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Judíos & Judaísmo

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Experimenté la Presencia de Dios

15/01/2015 por Diego Edelberg 76 comentarios

Fue exactamente el día 23 de Tevet de acuerdo al calendario hebreo (Miércoles 14 de Enero de 2015) a las 00:09. La Presencia de Dios, conocida en hebreo como Shejina, me miró directamente a los ojos.  Aquí está la prueba.

 

hannah radious

 
 

Luego de presenciar la llegada de Hannah al mundo volví a preguntarme una vez más, ¿cómo puede alguien no creer en Dios? En el momento que Laila empujaba y yo veía la cabeza de mi hija asomarse, lloré sin poder expresar en palabras qué inconcebible y milagrosa sorpresa es vivir. Al mismo tiempo, esta semana el mundo enteró se conmovió experimentando sufrimiento y terror. El horror en París no fue solo el asesinato de seres humanos creados a imagen y semejanza de lo divino más allá de lo que piensen o dibujen. Fue una violación hacia nuestros ideales como humanidad.

El objetivo del Mal es horrorizarnos. Es hacernos dudar que el mundo puede ser mejor. El objetivo del Mal es enfrentarnos los unos con los otros, aumentar el odio, des-hacer la Creación perfecta y ordenada en la obra de Dios para llevarla otra vez hacía ese estado anterior que la Biblia describe como vacío, oscuridad y caos. El Mal intenta desmoralizarnos, abatirnos, eliminar la esperanza. Por eso es fundamental no permitir jamás que destruyan nuestros ideales como humanidad y nuestra fe que el mundo puede y debe ser cada día mejor. Si matamos nuestra búsqueda por aprender a apreciarnos en nuestras diferencias entendiendo que asesinar a otro ser humano sin importar su religión, raza, preferencia sexual o incluso sus ideas es asesinar una parte de Dios mismo, se acaba el sentido de nuestra existencia como familia humana. Verla a Hannah en su ternura, su fragilidad y en todo el potencial que Dios mediante tiene por delante, me hizo entender que la historia aún necesita de nuestra ayuda para alcanzar la era mesiánica. Nuestro esfuerzo por educar a Hannah en estos valores recién comienza. Pero son en el fondo, los más valiosos que podemos dejar en cada generación.

 
 

La inmortalidad de nuestra influencia

Antes de la llegada de Hannah pasamos el Shabbat anterior con Laila estudiando Tora con el Profesor Ron Wolfson. Juntos profundizamos sobre un pasaje del Talmud en el cual Rava, uno de los más importantes rabinos que vivió en Babilonia y murió en el año 352 EC, imagina cuáles serán las seis preguntas que nos harán cuando lleguemos al cielo. Ron Wolfson escribió todo un libro a partir de estas preguntas agregando incluso algunas más. El libro se llama The Seven Questions You’re Asked in Heaven: Reviewing and Renewing Your Life on Earth

La idea de imaginar qué preguntas nos harán cuando lleguemos al cielo es fascinante en sí misma. Así Ron comenzó la clase invitándonos a reflexionar, antes de explorar el Talmud, qué preguntas creíamos nosotros nos harían.

Pero fue la segunda pregunta de Rava la que nos tocó profundamente esta semana:

¿te ocupaste de la procreación? (TB Shabbat 31a)

 
 

Es mucho más que un ser vivo

Ron nos invitó a responder las preguntas de Rava del modo más auténticamente judío posible: mirando más allá del simple sentido literal. La mayoría de los judíos no son fundamentalistas bíblicos. Los primeros Rabinos que constituyeron el modelo de estudio tradicional tampoco lo fueron. Leer literalmente un texto es ir en contra de la tradición misma. De hecho, la habilidad de no interpretar literalmente un texto fue lo que le permitió a Najmánides ganar uno de los más famosos debates medievales entre judíos y cristianos en 1263.

El desafío de tomar literalmente la segunda pregunta de Rava es imaginar que no hemos cumplido con uno de los motivos de nuestra existencia si no hemos podido tener hijos. Si bien Rava estaba probablemente haciendo alusión directa a esta idea, Ron nos sugirió considerar que además de traer hijos al mundo Rava nos esta realmente preguntando

  • ¿Cuál es tu huella en la tierra?
  • ¿Qué impacto ha tenido tu presencia en este mundo?
  • ¿Cómo quieres ser recordado cuando ya no estés físicamente?

En otras palabras, ¿cuál es tu legado?
 
 

Invertí en tu Memoria

En su libro, Ron nos ofrece una guía para ordenar las prioridades al intentar evaluar cuál debería ser nuestro legado. Expandiendo más allá del sentido literal notamos que Rava,

  • No nos pregunta: ¿Amaste a tu familia?
  • No nos pregunta: ¿Le diste todo a tus hijos?
  • No nos pregunta: ¿Les dejaste dinero y bienes materiales?

Sino que nos pregunta: ¿Invertiste tiempo suficiente en tú familia? En el lecho de muerte, nadie desea haber pasado más tiempo haciendo negocios o ganando dinero.
 
 

Convertite en un antepasado

La llegada de Hannah me hizo recordar una vez más que hay un punto en la vida en que uno deja de ser un descendiente para asumir la responsabilidad que se ha convertido en un antepasado. ¿Y qué significa ser un antepasado? Significa transmitir valores, creencias y cultura de una generación a la otra. Básicamente convertirse en un maestro o educador.  ¿Y qué es un educador? Un modelo a seguir.

  • No podemos enseñar lo que no sabemos.
  • No podemos transmitir nuestras creencias sino sabemos honestamente qué creemos.
  • No podemos decir una cosa y hacer otra (mis alumnos me han enseñado esto hace mucho tiempo)
  • Educar no sucede en un solo lugar y por un tiempo determinado. Sucede todo el tiempo. Por eso los antepasados tenemos que llenar nuestro hogar de rituales, agradecimiento constante a Dios y proyectos que inviten a nuestros hijos a pensar cómo reparar el mundo.

 

Ron finalmente nos deja la siguiente lista de recomendaciones para nuestro legado

  1. Trae niños y niñas al mundo
  2. Adopta niños y niñas
  3. Educa niños y niñas
  4. Deja un legado

Es importante. Recuerda que te van a preguntar en el cielo. El Mal solo puede erradicarse de raíz a través de las herramientas más poderosa de construcción masiva: la educación, los buenos valores, el respeto por la vida, celebrar la diferencia y hacer todo con amor.

Ahora es tu turno de escribir un comentario aquí abajo respondiendo, ¿cómo estás creado tu legado?

Archivado en: Judaismo Hoy Etiquetado como: legado, presencia de dios, shejina

¿Para qué vivimos? Cómo desarrollar la habilidad para distinguir lo importante

08/01/2014 por Diego Edelberg 2 comentarios

 

El objetivo en la búsqueda por el sentido es alcanzar la unificación de todo lo que vemos, escuchamos y hacemos hacia una unidad. Cuando tomamos conciencia que absolutamente todo esta conectado con todo lo demás y que nada existe aislado de otra cosa reconocemos lo espectacular del mundo, la gente que nos ama y el fascinante ciclo de la existencia.

El Shema que recitamos todos los días, dos veces por día, nos recuerda esta misma verdad. La vida es una unidad indivisible de momentos que consideramos buenos y momentos que experimentamos como no tan buenos. Solo Dios es perfecto, el resto de nosotros atravesamos alegrías y tristezas, certezas e incertidumbres.

Como pertenecemos al mismo entramado de la Creación, hay una parte de Dios en cada uno de nosotros. A veces nos cuesta tomar conciencia de esta idea pero deberíamos reflexionar al menos por un instante todos los días que somos especiales. No existe nadie como nosotros, no ha existido nadie como nosotros y no existirá nadie igual a nosotros durante un tiempo. Esto no debería asustarnos sino motivarnos, ¡somos realmente un milagro!

Cuando apreciamos el milagro que somos nos acercamos a Dios, la Unidad de la que emana toda la Diversidad. En ese instante sentimos que lo que parece malo y errado está tejido con nuestra presencia y requiere de nuestra ayuda. Por eso no solo estamos en este mundo para disfrutar sino también para realizar un tikún, una corrección cósmica, agregando nuestro pequeño granito de arena para que el desierto se haga un oasis.

Ser consciente de la Presencia de Dios y nuestro propósito suena como una hermosa idea. ¿Pero quién puede realmente recordarla todo el tiempo? Hay tantas distracciones y problemas que requieren nuestra atención…y para peor todos ellos parecen importantes. Pero si todo es importante en el fondo nada lo es del todo.

Desde tiempos inmemorables nuestros antepasados han inventando diferentes técnicas para mantenerse en el estado espiritual que requiere la continua conciencia de la unidad. El pueblo judío ha inventado y preservado una tradición saturada de canciones, historias, leyendas y leyes que sirven para ayudarnos a recordar una y otra vez la Presencia y nuestro propósito.

Esta antigua, novedosa, misteriosa y sagrada tradición judía está diseñada con el único propósito de permitirnos desarrollar la capacidad para distinguir lo que realmente es importante en nuestras vidas.

Archivado en: Aforismos, Citas, Espiritualidad y Religión, Judaismo Hoy Etiquetado como: atención, dios, la unidad, para que vivir, presencia de dios, sentido, sentido de la vida, shema

La recompensa de Dios

29/11/2013 por Diego Edelberg 6 comentarios

 

La vida misma es Dios

Como Dios es parte de todo, la vida misma es parte de Dios. Este es el motivo por el cual existir implica sentir la presencia de Dios. Muchas veces debido a lo rutinario, nuestros prejuicios, nuestra extrema racionalidad combinada con esos momentos tristes en los que sentimos que no todo tiene sentido, la presencia de Dios se torna en ausencia para nosotros aún cuando Dios sigue ahí. Sin embargo sentimos una conexión muy directa con Dios cuando nace un bebé o cuando muere un ser querido. Esto último no quiere decir que lo único que Dios causa es que una persona muy amada por nosotros muera o un bebé nazca. Significa que la vida es en esencia la conciencia de la existencia de Dios.

En mi ebook “Dios está presente en este lugar y yo no lo sabía” escribí que:

“La noción que todas nuestras conversaciones sobre Dios están compuestas por metáforas creadas por seres humanos puede hacernos creer que los seres humanos hemos “inventado” a Dios. La respuesta a esta idea es un rotundo ¡no! Los seres humanos hemos des-cubierto a Dios y luego inventado metáforas para intentar caracterizar el Dios que experimentamos. Las metáforas mismas nacen desde un acto profundo que intenta des-cubrir esa experiencia genuina de realidad que nos transciende y que todos sentimos pero ningún filósofo puede explicarnos”.

Dios está donde lo dejamos entrar

Las formas en las que Dios opera están más allá del entendimiento humano. Nadie sabe cómo es Dios ni cuáles son Sus planes. Pero solo la experiencia de la existencia puede proveernos de Dios. En dicha experiencia rápidamente comprendemos que las fórmulas simples como “la gente que es buena y practica mitzvot (preceptos) va a ser recompensada” mientras que “la gente mala va a ser castigada” no parecen ser absolutamente ciertas.

En el Libro de Job se nos enseña sobre el sufrimiento y el misterio de Dios. El personaje ficticio de dicha historia sufre las peores desgracias imaginables aún cuando es considerado un hombre justo y recto. Job nunca maldice a Dios. Sus amigos creen que lo que le sucede es un castigo de Dios porque seguramente algo malo hizo. Solamente al final del Libro Dios comienza a hacerle una serie de preguntas sobre el mundo y la vida (Job 38:4). Así Job acepta que ser humano implica entender muy poquito sobre los misterios de la creación y por qué sucede lo que sucede. Ser humano comienza con la conciencia que es maravilloso simplemente el hecho de respirar y vivir. Al comprender esto Job se siente bendecido y agradecido por el solo hecho de poder amar, aprender, crecer y vivir. Una vez que esto sucede la felicidad y las bendiciones vuelven a ser activadas aún cuando siempre estuvieron ahí pero ante las dificultades no podían ser vistas o sentidas.

 

La recompensa en sí

Cuando niños aprendemos que nuestros padres nos castigan cuando hacemos algo malo   y nos recompensan cuando hicimos algo bueno. Cuando crecemos nos duele entender que esto no siempre es así. Sin embargo cuando uno alcanza un cierto nivel de madurez intelectual aprende que hacer el bien es la recompensa en sí misma. Se siente bien hacer el bien.

Lo mismo nos ocurre con Dios cuando crecemos. Alcanzar cierto nivel de madurez intelectual en nuestra relación con Dios implica aceptar (o sentir la necesidad de creer) que Dios nos quiere, está preocupado por cada uno de nosotros y nuestras vidas. Pero no castiga solamente a los malos y recompensa a los buenos.

Archivado en: Aforismos, Citas, Espiritualidad y Religión, Judaismo Hoy Etiquetado como: el libro de job, esencia, existencia de dios, felicidad, libro de job, presencia de dios, sufrimiento

¿Qué reveló Dios según los pensadores Modernos?

18/03/2013 por Diego Edelberg 3 comentarios

 

En la publicación anterior iniciamos la primera incursión para intentar comprender cómo entienden algunos judíos (particularmente los Reformistas y Conservadores) la Revelación de Dios y la Tora en la modernidad. Vale la pena volver a mencionar que estas comprensiones no son absolutas y en tanto no todos los judíos estamos completamente de acuerdo en cómo entendemos la Revelación ni cuánto o qué fue lo que se reveló. Es importante también mencionar que es un error declarar que sólo en la modernidad se comenzó a interpretar de formas distintas la Revelación de Dios. Simplemente basta recordar que para el Rabino medieval Ramban, Moisés recibió toda la historia de la Creación, los Patriarcas y Matriarcas, la historia de Iosef y sus hermanos y la historia del Éxodo de Egipto pero Dios no permitió que Moisés supiera lo que sucedería de allí en adelante. Según el Ramban la historia de Moises desde que bajó del Monte Sinaí y se encontró con el becerro de oro hasta el final de su vida fue sucediendo en forma gradual y fue escribiéndose gradualmente a medida que vivía su día a día. Su historia personal fue concluida junto con el final de la Tora (para más información sobre este tema ver esta publicación).

Es decir que las preguntas que nos estamos haciendo con respecto a cómo fue la Revelación y qué fue lo que se reveló no son preguntas novedosas. Los Rabinos medievales también “se agarraban la cabeza” con ciertos pasajes complejos de la Biblia. Por ejemplo si leemos la parashá Lej Lejá (Génesis 12:6) allí se menciona que durante el viaje de Abram “los cananeos estaban entonces en la tierra”. Esta simple frase escrita literalmente así parecería indicar que al momento puntual en que estaba siendo puesta por escrito los cananeos ya no existían o no estaban en la tierra (¡lo cual no sucedió hasta la muerte de Moisés!). En otras palabras, este pasaje escrito literalmente así presenta un gran obstáculo para quienes argumentan que Moisés recibió o escribió los primeros 5 libros de la Biblia en forma completa ya que los cananeos estaban firmemente controlando la Tierra Prometida cuando Moisés murió. Curiosamente quien nota este detalle no es un Rabino moderno sino el Rabino medieval Ibn Ezra al escribir en su comentario que tal vez los cananeos habían tomado la tierra de otros ocupantes anteriores y (literalmente escribe a continuación) “sino es así, este verso esconde un gran secreto”. Y el gran secreto obviamente es que Ibn Ezra tal vez creía que otro que Moisés había escrito este pasaje.

Así les mencioné en la publicación anterior que la mayoría de los judíos Reformistas y  Conservadores no entienden la Revelación de Dios y la Tora (es decir aquello que fue revelado) en forma literal según describe la Tora entre los capítulos 19 al 24 del Éxodo sino en forma metafórica. También vuelvo a repetir que no podemos hacer ninguna generalización con respecto a estos temas y en consecuencia no podemos declarar que todos los Ortodoxos entienden o leen en forma literal la Revelación que figura en la Biblia. Algunos de ellos también comprenden todo este episodio como una descripción no literal sino imaginativa, poética o metafórica.

Vimos que una posible respuesta ante todo este evento es la que ofrece Heschel en su libro “Dios en la búsqueda del hombre” cuando declara: como un reporte de la revelación, la Biblia en sí es un midrash. Para Heschel Dios reveló la Tora pero lo que el pueblo de Israel tiene es la interpretación que nuestros antepasados hicieron de dicho evento. La palabra “interpretación” del modo que Heschel la entiende implica que el relato de la revelación no es históricamente certero; no es una crónica ni es literal sino que es justamente metafórico. Es un midrash, una interpretación humana de lo que ese evento significó filtrado por la comprensión y el lenguaje humano. Hacemos referencia a un intento por parte de los humanos de capturar un evento que fue mucho más que lo que las palabras pueden reducir.

Hay otra propuesta parecida a la de Heschel que encanta a muchos de los pensadores judíos modernos. Y esta propuesta es la de Franz Rosenzweig. Para Rosenzweig al momento de la Revelación Dios no revela un “contenido” sino una “presencia”. La revelación entonces no fue un objeto material o una substancia sino solamente una Revelación. Así el contenido principal de la revelación es la revelación en sí. 

Tal vez podríamos preguntarnos ¿en qué sentido Heschel y Rosenzweig entienden la Revelación en forma diferente? Y la diferencia entre ambos radica en la noción que para Heschel Dios reveló una substancia, un objeto que llamamos Tora. Pero ese objeto que nosotros tenemos es tan solo el reflejo humano de la substancia original. Sin embargo para Rosenzweig la substancia de la revelación no fue la Tora sino la presencia de Dios en el espacio y el tiempo. Lo que Dios reveló para Rosenzweig fue Su Existencia en relación íntima con el pueblo de Israel. En consecuencia para Rosenzweig la Tora como texto, como “contenido”, no fue literal o explícitamente revelado sino que dicho contenido que nosotros poseemos representa el intento de capturar o reducir en palabras la experiencia comunitaria por parte de aquellos que sí experimentaron literalmente o realmente la Presencia y Revelación de Dios. En palabras más simples para Rosenzweig lo que tenemos escrito es la respuesta humana al fenómeno de la Revelación de Dios pero no el contenido literal de lo revelado.

Tal vez podríamos decir (utilizando una metáfora de nuestro tiempo) que para muchos judíos Reformistas, Conservadores o para aquellos que no leen el texto en forma literal, en el Sinaí Dios le dio a Moisés un “disco rígido o disco duro” vacío y le permitió a Moisés cargarle el contenido que consideraba apropiado. Dios proveyó del hardware y Moisés actualizó el software. La Revelación fue la entrega del “disco de Dios”. Lo humano fue lo que Moisés le cargó dentro. Esta metáfora es muy apropiada para nuestro tiempo y para comprender la contribución substancial humana de la Tora revelada por Dios.

Archivado en: Biblia Hebrea: Tora, Profetas y Escrituras, Dios de los judíos Etiquetado como: franz rosenzweig, modernidad, presencia de dios, rabino

El Holocausto Nazi y sus desafíos teológicos ¿Qué debemos responder?

06/02/2013 por Diego Edelberg 2 comentarios

En nuestra publicación anterior cuestionamos la omnipotencia de Dios, es decir la idea que Dios tiene el control absoluto de todo lo que ocurrió-ocurre-y-ocurrirá en la historia. En dicha publicación los invité a reflexionar sobre las preguntas difíciles como “por qué Dios creo el Cáncer” o “por qué Dios asesina miles de inocentes en terremotos y tsunamis” y les conté que una posible respuesta creada por muchos pensadores judíos modernos es la de atreverse a limitar este supuesto control absoluto que Dios tiene. Pero limitar el control u omnipotencia de Dios no significa negar a Dios.

Si bien para muchos judíos (¡y no judíos también!) esta idea resulta una herejía, algo impensado o absolutamente absurdo, no dejo de sorprenderme ante la cantidad de gente que llega a JudiosyJudaismo.com buscando frases como “respuestas judías al holocausto”, “Dios y el holocausto”, “Auschwitz y la presencia de Dios” o incluso anteayer alguien busco “como explican los judios el Holocausto” llegando así hasta la publicación Respuestas Judías al Holocausto Nazi que publiqué hace más de un año.

Creo ahora que es una buena oportunidad para tratar de tejer las ideas de Omnipotencia y Holocausto y ofrecerles una respuesta posible ante lo incomprensible e inexplicable que fue este evento en la historia judía.

El dilema en el que estamos atrapados con este tema se presenta con las siguientes afirmaciones:

 

  1. Dios es justo y bueno (es decir que Dios se lleva sólo a los malvados).
  2. Dios es Omnipotente (es decir que Dios tiene el control absoluto y eligió que suceda el Holocausto).
  3. Las víctimas del Holocausto no fueron culpables (es decir ninguna de estas personas merecía morir).

 

No podemos aceptar las tres afirmaciones simultáneamente porque no tienen sentido. De hecho éste es el problema con el cual la gente choca al querer entender o racionalizar lo sucedido.

Lamentablemente ciertos círculos y movimientos judíos rechazan la tercer afirmación y se adscriben a la idea que el Holocausto fue un castigo de Dios por los pecados de la Emancipación, el Iluminismo, el Sionismo, el judaísmo Reformista o en términos generales el impulso judío por asimilarse en el mundo moderno. Yo mismo he escuchado a un historiador declarar que “el Holocausto fue un mensaje para que los judíos volvamos a estudiar la Tora y retornemos a las prácticas judías”. Declarar ideas como éstas demuestra la inmensa mediocridad y obscenidad que algunos judíos pueden tener incluso cuando supuestamente han pasado horas estudiando su tradición. De hecho muchos judíos que hoy tildaríamos de Súper-Ultra-Ortodoxos fueron tristemente asesinados por los Nazis junto a aquellos otros judíos que ni siquiera practicaban el judaísmo. Además querer justificar que las víctimas del Holocausto fueron culpables es tener la arrogancia de decir que uno entiende por qué Dios hace lo que hace o peor aún creer que gracias a Dios ¡Hitler nos ayudó porque nos hizo retornar a la Tora! ¿Se dan cuenta lo absurdo que suena todo esto?

Si creemos que realmente las víctimas del Holocausto no fueron culpables entonces nos quedan las dos otras afirmaciones: Dios es justo y Dios es Omnipotente (las cuales no tendrían sentido frente al Holocausto y las tragedias en las que muere gente inocente). La estrategia más simple para seguir es declarar que el Holocausto no fue una obra de Dios sino de los seres humanos. Si Dios nos creó libres, Dios mismo tiene que aceptar que los humanos nos tratamos los unos a los otros muchas veces en forma horrenda. De hecho muchos pensadores hacen este giro y “liberan” a Dios del problema para convertirlo en un problema netamente humano. Así el problema ya no es por qué Dios hace lo que hace sino por qué los seres humanos hacemos lo que hacemos. El problema así deja de ser teológico y se convierte en sociológico, antropológico, político o incluso psicológico. Los asesinos del Holocausto eran hombres libres actuando libremente. Según la tradición judía esta justificación “serviría” porque justamente Dios nos ha dado el libre albedrío.

Pero ¿cómo respondemos frente a las enfermedades congénitas y terminales o los terremotos y tsunamis en los que mueren miles de inocentes criaturas, entre otras tragedias?

Una de las más extraordinarias respuestas a este debate ha sido formulada por el Rabino Ortodoxo Irving Greenberg quien declaró que el lenguaje de la modernidad nos ha dado la conciencia de aquello que podríamos llamar “momentos”. “Momentos” en los que nuestras metáforas de lo que Dios es y hace se proyectan y coinciden con nuestra fe y realidad y “momentos” en los que lo que creemos que Dios es no es y la fe resulta imposible. Lo más importante es que ambos “momentos” son verdad. Ninguno de los dos es verdadero mientras que el otro es falso. Ambos “momentos” viven en constante tensión del mismo modo que lo hace la fe y el ateísmo.

Lo que es esencialmente moderno en esta respuesta es la conciencia que la falta de fe o creencia representa tan solo un “momento” o “momentos“ de nuestra vida. Tan pasajeros como el “momento” mismo. Aceptar esta idea del “momento” hace legítima la posibilidad de plantear de alguna manera la convivencia de Dios y el Holocausto. Lo que hemos hecho en definitiva con esta teoría es forjar una nueva metáfora, imagen o idea de Dios que refleja nuestra fragmentada experiencia. Dios es un “momento” para nosotros porque nosotros mismos somos “momentos” no eternos que depositan metáforas en aquello que llamamos “Dios”. Así por “momentos” experimentamos la presencia absoluta de Dios en la Tierra y por “momentos” también experimentamos Su ausencia. Por “momentos” percibimos a Dios como bueno y justo y por “momentos” no.

Archivado en: Dios de los judíos Etiquetado como: auschwitz, el holocausto, holocausto nazi, Iluminismo, judaismo, modernidad, presencia de dios, reformista, Sionismo

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Acerca del Autor

 Hola, soy Diego Edelberg, el fundador del blog Judios&Judaismo.com. Me apasiona todo lo relacionado con la música, el judaísmo, la interpretación, la educación, la mitología, la filosofía, la religión, la ciencia, la historia, el arte, la física, la cosmología, la evolución, la sociología, la epistemología, la metafísica, la cabalá y en especial aquello que resulta contradictorio, paradójico y absurdo. Para conocer más sobre mi y de qué se trata mi blog visitá la sección Acerca del Autor

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