(Duración 18:04 – 17.3 MB)
Al final de la publicación anterior les comenté que para terminar de entender quién es Maimonides y cuál fue su contribución íbamos a explorar dos textos y comparar la posición de Maimonides por un lado con la de Yehuda Halevi por otro lado.
Mi objetivo es poder mostrarles ahora cómo Halevi y Maimonides (siendo ambos hijos de una misma cultura judía) entendieron en forma totalmente diferente la figura de Abraham el patriarca. Ustedes mismos podrán ver un contraste tan increíble que les permitirá entender la polaridad entre estos dos judíos medievales y en extensión en muchos judíos hasta el día de hoy.
Y para hacer esto entonces, vamos a explorar dos textos, uno escrito por Halevi (espero que recuerden lo que hablamos de Halevi en las publicaciones anteriores) y luego otro escrito por Maimonides. La belleza de estos textos es que ambos están hablando del mismo tema. Ambos textos se dedican a la figura de Abraham el patriarca.
Tanto Halevi como Maimonides reflexionan en sus textos en la figura de Abraham en lo que ellos consideran el símbolo y arquetipo ideal del judaísmo. Hablamos de la figura de Abraham como el padre de las religiones monoteístas y en especial como el “primer judío” que abraza la idea de un solo Dios.
Así que ahora voy a leer algo escrito por Yehuda Halevi.
Este fragmento pertenece al IV Libro del “Libro de los Jazaros” (el Sefer Ha Kuzari) que mencionamos en nuestra publicación anterior. El texto que voy a leerles se encuentra en medio de una discusión más grande pero en el contexto que vamos a ponerlo van a poder entenderlo claramente.
Si recuerdan el Libro de Halevi comienza con la historia de un Rey que en la búsqueda de la Verdad que se le revela en un sueño interroga a un filósofo, un cristiano un musulmán y un judío para encontrar el sentido de ese sueño (nuevamente para más información sobre el contexto del libro que estamos hablando les recomiendo que vuelvan a escuchar la publicación anterior sobre Halevi).
Halevi escribe:
…Abraham llevó su carga honestamente: su vida en Ur Kasdim, la emigración, la circuncisión, la separación de Ismael y la angustia del sacrificio de Isaac porque la influencia divina había llegado a él a través del gusto pero no a través de la razón. Abraham sintió que ni el más pequeño detalle podría escapar de Dios y fue recompensado rápidamente por su piedad y fue guiado en el camino correcto hasta el punto de que lo hizo todo en el orden dictado por Dios. ¿Cómo podía hacer otra cosa que despreciar su anterior racionalidad? Los sabios explican el versículo: «Y lo llevó fuera (Génesis 15:5)», para hacerle entender que debía ¡dejar el horóscopo o la astrología! Es decir que Dios le ordenó que abandonara sus investigaciones especulativas mirando las estrellas y otros asuntos similares y siguiera fielmente el objeto del que había gustado, como está escrito: טַעֲמוּ וּרְאוּ, כִּי-טוֹב יְהוָה/ Gustad y verás que bueno es Adonai” (Salmo 34:9)
Esta descripción de Halevi es muy interesante. ¿Quién era Abraham para Halevi? Abraham según Halevi era un hombre que había sido un filósofo y había realizado especulaciones racionales sobre Dios hasta el día que obtuvo una revelación y abandonó toda especulación racional. Abandonó la astrología, la astronomía, las ciencias, la filosofía, la especulación y el pensamiento racional para poder relacionarse con Dios a través del gusto. ¿Qué significa esto de gustar de Dios? La palabra hebrea que Halevi cita del Salmo 34 es tam que podemos traducir al español como “saborear, probar o degustar”.
Ahora cuando uno habla de saborear, probar o degustar a Dios claramente estamos haciendo hincapié en una relación física con Dios. Lo que indudablemente Halevi hace es sacarnos de ese tipo de Dios cerebral y filosófico y nos empuja hacia un Dios más visceral, un Dios que estamos “tocando”, sintiendo o saboreando. Tocar, sentir, degustar o saborear son acciones muy diferentes de especular o pensar acerca de Dios. En otras palabras lo que Halevi hace es poner la relación con Dios en un plano mucho más místico, mucho más experimental en oposición a un Dios racional o metafísico. Por supuesto que todo esto tiene coherencia con lo que dijimos de Halevi en la publicación anterior que nuevamente insisto que escuchen si no lo hicieron para que todo esto les cierre aún mejor.
Pero es muy interesante por parte de Halevi elegir esa frase del libro de los Salmos en el cual “sentimos, probamos, saboreamos o incluso podemos degustar” como medio para relacionarnos con Dios.
En definitiva esta es la figura de Abraham y su relación con Dios según Halevi y es el ideal que debemos seguir para relacionarnos verdaderamente con Dios. Para Halevi no debemos buscar a Dios a través de la razón o la especulación filosófica sino a través del sentimiento. ¿Y de quién aprendemos eso? Ni más ni menos que de Abraham el patriarca del pueblo judío.
Ahora quiero que vean cuán diferente es la figura de Abraham según Maimonides.
Y para eso voy a leerles nuevamente un fragmento del mismo libro que leímos al comienzo de la publicación anterior, el «Sefer HaMadá» (El Libro del Conocimiento) que trata sobre los conocimientos básicos y principales de la Tora y sirve como introducción al Mishné Tora que es su propio código sobre la Ley Judía.
De esta introducción quiero enfocarme ahora en una sección titulada Hiljot Avoda Kojavim (literalmente “Las Leyes sobre la idolatría de las estrellas).
El texto que voy a leerles es del Capitulo 1 Halajá 3.
Después que Abraham fue destetado, comenzó a explorar y pensar. Aún cuando era un niño comenzó a pensar [sin cesar] durante día y de la noche preguntándose: ¿Cómo es posible que la esfera gire sin que nadie la controle? ¿Quién está haciendo que gire? Ciertamente ella no es la causa que la hace girar en sí misma.
No tenía ni maestro, ni había nadie que pudiera informarle. Más bien, estaba sumido en Ur Kasdim entre estúpidos idólatras. Su padre, su madre y toda la gente alrededor de él eran adoradores de ídolos y él los adoraba por costumbre. [Sin embargo,] su corazón estaba explorando y comenzando a comprender.
Finalmente entendió el camino de la verdad y la justicia a través de su exacta comprensión. Se dio cuenta de que había un único Dios que controlaba la esfera, que este Dios había creado todo y que no hay otro Dios entre todas las otras entidades.
¿Pueden ustedes ver el Abraham que se imagina Maimonides? Solo piensen que según Maimonides, luego que Abraham había sido destetado su mente ya comenzaba a reflexionar. Maimonides se imagina a un Abraham que en “pañales” comienza a meditar y hablar sobre las órbitas celestiales y hace astronomía y pensamiento racional.
Ésta es la imagen que Maimonides tiene de Abraham. Ésta es la esencia de la vida para Maimonides. Reflexionar, especular y alcanzar la verdad a través del pensamiento lógico.
Noten que maravilloso contraste tenemos aquí. Abraham es considerado en la tradición judía no solo el patriarca sino el prototipo y modelo a seguir de judío ideal.
Para Halevi ese Abraham nos enseña que el modelo a seguir debe ser el de alcanzar la Verdad saboreando, probando o sintiendo a Dios. Pero Maimonides -basándose en el midrash rabínico que Abraham de niño reflexiona y destruye todos los ídolos que tenía su padre y abandona su ciudad natal- nos dice que el modelo de Abraham que debemos seguir es el de la reflexión y el pensamiento racional. Debemos convertirnos en seres filosóficos desde niños según Maimonides para reflexionar y poder presentar un sistema racional del modo que lo hizo Abraham el gran patriarca para alcanzar así la verdad más elevada.
Esta es tal vez la forma más simple en la que podemos contrastar estas dos polaridades. Halevi como el judío que nos dice que la esencia de la fe religiosa y del judaísmo debe ser alcanzada a través del sentimiento (probando y saboreando a Dios) y por otro lado Maimonides que nos dice que la esencia de la fe religiosa es la especulación y el pensamiento racional de carácter filosófico con el objetivo de “alcanzar” a Dios a través de las ideas y la mente.
Otra manera para definir la esencia del ser judíos según estas dos polaridades es viendo la interacción que ambos tienen con el mundo que los rodea. Podríamos así definir a Halevi como el “judío cerrado” que cree que para encontrar la esencia de su identidad judía debe solamente buscar en la Tora, las mitzvot o mandamientos, el momento de la revelación en el Monte Sinaí y reflexionar solo dentro de la propia tradición judía y sus textos sin preocuparse por lo que piensa o hace el mundo no-judío. Por otro lado podríamos definir a Maimonides como el “judío abierto” que cree que el judaísmo cobra vida cuando uno puede conectar y relacionar su propia estructura interna con el mundo circundante haciendo conexiones y correlaciones entre diferentes tradiciones, culturas e ideas. Maimonides por ejemplo toma lo mejor del pensamiento aristotélico y lo usa para tratar de entender el judaísmo en una forma mucho más profunda. Recuerden lo que dijimos al principio: para Maimonides el grado más elevado es el que se alcanza cuando uno puede filosofar sobre el texto judío y no solo leerlo y tragárselo porque la tradición manda, sino hacer el esfuerzo para entender su esencia y su estructura intelectual. Y eso es lo que Maimonides hizo a lo largo de toda su vida. Maimonides nos enseñó que es parte del judaísmo tomar las nociones que no son propias de la tradición (sino de la cultura que nos rodea, sea cual sea dicha cultura) y relacionarla y utilizarla como un medio para repensar la tradición y darle más vida trayendo nuevas comprensiones. Definitivamente esta es la aproximación de Maimonides hacia la identidad y la esencia del judaísmo. Y como dije al principio: Maimonides nos enseña que Aristóteles también tenía cosas importantes para enseñarnos y hoy en el siglo XXI resulta muy triste leer y escuchar a muchos de los rabinos de la actualidad y en especial a los Rabinos Ortodoxos y jasídicos quienes jamas citan a un pensador o filósofo que no sea judío. Y esto es una gran perdida y no una ganancia. Maimonides seguramente lo vería de este modo.
Para cerrar esta publicación debo contarles brevemente que ocurre cuando Maimonides muere en 1204 y eso es que surge un revuelo y una gran controversia con respecto a su obra. Parte de la controversia es que cuando los judíos en el Norte de Europa comienzan a leer en profundidad a Maimonides, es decir cuando los textos de Maimonides llegan a manos de judíos ashkenazim y su tradición interpretativa, estos judíos se dan cuenta realmente cuán subversivo y peligroso puede llegar a ser (hablaremos en profundidad de los judíos ashkenazim a partir de la próxima publicación). Como ya mencioné tenemos incluso un caso 1232 cuando la Guía de los Perplejos fue quemada. El desafío se impuso a los rabinos que continuaron a Maimonides puesto que ahora muchos de ellos tuvieron que continuar con un legado dificilísimo basado en la interpretación del judaísmo en forma filosófica.
La controversia sobre cómo entender a Maimonides se extendió por varios siglos y la realidad es que nunca ha terminado. Pero más allá de este dilema filosófico Maimonides sobrevive y se convierte en un símbolo para la tradición judía debido a su rol como legislador. Como el autor del Mishne Tora, Maimonides se convierte en uno de los judíos más famosos dentro de la historia judía. Incluso si a uno no le gusta Maimonides como filósofo uno debe aceptarlo y respetarlo por haber escrito una obra tan extraordinaria sobre la Ley Judía.
Creo que lo más significativo que podemos decir para cerrar esta publicación en la que comparamos a Maimonides con Halevi, no es solamente la comparación entre las diferentes comprensiones que cada uno de ellos tuvieron sobre la revelación, la razón, la Creación o entre un judaísmo abierto o cerrado hacia fuentes externas a la tradición, etc. sino y principalmente tenemos que ver a ambos como los generadores de dos tendencias muy fuertes que realmente definirán los siglos siguientes. Uno podría incluso argumentar que todo el pensamiento subsiguiente es de alguna manera un eco de este debate medieval entre Yehuda Halevi por un lado y Moises Maimonides por otro lado. Ambos de alguna manera representan esa tensión entre lo visceral y lo racional del judaísmo.
No es una casualidad que luego de la muerte de Maimonides veremos que emerge públicamente la Cabalá, es decir las corrientes místicas del judaísmo, en parte como una respuesta a la racionalidad que se había impuesto por Maimonides y la filosofía. Lo judíos leían a Maimonides luego de su muerte y se preguntaban “¿Este es legado? ¿Esto lo que debemos ser como judíos? ¿Volvernos seres racionales y filosóficos?”. Y justamente el emergente masivo de la Cabalá en el período posterior a la muerte de Maimonides intenta balancear la altísima racionalización que Maimonides había establecido.
Y este fenómeno entre sentimiento y racionalidad lo vamos ir viendo en ciclos que se repiten a lo largo de la historia incluso hasta el día de hoy.
Si ustedes han escuchado mi otra serie de publicaciones sobre el judaísmo Moderno, vemos que con Spinoza, Mendelsohn, los Académicos del Wissenchaft des Judentums -es decir la Ciencia del Judaísmo- y luego con los primeros rabinos Reformistas, Ortodoxos y Conservadores (judíos como Geiger, Hirsh, Frankel y Schechter) llegando hasta Hermann Cohen, todo el hincapié sobre qué es el judaísmo va ir hacia la razón y aquello que tiene sentido racionalmente puesto que los ideales de la modernidad se volverán a ver influenciados por el Iluminismo y la Ciencia Moderna. Pero luego vimos en la otra seria una contra-reacción hacia la razón con judíos como Leo Baeck, Martin Buber, Franz Rosezweig y Heschel quienes se van a dedicar a desarmar nuevamente la concepción que Dios es simplemente una idea fantaseada por la mente humana e intentarán volver a despertar el sentimiento que Dios es como un amigo que te escucha y con el que uno puede tener acceso directo sin necesidad de una especulación racional o de ser un intelectual. Estos judíos volverán a darle esa chispa de irracionalidad positiva que tanto auge tiene en nuestra actualidad con pensadores que dicen que no debemos dejarnos llevar solo por los paradigmas e ideales construidos socialmente o por expectativas que nos imponen sino que tenemos que abrazar al mundo como una totalidad y sentirnos, para ponerlo en términos cabalísticos o místicos, parte de toda la Creación.
Nosotros hoy vivimos en un maravilloso tiempo en el cual somos conscientes de estas dos polaridades y sabemos que para vivir una experiencia plena como judíos debemos siempre sostener ambas tensiones en simultáneo: la experiencia racional junto con la experiencia visceral o sentimental. Ambas constituyen la esencia del ser judío y ambas se encuentran presentes en esa dialéctica heredada de estos dos grandes que fueron Halevi y Maimonides.