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Judíos & Judaísmo

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¿Tiene El Sentido De La Vida Una Fecha De Vencimiento?

29/09/2013 por Diego Edelberg 13 comentarios

 

Nadie puede hacerlo solo

El Rabino Isaac Luria fue el cabalísta más influyente en la historia del judaísmo. Vivió en el siglo XVI y ya en su propio tiempo se percató que su propio mundo -al igual que el nuestro- poseía muchas fallas. La gente sufría hambruna, enfermedades, guerras, intolerancia y odio. Al igual que nosotros hoy, Luria también se preguntaba ¿cómo puede Dios permitir que cosas tan terribles sucedan?

Pero lo más revolucionario de su pensamiento no fueron estas preguntas sino la respuesta que ofreció al mundo ante estos desafíos. Luria enseñó que en el fondo quizás Dios necesita de nuestra ayuda y no puede hacerlo todo solo. Para explicar esta idea tan audaz en la que Dios necesita del ser humano, Luria presentó una nueva narrativa sobre el origen del Universo

 

¡En el principio fue el caos!

Cuando Dios comenzó a crear el mundo planeó derramar una Luz Divina en cada elemento para hacerlo realidad. Preparó unas vasijas que tendrían como misión contener esta Luz Divina. Pero algo salió mal. La Luz fue tan intensa que las vasijas se resquebrajaron y estallaron en millones de pequeños pedazos. La palabra hebrea que Luria utilizó para explicar esta experiencia es shvirat hakelim, la ruptura de las vasijas.

Si lo que Luria enseñó es verdad entonces nuestro mundo es caótico porque está constituido por una Creación que salió mal y está saturada de fragmentos partidos. Cuando nos maltratamos y nos lastimamos permitimos que el mundo permanezca fragmentado. La misma experiencia podría aplicarse a quienes tiran comida sin sentir una molestia cuando son conscientes que hay gente que se está literalmente muriendo de hambre. Vivimos en un cúmulo de piezas rotas y Dios no puede repararlo solo.

 

¿Qué deberíamos hacer?

Esta es la razón por la cual Dios nos dio la libertad de elegir qué queremos hacer y cómo queremos vivir. Somos libres para hacer realmente lo que queramos con el mundo. Podemos permitir que toda la Creación permanezca rota. También podemos intentar reparar todo este desorden cósmico. La palabra hebrea que Luria utilizó para explicar esta experiencia reparadora es tikún, la reparación del mundo.

Nuestra misión en esta vida es descubrir aquello roto que está al alcance de nuestras manos para intentar repararlo. Lo errado, feo, doloroso y malvado está tejido con nuestra presencia en el mundo. Es parte nuestra nos guste o no. No podemos cerrar los ojos y decirnos “ese no es mi problema”. Como nos enseñaron los Rabinos en la Mishná: no estamos obligados a terminar la tarea pero tampoco libres de abandonarla. Esto implica que nadie es culpable pero todos somos responsables. Se espera de nosotros que hagamos lo máximo posible de la mejor manera que podamos.

 

¿Hay fecha de vencimiento para el sentido de nuestra vida?

Esta semana leímos nuevamente la Creación del Mundo en todas las Sinagogas. Las historias del Libro de Génesis (Bereshit en hebreo) no solo tienen una funcionalidad histórica sino mitológica y por ende eterna. Su sabiduría se repite una y otra vez en cada generación. Es un mensaje que no tiene fecha de vencimiento. Cuando Dios le dijo a Adam y Eva cuiden el Jardín del Edén, Dios le estaba diciendo a cada Adam y cada Eva eternos (dicho sea de paso ambos seres nunca conocieron religión alguna) que cada generación debe cuidar la Creación. Si rompemos este mundo no va a haber otro (Eclesiastés Rabbah 7:13).

Así que cuando vemos algo roto reparémoslo. Cuando encontremos un objeto perdido devolvámoslo. Cuando nos enfrentemos con algo que necesita ser hecho hagámoslo. De ese modo vamos a ir reparando el mundo y curando la Creación. Si todo el mundo operara bajo este paradigma realmente viviríamos en un Paraíso del modo que Dios lo imaginó originalmente. Si pudiéramos cambiar la pregunta “¿qué me llevo?” por “¿qué puedo ofrecer?” la historia sería otra. Si todo lo roto pudiera ser reparado entonces el engranaje cósmico encajaría pieza por pieza como un puzzle gigante. Pero, para que podamos comenzar la tarea de la reparación primero debemos asumir nuestras responsabilidades.

Archivado en: Aforismos, Citas, Espiritualidad y Religión, Judaismo Hoy Etiquetado como: caos, dios, el sentido de la vida, esencia, isaac luria, luz divina, midrash, mishna, origen del universo, siglo xvi

El Verdadero relato de la Creación del Mundo

07/03/2013 por Diego Edelberg 3 comentarios

La mayoría de las personas imaginan en formas diferentes la Creación del mundo. Lo que debemos asumir sin temor es que cada vez que intentemos hablar sobre cómo empezó el Universo vamos a terminar saliendo del reino espacial y temporal que habitamos y conocemos para entrar en otro reino totalmente distinto y desconocido: el de la poesía, el relato imaginario o el mito. Ni la mente humana ni el lenguaje como herramienta descriptiva pueden reducir en términos literales cómo fue que empezó todo.

 

En lo personal me sorprenden los presupuestos que algunos judíos y no-judíos también tienen sobre cómo aconteció la Creación. Así estuvimos analizando en las últimas publicaciones algunos conceptos que asombran a quienes conocen un solo relato de este episodio:

  1. Dios no crea “de la nada” sino que ordena material preexistente.
  2. Cuando hablamos de la Creación bíblica debemos especificar cuál de los dos relatos que se preservan en la Biblia estamos haciendo referencia.
  3. El material preexistente se opuso al ordenamiento de Dios.
  4. La Creación filtrada por los primeros Rabinos al crear la bendición cotidiana que celebra la Creación en la plegaria judía no solo es entendida en forma diferente a la narrada en la Biblia sino que además esta Creación acontece todos los días y en forma constante. Para la tradición rabínica Dios no solo creó sino que sigue creando a cada instante.

La búsqueda obsesiva con el fin de entender cómo empezó todo y cómo va a terminar impulsó a los seres humanos a lo largo de la historia dando como resultado diferentes relatos tanto científicos como religiosos. Si bien algunos científicos pueden sentirse terriblemente ofendidos que su hacer está siendo comparado aquí con el religioso, la realidad es que en lo que respecta al origen del Universo la ciencia solo puede describirnos qué sucedió luego del big bang ya que el big bang en sí o la descripción sobre qué había antes del big bang pertenece como ya dijimos al reino de la poesía y el mito.

Más allá de todos los intentos que hagamos para “volver en el tiempo” usando nuestra imaginación, llegaremos siempre a un callejón sin salida. Detrás de la pared que encierra ese callejón solo hay una cosa: misterio. Pero si bien más allá de esa pared nuestras mentes racionales o lógicas no pueden avanzar nuestro lenguaje e imaginación pueden hacerlo partiendo hacia el reino de lo mítico, lo imaginario y lo poético. Al leer la Creación bíblica o la descripción detallada del big bang estamos funcionando en forma imaginativa o metafórica pero no literal ni científica.

Todos los relatos imaginarios, míticos y poéticos sobre la Creación son verdaderos. Justamente la poesía y el mito son verdaderos porque su relato no es históricamente certero o real sino imaginario. Entendidos tal cual son (simples relatos imaginarios, poéticos o metafóricos) no intentan demostrar un hecho real sino ofrecer «sentido». Y en ese sentido nadie puede negar que son verdad. Así cada relato religioso o científico captura una parte de la Creación. De ambos relatos aprendemos que nuestro mundo mantiene un frágil balance natural e histórico. Aprendemos que nuestro mundo y nuestra vida parece ser un patrón ordenado que por momentos experimentamos también en forma tremendamente desordenada. Por encima de todo esto es innegable que los humanos somos algo especial en este entramado: aparentemente somos las únicas criaturas que escriben sobre el origen del mundo.

Pero hay una diferencia muy importante en el tipo de preguntas y respuestas que buscamos a través del relato científico y el relato religioso. Las respuestas bíblicas no están preocupadas por ofrecernos un listado bien detallado sobre cómo ocurrió todo sino de proveernos sentido a la inexplicable e inconcebible sorpresa de vivir. La religión es un intento muy humilde por parte del ser humano para recuperar el asombro por aquello que resulta misterioso y brindarle a ese misterio una suerte de reconocimiento y en el mejor de los casos agradecimiento.

Para nuestros antepasados judíos Dios nunca fue la conclusión del argumento sino el punto de partida. Para ellos y ellas había un Dios (o una Diosa) en el mundo y ese mundo era Su Obra Maestra. Nuestros antepasados no intentaban comprender a Dios desde su propia experiencia humana (lo cual era el objetivo del racionalismo medieval) sino comprender la propia experiencia humana a través de Dios.

Finalmente podríamos concluir aceptando que el conflicto entre creacionismo y evolucionismo no discute conclusiones sino suposiciones. Y como ya mencionamos, todas las suposiciones son igualmente poéticas, imaginarias y mitológicas. Todas las suposiciones en tanto son Verdad. Tal vez Dios creó el mundo utilizando átomos, partículas elementales o recurriendo a la física cuántica. Sin embargo todas estas cosas también son una construcción de la imaginación humana.

Archivado en: Biblia Hebrea: Tora, Profetas y Escrituras, Dios de los judíos Etiquetado como: antepasados, big bang, dios, el relato, la mente humana, origen del universo, plegaria, rezo

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Acerca del Autor

 Hola, soy Diego Edelberg, el fundador del blog Judios&Judaismo.com. Me apasiona todo lo relacionado con la música, el judaísmo, la interpretación, la educación, la mitología, la filosofía, la religión, la ciencia, la historia, el arte, la física, la cosmología, la evolución, la sociología, la epistemología, la metafísica, la cabalá y en especial aquello que resulta contradictorio, paradójico y absurdo. Para conocer más sobre mi y de qué se trata mi blog visitá la sección Acerca del Autor

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