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Judíos & Judaísmo

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Estudiemos a Dios: Testigo en Peligro

13/10/2013 por Diego Edelberg 9 comentarios

 

Hay muchas maneras de activar la Presencia Divina en nuestras vidas. Una de ellas es a través de la plegaria. Otra es reconociendo cómo absolutamente todo tiene un pedazo de Dios (ya sea que llamemos a ese todo Energía, Naturaleza, Vida, Fuerza, Unidad, Singularidad, etc.). También podemos encontrarnos con Dios a través del estudio de nuestros textos sagrados. Justamente hay una frase atribuida al Rabino Louis Finkelstein que dice “Cuando rezo hablo con Dios; cuando estudio Dios habla conmigo”.

Y ustedes son Mis testigos – dice el Señor – y yo soy Dios.
Isaías 42:12

Rabi Shimon ben Yojai enseñó “si ustedes son Mis testigos, yo soy Dios. Y si ustedes no son mis testigos, entonces no soy, por decirlo así, Dios”.
Pesikta de Rav Kahana 12:6

La primera parte de esta cita está literalmente tomada de la Biblia. La segunda de una obra perteneciente a la literatura rabínica. Me gustaría mucho que estudiemos juntos este pasaje así que los invito a que dejen sus comentarios:

  1. ¿Qué significa para ustedes la cita de Isaías? ¿Están de acuerdo o desacuerdo?
  2. ¿Cuál es la idea que Rabi Shimon agrega? ¿Están de acuerdo o desacuerdo?
  3. La cita de Isaías, ¿presenta un desafío real para ustedes? Si es así, ¿cuál?

¡Espero ansioso sus respuestas! Buena Semana

Archivado en: Dios de los judíos Etiquetado como: con dios, dios habla, la biblia, rabino, rezo

¿Por qué Dios no redime al mundo, hace resurgir a los muertos o trae al Mesías?

12/04/2013 por Diego Edelberg 4 comentarios

 

Después de haber explorado en las publicaciones anteriores la Redención Universal, Nacional e Individual según la tradición judía, notamos un elemento común a todas estas redenciones: el poder de Dios para redimirnos o salvarnos es totalmente ambiguo. Nadie niega que Dios posee el poder para redimirnos (de hecho nadie podría realmente saber o probar eso en forma absoluta) pero si la Redención solo ocurrirá al final del tiempo que nosotros habitamos y llamamos “historia” entonces en el aquí y ahora ese poder redentor de Dios no se ha manifestado.

Nos encontramos con esta misma paradoja cuando analizamos el Aleinu Leshabeaj. Este poema que recitamos al concluir los servicios religiosos clama al final que llegará finalmente el día en que “Dios será Uno y Sú Nombre Uno”. Como seguimos diciendo esto todos los días lo obvio es que ese evento aún no ha acontecido. Por ende Dios es un Redentor en potencia pero no aún en forma práctica o visible. Un hecho curioso además es que esta cita final del Aleinu Leshabeaj está literalmente copiada del Libro del profeta Zacarías 14:9 (en hebreo Zejariá) y desde el propio contexto histórico en que este texto fue escrito por primera vez los muertos aún no han resurgido de sus tumbas ni “solo” Dios es adorado por todas las naciones del mundo. En otras palabras nada de estas cosas ha sucedido desde el día que el profeta escribió esto alrededor del siglo VI antes de Cristo o de la Era Común hasta nuestros días.

La realidad es que no es la primera vez que nos confrontamos con esta ambigüedad sobre el poder de Dios en nuestras publicaciones. En la teoría el poder de Dios es absoluto; en la práctica se encuentra aún reprimido. Al final de los tiempos el poder total de Dios va a hacerse manifiesto; hoy, aquí y ahora, en el tiempo histórico permanece dormido. Dios es (o puede ser que sea) el redentor final, pero el despliegue total de esa redención yace en el futuro (otras publicaciones sobre este tema: ¿Dios realmente nos protege?, Dios te ama y es justo contigo…¿pero es omnipotente?, La Muerte de Dios – Cómo responderle a un Ateo).

En nuestras plegarias esta misma ambigüedad acontece entre una página y la otra del Sidur (libro de rezos). Luego de recitar el Shema Israel declaramos en la bendición sobre la Redención “Bendito eres Tú que redimió a Israel”. En esta plegaria estamos haciendo un recuento histórico reconociendo a Dios como el redentor pasado que redimió a Israel de la Esclavitud en Egipto. Pero al dar vuelta la pagina del Sidur comenzamos con la Amida (la plegaria central del servicio religioso judío) y ahí Dios deja de ser historia para ser noticia: ¡en la Amida Dios redime en tiempo presente! De pronto deja de ser gaal y se hace goel, es decir que  deja de ser el que redimió y se convierte en el que redime. Incluso la Amida se refiere a Dios como el que “da vida a los difuntos”. Noten que el texto no dice que Dios dará vida sino que da vida hoy, aquí y ahora utilizando el verbo en tiempo presente aún cuando claramente esa resurrección no acontece ni ha acontecido. ¿Por qué no están estos verbos en tiempo futuro sino presente? Nuevamente porque lo que se trata de explicar al que reza leyendo estos textos es que Dios tiene el poder para hacer todas estas cosas aún cuando no las ha hecho. Por eso la utilización del tiempo presente es necesario ya que genera el efecto de la esperanza que si ha sucedido una vez sucederá pronto nuevamente.

Por último se impone una pregunta obvia: ¿por qué Dios no redime de una buena vez?¿Por qué Dios no hace resurgir a los muertos o manda al Mashiaj o Mesías? Y la respuesta no debería sorprenderlos demasiado si han leído mis otras publicaciones sobre Dios como Revelador y Dios como Creador. En ambas dimensiones les comenté que los humanos somos “socios con Dios” tanto en Su Creación como en Su Revelación. La idea increíblemente radical del judaísmo es que pese a las contradicciones que esto supone, la tradición judía cree que Dios no “trabaja” en soledad. Dios depende de los seres humanos para manifestar su poder absoluto. Exploraremos en profundidad esta temática en la próxima publicación cuando analicemos el pensamiento del genio místico que fue Isaac Luria. Pero en conclusión lo que debemos entender es que Dios y la humanidad somos socios tanto en el proceso Creador como Revelador y finalmente Redentor.

Archivado en: Dios de los judíos Etiquetado como: adonai, el redentor, el tiempo, judios, los muertos, plegarias, rezo, shema israel, solo dios

El Verdadero relato de la Creación del Mundo

07/03/2013 por Diego Edelberg 3 comentarios

La mayoría de las personas imaginan en formas diferentes la Creación del mundo. Lo que debemos asumir sin temor es que cada vez que intentemos hablar sobre cómo empezó el Universo vamos a terminar saliendo del reino espacial y temporal que habitamos y conocemos para entrar en otro reino totalmente distinto y desconocido: el de la poesía, el relato imaginario o el mito. Ni la mente humana ni el lenguaje como herramienta descriptiva pueden reducir en términos literales cómo fue que empezó todo.

 

En lo personal me sorprenden los presupuestos que algunos judíos y no-judíos también tienen sobre cómo aconteció la Creación. Así estuvimos analizando en las últimas publicaciones algunos conceptos que asombran a quienes conocen un solo relato de este episodio:

  1. Dios no crea “de la nada” sino que ordena material preexistente.
  2. Cuando hablamos de la Creación bíblica debemos especificar cuál de los dos relatos que se preservan en la Biblia estamos haciendo referencia.
  3. El material preexistente se opuso al ordenamiento de Dios.
  4. La Creación filtrada por los primeros Rabinos al crear la bendición cotidiana que celebra la Creación en la plegaria judía no solo es entendida en forma diferente a la narrada en la Biblia sino que además esta Creación acontece todos los días y en forma constante. Para la tradición rabínica Dios no solo creó sino que sigue creando a cada instante.

La búsqueda obsesiva con el fin de entender cómo empezó todo y cómo va a terminar impulsó a los seres humanos a lo largo de la historia dando como resultado diferentes relatos tanto científicos como religiosos. Si bien algunos científicos pueden sentirse terriblemente ofendidos que su hacer está siendo comparado aquí con el religioso, la realidad es que en lo que respecta al origen del Universo la ciencia solo puede describirnos qué sucedió luego del big bang ya que el big bang en sí o la descripción sobre qué había antes del big bang pertenece como ya dijimos al reino de la poesía y el mito.

Más allá de todos los intentos que hagamos para “volver en el tiempo” usando nuestra imaginación, llegaremos siempre a un callejón sin salida. Detrás de la pared que encierra ese callejón solo hay una cosa: misterio. Pero si bien más allá de esa pared nuestras mentes racionales o lógicas no pueden avanzar nuestro lenguaje e imaginación pueden hacerlo partiendo hacia el reino de lo mítico, lo imaginario y lo poético. Al leer la Creación bíblica o la descripción detallada del big bang estamos funcionando en forma imaginativa o metafórica pero no literal ni científica.

Todos los relatos imaginarios, míticos y poéticos sobre la Creación son verdaderos. Justamente la poesía y el mito son verdaderos porque su relato no es históricamente certero o real sino imaginario. Entendidos tal cual son (simples relatos imaginarios, poéticos o metafóricos) no intentan demostrar un hecho real sino ofrecer «sentido». Y en ese sentido nadie puede negar que son verdad. Así cada relato religioso o científico captura una parte de la Creación. De ambos relatos aprendemos que nuestro mundo mantiene un frágil balance natural e histórico. Aprendemos que nuestro mundo y nuestra vida parece ser un patrón ordenado que por momentos experimentamos también en forma tremendamente desordenada. Por encima de todo esto es innegable que los humanos somos algo especial en este entramado: aparentemente somos las únicas criaturas que escriben sobre el origen del mundo.

Pero hay una diferencia muy importante en el tipo de preguntas y respuestas que buscamos a través del relato científico y el relato religioso. Las respuestas bíblicas no están preocupadas por ofrecernos un listado bien detallado sobre cómo ocurrió todo sino de proveernos sentido a la inexplicable e inconcebible sorpresa de vivir. La religión es un intento muy humilde por parte del ser humano para recuperar el asombro por aquello que resulta misterioso y brindarle a ese misterio una suerte de reconocimiento y en el mejor de los casos agradecimiento.

Para nuestros antepasados judíos Dios nunca fue la conclusión del argumento sino el punto de partida. Para ellos y ellas había un Dios (o una Diosa) en el mundo y ese mundo era Su Obra Maestra. Nuestros antepasados no intentaban comprender a Dios desde su propia experiencia humana (lo cual era el objetivo del racionalismo medieval) sino comprender la propia experiencia humana a través de Dios.

Finalmente podríamos concluir aceptando que el conflicto entre creacionismo y evolucionismo no discute conclusiones sino suposiciones. Y como ya mencionamos, todas las suposiciones son igualmente poéticas, imaginarias y mitológicas. Todas las suposiciones en tanto son Verdad. Tal vez Dios creó el mundo utilizando átomos, partículas elementales o recurriendo a la física cuántica. Sin embargo todas estas cosas también son una construcción de la imaginación humana.

Archivado en: Biblia Hebrea: Tora, Profetas y Escrituras, Dios de los judíos Etiquetado como: antepasados, big bang, dios, el relato, la mente humana, origen del universo, plegaria, rezo

Purim y el Libro de Ester

18/02/2013 por Diego Edelberg 38 comentarios

 

¿Cuál es la mejor broma de Purim

 

 

La festividad más frivolamente profunda

El Libro de Ester que forma parte del TaNaJ es conocido tradicionalmente como meguilat ester (literalmente “Rollo de Ester”). Con certeza podríamos decir que si no existiera el Libro de Ester, Purim como festividad no tendría sentido ni origen. El Libro no solo que ofrece el sentido de la festividad sino que enmarca cómo la misma debe ser celebrada. Como Purim es la única festividad bíblica que no es mencionada en la Tora, el Libro de Ester justifica su existencia y celebración narrándonos una leyenda sobre cómo los judíos son salvados de su archienemigo bíblico.

De hecho leer el Libro (o en su defecto escuchar su lectura) es la observancia principal de Purim. Por eso la historia es leída en forma pública en la noche misma de Purim y en la mañana siguiente mientras se acostumbra a abuchear o hacer ruido cada vez que el nombre de Hamán (el malo de la historia) es nombrado. Al mismo tiempo todo esto sucede mientras la mayoría de los participantes van disfrazados y un poco alcoholizados a escuchar la lectura pública. Sin dudas Purim es una celebración bastante extraña comparado con el resto de las festividades judías: la gente se disfraza, se realiza una recreación teatral de la historia en forma de burla, se estimula el exceso de bebida alcohólica y se vive en un clima general de frivolidad y poca solemnidad en contraste con cualquier otra fecha del calendario judío. El Talmud mismo nos alienta a emborracharnos al punto tal que no podamos distinguir entre el “Maldito Hamán” y el “Bendito Mordejai” (TB Meguila 7b).

 

 

¿Cómo leer la Meguila?

La mejor manera de leer la historia de Ester es leerla como una Comedia. De hecho todo el clima y contexto en el cual es leída nos sugiere eso (¡seamos sinceros, estamos disfrazados y un poco alcoholizados leyendo el texto!). Solo piensen que la historia comienza con una escena de voyeurismo en el cual un grupo de nobles borrachos piden ver a la Reina Vashti usando su corona ¡y según el midrash rabínico la corona es lo único que tiene puesto! (Ester 1:11). Luego la historia sigue con una detalla descripción del harem en el cual las chicas se preparan para pasar una noche en la cama del rey (Ester capítulo 2). Por lo tanto todo el aura que se describe en la corte de la ciudad de Sushan en donde se desarrolla la historia está saturada de sexualidad, alcohol y banquetes típicos del género de la Comedia. Incluso las confusiones entre Ajashverosh y Hamán en los capítulos 6 y 7 nos recuerdan los enredos bizarros y los malentendidos típicos que nos hacen reír en una Opera como “Cosi fan tutte” de Mozart.

Abundan en el Libro de Ester las improbabilidades, las exageraciones, los malentendidos y los “tiros por la culata” haciendo que todo termine saliendo al revés. Por ejemplo hay ciertas cosas que no tiene lógica: la identidad judía de Ester permanece oculta todo el tiempo aún cuando todos saben que ella está relacionada o emparentada de una forma u otra con Mordejai el judío. O por otro lado la idea que una insignificante minoría judía asesina 75,000 enemigos llegando al final de la historia es imposible de creer. Los personajes son caricaturescos al punto tal que el rey Ajashverosh es en realidad un bufón, un rey inseguro y torpe que nunca sabe bien qué debe hacer y está a la absoluta merced de sus ministros.

Analizando los elementos narrativos descubrimos que son bastante clásicos y simples: rivalidad entre cortesanos, una mujer que utiliza sus encantos para salvar a su gente, identidades ocultas que se van revelando y el triunfo de las fuerzas del Bien sobre el Mal. Al mismo tiempo la narrativa toma material prestado de la Biblia misma en la rivalidad entre Saul y Agag el rey de los Amalekitas, quienes son reencarnados en Mordejai y Hamán.

 

¿Es la Meguila históricamente real?

Todos los académicos concluyen que claramente ninguno de los eventos que se narran en el Libro de Ester son reales o verídicos históricamente y por eso el intento de leer el texto como como si fuera una historia que sucedió realmente le quita todo el simbolismo y el sentido. Si bien la escena en la corte de Persia es auténtica (y esa es la maestría del autor del texto) todos los personajes y eventos son una ficción. No existe ningún documento que atestigüe que existió alguna vez una Reina Judía en Persia. Incluso el Imperio Persa fue tal vez el más tolerante de todos con respecto a sus minorías y particularmente la minoría judía. Un edicto para asesinar a toda la población judía por parte de los persas resulta muy poco probable teniendo en cuenta que los persas mismos permitieron que los judíos regresen a la Tierra de Israel luego de la destrucción del Primer Gran Templo por los babilonios e incluso los autorizaron para que reconstruyan el Segundo Gran Templo.

Por si esto fuera poco en el Talmud (Meguila 7a) el sabio Rav cita en nombre de su maestro Samuel que el rollo de Ester no posee inspiración divina. Samuel niega así la voz de Dios en el Libro de Ester quizás porque se sentía incómodo al leer sobre sexualidad y alcohol en una historia del TaNaJ. Cualquiera hayan sido sus motivos para negar la voz o participación de Dios en el Libro de Ester, al hacerlo Samuel rompe la leyenda que todo el TaNaJ es entera y literalmente la palabra de Dios.

 

 

¿Y Dios dónde está?

Pero si hay algo que siempre le ha llamado la atención a todo el mundo incluido los primeros rabinos es la ausencia de Dios o de cualquier observancia religiosa (en la historia no hay plegaria o rezo, no hay restricciones con respecto a las comidas, no hay mención de la modestia típica judía e incluso hay un matrimonio entre una judía con un no-judío). De hecho los primeros rabinos se agarraron la cabeza con la idea que Ester se casaba con un no-judío y decidieron resolver el problema a través del midrash sugiriendo que ella se había mantenido pasiva en la cama del rey o que en realidad el matrimonio nunca había acontecido. Tan curiosa como la historia en si es otro midrash que declara que Esther siempre era servida comida kasher en la corte, lo cual implicaría que se había casado y al otro día declarado que era judía porque sino no se entiende cómo podía ser reina y no comer absolutamente nada. Incluso sigue siendo una intriga que Mordejai y los judíos deciden ponerse de luto y ayunar ante el peligro del aniquilamiento en masa ¡pero se olvidan de rezar! (o al menos el texto omitió ese pequeño detalle).

 

 

La historia más verídica de la experiencia judía

De todos modos debemos rescatar el motivo central por el cual hemos leído esta historia una y otra vez y ha sido importante para nosotros por miles de años. El texto nos conmueve seriamente en lo que respecta al hecho que está dirigido hacia el/la judío/a que vive en la Diáspora, es decir fuera de la tierra de Israel. Leído bajo esa óptica, el Libro de Ester nos revela un principio fuerte de identidad, solidaridad comunitaria y una conexión con la tradición bíblica. Está claramente enfocado para una audiencia que vivía ya en la Diáspora e incluso tal vez haya sido escrito por algún judío que vivía fuera de la tierra de Israel. Pensemos que incluso la salvación final no incluye ni una mención sobre la restitución del Templo o la Tierra de Israel. El texto se preocupa principalmente por los problemas de una minoría, su vulnerabilidad frente a los gobiernos o las fuerzas políticas mayoritarias, la falta de autonomía y la dependencia del favor de la realeza y la perspicacia de los líderes comunitarios judíos para salvar al pueblo.

Pero por encima de todo esto el Libro de Ester sigue resonando en los judíos por la famosa declaración de Hamán en el Capitulo 3 versículo 8: “hay un pueblo mezclado y disperso entre los otros pueblos en todas las provincias de tu reino, cuyas leyes son diferentes de las leyes de todos los demás pueblos y no obedecen las leyes del rey”. La declaración falsa de Hamán se convirtió en el mensaje tipo del antisemitismo que ya debía ser lo suficientemente importante como para resonar en la audiencia original que escuchó está narración por primera vez en la historia.

Al final tenemos un “final feliz”: el Bien triunfa y el mal es erradicado. El Libro bien entendido genera el efecto necesario en el público que aplaude y grita celebrando el triunfo de una minoría traicionada por su archienemigo bíblico. Finalmente se hace de un mensaje serio como el antisemitismo y el asesinato en masa de judíos una simple Comedia. Reflejo tal vez del típico humor judío que lo ha ayudado en los momento más duros de su historia y la conciencia que la espiritualidad y santidad más profunda no necesariamente requieren seriedad sino humor y alegría.

¡Purim Sameaj!

Archivado en: Biblia Hebrea: Tora, Profetas y Escrituras, Calendario Hebreo (Luaj) Etiquetado como: antisemitismo, borrachos, dios, israel, midrash, purim, rabino, rezo, talmud, una leyenda

Mi Dios y Mi Plegaria Personal son Reales pero ¿a qué o a quién le estoy rezando?

15/02/2013 por Diego Edelberg 7 comentarios

 

En nuestra publicación anterior introdujimos un tema central del pensamiento teológico judío: los seres humanos cambian; pero Dios no. Este es el principio que da cierre a la discusión medieval filosófica sobre Dios y es Maimonides quien representa la culminación de este proceso cuando declara en su Mishné Tora que Dios es perfecto, eterno, no cambia ni muta. Además para Maimonides Dios no escucha porque no tiene oídos y ni siquiera ama porque no tiene sentimientos. Aunque nos resulta difícil reconocer esto al momento que uno reza, pide y agradece (puesto que según Maimonides parecería no haber nadie escuchando o preocupándose por nosotros) Maimonides mismo definió la plegaria como algo obligatorio.

Para nosotros los modernos este principio simplemente nos alerta de una limitación que ya somos conscientes: nuestra especulación racional, o mejor dicho nuestras palabras, tienen un límite al querer hablar acerca de Dios. Los humanos somos humanos y Dios es Dios. No tenemos acceso a Dios. No podemos conocer su esencia. No podemos saber cómo opera. No podemos saber qué planes tiene ni por qué elige que suceda lo que sucede. En el fondo no podemos saber nada con absoluta certeza. Y como no podemos objetivamente saber nada acerca de Dios ¿cómo podríamos declarar que Dios cambia de parecer frente a nuestros rezos?

Lo que si cambia son nuestras imágenes y metáforas. Estas pueden cambiar justamente gracias a que Maimonides declaró que son cosas cambiantes mientras que la esencia de Dios no lo es. Para nuestros antepasados Dios era un Papá, un Rey, un Señor o simplemente un Êl. Para Maimonides todos estas designaciones son simples metáforas, palabras que depositamos en lo innombrable e incognoscible. Por lo tanto si nuestras metáforas de Dios son simples expresiones subjetivas de nuestra limitada experiencia humana y si la naturaleza de los seres humanos es de hecho el cambio constante entonces nuestras imágenes y metáforas sobre Dios pueden ciertamente cambiar también. En pocas palabras lo que cambia son las metáforas e incluso a veces podemos llegar a ver estos cambios.

Comienza Shabat y al reflexionar sobre estos temas me pregunto ¿a qué o a quién le estoy rezando? Los dos más grandes teólogos modernos vienen en mi ayuda para lidiar con estas difíciles preguntas:

 

 

Rezar es tomar conciencia de lo asombroso, recuperar el sentido de aquello misterioso que anima a todos los seres, el margen divino en todos los logros. La plegaria es nuestra humilde respuesta a la inconcebible sorpresa de vivir.

Abraham Joshua Heschel

 

 

Como el poder que ordena el mundo y la salvación personal, Dios no es una personificación sino un Proceso. De todos modos nuestra experiencia de ese Proceso es enteramente personal…Aquellos que critican la concepción de Dios como un Proceso argumentan que es reducir la plegaria a una simple forma de “hablarse a uno mismo”. En un sentido eso es verdad pero debemos entender en qué sentido es verdad. Todo pensamiento – y la plegaria es una forma de pensamiento- es esencialmente un diálogo entre nuestro puro ego individual y nuestro ser en representación de un proceso que va más allá de nosotros mismos…

Mordecai Kaplan

 

En el fondo cuando hablamos de Dios no hay correcto o incorrecto. Cuando hablamos con Dios tampoco lo hay. El judaísmo ha vivido desde siempre con ambigüedad al momento de tener que lidiar con Dios. La mayoría de los judíos se imaginan un Dios completamente distinto incluso cuando están rezando juntos en la misma Sinagoga.

¿Dios escucha mis plegarias? Realmente no lo sé. Incluso si me escucha jamás esperaría que me responda del modo que mi esposa me responde cuando la llamo por teléfono. Mi conexión con Dios y mis metáforas de Dios son el producto de una respuesta a mi propia búsqueda personal enmarcada por la tradición judía y mi afirmación continua como miembro primeramente del pueblo judío y en forma más amplia de la comunidad humana como un todo. Mi plegaria es una manifestación de mi certeza absoluta que el pueblo judío al cual pertenezco es importante para la historia y en consecuencia yo también lo soy porque formo parte de dicha narración sin importar cómo me imagino a Dios en cada etapa distinta de mi vida. Al igual que Maimonides tengo muchos problemas para definir a Dios en palabras. Todo lo que digo termina siendo insuficiente para hacer justicia a mi fe y mis creencias. Pero rezo de todos modos todos los días y cuando lo hago generalmente (aunque confieso que no siempre) Dios se hace realidad y evidencia.

Archivado en: Dios de los judíos, Rezo Judío ayer y hoy Etiquetado como: antepasados, comunidad, maimonides, mordecai kaplan, pensamiento, plegaria, rezo

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Acerca del Autor

 Hola, soy Diego Edelberg, el fundador del blog Judios&Judaismo.com. Me apasiona todo lo relacionado con la música, el judaísmo, la interpretación, la educación, la mitología, la filosofía, la religión, la ciencia, la historia, el arte, la física, la cosmología, la evolución, la sociología, la epistemología, la metafísica, la cabalá y en especial aquello que resulta contradictorio, paradójico y absurdo. Para conocer más sobre mi y de qué se trata mi blog visitá la sección Acerca del Autor

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