Al final de la publicación anterior les comenté sobre una idea increíblemente radical del judaísmo. Esa idea es que pese a las contradicciones que esto supone, para la tradición judía Dios no “trabaja” en soledad sino que Dios depende de los seres humanos para manifestar su poder absoluto. Por supuesto que la pregunta que se impone es ¿acaso Dios no es perfecto? y la respuesta es sí, Dios es perfecto y no requiere de nada ni de nadie. Pero como hemos visto ya en repetidas oportunidades, los judíos convivimos con una imagen o metáfora de Dios que es extremadamente ambigua. En la teoría el poder de Dios es absoluto; en la práctica se encuentra aún reprimido. Al final de los tiempos el poder total de Dios va a hacerse manifiesto con la redención Universal, Nacional e Individual; pero hoy, aquí y ahora, en el tiempo histórico permanece dormido. Dios es (o puede ser que sea) el redentor final, pero el despliegue total de esa redención yace en el futuro.
La representación más clara de esta teoría que insiste en que Dios nos necesita fue articulada por el cabalista judío más importante que jamás haya existido: Isaac Luria. Luria enseñó Cabalá a toda una generación de judíos que se encontraban terriblemente decepcionados ya que habían sido expulsados nuevamente de otra parte del mundo, en este caso de España, luego de haber vivido allí por varias generaciones. Estos judíos volvían a experimentar el sabor amargo del exilio y la sensación que el mundo y el tiempo que ellos habitaban se encontraba realmente fallado. Recuerden que también les comenté que todas las teorías sobre el fin de los tiempos (y la judía no difiere tampoco en esto) surgen de un problema o impulso central: la idea que las cosas del modo que están hoy presentes se encuentran seriamente falladas o son imperfectas.
Luria logró inyectar esperanza en toda su generación presentando por primera vez en la historia una nueva y revolucionaria narrativa mitológica sobre el sentido de la historia, Dios y el pueblo judío. Su narrativa tejía las nociones básicas del judaísmo rabínico con las tradiciones del misticismo o la Cabalá que habían visto la luz en forma masiva unos 300 años antes. Es imposible resumir en una publicación todo el sistema cabalístico de Luria, pero la esencia de su pensamiento parte de la noción central que desde el comienzo mismo de la Creación, la Creación misma de Dios salió mal o fallada.
Según Luria Dios creó el mundo emanando de Su propia esencia, utilizando (por decirlo de otro modo) a Dios mismo como materia. El plan era que esta emanación divina iba a estar contenida en “vasijas” que Dios mismo había creado para que contengan Su esencia permitiendo que el mundo y Su Creación emergieran así en forma estructurada y ordenada. Pero algo salió mal en este proceso…las “vasijas” no fueron lo suficientemente sólidas como para contener la emanación de Dios y se quebraron generando un evento catastrófico. De ese modo todas las chispas del impulso creativo de Dios se esparcieron a lo largo de todo el cosmos.
El resultado final de este mito sobre la creación es totalmente opuesto al de la Biblia. En la Biblia Dios crea un mundo completamente ordenado en 7 días y todo es literalmente bueno. Pero en el mito de Luria el mundo nace fallado, emerge desde el inicio de la historia en forma imperfecta o rota y ¡el culpable de todo esto es el mismo Dios!
Si ya nos resulta asombrosa la idea de culpar a Dios por haber creado un mundo fallado (que en consecuencia lo hace también responsable de la existencia del mal) Luria no se detuvo ahí sino que dio un paso más en su teoría. Como la Creación surgió de la emanación que constituye la esencia del mismo Dios, con todas sus fallas, esta emanación es por lo tanto una parte de Dios. Por este motivo si existen fallas en este mundo son las fallas de la mismísima esencia de Dios. En palabras más simples: ¡el mundo esta fallado porque Dios también lo está!
Pero el mito no podía terminar así porque el objetivo era volver a inyectar esperanza y sentido. Luria lo logró en forma extraordinaria. Primero argumentó que había dos facetas que hacían a la Unidad de Dios. Por un lado estaba la esencia de Dios en su estado más íntegro, trascendente e inalcanzable para los seres humanos. Esta esencia era eternamente incomprensible y oculta. Cuando decimos que Dios es Dios y nosotros somos humanos estamos utilizando esta faceta de Dios. Esta faceta está escondida y nunca podremos alcanzarla porque si así lo hiciéramos seríamos como Dios y eso es un absurdo. Esta faceta Luria la denominó Ein Sof (literalmente Sin Fin o lo Infinito). Por otro lado Dios tenía una segunda faceta relacionada con lo que se manifiesta en forma visible de la Creación. Esta segunda faceta Luria la denominó Shejiná (literalmente Presencia). Estas dos facetas eran el producto de la catástrofe primordial de la «Creación fallada» según el mito de Luria. En el momento que las cosas salieron mal la Unidad de Dios se dislocó haciendo que esa Unidad se rompa en dos partes: Ein Sof por un lado y la Shejiná por otro lado. Así la Shejiná misma se había exiliado porque si Israel estaba en el exilio también lo estaba Dios.
Finalmente Luria agregaría el mito de la Redención. El mundo necesita ser reparado de su Creación fallada original y en forma increíble Dios necesita lo mismo. La responsabilidad de corregir a Dios y al mundo recae ni más ni menos que sobre el pueblo de Israel. Y el medio necesario para realizar dicha tarea es realizar mitzvot o mandamientos. Cada mitzva que un judío realiza en este mundo (siempre que ésta sea acompañada con la intención apropiada) acerca la redención y repara el Universo, la Nación y al Individuo. Como el mundo y Dios forman un sistema cósmico completo, a medida que reparamos el mundo también reparamos la Unidad de Dios que se ha roto en la dislocación original de la Creación. Nuestra tarea de acuerdo a la Cabalá es liberar y restaurar a la divinidad viviendo ética y espiritualmente. Solo así elevamos las chispas rotas produciendo un tikkun, una “reparación” del cosmos.
Rafael dice
Buenos día Diego, os deseo lo mejor a los tres:
Mis comentarios son:
No es que Dios necesite de los seres humanos para manifestar su poder absoluto, sino que Dios quiere que los seres humanos aprendan de pensamiento, palabra y obra a hacer solamente el Bien. Porque actúan LIBREMENTE en el Amor de Dios, y mirando que Dios está en el hermano. Esta es la principal educación que Dios nos da.
La teoría del Fin de los Tiempos parte de que el mundo es imperfecto, y quizás si la humanidad no cambia, termine con un Apocalipsis. Esta sería la teoría aplicable en el ámbito de la Tierra. Pero exite otra aplicable en el purgatorio o Sheol, en donde a nivel individual, Navional y Universal no se acaba el Sheol hasta que todo termine Bien. Si no te tienes que seguir depurando.
Leo la argumentación de Luria de la siguiente forma: si Dios nos da una Creación perfecta, donde todo está bien y donde todo esta hecho, aprenderíamos como humanos muy poco, todo estaría bien hecho. Si nos da una creación imperfecta, y nos dice donde tenemos que llegar, la humanidad aprenderá lo bueno y como vencer lo malo. Creo que esto es lo que quería reflejar Luría.
La idea del Redentor existe en el Cristianismo: es el Cuerpo Místico de Cristo el que en el Purgatotio o Sheol nos purifica, enseñándonos a vivir como dice Luria : «restaurar la divinidad interior de cada uno, viendo ética y espiritualmente».
Un abrazo a todos
Rafa.
Diego Edelberg dice
Gracias Rafa por tu interpretación y por agregar una perspectiva cristiana que ignoraba.
Saludos
Roberto Sáez dice
Diego
En Génesis 1:2 dice: «Y la tierra estaba desordenada y vacía» Hay versiones que dicen: «y la tierra se volvió desordenada y vacía». Si se volvió vacía, es que primero estaba llena y por lo tanto ordenada ¿Quién la desordenó? Dios es un Dios de orden no pudo ser El quien la desordenó. Ese alguien fue el ángel caído del cual se habla en Ezequiel 28.
Para comprender esto, es necesario reflexionar sobre el origen del mal, ya que el mal existe y no se origina en Dios; Dios no puede fallar ni estar fallado.
En el reino de los cielos, el ángel principal, jefe de la hueste angelical, quiso usurpar el trono de Dios y sentarse en el trono del universo. Era un ser perfecto y acabado en hermosura; desde que fue creado, estuvo al mando de los ejércitos celestiales.
Dios siempre comunica lo que va a hacer en el futuro a los que le sirven. Dios reveló que en el futuro, compartiría su reino, su vida, su gloria y su imagen con un ser llamado HOMBRE. ¿Cómo lo sabemos? La biblia no lo dice expresamente, pero sí implícitamente.
Esta noticia causó incomodidad en aquel ángel. Podemos suponer que pensó en sí mismo ¿Qué será de mí y de los que están conmigo? !Nosotros hemos servido a Dios y en el futuro Dios compartirá su vida reino, gloria e imagen con el ser humano¡ ¿y nosotros qué? ¿Cuál será nuestro lugar? ¿por qué con ellos y no con nosotros? La envidia, los celos se hallaron por primera vez en una criatura de Dios. Este fue el mal que fue encontrado en el ángel principal y este mismo mal es el que la serpiente proyectó en Adán y Eva en el huerto del Edén: Querer ser como Dios. No estar subordinado sino someter a otros a la subordinación.
Este es el origen del mal de acuerdo con la interpretación bíblica de los cristianos; no se si los judíos la comparten.
¿Por qué Dios no impidió el mal? El hizo criaturas libres, con voluntad; no marionetas.
Dios permite el mal y usa el mal para su propósito: Se ha tomado su tiempo, y ha prefijado el orden de los tiempos en eras o edades donde va colocando su mano, interviniendo y tejiendo los hilos de la historia hasta el desenlace final en que reinará con sus redimidos eternamente.
¿A quién culpar del mal o las fallas del ser humano? Un ejemplo: Si una persona comete un crimen, caerá a la cárcel, allí estará muchos años y su familia padecerá las consecuencias; niños inocentes y una mujer que estará abandonada. ¿Podríamos culpara las leyes establecidas por la nación? No. La falla no está en la ley que condena el crimen; está en el criminal.
De este mal moral es que Dios nos ha redimido por medio del Mesías según Isaías 53, esto solo se pudo cumplir en Jesucristo, el Mesias individual, porque el Mesías colectivo que sería Israel, no cumplió ni quiso cumplir su misión. En los pasajes proféticos referentes al «siervo sufriente» en isaías, podemos comparar y distinguir a los dos Mesías: Israel como nación y el Mesías como individuo.
El bien y el mal, están prefijados para los seres humanos en la respuesta que tengan hacia el Mesías.
La redención es una obra perfecta y acabada en Jesucristo en cuanto al alma; en el tiempo final se realizará la redención del cuerpo.
El mal natural, las catástrofes de terremotos y sunamis, ¿de quién es la culpa? Podemos decir que Dios ha usado el mal natural para castigar la soberbia del mal moral de los hombres como Sodoma y Gomorra. No obstante los gobiernos, que sabiendo cuál ha sido el comportamiento de la naturaleza permiten construir casas y edificios en lugares de erupciones volcánicas, están buscando la desgracia a sabiendas. Otros que construyen casas a la orilla de la playa caen en el mismo error.
El mundo no tiene vuelta; irá de mal en peor, el intento de salvar a los hombres, es salvarlos del mal que hay en el mundo, pero el mundo en sí está perdido y cada vez se nota más su perdición.
De Israel, se espera que al final un remanente sea salvo y de los cristianos también, lo que le viene al mundo son los juicios de Dios, según Isaías 24