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Judíos & Judaísmo

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Socios con Dios en Su Revelación

25/03/2013 por Diego Edelberg 1 comentario

Cuando analizamos nuestra relación con la Creación de Dios en publicaciones previas, vimos que el estatus especial que recibieron los seres humanos en el segundo relato bíblico inspiró la formulación rabínica que los humanos somos socios con Dios en la Creación. Para los Rabinos el hecho que Dios “puso al hombre en el jardín del Edén para trabajarlo y cuidarlo” (Génesis 2:15) implica que Dios no creó (u ordenó) el mundo en forma total y perfecta sino que el mundo precisa de nuestra ayuda y por eso fuimos creados y asignados el primer trabajo que es mencionado en la Biblia: esforzarnos para cuidar al mundo y hacerlo un lugar mejor.

 

Así, luego de haber explorando las diferentes formas en la que los Rabinos y los judíos han entendido la Revelación de Dios y la Tora en las últimas publicaciones, podemos arribar a otra conclusión fascinante: también somos socios con Dios en Su Revelación.

Los primeros Rabinos eran totalmente conscientes del hecho que su propia expansión de la Ley Judía iba mucho más allá de aquello que estaba explícitamente escrito en la Tora que leemos semanalmente en las Sinagogas. Por tomar un solo ejemplo entre los miles disponibles, toda la elaboración del sistema concerniente a las leyes alimenticias en lo que respecta a no mezclar carne con leche se apoya tan solo en una sola oración bíblica repetida tres veces en la Tora: “no cocinarás un cabrito en la leche de su madre”. Incluso Dios mismo le dice a sus ángeles en un famosísimo relato que se preserva en el Talmud Ierushalmi (Rosh Hashana 1:3) que la determinación anual del día que se festejará Rosh Hashana cada año depende del decreto de las cortes humanas. Es decir que si los humanos decidimos cambiar la fecha de Rosh Hashana o posponerla un día ¡Dios se ajusta a nosotros y nuestras decisiones!

Por supuesto que el calendario y las fechas de las festividades judías ya han sido matemáticamente calculadas por los antiguos rabinos y por eso podemos saber con precisión desde hoy hasta la llegada del Mesías en qué día caerá cada festividad. Pero lo importante del relato del Talmud es la enseñanza que nos deja sobre la audacia de la interpretación rabínica. Escribí un poco sobre este tema en dos publicaciones sobre el concepto de tradición en el judaísmo: ¿qué mantuvo viva a la tradición judía? y Tradición: ¿cambio o continuidad? Respuesta al judaísmo Ortodoxo. La primera de ellas es muy propicia para Pesaj que aquí en Hong Kong comienza esta misma noche.

El desafió sobre el concepto de tradición y Revelación se presenta en la manera en la que los judíos hemos entendido la noción de ser socios con Dios en Su Revelación: por un lado los primeros rabinos creían en la aceptación incondicional de la Revelación de Dios y la Tora y por eso en la literatura rabínica dicha Revelación no puede ser negada o revocada por ninguna autoridad individual. Por otro lado cuando uno comienza a explorar seriamente la literatura rabínica uno descubre una enorme libertad interpretativa y una maestría extraordinaria sobre el texto revelado. Al fin de cuentas, como dice el relato del Talmud, Dios debe rendirse a los procesos y las reglas de las academias rabínicas humanas. Nosotros terminamos siendo la autoridad máxima y los que tienen la última palabra para decidir qué significado tiene el mensaje del texto sujeto a los múltiples y variados contextos.

Los pensadores tradicionalistas que son serios (generalmente agrupados en la categoría “Judíos Ortodoxos”) aceptan en su mayoría que los rabinos expandieron y expanden las leyes judías mucho más allá de lo que figura literalmente escrito en los primeros cinco libros de la Biblia. De hecho negarlo sería inútil o incluso mediocre. Pero para no limitar el Poder de Dios y la Revelación recurren a una interpretación muy divertida y al mismo tiempo profunda: Dios mismo es el que está guiando estas deliberaciones de las autoridades rabínicas y cualquier cosa que parecería ser una innovación en realidad no lo es ya que fue revelada también a Moisés quien no solo la transmitió oralmente a sus sucesores y a los rabinos del Talmud (dicho sea de paso estos Rabinos del Talmud vivieron miles de años más tarde y en otra geografía) sino e incluso en forma más increíble ¡a los rabinos contemporáneos! De todos modos estos pensadores sostienen que esta comprensión sobre la Revelación no afecta en absoluto la Revelación bíblica de Dios en el Sinaí en donde Dios reveló en forma completa la Tora que nosotros poseemos.

Por otro lado los teólogos y pensadores liberales (generalmente agrupados en la categoría “Judíos Conservadores” o “Reformistas”) insisten en una substancial contribución humana en la Tora desde la revelación misma del Sinaí. Para la mayoría de estos judíos el factor humano y la multifacética forma de entender un mensaje o vivir una experiencia fue determinante desde el primer momento. Todos nosotros podemos experimentar un mismo suceso y sin embargo comprenderlo de infinitas formas distintas de acuerdo a nuestra historia personal que es única y diferente de todas las demás. Dios sin dudas se reveló pero la pregunta no es esa sino ¿qué entendieron de dicho suceso cada uno de los que estuvieron presentes? ¿Es posible que la Revelación haya sido experimentada de formas diferentes de acuerdo a nuestras experiencias condicionas por la forma en que fuimos educados, nuestro bagaje histórico, nuestros esquemas de referencia, nuestros prejuicios y expectativas?

La tensión entre estas dos posturas puede ser resuelta de diferentes maneras. ¿Debemos seguir la palabra literal de Dios o la palabra interpretativa de los rabinos? La respuesta a esta pregunta es muy simple: si. El rango de soluciones posibles enriquece nuestra propia lucha para seguir debatiendo la Revelación de Dios.

 

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La Muerte de Dios – Cómo responderle a un Ateo

08/02/2013 por Diego Edelberg 3 comentarios

 

En la publicación anterior discutimos la posible relación entre la Omnipotencia y el Holocausto. Allí les comenté sobre la necesidad de forjar una nueva metáfora por parte de los teólogos judíos modernos para que nuestra propia imagen o concepción de Dios esté relacionada con nuestras experiencias “momentáneas” de vida. La idea de pensar a Dios como un “momento” de “presencia” o “ausencia” frente a las tragedias quizá sirva como una nueva metáfora para convivir con la idea que nosotros mismos somos simplemente un “momento” en la historia del Universo y que nuestra relación, conexión o supuesto entendimiento de Dios y las cosas sea simplemente “momentáneo”. Es importante declarar que esto no significa que Dios en esencia es “momentáneo” (de hecho nadie sabe qué es ni cómo es Dios) sino que indica que tal vez nuestra percepción humana de Dios es “momentánea”. En esencia nosotros somos “momentos” y la naturaleza del “momento” es cambiante.

Una respuesta mucho más radical a todo este dilema fue propuesta por Richard Rubenstein quien introdujo la idea que a partir de Auschwitz Dios murió. Rubenstein así dio el salto que ningún teólogo judío anterior a él se atrevió a dar: creer que el Holocausto es la muestra más clara que el sistema judío de Tora y Mitzvot ha muerto también. En realidad Rubenstein no declaró que Dios literalmente había muerto (¿cómo podría un ser humano saber eso?) sino que para Rubenstein lo que había muerto son las metáforas clásicas del judaísmo. Si bien podemos sentir repulsión por esta idea no deberíamos descartar rápidamente la noción que tal vez las metáforas han cambiado.

Por supuesto que no debería sorprendernos que la declaración de Rubenstein ha sido rechazada por la mayoría de los judíos. Para muchos judíos estas ideas son extremadamente radicales y se separan demasiado del pensamiento normativo tradicional judío. Tal vez son demasiado modernas y complejas para muchas personas que aún prefieren rezarle a un “Papá Gigante” o a un “Rey de Reyes” o como dice Rabbi Burton Vistozky: para muchos judíos Dios es “Un Gran Judío que hace Todo Bien”. Sin embargo en las últimas publicaciones hemos debatido que replantearnos las metáforas o aquellas cosas que atribuimos en el nombre “Dios” puede ser de gran utilidad para relacionarnos con Dios en la actualidad.  

Un eco del pensamiento de Rubenstein en la muerte de metáforas divinas lo encontramos en otros dos grandes pensadores modernos: Nietzsche y Dostoyevsky. Todos conocen la famosa sentencia del “Dios ha muerto” en el Zarathustra de Nietzsche y algunos tal vez conocen lo que Dostoyevsky escribió en Los Hermanos Karamazov, “sin Dios todo es posible”. Si bien muchos ven estas dos frases con el guiño de la victoria o con la idea que ahora hemos vencido finalmente a las estúpidas ideas dogmáticas de la religión, hay un abismo entre ambos autores. Nietzsche estaba claramente aliviado y feliz de poder decir algo así porque sentía ahora una liberación. Pero Dostoyevsky estaba tremendamente asustado de darse cuenta que sin Dios -o mejor dicho sin las metáforas que hemos depositado en Dios- estamos en las manos del propio interés individual. Y no es casualidad que ambos se dieron cuenta que la liberación de metáforas y la destrucción de Dios trajo los mismos resultados: Dostoyevsky en Rusia padeció en carne propia cómo sin Dios todo es posible en una prisión de Siberia y lentamente en la Alemania de Nietzsche lo impensado se hizo posible. No creo que sea casualidad que ambos declararon la muerte de Dios en los lugares que dieron nacimiento a lo peor del Comunismo y el Nazismo.

Creo que vale en este punto aclarar que ser ateo no significa ser un asesino ni congeniar con las doctrinas del Comunismo o el Nazismo. Hay ateos que son morales y son excelentes personas y hay religiosos que son inmorales y horrendas personas. Estoy “abriendo el paraguas” para decirles que soy consciente que una idea no implica necesariamente la otra. Pero la pregunta difícil si matamos a Dios es ¿por qué no deberíamos actuar según nuestros propios intereses? Es decir, si venimos de la nada y vamos a la nada, si somos accidentes de la química antigua y somos simplemente animales sofisticados ¿por qué debería importarnos ser morales o éticos?

Retornando a las metáforas tradicionales, que Dios y su esencia no cambian era un doctrina central en la filosofía medieval judía. El por qué es obvio: si Dios cambia de un estado a otro significa que a Dios le faltaba algo en el estado anterior que lo hizo cambiar. Pero Dios es perfecto por lo que no puede faltarle ni sobrarle nada. Maimonides fue quien dio cierre a todo este debate declarando que Dios es perfecto, eterno, incambiable e inmutable. De hecho para Maimonides Dios no solo que no escucha porque no tiene oídos sino que ni siquiera ama porque no tiene sentimientos. En otras palabras, en la Biblia Dios tiene manos, dedos o incluso espalda y también en la Biblia Dios se enoja, perdona y tiene compasión. Pero para Maimonides es un error gravísimo tomar estas ideas literalmente. Todas estas concepciones de Dios limitan Su Ser.

Poder manipular o actualizar las metáforas no solo puede abrir nuestro corazón hacia Dios sino ayudarnos a contestarle al que nos dice que no cree en Dios y las consecuencias que eso puede acarrear. El problema en efecto es netamente metafórico.

Primero, si Dios es una idea, una definición, algo que esta “afuera y arriba” en lugar de “abajo y adentro” nunca podremos amar de verdad a una definición. Cuando la gente me dice que no cree en Dios les pregunto “¿en qué tipo de Dios no creen?” y generalmente y de forma invariable resulta que yo tampoco creo en ése tipo de Dios que ellos describen. Tampoco “creo” en el amor y sin embargo el amor es real para mí porque lo experimento en mi esposa, mis padres, hermanos, familia y amigos. No conozco el amor en forma directa (como tampoco conozco a Dios en forma directa) sin embargo ambos son verdad y reales para mí. Ambos existen a cada instante de mi vida porque van y vienen por “momentos”. Pero eso no significa que puedo explicarlos realmente ni son menos reales que otros sentimientos. Justamente también hay días que sufro, tengo miedo y ansiedad y aunque tampoco “creo” en esas cosas son tan reales como el amor (y gracias a Dios también son momentáneas).

Y segundo, sin Dios y sin la religión no existiría el mal porque todo se reduce a lo natural, la supervivencia y el interés propio. Una persona de fe sufre constantemente atormentado por la pregunta ¿por qué existe el Mal? ¿por qué la gente buena sufre? Sin embargo sin Dios y sin la religión ¿por qué deberíamos vivir éticamente? ¿cómo definiríamos al Mal sin Dios y la religión? ¿Se trata solamente de sobrevivir? ¿Es eso lo que queremos educar en las generaciones siguiente? ¿Sálvate tú a cualquier precio? Si los únicos imperativos que mandan son biológicos entonces no hay un imperativo ético sino que hay un orden que solo beneficia el interés individual y propio. Pero si uno es sensible a esta tensión entre lo que debería ser y lo que es y uno se siente incómodo con la injusticia y quiere hacer algo para modificar eso uno cree que hay algo más grande que uno mismo.

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¿Dios realmente nos protege?

31/12/2012 por Diego Edelberg 4 comentarios

 

Muchas veces nuestras imágenes de Dios o las metáforas que utilizamos para relacionarnos con Dios parecen contradictorias. Así vimos en nuestra publicación anterior que según nuestras plegarias Dios es y al mismo tiempo aún no es Uno. Vimos también en nuestra otra publicación sobre La imagen pública de Dios que la omnipotencia de Dios parecería estar limitada justamente por Su imagen pública y lo que la gente puede llegar a pensar acerca del accionar de Dios.

En esta oportunidad quisiera preguntarles ¿Dios está siempre protegiéndonos? Poca gente tiene el coraje de decir en serio “Dios a mi no me protege”. Declarar algo así es muy difícil. Por el contrario generalmente cuando algo que consideramos malo nos acontece terminamos declarando que “por algo es” y aún aunque no podemos entender el porqué, creemos que en el largo plazo tendrá sentido lo que hoy podemos estar sufriendo.

Hay dos cosas que siempre debemos recordar cuando hablamos de Dios. Primero, atribuir características tanto positivas como negativas a Dios es simplemente expresar nuestra percepción humana de Dios, lo cual no significa presentar la esencia de Dios. Ningún ser humano tiene acceso a la esencia de Dios porque sino sería como Dios. Lo que hacemos generalmente es utilizar metáforas para expresar cómo Dios se nos presenta o manifiesta a nosotros mismos en cada momento específico de nuestras vidas. Segundo, decir que Dios es bueno o malo es en realidad un tema de perspectiva. Si Dios permite que un lobo se coma un conejito Dios está siendo amoroso según la perspectiva del lobo pero cruel según la perspectiva del conejito.

En otras palabras, nuestra discusión sobre Dios esta siempre impregnada de subjetivismo. Nunca podremos escapar de nuestra condición humana y por lo tanto Dios será siempre una imagen o metáfora de nuestra propia experiencia de vida. Entonces y con este encuadre vuelvo a preguntarme ¿Dios está todo el tiempo protegiéndome?

Y para responder esta pregunta quisiera explorar una de las metáforas que más me ha llamado la atención de nuestra tradición. La metáfora de Dios como una Roca. Para quienes no están familiarizados con la liturgia judía esta metáfora suena medio extraña. Sin embargo aparece en repetidas ocasiones cuando decimos tzur Israel, literalmente roca de Israel.

Uno de los lugares más famosos en los que aparece esta metáfora dentro de la liturgia es en el poema conocido como Adon Olam. Nadie sabe realmente quién es el autor de esta poesía pero si sabemos, comparando diversos Sidurim (libros de rezo) a lo largo de la historia, que la primera vez que apareció escrito Adon Olam fue en el siglo XI. De hecho fue pensado en sus orígenes para ser un texto recitado antes de irnos a dormir. Con el tiempo se fue moviendo por distintas partes del rezo y hoy lo decimos al comienzo de todas las mañanas y como conclusión del rezo matutino de Shabat y las festividades.

Las primeras estrofas del Adon Olam presentan a Dios como Creador del Universo. La grandilocuencia de Dios es la temática inicial del poema. Pero en la mitad del mismo hay un giro abrupto que va de lo macro a lo micro y el tono del poema se vuelve muy personal. Allí leemos la siguiente frase:

 

Él es mi Dios, mi viviente Redentor,

La Roca para mi dolor en momentos de angustia 

 

Es tan fuerte esta Roca que el poema exclama finalmente una de las frases que más me gusta repetirme en los momentos difíciles de mi vida: Ad-nai lí veló irá, literalmente Dios está conmigo y no temeré.

Por lo tanto aquí esta Roca está protegiéndome o mejor dicho protegiéndonos. Pero como dije al comienzo nuestras metáforas muchas veces parecen contradictorias. En un breve pasaje que antecede la recitación de la Amidah esta misma Roca parece no protegernos realmente del todo. Este breve pasaje fue incorporado en la Edad Media dentro de nuestro rezo y hoy nos ponemos de pie cuando comenzamos a decirlo:

 

Roca de Israel, yérguete para defender a Israel,

Libera como juraste a Yehudá e Israel.

Nuestro redentor, Ad-nai Tzevaot es Su nombre, Santo de Israel,

Bendito eres Tu que redimió a Israel

 

Este si que es un pasaje intrincado. Mezcla simultáneamente el presente, pasado y futuro del pueblo de Israel y la participación de Dios en la historia. La Roca de Israel debe levantarse ahora respetando su juramento pasado de redimir al pueblo en un futuro cercano.   Dios en este segundo pasaje también es la Roca de Israel. Una Roca fuerte y estable. Una verdadera piedra gigante. Y sin embargo está Roca aquí no está ni defendiendo ni liberando a su pueblo ya que según el texto debe hacerlo aún porque ha jurado que lo hará.

¿Cómo entendemos esta contradicción en nuestra plegaria? ¿Le estamos rezando a una metáfora de Dios que como una Roca dura está protegiéndonos en los momentos de angustia o estamos en realidad rezando para que como Roca se levante algún día y nos defienda y nos libere ya que lo ha jurado pero no lo ha cumplido? ¿La Roca es un viviente redentor como dice el Adon Olam o es un deseo que algún día sea un viviente redentor como exclama el pasaje anterior a la Amidah?

El segundo pasaje de la liturgia nos presenta el contexto histórico desde el que fue escrito. En este contexto medieval el autor se encuentra en el exilio sufriendo. Quiere volver a la tierra Prometida. Quiere volver a ser redimido como fueron sus antepasados redimidos de Egipto. Pero como podemos ver nuestras metáforas continúan siendo contradictorias. La promesa no se ha realizado aún y la cualidad de está Roca es más una esperanza de un futuro incierto que de una viva realidad. Para el autor o los autores de esta plegaria Dios es como una Roca que redimirá a Israel…algún día. Pero no es así en el aquí y ahora de ellos puesto que sino no clamarían esta redención.

¿Y cómo nos sentimos nosotros en nuestra cotidianidad? ¿Nos sentimos a salvo protegidos por Dios? ¿Le agradecemos eso cada día cuando rezamos utilizando nuestros textos? ¿O en realidad sentimos otra cosa y pedimos otra cosa cuando usamos los mismos textos? ¿No deberían nuestras plegarias reflejar nuestra sensación más profunda? ¿Rezamos lo que deseamos? ¿Deseamos lo que rezamos?¿Es Dios una Roca que nos protege hoy o es una Roca que debería protegernos algún día ya que no lo está realmente haciendo?

La respuesta no debería sorprendernos: Dios es ambas cosas. Nuestras plegarias nos proveen de ambas posibilidades. Pero lo más importante es entender que las plegarias emergieron de la experiencia humana de los autores que las escribieron. Estos autores eran tan humanos como nosotros y por eso siguen teniendo sentido hoy. Nosotros tenemos muchos momentos en los que Dios parece estar guiándonos y protegiéndonos. Momentos en los que Dios es hoy aquí y ahora una Roca firme, dura y estable que nos protege y defiende de todo mal, angustia y enfermedad. Sin embargo también tenemos muchos momentos en los que Dios nos parece ausente, distante y despreocupado por lo que nos está sucediendo. 

Nuestra experiencia al igual que la de nuestros antepasados sigue siendo ambigua. Algunas veces nos sentimos protegidos por esa mano invisible que nos cuida y nos protege. Otras veces nos sentimos totalmente desprotegidos y frágiles. Nuestros antepasados vivieron por miles de años afirmando esta contradicción. Nosotros debemos hacer lo mismo.

 

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La imagen pública de Dios – ¿Qué aprendemos del Poder Divino?

13/12/2012 por Diego Edelberg 2 comentarios

En nuestra publicación anterior hablamos de la omnipotencia y el poder absoluto de Dios. Dijimos ahí que para los judíos Dios no depende de nada ni de nadie y ni siquiera está limitado por algo o por alguien. ¿Pero es esto realmente así?

En la Biblia, en el libro de Exodo 32:9 leemos que Dios enojado clama: “Yo he observado a este pueblo, y he aquí que es pueblo de cabeza dura. Ahora déjame para que se encienda mi ira contra ellos, y los consumiré; y Yo haré de ti (Moisés) una nación grande”.

Como pueden ver he resaltado la palabra déjame. ¿Acaso Dios necesita el permiso de Moisés para castigar o destruir? No solo esta pregunta es tremendamente compleja sino es aún más sorprendente la respuesta de Moisés quien logra frenar la ira de Dios. Moisés le dice “¿Qué van a decir los egipcios: Con mala intención los sacó para matarlos en las montañas, y para destruirlos de sobre la faz de la tierra? ¡Vuelve del furor de tu ira, y arrepiéntete de este mal pensamiento contra tu pueblo!” (Exodo 32:12).

La audacia de Moisés es impresionante. Le exige a Dios que se arrepienta de este mal pensamiento preguntándole ¡¿Qué van a decir las egipcios?! ¿Acaso el poder de Dios debería estar limitado por la opinión de los opresores más paradigmáticos del Pueblo de Israel?

El segundo argumento de Moisés seguido de la imagen pública de Dios frente a los egipcios es luego mucho más profundo: Dios ha hecho un pacto con Abraham y los patriarcas. Dios no debería romper un pacto que el mismo se comprometió a cumplir. Y así finalmente Dios no destruye a los israelitas y cambia de opinión gracias a la intervención de Moisés.

Este episodio bíblico es difícil de entender. De repente la omnipotencia y poder absoluto de Dios se ha limitado por la imagen pública que tiene entre los humanos y las promesas que libremente ha realizado.

¿Pero qué podemos aprender nosotros que no somos ni Dios ni Moisés de todo este episodio sobre el Poder Absoluto de Dios? La realidad es que la “decisión” de Dios de retener su ira y perdonar no es un símbolo de debilidad sino lo contrario: es el ejemplo más elevado del control total del poder.

Muchas veces pensamos la idea de Poder como algo agresivo o algo que está motivado por el “hago lo que quiero”. Pero por el contrario la enseñanza final de este episodio es maravillosa: la expresión más elevada de Poder que podemos alcanzar es cuando lo utilizamos para dominar nuestros propios impulsos. Si los humanos solo podemos entender o relacionarnos con Dios a través de metáforas que surgen desde nuestra propia experiencia humana e imperfecta, esta caracterización de Dios es muy apropiada para nuestros tiempos.

Esto también nos recuerda al Rabino Ben Zoma en Pirkei Avot 4:1. Ahí nos peguntamos ¿quién es el fuerte? Y podríamos pensar que una persona con mucha masa muscular es fuerte ya que a simple vista se nota físicamente su gran fuerza física y resistencia. Los gimnasios y entrenadores personales abundan hoy más que nunca. En el ámbito político, a menudo la Fuerza y el Poder son los que mandan. Un país puede incluso imponer sus valores a través del uso de la fuerza abrumadora. Pero aquí aprendemos lo contrario: se necesita mayor fuerza para conquistar nuestros propios impulsos. Trabajar con otras personas, escuchar y comprometerse con el prójimo requiere muchas más fuerza y ​​resistencia que forzar nuestra voluntad sobre ellos con la fuerza bruta de nuestro Poder.

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La Omnipotencia de Dios – El poder absoluto

12/12/2012 por Diego Edelberg 1 comentario

Para nosotros los judíos Dios no controla a todos sino a Todo. El término que utilizamos para describir esta cualidad que hace de Dios algo único es omnipotencia. ¿Qué significa esto?

Decir que Dios es omnipotente es declarar que Dios es completamente libre. Dios no depende de nada ni de nadie. En la Biblia Dios no nace ni tiene una genealogía. Ni siquiera tiene contacto con nada. Dios crea a través de imperativos, diciendo: “que se haga la luz…que se formen las estrellas, etc”. La Biblia no posee una biografía de Dios. Dios es introducido en la Biblia pero no es presentado. La Biblia da por hecho que Dios no necesita introducción. Todo esto nos ayuda mucho si queremos desarrollar nuestra relación con Dios.

La esencia del monoteísmo va más allá de uno, dos o múltiples dioses. La esencia del monoteísmo es en realidad la esencia de Dios mismo. Si hubieran muchos dioses el mundo viviría en una constante tensión por la dominación divina. Y si hubieran muchos dioses cada uno estaría limitado o influenciado por el otro.

La omnipotencia de Dios es la revolución histórica que la Biblia introdujo en la historia de la humanidad. Esto tuvo un impacto directo en el modo que nosotros vemos el mundo hasta el día de hoy. La omnipotencia de Dios nos permite vivir en un mundo que con lo bueno y lo malo es esencialmente una Unidad indivisible. Así podemos vivir tranquilos sabiendo que el mundo y nuestra vida aún cuando hoy parece caótica y sin sentido está ordenada dentro de una unidad.

Lo único que sabemos de Dios a través de la Biblia es Su compleja relación con los seres humanos. En la Biblia de hecho los únicos que presentan una seria amenaza a Dios somos nosotros, los humanos.

Pero tenemos que saber que para la tradición judía Dios existe anterior a toda la creación y es el único responsable de toda la creación. Antes de la creación solo había Dios. Si no existiera la creación lo único que existiría es Dios. Y cuando el mundo deje de existir lo único que seguirá existiendo es Dios.

La próxima vez que cierren los ojos para recitar el Shema Israel mediten en todo esto. No hay arriba ni abajo ni adentro ni afuera. No hay antes ni ahora ni mañana. Solo hay omnipotencia. Solo hay Dios.

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Acerca del Autor

 Hola, soy Diego Edelberg, el fundador del blog Judios&Judaismo.com. Me apasiona todo lo relacionado con la música, el judaísmo, la interpretación, la educación, la mitología, la filosofía, la religión, la ciencia, la historia, el arte, la física, la cosmología, la evolución, la sociología, la epistemología, la metafísica, la cabalá y en especial aquello que resulta contradictorio, paradójico y absurdo. Para conocer más sobre mi y de qué se trata mi blog visitá la sección Acerca del Autor

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