que Dios nos hable. Es la pasión por las letras, las palabras, el texto y las interpretaciones y reflexiones que hacemos al leer lo que nuestros antepasados vivieron y pensaron y cómo sigue siendo relevante para nosotros hoy. Lo que al fin de cuentas realmente anhelamos es poder participar en el proceso intelectual a través del cual uno llega a las conclusiones sobre cuál debería ser la Ley y la manera de actuar en el mundo.

Así el estudio se hace sagrado. Talmud Tora kenegued kulam es una expresión rabínica que declara que no hay ningún mandamiento más importante en el judaísmo que el estudio de la Tora. Eso significa el estudio de la Tora en el sentido más amplio de lo que esta palabra implica y con eso nos referimos al estudio de toda esta literatura rabínica.

Siendo uno partícipe del estudio de todo este material, al envolverse uno mismo en el proceso lógico de lo que se está discutiendo, al llegar a las conclusiones y poder expandir  estas conclusiones y definiciones y traer nuevas comprensiones y nuevos desafíos más grandes para intentar entender estos textos y su estructura a un nivel cada vez más elevado y complejo trayendo nuevos problemas sobre lo que los textos sugieren para seguir así debatido dentro de la tradición cuál es el sentido de lo que se esta discutiendo dentro de cada diferente contexto histórico; haciendo todo esto uno ha cumplido con su rol como judío en la historia.

Si quieren empezar ya mismo a explorar el Talmud visiten Talmudiando, el blog del Rabino Joshua Kullock que es un deleite para leer y un torrente de sabiduría.

Archivado en: Biblia Hebrea: Tora, Profetas y Escrituras Etiquetado como: edad media, gemara, guemara, historias, Jerusalem, midrash, midrashim, mishna, que es la literatura rabinica, rashi, talmud, talmud tora, textos de la literatura rabinica

¡Dios a veces se queda dormido!

14/01/2013 por Diego Edelberg 6 comentarios

 

Muchas veces sentimos que la vida es injusta. Nuestros antepasados también sentían lo mismo. Sin embargo la manera en la que nosotros respondemos a la injusticia es diferente al modo que nuestros antepasados lo hacían. Cuando ellos veían gente inocente morir intentaban desesperadamente justificar a Dios con el objetivo final de integrar sus propias decepciones humanas con la imagen o metáfora de un Dios que nos ama, nos cuida y nos protege.

A pesar del enojo que sentían frente a la injusticia divina nuestros antepasados se negaban rotundamente a abandonar su relación con Dios. No permitían que la propia sensación humana que algo malo o injusto estaba aconteciendo los aleje de la comunidad, la belleza de nuestra tradición, la enorme riqueza de nuestros textos y la estructura integral del judaísmo. En pocas palabras la injusticia no significaba la inexistencia de Dios, la falsedad de la Tora ni la ilegitimidad de Israel como pueblo. Los que abandonaban el judaísmo (siempre los hubo) simplemente eran olvidados y por eso no tenemos textos tradicionales judíos que nos cuenten las historias de aquellos que decidieron “darse el alta” de la tradición. Pero lo que si tenemos son muchísimos textos sobre aquellos que siendo tan humanos como nosotros se enojaban con Dios y así todo permanecían fieles a la comunidad, las creencias y las prácticas judías. De hecho abandonar la comunidad, las creencias y las prácticas judías solo porque hay injusticia o ciertas cosas que “no cierran” del todo sería privarse de los argumentos necesarios para desafiarse y crecer en los propios contra argumentos e incertidumbres.

Muchas veces me pregunto por qué los Rabinos decidieron que el libro de Job -en el que se plantea por qué la gente buena sufre- forme parte de la Biblia. O por qué decidieron preservar la narrativa de la trágica muerte de Rabbi Akiva. Incluso por qué tenemos tantas tefilot es decir plegarias enfatizando nuestras culpas. Y estoy convencido que los Rabinos decidieron preservar estos textos porque eran tan conscientes como nosotros hoy que la gente a veces siente esa injusticia divina junto a todas esas experiencias complejas (y no fáciles de responder) que también forman parte del repertorio humano en su relación con Dios y con otros seres humanos.

En toda la Biblia y la literatura rabínica la forma más común para integrar las experiencias negativas de nuestra relación con Dios es simplemente declarar que lo que consideramos malo o injusto es un castigo de Dios por nuestros pecados humanos. La imagen tradicional de un Dios que a modo de juez premia o castiga nuestros actos tuvo históricamente un resultado extraordinario: canceló la sensación de abandono proveyéndonos de un medio para restaurar la relación a su estado positivo original. En otras palabras, reforzó la idea de teshuva literalmente retorno a Dios que inunda la temática de Rosh Hashana y Iom Kippur. Pero no solo ahí vemos esta idea sino también en el segundo párrafo del Shema que leemos dos veces todos los días y que es un “copiar & pegar” del libro de Devarim (Deuteronomio) capítulo 11 versículos 13-21. Allí leemos que si cumplimos con los mandamientos gozaremos de lluvia, buena cosecha, comida y bebida. Pero si nos rebelamos la tierra no producirá sus frutos y seremos expulsados de esta misma buena tierra que Dios nos ha entregado. En resumen: según la tradición bíblica y rabínica si cumplimos con los mandamientos nos va a ir bien, si no lo hacemos nos va a ir mal y si algo que consideramos malo o injusto nos está sucediendo y no entendemos el por qué, es debido a que indefectiblemente hemos pecado de algún modo y debemos restaurar nuestro presente y futuro retornando a Dios y a las prácticas judías.

Nuestros antepasados podían literalmente creer todo esto porque consideraban que los juicios y decisiones de Dios eran siempre justos y honestos. Teóricamente, para nuestros ancestros no tendría por qué sucedernos nada malo si somos honestos y actuamos siempre de buena fe. La idea que Dios es injusto era impensado para nuestros antepasados. Pero también en su tiempo como en el nuestro muchas veces se sentían terriblemente incómodos con esta imagen o metáfora de un Dios sentado en un trono que se dedica todo el tiempo a juzgar a la humanidad y sus actos. Obviamente que esta idea tiene una connotación mucho más psicológica que teológica: si Dios es un juez que nos está vigilando tenemos entonces el deber de ser responsables de nuestros actos. Y justamente si Dios es justo no deberíamos temerle a lo que nos pueda suceder ya que estamos convencidos que hemos actuado como corresponde y Dios no permite que niños ni gente inocente muera.

Pero siempre hay un “pero”. Y este “pero” se encuentra entre uno de los textos que nuestros antepasados decidieron preservar, el Salmo 44. Según este Salmo Israel no ha pecado ni ha hecho nada malo y sin embargo es castigado:

 

¡Y todo esto nos ha sobrevenido
sin que nos hayamos olvidado de ti,
sin que hayamos traicionado tu pacto!
Nuestro corazón no se volvió atrás
ni nuestros pasos se desviaron de tu senda,
como para que nos aplastaras en un lugar desierto y nos cubrieras de tinieblas.
Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios y recurrido a un dios extraño,
Dios lo habría advertido, porque Él conoce los secretos más profundos.

Salmo 44: 18-22

 

Como si fuera poco esto de estar siendo castigados por Dios cuando no hemos hecho nada la frase que sigue constituye para mí el ataque más agresivo hacia Dios en toda la Biblia. El texto literalmente clama que no solo no hemos pecado y estamos injustamente siendo castigados sino que justamente por habernos mantenido fieles a Dios somos asesinados todo el tiempo:

 

Por tu causa nos dan muerte sin cesar
y nos tratan como a ovejas que van al matadero.

Salmo 44:23

 

Pero si no nos ha alcanzado con la idea que no somos castigados porque hemos pecado sino que somos castigados porque hemos sido fieles a Dios la respuesta final del Salmo es tan sarcástica que duele: ¡Dios está dormido!

 

¡Despierta, Dios! ¿Por qué duermes?
¡Levántate, no nos rechaces para siempre!

¿Por qué ocultas tu rostro
y te olvidas de nuestra desgracia y opresión?

Estamos hundidos en el polvo,
nuestro cuerpo está pegado a la tierra.

¡Levántate, ven a socorrernos;
líbranos por tu misericordia!

Salmo 44: 24-27

 

¡Qué metáfora más irónica! ¡El Dios todopoderoso se quedó dormido! ¿Acaso no sonó su despertador? La doble ironía de esta metáfora es que en el Salmo 121:4 leemos literalmente que “no duerme ni dormita él guardián de Israel”.

Nos guste o no ya no podemos borrar ni modificar nuestras Sagradas Escrituras. Solo nos queda leerlas y encontrarles un sentido o una relevancia incluso en nuestros días. El sarcasmo amargo de todo este pasaje bíblico, aún cuando duele leerlo, fue canonizado por nuestros Rabinos como parte de la Biblia. Pero tiene un potencial inherente: nos regala una posible respuesta a nuestra generación post-Holocausto. Nos libera para expresar nuestra amargura y sensación de injusticia apoyándonos en nuestros propios textos. Nos da un lenguaje para no abandonar a Dios ni la comunidad aún cuando no todo tenga “sentido”.

Archivado en: Dios de los judíos Etiquetado como: antepasados, comunidad, el libro de job, existencia de dios, historias, holocausto, israel, las creencias, libro de job, plegaria, rabbi, rabino, shema

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Acerca del Autor

 Hola, soy Diego Edelberg, el fundador del blog Judios&Judaismo.com. Me apasiona todo lo relacionado con la música, el judaísmo, la interpretación, la educación, la mitología, la filosofía, la religión, la ciencia, la historia, el arte, la física, la cosmología, la evolución, la sociología, la epistemología, la metafísica, la cabalá y en especial aquello que resulta contradictorio, paradójico y absurdo. Para conocer más sobre mi y de qué se trata mi blog visitá la sección Acerca del Autor

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