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Judíos & Judaísmo

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¿Por qué los Rabinos agregaron títulos a las personalidades de la Biblia?

09/03/2014 por Diego Edelberg 5 comentarios

 

Los epítetos de la Biblia

Existen incontables páginas que interpretan los nombres que aparecen en la Biblia y sin embargo hay poco material que nos ayude a entender los epítetos que la literatura rabínica adjudica a muchos nombres de la Biblia. Recordemos que un epíteto es simplemente un adjetivo que resalta las características de un sustantivo (el frío en la nieve, la humedad en el agua, etc.) y su uso es frecuente en ciertos nombres de la historia como Alejandro Magno, Luis el Piadoso o Alfonso el Sabio. 

La naturaleza del estudio y el aprendizaje en el judaísmo no es simplemente la absorción de información sino desarrollar la capacidad para hacer buenas preguntas, aquellas que no pueden ser respondida con un monosílabo (“si” o “no”). Así cuando uno comienza estudiar, una de las primeras cosas que descubre es que los rabinos nos hablan de Abraham Avinu (nuestro Padre), Esav haRasha (el Malvado), Iosef haTzadik (el Justo) y Moshe Rabeinu (nuestro Rabino). Estos adjetivos que no figuran escritos en la Tora se han impregnado tanto en la tradición judía que no es para nada extraño escuchar comentarios como “esto lo aprendemos de Moshe Rabeinu”.

Pero si uno se pregunta cuándo y por qué aparecieron por primera vez estos adjetivos o incluso quién ordenó a Moises como Rabino (ya que los Rabinos no existían aún en la historia) la respuesta no es tan simple y de hecho generalmente levanta miradas de sospecha. Más allá de las buenas intenciones que uno como estudiante puede tener al explorar estos temas, hacernos estas preguntas nos ayuda a entender mejor por qué los Rabinos agregaron esos títulos develando cómo leían ellos la Tora acercándonos así a su propio contexto histórico y lo que les interesaba que se asumiera como interpretación válida.

Comencemos analizando un poco la historia de estos nombres para luego entender los adjetivos que recibieron por los Rabinos.

 

Abraham

El papel de Abraham como el padre de todas las naciones se enfatiza repetidamente por Dios, sobre todo en Génesis 17, donde Dios elabora de forma inequívoca este papel único declarando:

Tú serás el padre de una multitud de naciones . Y tú ya no te llamarás Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te hago padre de muchedumbre de gentes (av hamon goyim). Yo te haré muy fértil y haré naciones de ti y reyes saldrán de ti. Mantendré mi pacto entre Mí y tú y tu descendencia por venir, como pacto perpetuo a través de las generaciones (Génesis 17:4-7) .

El nuevo nombre de Abraham está claramente conectado etimológicamente por Dios a su papel como padre de muchas naciones. Sin embargo en los primeros estratos de textos rabínicos el nombre de Abraham se modifica un poco más a través de la adición de Avinu, literalmente Nuestro Padre. Mientras que el cambio de nombre de Abraham en Génesis 15 está conectado a su engendrar de muchas naciones, la modificación del nombre de Abraham en la literatura rabínica está conectado a la idea que en realidad es el Padre sólo de los judíos: se convierte en Abraham Avinu, es decir Abraham Nuestro Padre en donde “Nuestro” está refiriéndose a nosotros los judíos.

 

Esav (Esaú)

El hermano gemelo de Iaacov (Jacob) es llamado a menudo en la literatura rabínica Esav haRasha, Esav el Malvado. Pero cuando uno lee la Tora nota que Esav fue consistentemente respetuoso con su padre Isaac. Sólo después de que Esav vende su primogenitura a Iaacov y Iaacov se lleva la bendición de Isaac -que había sido originalmente destinada a Esav-  se despierta el odio asesino y malvado de Esav en contra de Iaacov.

 

Iosef (José)

Los rabinos se refieren a Iosef como Iosef haTzadik, José el Justo. Esto parece bastante inocente excepto que los otros patriarcas -aparentemente rectos- nunca merecieron este apodo según la lectura de los rabinos. ¿Acaso Isaac no fue un hombre Justo? ¿Qué hay de Abraham quien cuestiona a Dios en su decisión de destruir Sodoma y Gomorra? ¿No era el también un hombre Justo?

 

Moisés

Moisés es llamado «nuestro rabino» en la literatura rabínica cientos de veces y sin embargo este término no se utiliza nunca para él en toda la Biblia. La palabra Rav refiriéndose a un maestro religioso es una palabra post-bíblica. De hecho el uso más antiguo escrito hasta la fecha en la que Rav se utiliza como «maestro religioso» se puede encontrar en el Nuevo Testamento en referencia a Jesús.

Así que volvamos ahora a cada nombre y consideremos por qué se modificó o se le agregó un epíteto.

 

Abraham Avinu

Abraham es renombrado Abraham Avinu por los rabinos al mismo tiempo que el cristianismo se estaba convirtiendo en una comunidad religiosa en conflicto con la tradición rabínica. Aunque el cristianismo no se convirtió en una religión oficial hasta aproximadamente el siglo III, la mayoría de los miembros de las primeras comunidades eran gentiles-cristianos y judíos-cristianos que se oponían a un estilo de vida halájico el cual coloca la autoridad rabínica en la parte superior de la orden religiosa y social tomando decisiones sobre el comportamiento grupal.

Este último punto de vista avanzó con más fuerza por un judío-cristiano (un ex-fariseo) conocido como Pablo quien al final del primer siglo declaró que la halajá era obsoleta ya que la ley judía había funcionado para mantener a los judíos en fila y obedientes a Dios hasta que Jesús vino a la tierra ofreciendo una nueva alianza divina (Romanos 02:17-3:31). Al hacer estas afirmaciones Pablo señaló a Abraham como el más prominente hombre de fe, una persona que no se caracterizaba según Pablo por su observancia halájica sino por su inquebrantable fe en Dios (Romanos 4:1-25). Los rabinos respondieron a esta cooptación de Abraham al darle un nombre que en esencia declaraba:  Abraham nos pertenece a nosotros y no a ustedes. Él es nuestro padre. Y por eso él no era solamente un hombre de fe sino un hombre que actuaba en nombre de esa fe, es decir un hombre de la ley.

 

Esav haRasha

El Génesis (libro de Bereshit) describe a Esav de una manera simpática. De hecho cualquiera que lea el texto bíblico sin filtrarlo a través de la lectura rabínica podría llegar a la conclusión de que Esav estaba verdaderamente en su derecho tanto a la bendición de Isaac como la primogenitura. Pero como Esav representaba a Roma y el cristianismo a los ojos de los rabinos (mientras que Iaacov era el padre de Israel y los judíos) no contemplar estos ideales al leer el texto bíblico hubiera sido desastroso. Por lo tanto los rabinos aclararon que Iaacov era el heredero verdadero y legítimo a las promesas de Dios afirmando que Esav era en realidad un malvado. Es por esto que se lo llama Esav haRasha en la literatura rabínica y no es casualidad que una vez que este adjetivo quedo instalado Esav sería considerado lo peor de lo peor.

 

Iosef HaTzadik

Iosef (o José) es referido siempre por los rabinos como Iosef HaTzadik aún cuando los textos bíblicos indican que se asimila a la cultura que lo rodea incluso casándose con la hija de un sacerdote del dios-sol (Génesis 41:45). Por supuesto que este casamiento no podría pasar por alto la lectura atenta de los Rabinos quienes identificaron a Asnat, la esposa de Iosef, como la hija de Dina (hija de Iaacov) luego que había sido violada por Schjem (así las cosas quedaron en familia…de alguna manera). Pero este es precisamente el punto central de todo esto: una lectura directa de Génesis 37-50 indicaría que Iosef, a pesar de que en última instancia perdonó a sus hermanos y se reunió con su padre, de alguna manera «se salió un poco del camino” como algunos suelen decir.

Además de casarse con una mujer egipcia trabajó en los estratos más altos de la vida real egipcia y permaneció allí hasta su muerte en la que fue momificado recibiendo un funeral al estilo egipcio. Los rabinos queriendo restarle importancia a esta imagen de Iosef se centran en cambio en su piedad religiosa enseñándonos que no debemos pensar que Iosef se asimiló sino que Iosef sintió lo mismo que sentimos nosotros cuando nos encontramos como minoría judía en una comunidad más grande: somos extraños en una tierra extraña y al igual que Iosef nosotros también podemos ser un tzadik aunque vivamos saturados por los ideales de una cultura que nos es muchas veces ajena o diferente a la que heredamos. Tal vez tampoco sea una casualidad que Iosef recibió por eso uno de los únicos cuatros shalshelet (símbolo de cantilación bíblico) que hay en toda la Tora en el preciso momento en que se niega a satisfacer los deseos carnales de su ama.

 

Moshe Rabeinu

La consonancia y fundamentalmente la disonancia entre la Ley Oral que predicaban los Rabinos y la Ley Escrita que recibió Moisés tal como aparece en la Tora es palpable. Es esta disonancia la que sirvió como un elemento clave en los movimientos anti-fariseos y anti-rabínicos a lo largo de la historia. Los rabinos también eran conscientes de esta disonancia y lo expresaron en varios Midrashim (en el punto #7 de esta publicación muestro cómo los rabinos reconocen estas disonancias). Pero al decidir llamar a Moisés Moshe Rabeinu los rabinos ordenaron a Moisés como el líder religioso más importante y, al mismo tiempo, subyugaron su posición única como el primer y más grande líder del pueblo judío preocupado por la agenda rabínica. Al considerar a Moisés un Rabino, los rabinos mismos estaban autenticándose a sí mismos como descendientes directos del líder más prominente en la historia de Israel.

Puede haber una razón adicional para este epíteto. A pesar de la enorme posición de respeto que Moisés tiene en la Tora, la realidad es que es una de las figuras más asediadas en todo el TanaJ. Durante su mandato como líder de los israelitas fue mal tratado gran parte del tiempo por ellos quienes a menudo socavaban su autoridad o lo ignoraban por completo. El tratamiento de los israelitas hacia Moisés pudo haber presentando un poco de vergüenza ajena para los judíos más piadosos en el mundo antiguo. Sin embargo llamándolo «nuestro rabino», los Sabios finalmente le otorgaron el respeto que nunca le fue dado por los israelitas en su propia vida. Para los Sabios llamar a alguien «rabino», a pesar de que no existía el título durante la vida de esta persona, es un honor muy alto.

 

Tora y la interpretación de los Sabios

Es bien sabido que el Midrash presenta a menudo una visión que difiere de lo que se afirma de forma explícita en el texto bíblico. Estos cuatro ejemplos en los que se han añadido títulos especiales a los nombres de personajes bíblicos es tan sólo una manera más de entender cómo el Midrash y otras fuentes judías tempranas re-elaboran la Biblia. Observando los títulos que se añadieron a los nombres de los personajes bíblicos y especulando sobre la motivación detrás de la elección de cada uno de ellos aprendemos a ver la Tora y los Sabios apreciando cada uno en su propio mérito.

* Esta publicación es una traducción y adaptación de la siguiente publicación: Why the Sages added Titles to Biblical Personalities 

Archivado en: Biblia Hebrea: Tora, Profetas y Escrituras, Judaísmo Antiguo Etiquetado como: Abraham Avinu, biblia, historia de israel, los nombres de la Biblia, midrash, midrashim, Moshe Rabbeinu, pueblo, talmud

Cómo hablar con Dios y desarrollar nuestra espiritualidad: humildad y atención

19/04/2013 por Diego Edelberg 2 comentarios

 

Moisés, el líder más importante en la historia del pueblo judío, es descripto en la literatura rabínica con una característica principal: su humildad. Ser humilde significa siempre recordar que debemos caminar todo el tiempo con dos frases o mantras en nuestras cabezas. La primera frase dice “todo el mundo fue creado para mí” y la segunda frase dice “no soy más que polvo de la tierra”. Ese contraste debe ser vivido a cada instante en el desarrollo espiritual.

La vida es una y debemos vivirla intensamente. Debemos jugarnos por lo que creemos y defender aquello que en lo profundo de nuestro corazón sabemos que merece ser salvado. Debemos disfrutar de cada cosita material que hay allí afuera, de todo lo que podemos oler, ver, tocar, sentir y escuchar. Debemos conectarnos con todo, disfrutar de ello y gozarlo al máximo. Pero al mismo tiempo debemos siempre recordar que estamos de paso por la vida, que no importa cuánto acumulemos cuando seamos llamados para irnos definitivamente dejaremos todo aquí y lo único que realmente quedará de nosotros es el amor que hemos compartido. Así la humildad de Moisés era la conciencia que debía hacer todo lo posible por ayudar a su pueblo y simultáneamente reconocer que en el fondo era un mero instrumento de Dios o de algo mucho más grande que su propio ego.

¿Por qué se hizo Moisés merecedor de tan alto prestigio y fama en la historia del pueblo judío y en extensión de toda la humanidad? Porque no solo era humilde sino también atento. Antes de convertirse en un gran líder Moisés era un pastor de ovejas. Un día mientras cuidaba sus ovejas una de ellas se escapó y Moisés, preocupado por “cada una de sus criaturas”, salió a buscarla. Allí se encontró con un arbusto que estaba prendido fuego pero milagrosamente el fuego no consumía el arbusto. Esa fue la primera vez que Dios habló con Moisés. Es decir que Moisés no solo se preocupaba por las criaturas de la Creación sino que además estaba atento a percibir esos fenómenos que simplemente llamamos «cosas».

Muchos creen que Dios utilizó la táctica del arbusto que no se consumía para llamar la atención de Moisés y sin embargo si Dios puede hacer lo que quiere (abrir un mar al medio, hacer que salga el sol, darle brillo a las estrellas, etc.) ¿por qué eligió un milagro tan modesto? Posiblemente el arbusto prendido fuego no era un milagro para Dios sino una prueba para Moisés. Tal vez Dios quería saber si Moisés podía ver el misterio en algo tan simple como un pequeño arbusto en llamas. Quizás Dios quería saber si Moisés estaba prestando atención. De hecho Moisés tuvo que detenerse un buen rato para darse cuenta que las ramas no se quebraban con el fuego. Moisés tuvo que estar atento para darse cuenta que estaba pasando algo increíble. En ese momento, cuando Dios vio que Moisés era curioso, Dios supo que era el momento de presentarse.

Algunas veces estamos físicamente en un lugar pero no estamos prestando atención. En esos casos es muy probable que si bien nuestro cuerpo está en un lugar nuestra mente y corazón estén en cualquier otro lado. En esta era donde la palabra multitasking (que significa hacer múltiples tareas al mismo tiempo) es cada día más celebrada debemos hacer el esfuerzo doble para estar atentos y receptivos. Dios y su espiritualidad están buscándonos. Pero encontrarnos con Dios no requiere solo un acto físico. Muchas veces nos acercamos o distanciamos de otra persona que ni siquiera está físicamente con nosotros. También podemos estar distantes de otra persona aún cuando se encuentra con nosotros en la misma habitación. Si esto nos sucede con otros seres humanos. ¿Cómo se imaginan que nos sucede con Dios y la espiritualidad?

Lo apasionante del lenguaje es cómo el mismo nos enseña distintas maneras de ver la vida. Por eso siempre digo que no aprendemos un lenguaje sino que el lenguaje nos aprehende (nos agarra) a nosotros mismos. En español “prestamos” nuestra atención. En inglés “pagamos” (pay attention) y en el hermoso lenguaje hebreo la misma expresión se dice literalmente “poner el corazón” (sim lev). De ese modo descrubimos que los judíos tenemos en realidad una herramienta maravillosa para poder recordarnos una y otra vez que debemos prestar atención o poner nuestro corazón. Esa herramienta se llama brajá o bendición. Las bendiciones en la tradición judía no son para Dios sino para nosotros. Son una forma de frenar un poco la multiplicidad de tareas y pensamientos y pensar por un instante el milagro que vamos a realizar: gracias por el pan, el vino, la vida…

Cada vez que digan una bendición conéctense con el lado espiritual que ésta posee. Están diciendo algo así como “¡Presta atención! ¡Algo asombroso está sucediendo en este instante y no debes perdértelo!”. Y así es como en esa espiritualidad lo ordinario o mundano se hace misterioso y espectacular.

Archivado en: Aforismos, Citas, Espiritualidad y Religión, Judaismo Hoy Etiquetado como: atención, conciencia, dios, ego, el tiempo, espiritualidad, humildad, pensamiento, pueblo

Reflexión sobre el sentido de Iom HaShoa, el Holocausto Judío

08/04/2013 por Diego Edelberg Deja un comentario

Cómo mantenemos la Memoria de la trágica experiencia de la Shoa sigue siendo un tema central del judaísmo en la Modernidad. Si bien es y será siempre una absoluta necesidad seguir preservando la memoria de los asesinados, en los últimos años ciertas voces han declarado que el judaísmo es mucho más que la Shoa y no deberíamos reducir en forma totalitaria nuestra identidad y pertenencia judía vinculándola solamente con esta trágica experiencia de la milenaria historia judía. De hecho y en términos generales no deberíamos anclarnos en la constitución de nuestra existencia judía utilizando solo las tragedias de nuestro pueblo.

Por supuesto que al ser este un episodio que aún nos toca de cerca (debido a la cercanía histórica que tenemos con todos estos sucesos) se hace difícil hablar de estos temas sin herir algunos sentimientos. Por eso en un día como Iom HaShoa en el cual recordamos y reflexionamos sobre la Shoa también debemos mantener el foco en el mensaje más importante de nuestra tradición judía: la vida y la continuidad. Homenajeamos los nombres y las memorias de quienes fueron arrancados brutalmente y sin sentido. Simultáneamente y en honor a ellos no solo nos comprometemos a recordarlos sino también a cumplir con lo que ellos y ellas esperarían de nosotros como judíos: ¡seguir adelante con la vida!

Aquí comparto algunas publicaciones en las que he explorado el tema de la Shoa dentro de JudiosyJudaismo:

1) Respuestas judías al Holocausto Nazi

2) El Holocausto Nazi y sus desafíos teológicos ¿Qué debemos responder?

3) La Muerte de Dios — Cómo responderle a un Ateo

Archivado en: Educación Judía, Judaismo Hoy Etiquetado como: continuidad, dios, el holocausto, holocausto nazi, judaismo, la modernidad, pueblo, tragedias

El pueblo de Israel ¿es el pueblo elegido?

12/03/2013 por Diego Edelberg 8 comentarios

 

Bendito eres Tú…que nos ha elegido de entre todos los pueblos y nos ha concedido Su Tora

Esta es la bendición que los judíos recitamos todas las mañanas y antes de la lectura de la Tora. Sea como sea que decidamos interpretar la frase que Dios nos ha elegido de “entre todos los pueblos” es innegable que en la contemporaneidad la idea de la “selección” hiere las sensibilidades de algunos judíos y de no-judíos también.

Elegir implica seleccionar y seleccionar sugiere preferir algo por encima de otra cosa. Este lenguaje puede rápidamente caer en la noción que lo elegido o preferido es superior a lo no elegido. Sin embargo, si lo pensamos seriamente, ser elegido no implica ser superior. Si alguien me ofrece entre comer carne o pescado es muy probable que elija la carne. Esa decisión implica que prefiero la carne antes que el pescado, pero no implica que la carne sea de algún modo superior al pescado o que no me gusta el pescado. En alguna otra ocasión podría preferir el pescado y todo esto tampoco significa que a quien no le gusta la carne ni el pescado es inferior a mi. Haber elegido a mi esposa sugiere que yo tengo una preferencia por esa mujer pero no implica que el resto de las mujeres son inherentemente inferiores a la elegida por mi.

La noción que Dios ha “elegido” a Israel ha sido entendida como que Dios prefiere a Israel por encima de otros pueblos. Para algunas personas esto significa que Israel es “mejor” que otros pueblos y que justamente estos otros pueblos son menos importantes para Dios que el pueblo judío. No hay ninguna duda que en su mayoría tanto los judíos como los no-judíos han entendido esta doctrina de este modo a lo largo de la historia.

Primero y principal, es importante dejar en claro que Dios no recita esta bendición sino los seres humanos. Al declarar estas palabras nosotros somos los que estamos definiendo esta relación con Dios. En otras palabras, nosotros mismos hemos elegido entender nuestra historia a través de la narración que posee la Tora. La Tora contiene el relato pero al fin de cuentas somos nosotros los que decidimos voluntariamente hacernos partícipes de dicho relato y sentirlo como propio. Podríamos optar por no hacerlo. Al aceptarlo como constituyente de nuestra existencia construimos una forma de entender a nuestro pueblo junto al relato universal. En simples palabras, Israel ha decidido creer este relato sobre la Redención de la historia pero no Dios. Dios no puede obligarnos a creer su versión de la historia. Solo los humanos podemos hacerlo.

Las religiones que han optado por utilizar los textos bíblicos han heredado también esta narración sobre la Redención de Dios y la tarea que debe ser realizada ahora por otro nuevo “pueblo elegido”. Así los primeros Cristianos entendieron la continuación de la revelación de Dios a través de Jesus de Nazaret y esta nueva revelación presentaba un “Nuevo Testimonio (o Testamento)” que venía sustituir el pacto con el “viejo Israel”. Siglos más tarde el Islam declararía que la revelación de Dios a su profeta Mahoma constituía la revelación final y venía justamente a “corregir” la forma en la que los humanos habían capturado o entendido las revelaciones anteriores. Lamentablemente e irónicamente, en todos estos casos la nueva comunidad elegida despertó una ola de violencia y persecución hacia los “pueblos elegidos” anteriormente. Definitivamente parecería ser que el ser humano no pudo ni puede concebir que haya elecciones múltiples por parte de Dios. El problema como siempre termina siendo de los seres humanos y no de Dios. Si Dios quisiera un solo relato probablemente estaría capacitado para eliminar los otros. Y al igual que dijimos con el pueblo judío, los otros pueblos también son los que han decidido aceptar el relato como tal, hacerlo propio y entender que debían eliminar a los “elegidos” anteriormente. Podrían haber optado por no sentir el relato como propio. Pero lo hicieron y en consecuencia y nuevamente como ya dijimos, Dios no puede obligarnos a creer su versión de la historia. Solo los humanos podemos hacerlo.

Hay una cosa más que debemos entender sobre la idea de “elegir”. La bendición que los judíos recitamos antes de leer la selección de profetas que sigue a la lectura de Tora en Shabat y otras festividades declara lo siguiente:

 

 Bendito eres Tú…que elige la Tora; a Moisés, Su Siervo; a Israel, Su nación; y a los profetas de la verdad y la rectitud

 

Podríamos llegar a entender por que Dios elige a Moisés (de entre otros posibles profetas) o a Israel (de entre otras posibles naciones) pero ¿en qué sentido Dios “elige” la Tora? ¿Acaso Dios consultó toda una serie de Sagradas Escrituras y “eligió” la Tora? Obviamente que no.

Entonces debemos entender que “elegir” no significa necesariamente “seleccionar” sino “distinguir” como sinónimo de “separar”. Algo que está “separado” o “distinguido” es algo que es “especial” para nosotros. Nuevamente nosotros somos los que decidimos al fin de cuentas “separar” y “separarnos” para así constituirnos como “especiales” o “distinguidos”. Podríamos no hacerlo. Podríamos decidir no “separarnos”. Pero al separar ciertos textos de otros los hacemos especiales. Y al separar ciertos objetos de otros sucede lo mismo. Al fin de cuentas al separarnos en nuestras prácticas o maneras de entender los relatos y la vida elegimos “separarnos” de quienes realizan otras prácticas diferentes y tienen otras creencias y se guían según otros relatos. Lo más importante de todo esto es entender que decidir separarse de otras creencias, prácticas o narrativas no implica que las que hemos elegido son mejores, sino diferentes.

Declarar que Dios eligió Israel significa que Dios ama Israel pero Dios también ama otras naciones y pueblos del mismo modo que un padre ama de formas diferentes a todos sus hijos e hijas.

 

 

Archivado en: Biblia Hebrea: Tora, Profetas y Escrituras, Dios de los judíos, Rezo Judío ayer y hoy Etiquetado como: comunidad, dios, el pueblo elegido, el relato, festividades, israel, israel es el pueblo elegido, mahoma, pueblo, religion, tora

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Acerca del Autor

 Hola, soy Diego Edelberg, el fundador del blog Judios&Judaismo.com. Me apasiona todo lo relacionado con la música, el judaísmo, la interpretación, la educación, la mitología, la filosofía, la religión, la ciencia, la historia, el arte, la física, la cosmología, la evolución, la sociología, la epistemología, la metafísica, la cabalá y en especial aquello que resulta contradictorio, paradójico y absurdo. Para conocer más sobre mi y de qué se trata mi blog visitá la sección Acerca del Autor

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