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Judíos & Judaísmo

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El Mejor Comentario de RaShi a Toda la Tora – Humildad, Ignorancia, Curiosidad y Asombro

14/11/2018 por Diego Edelberg 26 comentarios

Tal vez el comentarista a la Tora más importante del mundo medieval no sea otro que RaShi. Más conocido por su acrónimo, su nombre completo es Rabbi Shlomo ben Itzjaki y vivió entre los años 1040 y 1105 en el norte de Europa. Estudio en las escuelas ashkenazim ubicadas en lo que hoy sería Alemania (especialmente en Worms) y luego traslado su conocimiento a su ciudad natal de Troyes en Francia. Una publicación completa sobre RaShi y su legado se encuentra aquí mismo en el blog titulada Patrones culturales de la tradición rabínica medieval – Parte I: Rashi y la interpretación de textos, el agregado de comentarios y el análisis de la literatura legalista.

RaShi no fue solamente un comentador de la Tora y la literatura rabínica. Eso sólo en la cantidad y calidad que lo hizo hubiese sido más que suficiente. Hasta el día de hoy nos asombramos con su erudición y muchas veces descubrimos que su comentario, el cual es etiquetado como el pshat (literalmente el «simple» en tanto no profundiza en alegorías ni misticismo), tiene poco de simpleza y por el contrario es de una sofisticación extraordinaria. Me atrevo a decir que gran parte de la Tora y sin dudas el Talmud sería inaccesible e inentendible para nosotros hoy sino fuera porque RaShi escribió su comentario.

Además de ser un comentador RaShi fue un «maestro» en el sentido pleno de lo que esto significa. Su legado dejó encendida una continuidad por la curiosidad y las ganas de conocer más de la Tora, el Talmud y la tradición judía. Su paso por esta tierra resume el rol más preciado que un educador puede dejar: el despertar la curiosidad y el asombro en sus discípulos. Si bien leemos cientos de veces lo que RaShi pensó, pocas veces nos detenemos a pensar que al fin de cuentas RaShi es un moré (un educador). Su rol de liderazgo está marcado por la función más elevada que un buen educador puede alcanzar en este mundo y eso es hacer que nuestros estudiantes sientan pasión por conocer más de lo que a nosotros también nos apasiona para poder aprender más sobre dicho tema de lo que nosotros mismos pudimos llegar a entender. Este legado quedo en sus propios discípulos quienes generalmente comienzan comentado sobre el comentario de RaShi, su maestro. Para lograr todo esta tarea se requiere una condición por parte del maestro que no abunda sino que escasea. ¿Cuál es la cualidad que más precisa el maestro para despertar la pasión, el asombro y la curiosidad en un estudiante? La respuesta la da RaShi mismo en el mejor comentario que escribe como Maestro de la Tora y que compartiré a continuación.

 

 

 

¿Cuál es la cualidad más importante de todas?

En el libro del Génesis (Bereshit) capítulo 28 versículo 5 RaShi comenta: «No sé qué viene a enseñarnos este detalle». Si creen que estoy siendo irónico se equivocan. Pirkei Avot, la colección de enseñas más filosóficas sobre nuestro comportamiento ético en la Mishna, subraya la importancia de aprender a decir «no lo sé». Pero la modestia intelectual de no saber algo no es apreciada hoy en día. Es más, no saber algo es entendido como un símbolo de debilidad. RaShi escribe comentarios a muchísimos versículos y también saltea algunos dejándolos sin comentarios. Generalmente cuando no comenta no es por vagancia o dificultad. Muchas veces RaShi considera que no hace falta explicar demasiado algunos pasajes porque deberían resultan obvios para nosotros como lectores. Así RaShi podría haber salteado este pasaje del Génesis que mencionamos y nadie hubiese dicho nada. Sin embargo hace algo más radical. Deja para la eternidad un mensaje que dice: «no lo sé, no lo entiendo». ¿Qué maestro hace y dice algo así hoy?

Encuentro cada vez más que muchas personas siguen hoy a un Rabino o una interpretación porque la misma parecería ofrecer certezas y respuestas resolutivas que cierran la pregunta. Pero esa no es la escuela de RaShi y la tradición rabínica del Talmud saturada de preguntas. Por eso al judío más tradicional poco le importan las respuestas sino las buenas preguntas. Para lograr gestionar la pregunta se requiere la cualidad más elevada de todas para despertar la curiosidad, la pasión y el asombro: la  humildad.

En la tradición judía la humildad ante algo más grande que uno mismo y la sabiduría ancestral que lo anticipa es lo más celebrado. La humildad es el único adjetivo que conocemos de la Tora que Moshe poseía. Los rabinos mismos van a ir más lejos aún al declarar en un Midrash que incluso Abraham y los patriarcas eran más elevados que Moshe porque eran más humildes que él (Bereshit Rabba 6:4). Y es con esa misma humildad que RaShi, el más grande todos los comentaristas, nos deja estupefactos al declarar en forma abierta su ignorancia. Pero la ignorancia de RaShi consigue el objetivo más deseado por un maestro: despierta la curiosidad de legiones de comentaristas posteriores que intentan explicar o comprender lo que RaShi no pudo entender.

 

 

 

Dos clases de ignorancia

Es fascinante descubrir que el mejor comentario de RaShi es aquel en el que no comenta nada sino que declara con abierta y orgullosa ignorancia que su sabiduría le permite descubrir que siempre queda algo por intentar comprender y que se escapa de las manos. Claramente no es que RaShi no comenta sino que al escribir que no sabe qué aprender en esta ocasión, deja por escrito su mejor comentario. En la vida misma, como maestros propios de nuestro camino y nuestra influencia en otros, debemos siempre tener ignorancia reverencial articulada a través de la humildad. La persona sin humildad no puede aprender porque siente que ya sabe todo. No tiene curiosidad porque no queda nada que despierte su ignorancia. Por supuesto tampoco tiene pasión ya que es tan soberbio que su humildad está eclipsada y ya nada le causa asombro.

Heschel lleva toda esta idea a su punto más profundo al escribir sobre las dos clases de ignorancia en su libro «Dios en la Búsqueda del Hombre» (pag. 72). «Hay dos clases de ignorancia. Una es «obtusa, insensible, estéril», resultado de la indolencia; la otra es aguda, penetrante, esplendente. Una lleva a la fatuidad y la complacencia; la otra conduce a la humildad. De la primera tratamos de escapar, en la otra la mente halla reposo.

Cuanto más hondo buscamos, más cerca llegamos de saber que no sabemos. ¿Qué sabemos con certeza acerca de la vida y la muerte, el alma o la sociedad, la historia o la naturaleza? Hemos cobrado creciente y dolorosa conciencia de nuestra abismal ignorancia. Cincuenta años atrás ningún hombre de ciencia hubiera podido advertir que era tan ignorante como se saben hoy todos los científicos de primera linea. ¿No vemos acaso que todas las leyes exactas, al igual que todos los demás absolutos y conclusiones últimas son tan ilusorias como la vasija llena de oro en la punta del arco iris? Cuidaos de decir: hemos hallado la sabiduría. Quienes van en pos de la sabiduría no hacen más que dar vueltas en redondo, y al cabo de todos sus afanes terminan por volver a su primitiva ignorancia. Ninguna iluminación es capaz de barrer por entero del mundo el misterio. Desaparecida la oscuridad, las sombras permanecen.

Archivado en: Aforismos, Citas, Espiritualidad y Religión, Educación Judía, Judaismo Hoy Etiquetado como: asombro, comentario de la tora, curiosidad, el mejor comentario de rashi, heschel, humildad, ignorancia

La Revolución Educativa Judía: Educación Experimental

19/06/2016 por Diego Edelberg 80 comentarios

Todavía no puedo creer que han pasado 6 meses desde que escribí la última publicación desde Israel. Para la frecuencia que estaba acostumbrado de al menos una publicación por semana, todo este tiempo sin escribir ha sido una sensación muy extraña para mí. Quienes me acompañan desde hace años se han preocupado y yo he intentado responderles en mi escaso tiempo. Las buenas noticias son que nada malo ha sucedido sino, gracias a Dios, todas aventuras nuevas y muy demandantes. En esencia, lo que ha pasado es que nuestra vida como familia -y la mía en tanto mi vocación de servicio al pueblo judío- han tomado un nuevo rumbo que ha necesitado y sigue necesitado muchísimos ajustes.

 

 

 

¿Qué ha pasado?

Desde Febrero de 2016 he asumido mi rol como nuevo líder espiritual de la Comunidad Religiosa & Cultural Ruaj Ami ubicada en la ciudad de Santiago, Chile. Al mismo tiempo que desempeño este nuevo rol, continúo mi Maestría en Educación Judía Online en el Hebrew College de Boston y he iniciado mis estudios rabínicos en el Seminario Rabínico Latinoamericano. Viajo todas las semanas a Buenos Aires para mis estudios los días Lunes y Martes y regreso a Chile para enfocarme de pleno en la construcción comunitaria y la continuación del estudio el resto de los días de la semana. Esto continuará así durante el primer semestre que ya está concluyendo y el segundo semestre estudiaré con rabinos egresados del Seminario Rabínico que viven aquí en Chile lo cual me dará un respiro entre tantos viajes.

Confieso que estoy absolutamente fascinado, agradecido y motivado por la calidez y el compromiso de todos los que me han abierto los brazos durante esta etapa, tanto Ruaj Ami como las instituciones de Argentina, Chile y otras latitudes así como también los rabinos, amigos, guías de todo tipo y por supuesto mi propia familia. Por ejemplo, todos los rabinos y profesores del Seminario Rabínico me han desafiado intelectual y emocionalmente desde el primer día haciendo de cada clase un privilegio en el que me encuentro una y otra vez agradeciendo que la vida me da esta oportunidad. Al mismo tiempo otros rabinos tanto en Chile como otras partes del mundo han abierto sus corazones y se han convertido en guías continuas para preguntas de todo tipo. El clima de estudio en el Seminario es apasionante y es una sensación maravillosa sentirse acompañado por tantas personas que vibran con la misma sensibilidad en la búsqueda de mejorar y hacer prosperar la milenaria historia del pueblo judío no solo en su particularidad sino elevándola para servir mejor a la humanidad toda en un judaísmo pluralista, inclusivo e innovador. Como estoy convencido que uno nunca debe dejar de estudiar, esta nueva etapa de estudios rabínicos no ha hecho más que seguir nutriéndome del torrente milenario del pueblo judío que no deja de apasionarme cada día más y por eso estoy feliz con cada uno de mis maestros. El Seminario es un semillero de vida espiritual y es un privilegio estar absorbiendo su contenido semana tras semana. He tenido clases magistrales y una ayuda incalculable desde el primer día. Sin dudas es el mejor lugar para mí y dónde tengo que estar. Por algo Dios me llevó hasta allí y como siempre, espero poder compartir aquí todo lo que vaya aprendiendo.

Es por todo esto que mi agenda se ha complicado puesto que en paralelo a mis estudios, viajes semanales y nuevo rol sirviendo a la comunidad, también tuvimos que acomodarnos como familia a una nueva locación lo cual implica no solo encontrar casa para vivir sino hacer trámites migratorios, permisos de trabajo, etc. Al mismo tiempo no descuidamos encontrar un jardín de infantes mientras esperábamos que lleguen nuestras cosas de Hong Kong entre que planeamos las actividades para Purim, Pesaj y Shavuot. Para que todo esto suceda en sincronía no solo me encuentro apoyado por muchísimas personas y maestros sino -y por encima de todo- mi eshet jail (mujer virtuosa). Por eso espero disculpen que ¡estoy retrasado en responder todos vuestros emails de más de 6 meses pero ahora saben el por qué! Así y todo no he dejado de entrar al blog, leer los comentarios y conocer las historias de cada uno que se suma a esta comunidad virtual cada día. El número de visitantes y suscriptores sigue subiendo y los emails se me van apilando. Intentaré ponerme al día aunque me lleve varios meses e incluso años en responderle a cada uno.

 

 

 

La importancia del blog en mi vida

Cuando miro hacia atrás y pienso que este blog inició cuando apenas llegaba a Hong Kong hace cinco años, agradezco tener este espacio abierto que es a la vez muy personal e íntimo. Lo que está preservado aquí, tanto para los que llegan por primera vez como para quienes han estado ahí desde el comienzo, es una suerte de diario sobre el viaje de un judío en su compromiso no solo por compartir lo aprendido sino por abiertamente confrontarnos todos con los temas que creo nos conmueven en nuestra búsqueda espiritual honesta y responsable en el siglo XXI. Es este espacio el que me ha permitido ir sistematizando mi pensamiento en diferentes sentidos y temas; comprendiendo todo aquello que considero relevante para vivir una vida plena y refinándolo gracias a cada uno de ustedes que me desafía con preguntas cada vez que comparto una publicación. Por eso nunca ha sido ni será mi objetivo compartir solamente lo que me pasa a mí sino convocarnos a todos a una conversación para hacernos mejores como comunidad humana.

Y esta es la razón por la cual no dejo de recomendarle a todos que ¡escriban un blog! Escribir es importante porque todos tenemos experiencias significativas pero estas tienden a evaporarse en las presiones de la rutina. Escribir nos fuerza a exteriorizar todas estas sensaciones. Una vez escritas podemos mirarlas, analizarlas y compartirlas. Del compartir surge la comunidad, el sentimiento que otros piensan y sienten como nosotros o quizás no lo hacen pero también se preocupan por estos temas. Y este es un gran punto de arranque para el diálogo.

Es con esa intención que volveré y seguiré compartiendo las lecciones, observaciones y enseñanzas que voy aprendiendo. Entiendan que después de tanto tiempo sin escribir tengo mucho para compartir. Pero en esta oportunidad y para no extenderme en la publicación, quería contarles sobre lo que aprendí en la cursada de la Maestría de este semestre y considero significativo para todos nosotros tanto como educares, padres y amigos.

 

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Educación Judía Experimental

Lo primero que empezó apenas llegue a Chile fue mi cursada de la Maestría Online estudiando uno de los temas que está más de moda en el área de educación judía hoy: la educación experimental. La idea central de esta aproximación a la educación es una invitación a salirnos del paradigma de la cantidad y movernos hacia el paradigma de la calidad. Es mucho más importante leer algo y automáticamente intentar reflexionar sobre «qué agrega esto a mi vida» y «cómo me puede ayudar a ser mejor» que simplemente leer por leer y devorar kilos de información que probablemente olvidaremos al otro día. La información en nuestra era abunda, la sabiduría escasea. Por eso este enfoque experimental educativo intenta hacer de la educación judía algo que se experimenta y no un saber que debe ser absorbido. Es muy diferente aprender sentado en un cuarto leyendo en el Talmud qué es -por ejemplo- pikuaj nefesh (el valor judío de salvar una vida por sobre todo) que visitar y participar en una estación de bomberos que llevan la bandera y el nombre de Israel salvando vidas en forma real. Por eso nuestros estudiantes este semestre no solo estudiaron qué es pikuaj nefesh sino que lo pusieron en práctica yendo a la Bomba Israel (¡quien nunca ha escuchado sobre la Bomba Israel le pido no se pierda de ver esta joya de la comunidad judía de Chile que incluso a mí me sorprendió!).

Con esta metodología experimental como faro y guía, armamos junto a Dana Kaufman el año de estudios para las ceremonias de Bar y Bat Mitzvah enfocándonos no solo en que los estudiantes aprendan a leer Tora, Tefilot (plegarias), escriban una drasha (interpretación) y guíen a la comunidad en los rezos sino que además experimenten el judaísmo como algo que uno vive en alegría y no solamente como algo dado, fijo e inmutable que uno debe absorber y repetir tal cual es recibido. El judaísmo no es un Saber dado sino una Fuente De Vida que está continuamente fluyendo, revelándose, desarrollándose, expandiéndose y actualizándose. 

Para lograr un programa educativo con estas ideas se requiere evaluar muchas variables. Por ejemplo, el planeamiento de la gran idea que queremos los estudiantes se lleven al finalizar cada encuentro en cohesión con el estado de fluidez de cada actividad y la diferenciación entre experimentar y aprender (¡no toda experiencia es educativa y no toda educación es experimental!). Como siempre repito, el judaísmo enseña que no hay que hacerse idólatra de ningún sistema ni metodología: no todas las clases tienen que ser experimentales ni tampoco deberían todas las clases acontecer sentados en una mesa discutiendo un texto. La educación de la vida es mucho más que eso. Todos sabemos que hemos aprendido mucho estudiando pero mucho más viviendo y reflexionando en cada experiencia vivida. Se trata de un círculo virtuoso de ser, hacer y reflexionar en forma continua.

 

 

Educación Conmovedora

Para mi grata sorpresa, apenas terminé la cursada luego de presentar varios ensayos sobre mi emergente filosofía educativa experimental junto a observaciones de clases y un proyecto educativo experimental, salió a la luz el último libro publicado por Jewish Lights sobre este mismo tema. El título es «Convirtiéndote en un Educador Conmovedor». Como siempre, no es fácil traducir literalmente un título pero básicamente el libro plantea un cambio de paradigma desde la perspectiva del Rabino Aryeh Ben David que recibió su ordenación en Israel y enseñó por muchos años en el Pardes Institute.

El autor escribe que luego de tantos años de enseñar comenzó a sentir un vacío. Había estado aprendiendo y enseñando equivocadamente. Una voz pequeña pero implacable en su alma le estaba pidiendo reconocer lo que siempre debería haber sido tan claro: la sabiduría judía es mucho, mucho más que información. Rabbi Aryeh escribe a continuación, «Mi alma estaba desafiando mi ego como maestro diciéndome: ‘¿Crees que eres exitoso?’ Tú puedes saber cómo transmitir un material o texto y llenar de conocimientos e información judía a mentes abiertas. ¿Pero qué es lo que traes a sus corazones, sus almas y sus vidas? Esa voz tímida se hacía cada vez más fuerte y más fuerte gritándome: ‘¡Lo que estás haciendo, Aryeh, no es suficiente!’

Para ser justos, es bastante fácil entender por qué la enseñanza judía está tan centrada en el intelecto. La belleza de nuestra tradición se expresa en una larga cadena de textos sobre textos que ofrecen un sinfín de ideas para el estudiante diligente. Pero ¿cuál es el propósito final aquí, saber más o ser más? Como educadores judíos, ¿deberíamos estar más interesados en cuánta cantidad nuestros estudiantes aprenden o cuán profundamente llevan el aprendizaje a sus vidas? ¿No deberían ser los textos trampolines para el crecimiento personal, para cambiarnos a nosotros mismos, nuestras comunidades, nuestro mundo? ¿Estamos invirtiendo todo nuestro tiempo, energía y esfuerzo en hacer personas más inteligentes o mejores? 

Mi voz interior no me dejaba descansar. Henri Nouwen escribe: «los libros espirituales deben ser estudiados de una manera espiritual. No para que nosotros podamos dominarlos, sino para que ellos nos dominen a nosotros.» Es hora que nosotros, los que nos hemos dedicado a la educación judía, llevemos esta conciencia en nuestras enseñanzas e interacciones.

En los últimos cinco años, este conocimiento ha transformado por completo mi método de enseñanza que me lleva a experimentar y perfeccionar una metodología de la enseñanza que sea «conmovedora». Tengo claro que este enfoque no es para todo el mundo. Muchos educadores judíos están satisfechos con el enfoque centrado en la mente y de hecho están haciendo una valiosa contribución al pueblo judío y el mundo. Pero creo que debemos esforzarnos aún más. Nuestros estudiantes quieren y merecen más de nosotros. De hecho, muchos de los que no pueden encontrar lo que necesitan de las instituciones judías se están alejando a pasos agigantados, abandonando la comunidad judía.

Este libro y este semestre estudiando educación experimental ha sido un renovado llamado de atención para mí y para cada una de mis clases y encuentros. Espero lo sea para ustedes también.

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Las 4 Premisas de la Interpretación Judía Tradicional

05/07/2015 por Diego Edelberg 30 comentarios

Estoy muy entusiasmado con la materia de verano que estoy haciendo para mi Maestría en Educación Judía. El título es «Enseñando Tanaj (Biblia Hebrea)». En la primer semana sentamos las bases de lo que va a ser toda la cursada utilizando lo que se conoce como «orientaciones». En la segunda semana hicimos un estudio de la historia judía durante todo el período que es descripto en la Biblia. En esta tercer semana estamos explorando una de las orientaciones más clásicas: la de la tradición interpretativa judía.

El tema de las orientaciones es absolutamente fascinante para mí. Ya escribí algo sobre este mismo tema en la publicación ¿Cómo leer la Tora? pero me gustaría ahondar aún más en este tema en esta publicación puesto que es central para todos aquellos que están interesados en aprender a leer la Biblia e incluso enseñarla. Pero, ¿qué es la teoría de las «orientaciones»? Básicamente se basa en comprender cómo nos predisponemos a entender un texto. He escrito numerosas veces que el lector del Tanaj es mucho más significativo que el texto en si mismo. La postura, orientación o creencia que nosotros asumimos con respecto al texto antes de leerlo definirá en gran medida qué entenderemos, buscaremos o esperaremos que el texto nos diga. Especialmente si ese texto es ni más ni menos que la Biblia o cualquier otro texto que de antemano consideremos «sagrado» (sea como sea que cada uno entiende esta idea de que determina «lo sagrado»).

La teoría de las orientaciones nos plantea a los educadores una pregunta mucho más compleja a la hora de enseñar estos textos: ¿es la educación judía la transmisión de información con el objetivo de la preservación? ¿O es la educación judía una iniciación que logra empoderar al estudiante en una conversación cuyo objetivo no es solamente acumular información sino apropiarla y amoldarla a su vida particular y única? En otras palabras, cuando enseñamos Tanaj de una generación a la otra, ¿queremos que se absorba un entendimiento dado o queremos nutrir a nuestros estudiantes con la capacidad de entrar en la conversación en forma activa de manera tal que puedan crear nuevas interpretaciones y nuevas formas de hacer de lo antiguo algo novedoso? No es lo mismo que un alumno sea considerado «exitoso» en su educación judía si solo se espera que pueda compartir/repetir lo que han dicho sus antepasados sobre el texto bíblico (y su tradición en general) a que esperemos que logre traer nuevos entendimientos sobre el mismo texto (y la tradición) agregando su propia voz particular. Es en el intento de responder esta pregunta que la teoría de las orientaciones puede ayudarnos al explorar cómo leemos y enseñamos la Biblia.

 

 

 

La orientación interpretativa judía

Existen diversas orientaciones que compartiré en otra publicación. Aquí quería enfocarme en la que podríamos considerar la interpretación más clásica de la tradición judía. Todo lo que compartiré a continuación pertenece al libro How to Read the Bible: A Guide to Scripture, Then and Now escrito por el extraordinario académico judío James Kugel. 

Kugel comienza recordándonos que los lectores siempre traen presupuestos a la hora de leer un texto y estos presupuestos cambian dependiendo de qué están leyendo. No todos los textos significan lo mismo. Cuando leemos un poema, un cuento, un ensayo, una carta o un diario, sabemos que cada uno de estos géneros puede llegar a utilizar las mismas palabras bajo convenciones literarias muy diferentes. Somos nosotros, los lectores, los que conocemos las convenciones que hay detrás de cada uno de estos géneros y en consecuencia interpretamos de acuerdo a lo que corresponde. No solo eso sino que un monólogo es muy diferente si está siendo presentando en un espectáculo de stand-up que en una sesión de terapia grupal. Para decir todo esto más fácil, el contexto afecta la interpretación del mensaje.

Así descubrimos en forma sorprendente que hasta la modernidad la mayoría de los judíos compartían una serie de expectativas muy similares sobre el texto bíblico. Nadie se sentó a formular estas expectativas porque las mismas eran simplemente asumidas del mismo modo que nosotros hoy asumiríamos en forma muy diferente un mensaje compartido en un espectáculo de stand-up y en una terapia grupal. De todos modos, observando todo el inmenso material que ha sobrevivido sobre la interpretación judía antigua y medieval, podemos entender lo que la mayoría de los intérpretes asumían sobre el texto de la Biblia. Lo que emerge es que todos asumían 4 premisas sobre cómo debía leerse la Biblia a pesar de las distancias geográficas y culturales entre estos intérpretes. Las 4 premisas son las que veremos a continuación.

 

 

Las 4 premisas de la interpretación judía tradicional

 

#1 El texto de la Biblia es críptico

Esto significa que no debemos asumir que lo que leemos significa exactamente lo que podríamos pensar que significa. Lo que leemos podría estar aludiendo a otra cosa que Dios (o los autores) escondieron de nosotros y por eso debemos ser capaces (o por lo menos hacer el esfuerzo) de descubrir lo que el texto «realmente» quiere decirnos.

 

#2 El significado del texto de la Biblia es eterno

Esto significa que el mensaje no sólo debe considerarse como un producto de un período o contexto histórico en particular sino como una expresión de algo que se relaciona con toda la historia en forma eterna.

 

#3 El texto de la Biblia es perfecto

No hay contradicción ni repeticiones. En las propias palabras de Kugel, la Biblia está saturada de omnisignificando. Todo es importante. Más importante es el hecho que esta premisa provoca en los lectores la siguiente situación: cuando algo no resuena con su propia cultura o comprensión entonces la comprensión del intérprete debe estar confundida porque ¡el texto no pueden estar equivocado!

 

#4 El texto de la Biblia fue dado por Dios

Aunque el texto no dice que Dios fue el autor, la tradición construyó este supuesto proporcionando al texto un nivel de autoridad incuestionable.

 

 

 

Las consecuencias de las 4 premisas

Cómo fue que estas 4 premisas se desarrollaron es imposible de explicar. El hecho es que se desarrollaron y lo hicieron tiempo antes que todos los libros que hoy pertenecen a la Biblia fueran agrupados en uno solo. La mayoría de los lectores modernos cuestionan la naturaleza de estas premisas y no necesariamente las adoptan en forma tan natural como lo hicieron los intérpretes antiguos. Pero es importante remarcar que estos intérpretes antiguos no aceptaban estas premisas sino que las asumían como tales. En su propia educación recibieron la instrucción que así era cómo la Biblia debía ser entendida del mismo modo que nosotros hoy asumimos como un mismo mensaje debe ser asumido en forma diferente dependiendo del contexto.

El poder de estas premisas se hace mucho más significativo si uno reflexiona hasta qué grado las mismas continúan coloreando la forma en la que la gente hoy lee la Biblia incluso si llegan a conclusiones totalmente diferentes a las de los antiguos intérpretes. Muchos judíos y cristianos continúan leyendo la Biblia como una especie de manual de vida o guía sobre cómo vivir (premisa #2). Estas personas no leen la Biblia como una reliquia del pasado. Muy por el contrario, están convencidos que lo que la Biblia tiene escrito se relaciona con sus vidas hoy, miles de años más tarde, e incluso la profecías que allí aparecen se están cumpliendo hoy mismo (otro aspecto de la premisa #2).

Sin decirlo explícitamente, la mayoría de los lectores asume que la Biblia tiene un mensaje coherente de principio a fin el cual no se contradice ni presenta errores (premisa #3). Muchos otros siempre responden diciendo que uno «no ha entendido el mensaje verdadero» de la Biblia porque está interpretándolo en forma errada. Esto significa que el significado no es necesariamente lo que uno lee. Incluso estas personas argumentan que el texto es a propósito críptico y difícil de comprender, como si Dios quisiera que su mensaje tan importante no sea simple de entender (premisa #1). Y finalmente la idea de inspiración divina (premisa #4) es la esencia  que da sentido y autoridad no solo al texto sino a todo lo que muchas personas necesitan creer para que el mismo sea relevante y sus vidas tengan sentido.

 

 

 

¿Leemos la Biblia o la filtramos por otras lecturas?

Más allá de lo que uno pueda pensar de las 4 premisas, no podemos negar que una vez que se instalaron cambiaron para siempre nuestra relación con el texto de la Biblia. Es más, algunas de estas interpretaciones han tenido una durabilidad sorprendente: han logrado que muchos lectores modernos no lean las historias en si mismas sino las filtren a través de estas 4 premisas asumidas por los intérpretes antiguos (sean estos intérpretes judíos o cristianos). Así encontramos que la gente cree muchísimas cosas que la Biblia nunca dijo, por ejemplo que Abraham fue el que descubrió que hay un solo Dios, que el Rey David era piadoso y escribió todo el libro de Salmos o que el Cantar de los Cantares es un largo poema de amor entre Dios y el pueblo de Israel. La Biblia no dice en forma literal absolutamente nada de todas estas cosas. Pero todas estas cosas emergen de la Biblia solo si es leída de acuerdo a las 4 premisas. Ese es el motivo por el cual hasta el día de hoy pisotear algunas de estas premisas puede ponerle los pelos de punta a más de uno.

Para concluir quiero saber, ¿leen ustedes el Tanaj con estas premisas?

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Bendiciones y Valores ¿estás educando bien a tus hijos?

21/11/2014 por Diego Edelberg 21 comentarios

Cada hijo recibe bendiciones diferentes. Así narra la Tora en la historia de los hermanos Iacov y Esav que se lee esta semana en todas las Sinagogas del mundo. Pero si bien nuestras bendiciones son diferentes nuestros valores deben ser los mismos. Leyendo esta historia descubrimos cómo ambos hermanos heredan bendiciones particulares y el mismo valor de no casarse con una mujer que sea Cananita.

Para nosotros, el problema es que muchas veces confundimos las bendiciones con los valores. Por ejemplo, la individualidad es una gran bendición. Gracias al mundo en el que vivimos en el que se habla de aprendizaje personalizado e inteligencias múltiples reconocemos que cada ser humano puede desarrollar su propio viaje de entendimiento en la vida contribuyendo con su particularidad. Pero la bendición de ser individuos opera dentro del valor de ser parte de una comunidad. Erramos como educadores si enfatizamos en nuestros alumnos e hijos solamente la bendición de ser individuos.

Nos necesitamos los unos a los otros en términos de lo que podemos ofrecer y de lo que precisamos. Las calles que caminamos todos los días, los edificios o casas en las que vivimos, libros, luces, semáforos, autos, aviones, computadoras, las medicinas que nos alivian y los mensajes que recibimos constantemente en nuestros teléfonos son todas cosas creadas por otras personas que no somos nosotros mismos. Nos necesitamos porque así es como prosperamos en el mundo y la historia.

Y estoy preocupado que al enseñarle a nuestros hijos la importancia de se quien eres, nadie puede decirte lo que debes hacer y debes moverte es esta vida como el comandante de tu alma nos olvidamos de decirles que también necesitas de otras personas y ellas necesitan de ti. Si hay algo que aprendemos leyendo la Biblia es que no podemos engañarnos creyendo que llegaremos a la tierra prometida en forma aislada, sin ayudar a otros del mismo modo que nos ayudan a nosotros.

 

“Si te olvidara, oh Jerusalem…” (Salmo 137:5)

Los judíos dispersos por todas partes del mundo pueden llegar a prosperar y vivir como nunca antes lo hicieron sus antepasados en tierras donde eran perseguidos, asesinados, sus libros quedamos y odiados por el simple hecho de ser diferentes o meramente existir. Si olvidamos el valor de lo que la tierra de Israel representa para los judíos entonces perdemos la bendición de aquello que disfrutamos en todas las demás tierras.  Los que vivimos geográficamente lejos de Israel podemos llegar a sentirnos lejos emocionalmente. Pero, como ocurrió esta semana en Jerusalem, cuando un ser humano irrumpe en una sinagoga con un hacha y asesina a otro ser humano que está rezando nos debería doler como si estuviera sucediendo en nuestra propia sinagoga. Si no educamos en nuestros hijos el valor que existe entre la relación comunitaria de esa tierra con la bendición de existir y prosperar como judíos en otras tierras, entonces acabamos de cortar la cadena milenaria que une su propia individualidad con la historia que constituye quienes son. Como valor comunitario Israel nos necesita del mismo modo que nosotros necesitamos a Israel. Israel representa el depósito de nuestra historia y al mismo tiempo la casa de nuestros sueños. Como comunidad no es solo el pacto con la historia sino con nuestro destino lo que nos ata con la tierra de Israel.

 

Todos podemos ser benditos

La bendición más grande que tenemos quizás sean los bienes que poseemos gracias a poder vivir en el siglo XXI. Y los bienes a los que me refiero no son el auto, la casa, el dinero y ni siquiera la calidad de vida increíblemente superior que poseemos como organismos en el ecosistema. Poseemos hoy una calidad de vida que ninguno de nuestros antepasado hubiera imaginado tan solo 100 años atrás. Pero la ilusión del materialismo viene con más materialismo. Lo que vemos es tan abrumador que es muy simple convencernos que aquello que podemos ver es lo que es. Por eso todos creemos en en los genes, los átomos, la manipulación de cromosomas por razones médicas y todas las demás cosas que la ciencia y el materialismo nos ha traído. Es muy simple ser seducido por la idea que solo lo que podemos ver es real. Pero el judaísmo le regalo al mundo la idea que la realidad más importante de todas es aquella que no puede ser vista. El mundo de lo espiritual es más grande que el mundo de lo sensitivo que es absolutamente efímero. Es por eso que el valor de lo espiritual debe guiar la bendición de lo material.

 

Nuestros hijos y Nosotros mismos

read-316507_640Tus valores representan aquello que tus hijos y alumnos admirarán. Uno puede ser extraordinariamente exitoso en esta sociedad acumulando cosas materiales que cuando uno se muere no se las lleva a ningún lado. Puede ser exitoso saliendo en películas, televisión, ganado premios, escribiendo libros, haciendo deportes, música o simplemente ganando mucho dinero. Pero no estamos en este mundo solamente para acumular cosas que se quedarán aquí sino para inspirar a otros en lo que es más importante en la vida. Las personas a quién estimamos, admiramos, los libros que leemos y los temas que conversamos en la mesa son lo que nuestros hijos heredarán de nosotros.

No debemos engañarnos creyendo que si hablamos sobre la vida de las celebridades, los programas de entretenimiento mediocre en la televisión, la casa del vecino que tiene una sala de cine y a dónde se fueron de vacaciones los compañeritos del colegio entonces nuestros hijos no valorarán y hablarán de las mismas cosas. Si habitamos solamente en el reino de aquello que podemos ver no estamos enseñado la realidad de Dios: esa realidad que no podemos ver pero es la que nos permite ver todo lo que creemos que es.

En la Tora Esav no termina siendo el héroe. Pero termina entendiendo de todos modos los valores que sus padres Itzjak y Rivka instalaron en sus hijos. A pesar de ser mellizos recibieron bendiciones muy diferentes pero los mismos valores sobre lo que es importante aprender en la vida.

Paradójicamente a medida que la bendición aumenta es más difícil sostener los valores. Es muchísimo más difícil decirle a un hijo no voy a comprarte el último aparato tecnológico que acaba de salir porque no quiero, que decirle porque no puedo. Porque si realmente uno no puedo comprarlo la respuesta es simple. Pero si uno sabe que puede comprarlo y no lo hace porque no es lo que quiere para su hijo entonces uno le enseña el valor más importante de todos: no quiero que pierdas tu tiempo con esto porque esto no es lo que quiero que recibas, recuerdes y aprendas de mi.

 

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El Judaísmo en la era de Internet

30/09/2014 por Diego Edelberg 14 comentarios

El fin de semana pasado los judíos vivimos una maratón espiritual. Aquellos que cantamos todo el servicio religioso sentimos simultáneamente la pasión de estar haciendo lo que más nos gusta junto al cansancio que demanda la concentración espiritual en los servicios de Rosh Hashana que pueden durar más de tres o cuatro horas. Pero la maratón espiritual a la que hago referencia aconteció porque Rosh Hashana comenzó este año un Miércoles por la noche y al concluir -luego de dos días intensos de plegarias- inmediatamente comenzó Shabat.

Esto significa que la preparación para la maratón espiritual me ha impedido escribir una publicación en las últimas dos semanas. Por encima de eso cuando volví a Internet el Sábado por la noche luego de casi cinco días desconectado me sentí feliz y desesperado al descubrir que tenía 37 nuevos emails por responder de nuevos suscriptores al blog que se presentaban y me pedían información o consultas sobre material!

Entre la multiplicidad de cosas que hago trato también de mantener una constancia en el blog por mi compromiso hacia todos los lectores que forman parte de este viaje de descubrimiento compartido y que juntos aprendemos los unos de los otros en el intercambio de palabras. ¡En lo que va del año el blog ya ha superado los 40,000 visitantes únicos y la lista de suscriptores por email se ha duplicado en 7 meses! Todo este crecimiento del blog es una alegría que al mismo tiempo representa un desafío al intentar balancear mi familia, mi trabajo y mis estudios. ¡No me quejo! Solo comparto el desafío de ser y hacer lo que nuestra era reclama: multitasking, es decir múltiples tareas al mismo tiempo.

Y si hay algo que afecta cada vez más los servicios religiosos que nos demandan largas horas de concentración es que Internet y el mundo del multitasking no nos enseña a estar en un lugar haciendo una cosa sino en muchos lugares haciendo miles de cosas al mismo tiempo. Respondemos emails desde nuestro teléfono móvil en la cara de la persona que está sentada con nosotros almorzando dejando bien en claro que su presencia nos importa menos que responder este llamado porque sino ‘va a explotar el mundo’. Durante las conversaciones de Skype aprovechamos para responder los emails mientras los seres queridos nos hablan (mami te prometo que yo cierro todas las aplicaciones y te pongo en pantalla completa para no tentarme en mirar otras cosas mientras conversamos). Por eso muchas personas -y en especial las nuevas generaciones- sienten que los servicios religiosos de Rosh Hashana son cada vez más interminables. Estamos acostumbrados a un tipo de entretenimiento y saber que viene enlatado en videos de no más de 10 minutos al estilo Youtube. Queremos que nos den las ideas centrales en no más de 140 caracteres, que es lo que Twitter nos ofrece, para evitar explayarnos demasiado. De todos modos Internet nos ofrece en realidad ambas posibilidades: plataformas digitales que nos invitan a la tradicional discusión de la discusión que propone la tradición rabínica en formato de blogs y respuestas en Facebook; y al mismo tiempo otras plataformas digitales funcionan como los compendios de Ley judía al estilo del Shuljan Aruj haciendo más corta la obtención de una respuesta que rápidamente nos de la solución del modo que lo hace Google en cuestión de segundos cuando hacemos una búsqueda.

La plegaria no es una forma de entretenimiento. Pero muchas personas acuden a la Sinagoga en Rosh Hashana y se sienten desbordadas por una liturgia y una música que escuchan tan solo una vez al año haciendo que el rezo los haga sentir más como espectadores que partícipes. Cada vez más nos cuesta mantenernos en un solo lugar haciendo una sola cosa y por eso atravesar el servicio completo de Rosh Hashana se siente más como una supervivencia que el disfrute de saborear cada piut (poema) de la liturgia de Rosh Hashana. No me mal interpreten, como Jazán amo la liturgia judía. Sin embargo siento cómo a muchas personas les gustaría llegar rápido al quid de la plegaria y seguir adelante. Están esperando los grandes éxitos, aquellas plegarias que “suenan a Rosh Hashana.”

 

Yo Amo a Google

Parte de tener un blog y de estar haciendo una Maestría en Educación Judía Online requiere hacer lo que nos cuesta cada día más: desconectarnos un rato de Internet. Más allá de las diferencias en la interpretación de la Halajá que cada uno puede tener, yo necesito realmente des-conectarme de Internet un poco. Internet me absorbe porque me fascina. Siempre lo ha hecho. Recuerdo aún la primera vez que mi hermano Federico trajo el modem ‘dial-up’ que hacía un ruido tipo fax y que luego de unos segundos le permitía a uno entrar a ese mundo que aún era un mejunje de información porque Google no había sido inventado. Yo tenía doce años por ese entonces. Crecí con Internet a la vez que Internet fue creciendo conmigo. Hoy mis alumnos no crecen con Internet porque Internet ya es más viejo que todos ellos. Llegan e Internet está ahí, esperándolos. En realidad no los espera sino que los rodea y los inunda. Los persigue en sus teléfonos, sus video juegos, cualquier tipo de dispositivo móvil y por su puesto en sus computadoras.

Mis alumnos (y muchos de nosotros también) crecen convencidos que Internet sabe más que nadie en este mundo. Internet es el primer lugar al que acuden con cualquier tipo de preguntas y «el Maestro Google» nos ofrece millones de páginas saturadas de respuestas en menor cantidad de tiempo que cualquier ser humano. ¿Quién puede ganarle a esa oferta? Es más, muchos escribimos en el buscador de Google lo que nunca nos atreveríamos a decirle a nuestra propia sombra. Pero lo que muchos ignoramos es que Google tiene un perfil de nuestras búsquedas y en realidad nosotros no usamos a Google sino que Google nos usa a nosotros. Google estudia qué buscamos, qué tipo de productos compramos y nos da resultados en sus búsquedas que nosotros no elegimos sino que Google elige por nosotros creyendo que es ahí donde queremos ir. No navegamos usando Google sino que Google nos navega utilizándonos a nosotros como marineros. Google es el primer lugar que vamos para leer noticias, planear nuestras próximas vacaciones y realizar reservas de cualquier tipo (incluido pedir comida a domicilio). En Google depositamos gran parte de nuestra confianza en sus mapas, guías, calendarios y recomendaciones. Esto no es un ataque hacia Google. Muy por el contrario amo a Google y pienso lo maravilloso que ha sido este emprendimiento de nuestra humanidad que no solo ha cambiado nuestra historia en Internet sino en lo que una empresa y un modelo de trabajo significa. Para la mayoría de nosotros Internet no existe en sí mismo. Sólo existe Google. Nuestra página de inicio tal vez sea algún diario, webmail o alguna red social pero casi siempre es Google. Internet en realidad no existe. Existe Google.

 

Internet nos une y nos reúne

Estoy convencido que la tecnología es neutra pero nosotros no lo somos. El problema nunca es Internet. Internet está siempre ahí esperándonos. Somos nosotros los que estamos atados a Internet porque está saturado de información que se comparte a cada instante, libros nuevos, apps nuevas, publicaciones en cientos de blogs que seguimos apasionadamente, videos, conferencias de rabinos, clases y por sobre todas estas cosas la sensación increíble de nunca poder agotar el torrente de información que está disponible a unos clicks de distancia. Sentimos la sed de Internet cuando nos desconectamos por unos días. Nos preocupa perdernos lo nuevo, quedar “des-actualizados”.

Al mismo tiempo nos fascina descubrir que no somos los únicos que tenemos una pasión por cualquier cosa sino que allí afuera, en todo el planeta, Internet nos permite descubrir que ¡existen millones como nosotros! Ya sea que coleccionemos figuritas antiguas como que nos interese leer sobre judaísmo, solo elijan un tema y hay cientos de miles allí afuera y en todos los idiomas que puedan imaginarse que tienen la misma pasión que nosotros. ¡Ya nadie puede estar solo con sus pasiones en la era de Internet!

Y paradójicamente la soledad y alienación es una de las características del impacto de Internet cuando estamos en una misma habitación con cuatro amigos y cada uno está en otra charla diferente mirando su teléfono. De repente en una reunión de cuatro personas, gracias a Internet y formar parte de un grupo en Whatsapp, pueden haber más de 20 personas conversando al mismo tiempo. Cuatro personas están físicamente en el mismo lugar pero todas las otras están también digitalmente presentes. Y si la reunión de las cuatro personas es más aburrida que alguna otra reunión en la que están las demás personas sólo hay una manera de saberlo: mirar en Facebook la ‘selfie’ que acaba de subir el amigo que está en la otra reunión y que parece mucho más divertida que el lugar en donde estamos nosotros. Sin embargo en esa otra reunión que está aconteciendo digitalmente para nosotros, la persona que sacó la ‘selfie’ está pensando que la verdadera fiesta está en otra parte y busca en el Instagram de otro amigo dónde está la alegría que se está perdiendo. Vivimos gracias a Internet en la era en la que como lleva el título de una de mis novelas favoritas de Kundera “La Vida Está En Otra Parte”. Estamos en todos lados al mismo tiempo y en consecuencia en ningún lado del todo. Vivimos creyendo que la vida realmente está sucedido en otra parte y es Internet quien sabe dónde es ese lugar. Por eso nos cuesta tanto concentrarnos al rezar. Nos hemos desacostumbrado a tener la atención en un solo lugar por un par de horas. Nos aburre.

Este tal vez sea el motivo por el cual el espectacular libro What We Now Know About Jewish Education dedica los primeros 5 ensayos a analizar el impacto de Internet sobre el desarrollo de la educación judía en los últimos 30 años. Y aunque hay muchas cosas que han cambiado, creo que sin dudas Internet ha funcionado como un igualador de la sociedad afectando profundamente la constitución no solo de la humanidad sino particularmente del pueblo judío. Las plataformas digitales nos nivelan a todos por igual. En Internet todos los judíos de diferentes formas, tamaños y colores que en una misma habitación descubriríamos que nuestros entendimientos sobre la tradición y lo que significa ser judíos es increíblemente diferente al punto tal de reconocer estar viviendo judaísmos totalmente opuestos, estamos juntos navegando en las mismas aguas: Facebook, WordPress, Twitter, Whatsapp, Skype, etc. Internet como una totalidad nos nivela e iguala como comunes criaturas frente a nuestro creador digital. Siempre agrego que lo que más me sorprende del impacto de la tecnología es cómo los movimientos más ortodoxos judíos que uno pensaría intentan mantenerse al margen de las nuevas corrientes mundiales en una suerte de teología o visión del mundo que es fundamentalmente “anti”, han copado Internet mucho más que cualquier otro de los movimientos liberales (escribí sobre este tema hace un tiempo en la publicación Los Judíos Ortodoxos son los que más tiempo y dinero invierten en Internet). Incluso hay sitios en Internet que ayudan a familiares ortodoxos que están ‘enfermos de Internet’ (https://guardyoureyes.com/spanish/). Internet nos une en nuestras diferencias e interpretaciones judías. Nos permite ver qué pensamos los unos de los otros. Yo sigo muchos blogs y páginas de judíos con los que estoy casi en absoluto desacuerdo con todo lo que escriben pero justamente por eso los sigo, ¡para aprender de ellos también!   

 

El efecto de Internet en la educación judía

La comunidad hoy se encuentra atrapada en dos polos: la percepción que hay una crisis en la continuidad que está derritiendo las formas tradicionales de entender y practicar el judaísmo (lo que podríamos llamar el complejo de “la asimilación”); y simultáneamente un crecimiento importante en las nuevas generaciones que están intentando descubrir qué significa ser un judío en el siglo XXI con Internet como denominador común de la humanidad y pensando en qué grado esta era representa continuidad o discontinuidad de los patrones heredados. Estos dos polos se complementan potenciando a los educadores judíos quienes contemplan constantemente ambas facetas de la constitución judía en la actualidad. Tenemos un crecimiento en nuevas generaciones que retoman nuevamente las prácticas tradicionales judías con un mayor interés por estudiar Talmud, observar Shabat y aprender sobre las prácticas milenarias judías. Al mismo tiempo surgen nuevos programas para recrear la identidad judía en plataformas como YOK, Birthright y la apertura que ofrecen los establecimientos Hillel en los cuales las diferencias entre Ortodoxo, Conservador, Reformista, etc. son pasadas por alto como algo que no debe desarmar sino unir.

Algunos cambios de la modernidad están presentes en los programas educativos judíos de los últimos 30 años (particularmente el rol de las mujeres judías en la historia y la concepción del Estado Moderno de Israel). Sin embargo gran parte de lo que se enseña hoy es similar a lo que se enseñaba 30 años atrás. Pedagógicamente la educación judía ha pasado por alto la revolución tecnológica hasta hace apenas unos 5 años donde ha habido un auge inaudito de apps que permiten tener un Talmud en el iPad o la Tora completa cantada con la cantilación apropiada en el iPhone. Mi iPad tiene aplicaciones que cuentan el Omer, me permiten calcular cuanto tiempo debo esperar antes de volver a tomar leche luego de haber comido carne, un listado de bendiciones correspondientes con cada alimento en caso que de golpe no recuerde si lo que voy a comer es un fruto de la tierra o un árbol, una lista de pescados que son kasher en varios idiomas diferentes (cuando uno vive en Asia no alcanza con saber los nombres en español o inglés solamente), un calendario hebreo que me notifica constantemente de los días, festividades, yahrzeits (aniversario de seres queridos que ya no están) y por supuesto un Sidur completo junto a clases de hebreo. Y esta es tan solo una pequeña lista puesto que hay cientos de aplicaciones más que están siendo desarrolladas al mismo tiempo que escribo estas palabras. Miren por ejemplo el nuevo emprendimiento de www.sefaria.org compilando todos los textos tradicionales online en versiones en hebreo e inglés en paralelo con los comentarios rabínicos antiguos, medievales y modernos al margen. ¡Realmente una joya!

Pero no todos están tan a favor de este desarrollo. Y es comprensible. Pretender que una tradición educativa de 3500 años vuelva a definirse a la luz de los cambios ocurridos en los últimos 30 años en el mundo no es fácil. Los judíos sabemos que nuestra verdad profunda transciende las plataformas y los cambios tecnológicos. Hoy es Facebook, mañana Twitter, pasado es Pinterest. Pero la Tora atraviesa todas estas modas tecnológicas. Al mismo tiempo no podemos dejar de aceptar que Internet nos ha ofrecido nuevas modalidades de estudio en las cuales la tradición judía que ha estado por miles de años orientada a la escritura y la lectura ahora también se renueva en podcasts, videos y webminarios: plataformas de aprendizaje que son sensibles a las inteligencias múltiples cautivando a estudiantes que no disfrutan de leer pero si de mirar un video o escuchar una clase.

 

Las consecuencias de Internet, Google y la Web 2.0 en el judaísmo

Si tuviéramos finalmente que enumerar algunas consecuencias del impacto de Internet en nuestra manera de entender el judaísmo notamos que:

La información abunda pero no es fácil evaluarla

El sueño de la tradición rabínica se ha finalmente logrado. Internet ha logrado democratizar la información judía y hoy realmente no hay excusas para no educarse. Hay cientos de páginas de rabinos de todos los espectros que comparten su sabiduría en forma abierta con toda la humanidad sin importar las creencias de cada persona que llega a su páginas (aquí hay tan solo una pequeña lista de un número que crece día a día: Los mejores 19 sitios para aprender sobre Judaísmo y Tora en español). Esto ha logrado finalmente transformar el rol del rabino y el educador en sí mismo quien ya no es un “sabio en el escenario” sino un “guía que acompaña”. Antes la gente debía pelar las capas de entendimiento que poseía el maestro para poder acceder a la información. Hoy la información está por todos lados y lo que buscamos desesperadamente no es data sino metodología. Necesitamos que los educadores nos ayuden a configurar un método de aprendizaje puesto que la información está desbordada. Los educadores ya no tienen un monopolio de información en determinar qué hay que leer y que no cuando Amazon invita a cualquier lector a dar su opinión sobre cualquier libro logrando que gente que no es “experta” aumente o disminuya el valor de una obra logrando incluso que otra gente confíe mucho más en la opinión pública que la de los «expertos».

Los usuarios esperamos obtener lo que queremos determinando cómo lo queremos y esperando que sea lo más barato posible (por no decir gratis)

Internet ya no es la era industrial de producción masiva. Hoy todo es personalizado. Cualquier de nosotros sabe que lo primero que hace con cualquier nuevo aparato digital es personalizarlo: le ponemos las aplicaciones que a nosotros nos gustan, las ordenamos según nuestro criterio, cambiamos el fondo de la pantalla y así sentimos que somos dueños de nuestro propio mundo (¡que es tan solo un teléfono!). Nos gusta determinar qué queremos y cómo lo queremos. Sin embargo la mayoría de los paquetes educativos judíos no funcionan porque lo que proponen es un modelo de “llévate lo que te damos en donde nosotros te lo ofrecemos”. Hoy la gente no quiere eso sino que quiere un curso como lo imagina y armado a su medida. Por supuesto que el modelo de personalización educativo es mucho más complejo e incluso es un desafío brutal para cualquier institución judía. Ninguna institución puede sobrevivir basada en patrones intermitentes ¿Es realmente una buena educación judía darle a los estudiantes exactamente lo que quieren? La mayoría de los educadores judíos dirían que no. Para muchos en la tradición judía el saber está dando de antemano y cada nueva generación debe ser formateada con el programa adecuado y no otro (¡no sea cosa que entre un virus como el academicismo y los saque del sistema apropiado!).

Pero las nuevas generaciones ya no pensamos así. Para nosotros lo que define nuestro ser es la capacidad de ser auto-gobernados. Para las nuevas generaciones lo correcto es elegir y lo incorrecto es no tener la capacidad de elegir. Lo vemos desde la tensión entre los gobiernos totalitarios y los democráticos hasta la metáfora de iTunes o Spotify donde ya nadie compra un album de música entero sino que arma su propio playlist y le carga la música que le gusta. Podemos criticar todo lo que queramos lo mal que está este modelo para los judíos y cómo en esencia el problema de la modernidad es “el Ser que se Auto-Gobierna” y decide qué es lo bueno y qué es lo malo para el o ella. Pero no vamos a ganar mucho criticándolo porque la metáfora del judaísmo al estilo playlist ya está instalada y hoy cada judío elige libremente armar su propia lista: me llevo esta costumbre ashkenazi con esta melodía sefardí, le agrego una teología jasídica pero no mesiánica, condimento con una pizca de sionismo religioso y finalmente un chorrito de aproximación tanto tradicional como académica hacia los textos heredados. Y hacemos esto porque creemos que es lo más normal del mundo elegir y armar nuestro propio judaísmo. No hacerlo nos suena a dictadura impuesta por un otro.

El aprendizaje es multi-sensorial

En un mundo donde el diseño gráfico ha pasado a un primer plano y nos asombramos cada día más con lo que las computadoras pueden hacer en las películas (los dinosaurios de Spielberg ya parecen una reliquia digital), el tradicional modelo judío de sentarse a leer un texto esta tambaleando. Mis alumnos hoy aprenden sobre historia medieval jugando al Assassain’s Creed o al Civilization. Están acostumbrados a que el aprendizaje incluya no solo sonidos, imágenes, texto y efectos especiales sino que incluso ellos y ellas puedan jugar con el contenido manipulando los acontecimientos de información que les son presentados. Como judíos estamos orgullosos de ser El Pueblo del Libro pero el aprendizaje ya no viene solamente en el formato de letras. Y si bien no estamos listos para abandonar el estudio tradicional de textos por el mundo interactivo de juegos, avatares y complejos escenarios tridimensionales, la educación judía va a tener que ajustarse a un mundo multi-sensorial en donde la experimentación educativa se está convirtiendo en la norma mucho más allá del pensamiento reflexivo a través de la lectura de un texto. 

En unos días comenzaremos otra maratón espiritual que Dios mediante renovará nuestras vidas para un nuevo año que en este mundo avanza exponencialmente. ¿Podrá la educación judía desarrollar plataformas dinámicas de aprendizaje? Parafraseando a Unetane Tokef ¿Qué aplicación morirá y cual vivirá otro año más? ¿Qué blog desaparecerá por dejar de ser relevante y cual otro surgirá? Me he enfocado mucho en cómo la tecnología ya nos ha cambiado y estoy convencido continuará haciéndolo con las generaciones que siguen. Tenemos que tomarnos muy en serio la idea que el mundo realmente ha cambiado y la educación judía aún no ha logrado ponerse al día. El desafío es que el judaísmo siempre debe luchar por ese balance entre actualización y preservación.

Con el comienzo de un nuevo año debemos pensar que teshuva (retorno) no se trata de ‘volver a un saber pasado rechazando lo novedoso’ sino encontrar ese delicado equilibrio que continua haciendo de lo antiguo algo novedoso y de lo novedoso algo sagrado. Gracias a Internet nos encontramos en una era que nos ofrece la posibilidad de realizar las antiguas visiones de nuestros antepasados: que el judaísmo no esté en otra parte sino en todos lados. Y estar en todos lados tiene el potencial de acercarnos y al mismo tiempo convertirnos en algo irrelevante que sobra y que no consigue movilizar a nuevas generaciones.

Al fin de cuentas la misión es la que definió el Rav Kook hace ya un siglo atrás: renovar lo antiguo y santificar lo nuevo.   

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Acerca del Autor

 Hola, soy Diego Edelberg, el fundador del blog Judios&Judaismo.com. Me apasiona todo lo relacionado con la música, el judaísmo, la interpretación, la educación, la mitología, la filosofía, la religión, la ciencia, la historia, el arte, la física, la cosmología, la evolución, la sociología, la epistemología, la metafísica, la cabalá y en especial aquello que resulta contradictorio, paradójico y absurdo. Para conocer más sobre mi y de qué se trata mi blog visitá la sección Acerca del Autor

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