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Judíos & Judaísmo

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¡El Rabino más pesado!

24/01/2014 por Diego Edelberg 1 comentario

Pirkei Avot

En este blog he escrito mucho acerca de qué es la Mishna en publicaciones como La importancia de entender qué es la Literatura Rabínica – Mishná, Guemará Talmud y Midrash y La Ley Judía y El Judaísmo Rabínico: breve historia de la Halaja

Pero en esta oportunidad quería dedicarme a resolver un misterio dentro de la Mishna misma, en uno de los tratados más preciados: Pirkei Avot. A diferencia de otros tratados más “rígidos” dentro de la Mishna, Pirkei Avot ha sido desde siempre uno de los favoritos de los judíos debido a que está compuesto por consejos de vida siguiendo la sabiduría de los primeros rabinos. El contenido central de este tratado lidia con temas de teología, ética y máximas de comportamiento existencial que son tan maravillosas que nunca pasan de moda. Es en este tratado por ejemplo, donde encontramos una de las frases más famosas de la literatura rabínica atribuida a Hillel:

Si yo no estoy para mí, ¿quién lo estará?

Y si yo estoy sólo para mí, ¿qué soy?

Y si no es ahora, ¿cuándo?

Sí, es increíble la simpleza y la profundidad de este pasaje. Creo que intentar analizarlo no tiene mucho sentido. Solo alcanza con leerlo para darse cuenta que estamos lidiando con una verdad absoluta de la existencia humana.

 

El Rabino más pesado

Sin embargo vamos a sumergirnos en otro pasaje de la Mishna. Y antes de explorarlo quiero contarles de dónde estoy usando mi fuente de referencia para entenderlo. La semana pasada terminé de leer Sage Tales: Wisdom and Wonder from the Rabbis of the Talmud, el último libro del Rabbi Burton Visotzky. Rabbi Visotzky visitó Hong Kong el año pasado y tuvimos la posibilidad de estudiar con él por una semana. Su especialidad es el Midrash y la verdad fue un placer sumergirse en dicha literatura de la mano de Visotzky. Cuando uno lo escucha hablar y enseñar siente que está ante una enciclopedia con piernas. Por eso antes de seguir presento aquí al Rabbi Visotzky porque lo que voy a compartir a continuación pertenece a su libro Sage Tales.

Pero antes que nada les aviso que si están pensando que el rabino más pesado es Visotzky les anticipo que no me refiero a él, sino a Rabí Eleazar ben Araj. En el capitulo 2 del Pirkei Avot en la Mishna leemos:

Raban Iojanán ben Zakai solía decir: si todos los sabios de Israel estuvieran en un platillo de una balanza, y Rabí Eliezer ben Húrkenos estuviera en el otro, él solo inclinaría la balanza a su favor. Aba Shaúl dijo en su nombre: si todos los sabios de Israel, incluyendo a Rabí Eliezer ben Húrkenos entre ellos, estuvieran en un platillo de una balanza, y Rabí Elezar ben Araj estuviera en el otro, él solo inclinaría la balanza a su favor. (Pirkei Avot 2)

No podemos dejar de preguntarnos por un instante sobre todas estas escalas. Obviamente nadie concibe que esto es literal sino metafórico o simbólico. Pero incluso lo metafórico requiere a veces de explicaciones. ¿Estaba Iojanán ben Zakai preocupado por la dieta de sus alumnos? ¿Qué estaba Iojanan ben Zakai imaginando cuando comparaba el peso de sus discípulos? ¿Realmente pensaba que alguno de ellos estaba con sobrepeso?

 

Concreto versus Abstracto

Podemos aventurar que Iojanan ben Zakai hablaba del intelecto que balanceaba entre sus alumnos. Pero no debemos olvidar que este texto pertenece a la “literatura oral” (es decir fue escrito mucho tiempo después) y por lo tanto la imaginación tiende a ser más concreta que abstracta. Esto sucede porque el pensamiento abstracto -como la matemática o la física a su nivel más elevado- requiere notación. Ese es el motivo por el cual en las universidades y laboratorios los científicos hablan entre ellos con una pizarra de por medio. La notación física hace posible la comunicación entre científicos de algo que es casi imposible de comprender “en el aire”. Claramente las ideas abstractas no sobreviven muy bien con la tradición oral. Es por eso que hoy nosotros podemos escribir sobre “la trascendencia espiritual de la divinidad” mientras que los Rabinos hablaban comparando a Dios con un rey de carne y hueso.

 

Un viaje en el tiempo

Entender esa sutileza entre lo concreto y lo abstracto nos va a permitir resolver el misterio en cuanto a las dietas y los pesos de nuestros rabinos. Vayamos a lo concreto: ¿qué vio Iojanan ben Zakai en Eleazar ben Araj?

Para responder en forma concreta esta pregunta vamos a tomarnos un crucero en el tiempo y recorrer el Mediterráneo en el siglo I de la Era Común. Estamos visitando un lugar que fue tan hermoso en su tiempo como lo es hoy, el sur de Italia. Allí nos encontramos con la ciudad de Pompeii o Pompeya. Como un buen guía turístico les cuento que esta ciudad se encontraba próxima a un monte llamado Vesubio el cual hizo erupción en el 79 de la Era Común enterrando bajo sus cenizas la ciudad entera y todo lo que allí habitaba. Lo impresionante de este episodio es que “congeló” a la ciudad en el tiempo. La ciudad fue luego excavada durante el siglo XIX y XX y se encontraron restos de personas y animales que habían quedado petrificados en las exactas mismas posiciones en las que se encontraban cuando fueron sepultados bajo 3 metros de ceniza volcánica.

 

El Magistrado y su curioso artefacto

Entre la información más interesante que los arqueólogos han descubierto de Pompeya es que la ciudad exportaba comida kasher principalmente a los judíos que estaban en la Israel bajo dominación Romana. Esto significa que había contacto directo entre la ciudad perdida de Pompeya y el mundo de los rabinos en el exacto momento en que Iójanan ben Zakai hablaba del peso de Elezar ben Araj.

Pompeya poseía un importantísimo mercado regulado imperialmente por una persona designada cuyo título era agoranomo, literalmente era la ley (nomo) del mercado (agora).  Su función era preservar la honestidad de los pesos y las medidas (a menos que, como sucede generalmente, estuviera aceptado coimas). En la modernidad los carniceros y los vendedores de frutas y verduras (para los que vivimos en Asia estos mercados a la calle son cosa de todos los días) utilizan balanzas electrónicas para medir el costo de lo que venden y asegurarse que cumplen con lo que prometen en cuestión de cantidad y precio. Generalmente dichas balanzas tienen un sello o sticker que asegura que han sido inspeccionadas por una autoridad.

Sin embargo, ¿cómo controlaba el agoranomo de Pompeya que las medidas de las balanzas de los vendedores eran precisas? La respuesta a esta pregunta es relevante y resuelve el misterio puesto que estamos hablando de medidas puestas en una balanza del mismo modo que Iójanan imaginaba a sus alumnos. Y finalmente develando el misterio, el supervisor de Pompeya se aseguraba que las medidas fueran precisas dejando su sello el cual consistía ¡en un pequeño busto de sí mismo!

 

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Archivado en: Biblia Hebrea: Tora, Profetas y Escrituras, Judaísmo Antiguo Etiquetado como: Hillel, Iojanan ben Zakai, midrash, mishna, pirkei avot, pompeya

La Ley Judía y El Judaísmo Rabínico: breve historia de la Halaja

22/12/2013 por Diego Edelberg 26 comentarios

 

Queridos Rabinos: ¡Gracias!

El judaísmo, es decir el conjunto de prácticas que los judíos hacemos y son tan familiares para nosotros hoy, es una creación rabínica. El judaísmo actual tiene poco que ver con las prácticas y pensamientos de los antiguos israelitas que leemos en la Biblia. En palabras más simples, el judaísmo es rabínico y no bíblico. Cada práctica y pensamiento judío en cualquier forma que hoy encontremos es el producto de un círculo de grandes pensadores a quienes llamamos “nuestros Maestros” y se hacían llamar a sí mismos “Rabinos”.

Estos hombres florecieron y desarrollaron su pensamiento durante los primeros 5 siglos de la Era Común (del 0 al 500). Por dicho motivo una de las formas en las que los historiadores definen este período de 500 años es utilizando el título de “Era Rabínica”. Es verdad que los orígenes del judaísmo se remontan a un tiempo muy anterior a la Era Rabínica. La Biblia es el documento fundacional del judaísmo y algunas de sus partes preceden a los escritos de los rabinos por más de mil años. Pero las prácticas de los antiguos israelitas que leemos en la Biblia no representan al judaísmo del modo que cualquiera de nosotros lo reconocería hoy. Fueron justamente los Rabinos quienes interpretaron el texto bíblico por nosotros y lo convirtieron, de alguna manera, en un “libro judío” que se refiere a prácticas judías.

 

Agadah y Halaja

Estas interpretaciones rabínicas ocurren por ejemplo con lo que llamamos agadah, es decir la narrativa “histórica” del judaísmo. Los Rabinos expandieron los relatos de la Biblia, contaron historias acerca de las historias mismas de la Biblia y crearon un impresionante tesoro de literatura rabínica que ha servido a la humanidad como fuente de inspiración para discusiones, pensamientos y debates sobre la teología judía y los valores que propone la tradición. Este es el caso también de lo que llamamos halaja, lo cual lidia con las formas de comportamiento apropiado dentro de un encuadre judío. Los Rabinos leyeron sobre las prácticas de los antiguos israelitas que son descriptas en la Biblia (prácticas relacionadas con los sacrificios, rituales de pureza e impureza y las festividades agrícolas) y las tradujeron hacia un nuevo estadio que nosotros hoy identificamos como judaísmo: plegarias organizadas siguiendo un texto particular; observancia del Shabat muchísimo más detallada de lo mínimo prescripto en la Biblia; conmemoración simbólica de las festividades agrícolas a lo largo del ciclo anual del calendario judío; junto a los aspectos que se relacionan con las configuraciones de un hogar y una familia judía y todo lo demás que podríamos enumerar. Sin la halaja, lo que nosotros hoy llamamos judaísmo nunca hubiese existido.

 

Un Judaísmo, Dos Verdades

Los Rabinos no fueron (ni siguen siendo) los únicos judíos que se relacionaron con la historia de los antiguos israelitas de la Biblia. Pero diferían de sus contemporáneos principalmente en la definición de una palabra: Tora. Los judíos contemporáneos a los primeros Rabinos creían que Dios había revelado la Tora en forma completa a Moisés en el Monte Sinaí y que esta Tora comprendía la ley básica de la comunidad sagrada de Israel. Sin embargo los Rabinos argumentaron que además de la Tora Escrita (Tora shebijtav; un término que designa la Biblia en general y los primeros Cinco Libros de Moisés en particular) ellos poseían todo otro material que llamaron Tora Oral (Tora shebaal peh) cuyo contenido estaba constituido por leyes y enseñanzas que extendían, explicaban, desarrollaban y en esencia expandían los mandamientos bíblicos (mitzvot). Cómo fue que los Rabinos entendieron la relación entre estas dos “Toras” es un tema de debate que continúa hasta nuestros días. Claramente para los Rabinos ambas “Toras”, la Oral y la Escrita, se habían originado en el exacto mismo momento de la revelación de Dios en el Sinaí y en conjunto definían, ambas “Toras”, el pacto entre Israel y Dios.

 

Midrash y Mishna

Los Rabinos que vivieron durante los primeros 200 años de la Era Común expresaron esta Tora Oral en dos formas literarias diferentes. La primera de estas formas es lo que llamamos midrash, una palabra que significa “interpretación” o “investigación”. Esta forma literaria presentaba a la halaja como el resultado directo de aquello que puede ser derivado del análisis del texto que se encuentra en la Tora Escrita. La segunda forma es la que llamamos mishna, una palabra que significa “repetición”. A diferencia del midrash una mishna es una sentencia de la Tora Oral que no necesariamente requiere una cita de la Tora Escrita como prueba: es válida en sí misma y es aprendida a través de la repetición en lugar de ser expresada en la forma de un comentario sobre un texto escrito. La relación entre estos dos métodos de estudio está sujeto a mucha controversia desde una perspectiva académica. Eventualmente el producto final de estas dos formas de aprendizaje fue puesto por escrito en la forma de libros que llevan estos mismos nombres: midrash terminó haciendo referencia a la colección de interpretaciones rabínicas de la Tora Escrita y mishna a colecciones particulares de sentencias de Tora Oral (plural mishnaiot) editadas por los Rabinos que las enseñaron a sus alumnos.

 

La Mishna

En la actualidad la palabra mishna es reconocida como el título de una de las tantas colecciones literarias y se le atribuye su autoría al Rabino Iehudá ha-Nasí (alrededor del 200 E.C). Esta colección rápidamente suplantó todas las demás colecciones convirtiéndose en el texto básico de estudio en las academias rabínicas en Palestina y Babilonia. Tal fue el reconocimiento de esta colección que terminó siendo considerada “la” Mishna y su editor, Iehuda ha-Nasi, es referido en la literatura posterior simplemente como Rabbi, sin la necesidad de agregarle otra calificación debido a su grandeza. El contenido de la Mishna que Rabbi compiló está ordenado por temas divididos en seis órdenes (sedarim) los cuales a su vez están subdivididos en tratados (masejot). Rabbi fue muy selectivo al momento de decidir qué iba a formar parte de su Mishna. De todos los textos que habían sido creados por los Rabinos hasta ese momento, Rabbi eligió una pequeña fracción dejando mucho material afuera. Por este motivo su Mishna parecería ser un compendio legal sobre la Tora Oral conteniendo las enseñanzas favoritas de Rabbi mientras se omiten aquellas enseñanzas que consideraba incorrectas.

 

Majloket

Pero a diferencia de otros compendios legales, la Mishna de Rabbi no contiene una única opinión sino que cita muchísimas opiniones individuales que generalmente están en desacuerdo con lo que opina la mayoría dentro de lo que se preserva en el texto mismo. Honestamente nadie sabe por qué Rabbi decidió preservar disidencias en su Mishna. Lo que sí sabemos es que a través de un estudio profundísimo la Tora Oral se convirtió en un diálogo continuo estructurado en la forma del desacuerdo entre los primeros Rabinos. A tal punto llega este desacuerdo que la metodología característica del judaísmo rabínico terminó siendo conocida como majloket, palabra que significa “disputa”. Si tuviéramos que explicar esto en palabras más simples podríamos decir que: no existe el judaísmo rabínico sin la Tora Oral y no existe la Tora Oral sin majloket, es decir sin argumento y debate.

 

Los «Talmudes«

Los Rabinos que estudiaron la Mishna de Rabbi durante los siglos siguientes en las academias rabínicas de Palestina y Babilonia produjeron también un material extraordinario que pasó a llamarse talmud, literalmente “estudio”. Y la palabra talmud, al igual que mishna y midrash, también terminó convirtiéndose en un nombre propio siendo el título de una colección particular de estos estudios. Como la Mishna de Rabbi era estudiada simultáneamente en dos locaciones diferentes, lo que tenemos son dos “Talmudes”: uno llamado Talmud Babilonio y otro Talmud Palestino (conocido como Ierushalmi entre los judíos). Ambos “Talmudes” superan ampliamente en contenido a la Mishna y están organizados como comentarios siguiendo los órdenes y tratados de la Mishna misma. A simple vista estos comentarios parecerían ser solamente un expansión de la Mishna. Pero son mucho más que eso. La literatura talmúdica discute en extensión no solo la Mishna sino los otros textos que Rabbi había decidido dejar afuera. Además el Talmud lidia con otros temas sobre halaja que no son -estrictamente hablando- parte de la Tora Oral. Estos temas incluyen instituciones creadas a partir de promulgaciones (takanot) o decretos (guezeirot) de los antiguos Rabinos como así también prácticas que se originaron por costumbre (minhag) de la comunidad.  Los “Talmudes” (en especial el de Babilonia) contienen además mucho texto que encasillaríamos en la categoría de agadah: comentarios sobre narrativas bíblicas, relatos sobre las figuras bíblicas y los primeros Rabinos e incluso especulaciones concernientes a la naturaleza humana. En pocas palabras, todo lo que le interesaba a los Rabinos termina en el Talmud, el cual a su vez terminó convirtiéndose en una suerte de enciclopedia sobre la mente rabínica.

 

Si, no, puede ser

Si los consideramos libros de halaja, notamos que los “Talmudes” difieren ampliamente de la Mishna en estilo y aproximación hacia la búsqueda del sentido. La Mishna establece sus reglas en forma directa, generalmente sin utilizar una cita bíblica para justificar sus enunciados. Pero los “Talmudes” (especialmente el Talmud de Babilonia) posee una estructura dialéctica: la forma predominante es el debate, un estilo en el cual una proposición es anunciada, atacada, refutada y modificada a través de una discusión basada en argumentos y contra-argumentos. El método talmúdico del estudio de la Tora enfatiza así un hecho que todos honestamente sabemos: existe más de una posible respuesta frente a una interesante pregunta (una pregunta interesante es aquella que no se responde con un monosílabo). De ese modo -aunque no siempre- el Talmud no concluye sus argumentaciones con una declaración final que una respuesta o la otra es la única “correcta”. La mayoría de las veces nos deja con la impresión que más de una respuesta es “correcta”, que ambas posiciones tienen “razón” en lo que dicen y que de acuerdo a cómo está siendo planteado el problema pueden existir resoluciones diferentes e incluso conflictivas entre ellas mismas pero que individualmente otorgan “sentido” a la pregunta planteada dependiendo del contexto y la situación particular. En consecuencia los “Talmudes” -a diferencia de la Mishna- no pueden ser llamados “compendios” de ley judía. Son textos de estudio cuyo objetivo es ayudarnos como lectores a pensar un problema o una cuestión determinada del modo que los editores talmúdicos lo hubiesen hecho en lugar de servirnos como una sentencia autorizada de ley judía.

 

El tiempo pasa…nos vamos sacralizando

Sin embargo hay un fenómeno muy común en la historia de cualquier disciplina que eventualmente va constituyendo “clásicos” sobre ciertas obras. Con el paso del tiempo y por decisión colectiva de un grupo de seguidores, esos “clásicos” generalmente se convierten no solo en algo muy preciado puesto que otorgan pertenencia sino también en una suerte de “voz autorizada”. Así se establece una máxima que dicta algo así como “si han perdurado y han continuado hablándole a diferentes generaciones por miles de años tienen que ser verdad”. Más allá de cómo entendamos esta idea, no debería sorprendernos que con el paso del tiempo el Talmud de Babilonia (también conocido como Talmud Babli) se convirtió para muchos de los Rabinos posteriores en lo que originalmente no era: un libro sagrado de ley judía. Para la generación de Rabinos que continuó a los editores finales del Talmud de Babilonia, todas las declaraciones de la halaja debían ahora ser justificadas por evidencias y argumentos derivados del Talmud mismo. La razón por la cual terminó sucediendo algo así fue gracias un grupo de excelentes maestros judíos conocidos como los gaonim. Estos sabios eran los líderes de dos academias rabínicas llamadas Sura y Pumbedita las cuales estaban situadas (¡oh casualidad!) en Babilonia misma. La impresionante sabiduría de los gaonim sobre el Talmud de Babilonia (y no particularmente el de Palestina) no solo terminó poniendo a dicho Talmud como el más autorizado de los dos sino también terminó otorgándole a los gaonim la centralización internacional del devenir histórico judío durante los siglos VII al XI.

 

La grandeza gaónica

Localizados en lo que en poco tiempo pasaría a ser renombrado Bagdad -el centro político y comercial del Imperio Arábigo en su tiempo- estas academias rabínicas y sus líderes (los gaonim) mantenían un contacto directo con todas las comunidades judías dispersas a lo largo de tierras musulmanas y en menor extensión con aquellas otras comunidades bajo dominación cristiana ubicadas en Europa. Los gaonim eran realmente brillantes y, también gracias a la buena condición económica de la zona geográfica en la que vivieron donde podían estudiar sin mayores tormentos, se ganaron el respeto de todos los judíos del mundo. Individuos y comunidades enteras enviaban cartas a Bagdad con preguntas difíciles o discusiones sobre la halaja y los gaonim respondían con argumentos que estaban apoyados y justificados en interpretaciones derivadas de su propio Talmud (así que corrían con todas las ventajas: la obra más sagrada era de Babilonia y ellos jugaban de locales). Pero finalmente y por razones tanto externas como internas las academias y los gaonim comenzaron a declinar en prestigio y poder. Para ese entonces los judíos ya se habían acostumbrado por siglos a buscar las respuestas a sus preguntas en el Talmud de Babilonia que utilizaban los gaonim que allí se encontraban. Pero no había que temer puesto que los judíos disperos por el mundo ya habían comenzado a desarrollar escuelas rabínicas regionales y tradiciones intelectuales particulares que les permitiría  estudiar el Talmud ahora por su cuenta sin necesidad de remitirse a otra locación o centro. (Si quieren conocer más de los gaoním les recomiendo la siguiente publicación: Bagdad y los Gueonim)

 

Comentarios, Compendios y Responsas

El estudio del Talmud concentró la atención de la mente rabínica por casi 1500 años produciendo una inmensa literatura que consiste en tres formas que se originaron con los gaonim: (a) comentarios sobre el texto del Talmud y otras obras rabínicas con la misión de explicar estos textos, resolver sus contradicciones internas y derivar nuevas ideas desde los mismos; (b) compendios , libros de ley judía que presentan los reglamentos halájicos de los Rabinos en consonancia con algún patrón organizativo; y (c) responsas, respuestas rabínicas a preguntas puntales concernientes a la ley judía y la práctica del judaísmo en un sistema del tipo preguntas y respuestas.

La última de estas tres formas requiere una atención especial. La literatura de tipo responsa es el género más grande de escritura rabínica por encima de todos los demás. Sabemos que existen más de tres mil volúmenes de responsa conteniendo más de trescientas mil respuestas (teshuvot) particulares. Cada responsa es una respuesta ofrecida por una autoridad hacia una pregunta (sheelah) particular que le ha sido enviada para ser juzgada. Junto con la respuesta, la responsa casi siempre contiene el razonamiento del autor, los argumentos que utiliza para justificar ésta decisión en lugar de otras posibilidades que habría que tener en consideración y todo esto es presentado basándose en la interpretación de la mayor cantidad de textos que esta autoridad posee al alcance de su mano. Las responsas son de inmensa importancia al estudiar la historia del desarrollo de la ley judía. Nos muestran claramente cómo es que la halaja se ha desplegado a través del tiempo, caso por caso y paso a paso, en respuesta a nuevas interrogantes, desafíos e incertidumbres que las generaciones pasadas no resolvieron o de hecho nunca tuvieron que enfrentar debido a diferentes inventos o cambios en el paradigma social de la humanidad.

Pero no solo eso, las responsas  nos ofrecen también un vívido ejemplo de la mente rabínica en acción. En cada responsa nos metemos, por así decirlo, en el estudio del Rabino, su biblioteca personal y su contexto histórico particular para “verlo” finalmente realizar un acto de creatividad literaria. Así “vemos” al Rabino tomar textos antiguos y trasladarlos hacia nuevas sentencias de significado aplicando dichos textos a nuevas cuestiones para las cuales esos mismos textos no había sido escritos originalmente. El Rabino logra así derivar un nuevo entendimiento de un conjunto de palabras muy antiguas que nunca antes habían sido entendidas de ese modo alcanzando lo que el Zohar (el compendio medieval más importante del misticismo judío) llama en sus enseñanzas -en un hermoso arameo- milin jadatin veatikin, literalmente palabras nuevo-antiguas. En cada responsa se renueva la voz, se revive la Revelación y como lectores “escuchamos” un discurso rabínico en el cual la autoridad a cargo de la responsa formula un argumento que espera logre persuadir a sus lectores para ver el mundo de la Tora y la halaja de ésta manera en oposición a otra.

 

La Conversación de la Conservación

Finalmente podemos decir que todo este proceso nos revela algo muy importante sobre la ley judía. En la búsqueda de una sola idea que pueda expresar la naturaleza de la halaja -sin importar cuán imperfecta sea esta definición- podemos aventurarnos en dos palabras que se hacen una: conservación y conversación. La ley judía es un diálogo continuo que tiene como objetivo preservar la tradición entre los Rabinos, el pueblo judío y lo que va sucediendo en el mundo constantemente cambiante en el que vivimos. En la búsqueda de mantener vivo este viejo-nuevo discurso, los Rabinos constantemente arreglan los textos hacia nuevas estructuras de significado con el objetivo final de responder en forma judía a los desafíos presentes y futuros.

Al igual que la página del Talmud saturada de comentarios y comentarios de los comentarios que atraviesan quince siglos de pensamiento rabínico, la halaja es el territorio de discusión en el cual las generaciones pasadas conversan con las actuales a través del tiempo en un argumento que en esencia nunca llegará a una conclusión final irrefutable. El argumento nunca termina porque hay tan solo un par de respuestas que son claramente “correctas” y no requieren de una revisión crítica frente a las incontables complejas preguntas sobre la ley judía. De hecho nunca termina porque en la halaja no hay atajos, no hay manera de arribar a la respuesta que uno busca sino es a través de una conversación, la cual siempre será el producto de un convenio que involucra como mínimo dos opiniones. Determinar la respuesta “correcta” hacia una pregunta de Tora no es tan solo aplicar una plantilla de reglas y fórmulas. La halaja no conoce de índices automáticos de los cuales uno puede distinguir entre interpretaciones que son verdaderas o falsas. La respuesta “verdadera” emerge de un proceso de argumentación que se apoya en el Talmud (generalmente el Babilonio) e incontables textos rabínicos que soporten dicha respuesta. Pero esta respuesta es en esencia una conclusión tentativa cuya “verdad” se apoya en la habilidad que una escuela de pensadores tiene para persuadir a la comunidad rabínica que su punto de vista representa el mejor entendimiento de la Tora y de lo que probablemente Dios está demandando de nosotros.

Así uno comprende que envolverse en la halaja no significa solamente limitarse sino sumarse a un apasionante discurso generacional en el cual uno agrega su propio estilo vocal dentro del coro milenario del pueblo judío. El coro judío es la suma de todas las voces individuales que por casi dos milenios ha dado forma y substancia a la obra de Dios en la forma de consonancia, disonancia, armonía y contrapunto. Esta obra divina necesita de una forma cuya expresión es una ley que no solamente ordena la multiplicidad caótica de ruidos y sonidos sino que además otorga pertenencia y continuidad, los dos desafíos más grandes de nuestra generación como judíos.

 

*Esta publicación es una traducción, interpretación y recreación de la Introducción al libro «Jewish Living» escrito por el Rabbi Mark Washofsky 

Archivado en: Actualidad Judía, Biblia Hebrea: Tora, Profetas y Escrituras, Educación Judía Etiquetado como: comunidad, Gaonim, Halaja, israelitas, la biblia, midrash, mishna, mitzvot, rabbi, rabino

¿Tiene El Sentido De La Vida Una Fecha De Vencimiento?

29/09/2013 por Diego Edelberg 13 comentarios

 

Nadie puede hacerlo solo

El Rabino Isaac Luria fue el cabalísta más influyente en la historia del judaísmo. Vivió en el siglo XVI y ya en su propio tiempo se percató que su propio mundo -al igual que el nuestro- poseía muchas fallas. La gente sufría hambruna, enfermedades, guerras, intolerancia y odio. Al igual que nosotros hoy, Luria también se preguntaba ¿cómo puede Dios permitir que cosas tan terribles sucedan?

Pero lo más revolucionario de su pensamiento no fueron estas preguntas sino la respuesta que ofreció al mundo ante estos desafíos. Luria enseñó que en el fondo quizás Dios necesita de nuestra ayuda y no puede hacerlo todo solo. Para explicar esta idea tan audaz en la que Dios necesita del ser humano, Luria presentó una nueva narrativa sobre el origen del Universo

 

¡En el principio fue el caos!

Cuando Dios comenzó a crear el mundo planeó derramar una Luz Divina en cada elemento para hacerlo realidad. Preparó unas vasijas que tendrían como misión contener esta Luz Divina. Pero algo salió mal. La Luz fue tan intensa que las vasijas se resquebrajaron y estallaron en millones de pequeños pedazos. La palabra hebrea que Luria utilizó para explicar esta experiencia es shvirat hakelim, la ruptura de las vasijas.

Si lo que Luria enseñó es verdad entonces nuestro mundo es caótico porque está constituido por una Creación que salió mal y está saturada de fragmentos partidos. Cuando nos maltratamos y nos lastimamos permitimos que el mundo permanezca fragmentado. La misma experiencia podría aplicarse a quienes tiran comida sin sentir una molestia cuando son conscientes que hay gente que se está literalmente muriendo de hambre. Vivimos en un cúmulo de piezas rotas y Dios no puede repararlo solo.

 

¿Qué deberíamos hacer?

Esta es la razón por la cual Dios nos dio la libertad de elegir qué queremos hacer y cómo queremos vivir. Somos libres para hacer realmente lo que queramos con el mundo. Podemos permitir que toda la Creación permanezca rota. También podemos intentar reparar todo este desorden cósmico. La palabra hebrea que Luria utilizó para explicar esta experiencia reparadora es tikún, la reparación del mundo.

Nuestra misión en esta vida es descubrir aquello roto que está al alcance de nuestras manos para intentar repararlo. Lo errado, feo, doloroso y malvado está tejido con nuestra presencia en el mundo. Es parte nuestra nos guste o no. No podemos cerrar los ojos y decirnos “ese no es mi problema”. Como nos enseñaron los Rabinos en la Mishná: no estamos obligados a terminar la tarea pero tampoco libres de abandonarla. Esto implica que nadie es culpable pero todos somos responsables. Se espera de nosotros que hagamos lo máximo posible de la mejor manera que podamos.

 

¿Hay fecha de vencimiento para el sentido de nuestra vida?

Esta semana leímos nuevamente la Creación del Mundo en todas las Sinagogas. Las historias del Libro de Génesis (Bereshit en hebreo) no solo tienen una funcionalidad histórica sino mitológica y por ende eterna. Su sabiduría se repite una y otra vez en cada generación. Es un mensaje que no tiene fecha de vencimiento. Cuando Dios le dijo a Adam y Eva cuiden el Jardín del Edén, Dios le estaba diciendo a cada Adam y cada Eva eternos (dicho sea de paso ambos seres nunca conocieron religión alguna) que cada generación debe cuidar la Creación. Si rompemos este mundo no va a haber otro (Eclesiastés Rabbah 7:13).

Así que cuando vemos algo roto reparémoslo. Cuando encontremos un objeto perdido devolvámoslo. Cuando nos enfrentemos con algo que necesita ser hecho hagámoslo. De ese modo vamos a ir reparando el mundo y curando la Creación. Si todo el mundo operara bajo este paradigma realmente viviríamos en un Paraíso del modo que Dios lo imaginó originalmente. Si pudiéramos cambiar la pregunta “¿qué me llevo?” por “¿qué puedo ofrecer?” la historia sería otra. Si todo lo roto pudiera ser reparado entonces el engranaje cósmico encajaría pieza por pieza como un puzzle gigante. Pero, para que podamos comenzar la tarea de la reparación primero debemos asumir nuestras responsabilidades.

Archivado en: Aforismos, Citas, Espiritualidad y Religión, Judaismo Hoy Etiquetado como: caos, dios, el sentido de la vida, esencia, isaac luria, luz divina, midrash, mishna, origen del universo, siglo xvi

La mejor lección que aprendí de la Tora

12/05/2013 por Diego Edelberg 5 comentarios

 

A menos que nos apasionen las estadísticas, en una primera lectura Bemidbar o Números (el texto del libro de la Tora que iniciamos esta semana en todas las Sinagogas del mundo) no entusiasma demasiado. No es muy emocionante leer una larga lista de nombres que encima no son nada fácil de pronunciar. El libro comienza con la instrucción de Dios a Moisés de literalmente contar “las cabezas” de la comunidad (Números 1:2). Sin embargo estas simples palabras de contar “las cabezas” son el disparador de una de las enseñanzas más increíbles que he escuchado en los últimos años.

 

¡Todos contamos!

Debemos siempre recordar que el judaísmo es esencialmente una tradición interpretativa en la cual el mismo texto puede ser leído de múltiples formas distintas otorgándonos así diferentes significados sobre un mismo conjunto de palabras. Por lo tanto para RaShi (el intérprete y comentarista medieval ashkenazí más importante de la historia) Dios cuenta a los Israelitas en la Biblia porque son algo muy preciado. Del mismo modo que un abuelo puede hablar encantado de los logros de cada uno de sus nietos y nietas, Dios hace lo mismo con cada uno de nosotros. Y eso es para RaShi el significado de que cada uno de nosotros “cuenta y somos contados”.

 

El Mejor Maestro del Mundo

Sin dudas la interpretación de RaShi es muy hermosa. Pero la interpretación que “me partió la cabeza” fue la que hizo el Rabino Iehuda Leib Alter (1847-1905) en su obra más importante que le dio a él su propio apodo: el Sfat Emet (en idish es más conocido como Sfas Emes y también como el Rebe de Guer). Allí leemos lo siguiente:

 

Cada judío tiene un particular conocimiento de la grandeza de Dios de acuerdo a su propia capacidad. Y ese conocimiento no lo tiene nadie más. Esto es lo que la Mishna enseña:”…mostrando la grandeza de Dios, porque cada persona fue estampada de la estampa de Adam y así y todo, no hay dos caras iguales”. El Rabbi Pinjas de Korzec agregó que debido a que “la diferencia está en las mentes, no solo en las caras” cada uno de nosotros se siente atraído por cualidades diferentes [de la vida religiosa]. Este es el sentido del verso (Salmo 147:5): “no hay manera de contar Sú entendimiento” [refiriéndose a todas las diferentes maneras posibles de entender a Dios]

De ese modo cada uno de nosotros ha recibido una única mente y capacidades apropiadas correspondientes. Este el sentido de contar “las cabezas”… 

(Sefat Emet Bemidbar 4:14)

 

El genial Arthur Green en su traducción al inglés del Sefat Emet comenta que ésta es realmente una lección magistral que aún debemos aprender incluso quienes enseñamos hoy. Cada persona ha recibido una manera única de entender a Dios que absolutamente nadie más que él o ella posee en el mundo. Nuestra tarea como educadores es despertar esa comprensión individual que cada alumno posee haciéndola brotar a la superficie, mientras evitamos convencer al alumno que debe tragarse nuestra propia comprensión personal única y diferente. Sin dudas esta es una de las lecciones más difíciles de aprender para cualquier persona. Es un ataque hacia el fundamentalismo interpretativo. Es un ataque hacia aquellas personas que piensan que “conocen la esencia” pero no pueden abrirse a nuevas, diferentes y variadas lecturas.

Arthur Green continúa diciendo que para el pensamiento moderno esta lección es tremendamente compleja porque ¿a quién aplica esta hermosa enseñanza? ¿Solamente a los judíos? ¡Absolutamente no! Según el Sefat Emet -citando a la Mishna misma- la estampa viene del mismísimo Adam que no conoció religión alguna. Aquí no hay salida de la lógica interna y universal de la Mishna: cada ser humano, hombre o mujer, judío o no-judío, tiene una única capacidad para entender y conocer a Dios ante la cual todos los demás no podemos más que maravillarnos.

¡Esto es lo que me apasiona de estudiar Tora! Descubrir estas joyas de la interpretación judía no dejan de cautivarme y despertar mi humildad ante tanta sabiduría. Es apasionante la idea que el Maestro no debe forzar su verdad sino ir pelando las capas del prejuicio que sus alumnos poseen funcionando como un facilitador que los ayuda a liberar la verdad que ya está dentro de él o de ella.

Pero incluso más hermoso es pensar que el mundo necesita de una verdad que no la tiene una sola persona sino cada uno en forma individual, particular y única. Si forzamos verdades sobre otras personas el mundo se vuelve peor y no mejor. Lo que necesitamos es que cada uno “se encuentre” con su comprensión. Necesitamos que cada persona comparta esa parte de Dios que sólo él o ella posee. Y en consecuencia debemos aprender de cada ser humano que conocemos sin importar de dónde viene y quién es. Cada persona tiene una parte de Dios para transmitirnos a nosotros y ayudarnos así a armar el puzzle de nuestra vida y en extensión el de la humanidad toda.

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La importancia de entender qué es la Literatura Rabínica – Mishná, Guemará Talmud y Midrash

23/01/2013 por Diego Edelberg 33 comentarios

 

La literatura rabínica

Muchos judíos no saben realmente qué es la literatura rabínica. Sabemos que tenemos algo llamado Talmud y sin embargo pocos pueden explicar en pocas palabras qué es. Por eso en esta publicación quería ofrecerles algo diferente. En lugar de mis típicas reflexiones judías quiero en esta oportunidad compartir una presentación extremadamente resumida sobre los textos que escribieron nuestros antiguos Maestros, es decir nuestros Rabinos, para poder responder cada vez que nos preguntan ¿qué es la Mishná? ¿qué es la Guemará? ¿qué es el Talmud? y ¿qué es el Midrash? Si no le preguntan esto a ustedes o no es un tema de charla entre amigos quizá no frecuentamos el mismo tipo de eventos sociales o fiestas.

 

El Talmud

Cuando los judíos hablamos de el Talmud nos estamos refiriendo al Talmud de Babilonia. Este Talmud es el sueño dorado de cualquier biblioteca judía. En las ediciones impresas ocupa más de veinte tomos. Dentro de estos veinte tomos hay una enorme compilación de leyes rabínicas y sabiduría judía escritas en hebreo y arameo, las dos lenguas que los judíos hablaban al momento de escribir estos textos. El Talmud parecería a simple vista contener diferentes opiniones y comentarios. Sin embargo no debemos olvidar que todos estos textos fueron editados y los Rabinos decidieron finalmente -a modo de narrador omnisciente- qué historia contarnos. Así que asumir que estaban todos escribiendo libremente sus opiniones y comentarios al mismo tiempo en el mismo manuscrito es por supuesto una exageración. La edición final ocurrió alrededor del siglo VI en Babilonia que hoy forma parte de Irak y por eso se lo llama Talmud de Babilonia o Babilonio o también Talmud Babli.

La historia muchas veces resulta irónica y en especial si uno considera que Irak fue el hogar de una de las más grandiosas comunidades judías de la historia. Les recuerdo que los judíos habían sido exiliados desde la tierra de Israel a Babilonia en el año 586 Antes de la Era Común (o si prefieren antes del nacimiento de Jesús) y vivieron allí confortablemente gobernados por los Persas, los Sasánidas y los diferentes gobiernos Musulmanes hasta la Modernidad. ¡Estamos hablando de una comunidad judía instalada en Irak que no solo sobrevivió sino que prosperó mucho más que otras comunidades judías de la historia por 2500 años!

El Talmud es el producto de las academias rabínicas que florecieron en Babilonia desde el año 220 de la Era Común (o si prefieren después del nacimiento de Jesús) hasta el año 500 aproximadamente. Luego de ser editado y compilado el Talmud fue estudiado en todas las academias rabínicas del Mediterráneo y Europa. Posteriormente fue comentado, copiado en manuscritos y finalmente con la aparición de la imprenta fue nuevamente compilado ahora con los comentarios que con el paso del tiempo ya se habían convertido en un clásico (dicho sea de paso, hace rato que tenemos ya ediciones digitales del Talmud). Así es cómo el Talmud se convirtió en una obra de más de veinte tomos. Algunos dicen que si se estudia un folio de página por día (tiene dos caras cada folio) puede ser leído en su totalidad en siete años. Vale la pena mencionar que pude ser leído en siete años pero no necesariamente implica que se lo ha comprendido.

El Talmud es también un compendio de muchas obras rabínicas anteriores. Está organizado como un comentario pero no sobre la Biblia sino sobre la primer obra rabínica de la historia: la Mishná. La Mishná es casi en su totalidad una colección de opiniones legales sobre la práctica judía. Pero no es un compendio de Ley Judía ya que generalmente ofrece múltiples opiniones sobre cada tema. Incluso estas opiniones pueden llegar a ser presentadas en forma conflictiva y no unánime. Con el tiempo llegaremos a otra etapa en la historia judía con la creación de compendios de Ley Judía que aparecen en la Edad Media. Estos compendios lo que hacen en esencia es quitar del medio todas estas discusiones para ir directo a la Ley final. Los judíos en determinado momento de la Edad Media simplemente querrán saben cuál es la Ley, qué deben decir y qué deben hacer puesto que ya no quieren lidiar más con todas estas discusiones, comentarios y verborragias rabínicas. Pero la verdad es que los comentarios y las discusiones rabínicas son la esencia de la relación con Dios y lo que de algún modo el judaísmo es hoy desde una perspectiva judía.

 

La Mishna

La Mishná está organizada en categorías de la Ley Judía filtrada por los primeros Rabinos. Una sección de la Mishná puede por ejemplo lidiar con el tema de las festividades judías mientras que otra sección debate las leyes de matrimonio. La Mishná fue editada y compilada en la tierra de Israel alrededor del año 200 EC bajo la ocupación romana. Gran parte de la Mishná refleja las interpretaciones posteriores a las leyes que aparecen en la Biblia relacionadas con el sacrificio de animales llevados acabo únicamente por los Cohanim (o Sacerdotes) en un sólo lugar específico del planeta: el Gran Templo en Jerusalem. Y el motivo por el cual todas estas interpretaciones son posteriores a la tradición bíblica es justamente por el hecho que los primeros Rabinos tuvieron que adaptarse a una nueva condición social e histórica (diferente a lo que sus abuelos llamaban tradición judía) cuando el Gran Templo de Jerusalem fue destruido y sus líderes destituidos por los romanos en el año 70 EC. Incluso ciertos pasajes de la Mishná reflejan leyes romanas que por supuesto uno podría esperar encontrar ahí ya que los Rabinos estaban condicionados por el entorno circundante en el cual estos textos fueron puestos por escrito. Cualquiera que escribe algo se ve siempre influenciado en forma directa o indirecta por el entorno en el que uno habita. En otras palabras la Mishná fue escrita por seres humanos en el planeta tierra condicionados por un momento particular y específico de la historia.

 

El Talmud de Jerusalem

El Talmud de Babilonia también cita fuentes de otra interpretación rabínica de la Mishná que había sido hecha en la tierra de Israel hasta el momento en que el Cristianismo se convirtió en religión oficial del Imperio Romano en el año 380 EC (recordemos que los primeros cristianos eran judíos y estos judeocristianos eran una secta judía que se había desprendido del Judaísmo mismo). La conversión del Imperio Romano al Cristianismo era una mala noticia para los judíos viviendo en Israel porque la teología cristiana podía convertirse ahora en legislación social y en consonancia con dicho evento la vida judía en Israel en ese período comenzó a declinar. De hecho ese declive en la tierra de Israel precipitó el fin de otro Talmud anterior al de Babilonia que fue editado a finales del siglo IV en Israel.

 

Talmud = Mishna + Guemara

En otras palabras, desde la perspectiva judía los primeros 500 años de la Era Común son conocidos como “La Era Talmúdica”. Esto significa que desde el momento en que un Rabino llamado Iojanan ben Zakai se instaló en una ciudad conocida como Yavne y reclutó Sabios judíos para que lo acompañaran, todos ellos lograron producir miles de interpretaciones extraordinarias de la Tora y las transmitieron de forma oral (una generación se la contaba a la otra e iban así aprendiendo las interpretaciones de memoria repitiéndolas) hasta que llegamos al año 200 EC cuando todas estas interpretaciones son compiladas y finalmente puestas por escrito en una obra titulada Mishná que literalmente significa repetición.  Todos los Sabios que son mencionados en la Mishná son conocidos como Tanaim, es decir Maestros, y vivieron durante el 200 AEC al 100 EC. La buena noticia era que una vez que todas estas interpretaciones habían sido puestas por escrito no solo que ya no había que memorizarlas ni repetirlas todo el día sino que ahora se podía agregar nuevas interpretaciones a las que ya se habían compilado. Y así por los siguientes 300 años la Mishná fue discutida, elaborada y expandida por las siguientes generaciones. Todas estas nuevas interpretaciones de la Mishná fueron preservadas también bajo otro nuevo título que se edita con en el nombre de Guemará (que significa literalmente estudiar). Y la fórmula que deben recordar es: Mishná+Guemará = Talmud y ahora entienden porque se llama “Era Talmúdica”.  Los Sabios que son mencionados en la Guemará son conocidos como Amoraim, es decir Comentadores, y vivieron durante el 200 EC al 500 EC.

La Mishná y la Guemará estudiadas o editadas juntas en una misma página es lo que llamamos Talmud. Y el Talmud se convirtió en el texto básico que es creado en el período rabínico y emerge como texto fundacional del curriculum de estudio judío. Pero como dice el chiste, cada judío tiene dos preguntas, tres respuestas diferentes y por eso va a cuatro sinagogas distintas y así los judíos no tenemos un solo Talmud sino dos: uno escrito por los judíos que estaban en Israel (que para ese entonces Adriano el Emperador Romano ya la había renombrado Palestina) y otro por los judíos que vivían en Babilonia. El Talmud editado en Israel/Palestina se llama Talmud Ierushalmi y el otro editado en Babilonia se llama como ya dijimos Talmud Babli. Debido a que la condición social de los Rabinos en Babilonia era mejor que la de sus colegas en la Jerusalem constantemente atacada y en peligro, el Talmud de Babilonia termina siendo más elaborado y mas completo. Los dos se basan en la misma Mishna pero son leídos en diferentes academias por diferentes Rabinos y en diferentes lugares del mundo y por lo tanto tenemos muchos paralelismos pero también muchas diferencias muy interesantes entre ambos textos. Y por supuesto que esas diferencias son el reflejo de los judíos viviendo bajo diferentes gobiernos como el Romano en Palestina y el Persa en Babilonia. Lo que emerge finalmente es el Talmud de Babilonia como el más completo, el más autorizado y el referente principal del judaísmo rabínico. De hecho lo que veremos es que la determinación final sobre cuál de los dos Talmud es el más autorizado es una decisión que terminan tomando los judíos medievales posteriores. De todos modos el Talmud Ierushalmi se sigue estudiando también hasta la actualidad y posee tradiciones rabínicas alternativas a algunas que figuran en el Talmud Babli.

 

Midrash (plural Midrashim)

Lo último que quiero agregar y que forma parte de la literatura rabínica son los comentarios bíblicos llamados midrash (plural midrashim) que también comienzan con los primeros Rabinos. La palabra midrash puede hacer referencia a todo un cuerpo de interpretaciones conocido como Midrash Raba. Midrash también significa explorar, indagar, buscar o incluso demandar y lo que se está demandando es el sentido o significado de un pasaje o texto que no resulta tan claro en la Biblia. Los Rabinos amaban escribir este tipo de literatura midráshica que les permitía llenar los espacios en blanco o imaginarse los diálogos que no figuran en las historias bíblicas. Como a todos nos gustan las buenas historias y cuentos, el midrash se convirtió eventualmente en una excelente herramienta pedagógica de los Rabinos. Con la debida disculpa a nuestros Maestros y con el objetivo que puedan ustedes apreciar de que se trata el midrash como género literario, simplemente piensen en alguna fábula con moraleja (como la de la liebre y la tortuga) y están más o menos en tema. Algunos midrashim que tenemos son de la época de la Mishná (compuestos entre el 100 y el 200 EC y editados en el 300 EC), otros midrashim son del período del Talmud (entre el 300 y el 500EC) e incluso algunos otros son tan tardíos que fueron escritos bajo la dominación islámica (desde el 612 aproximadamente hasta el 1000).

 

La importancia de todo este material

¿Por qué es importante conocer y explorar todas estas obras? Por una simple razón: el judaísmo no es bíblico sino rabínico y talmúdico. Pase lo que pase en la historia los judíos no dejaremos de llamar judaísmo a todo el material que se desprende de estas obras. Vamos a seguir estudiando y haciendo nuestros propios midrashim de la Biblia en cada generación y en respuesta a los diferentes eventos de la historia. Pero siempre que nos pongamos a practicar el judaísmo vamos a volver una y otra vez a toda la literatura rabínica para que aquello que llamamos judaísmo tenga sentido y cohesión comunitaria.

El contenido y el estudio de este material no es solo para determinar cuál es la Ley Judía (esa es una definición muy básica y demasiado simple con respecto a lo que estamos mencionando). Es envolverse uno mismo en el proceso de aprendizaje de todo este material que es en si mismo una tarea sagrada. En otras palabras, no es sólo saber cual es la Ley y qué es lo que debemos hacer como judíos lo que se busca sino que es el estudio en si mismo y sin otro fin ulterior lo que importa. Es estudiar por amor al estudio. Es abrir un libro para que Dios nos hable. Es la pasión por las letras, las palabras, el texto y las interpretaciones y reflexiones que hacemos al leer lo que nuestros antepasados vivieron y pensaron y cómo sigue siendo relevante para nosotros hoy. Lo que al fin de cuentas realmente anhelamos es poder participar en el proceso intelectual a través del cual uno llega a las conclusiones sobre cuál debería ser la Ley y la manera de actuar en el mundo.

Así el estudio se hace sagrado. Talmud Tora kenegued kulam es una expresión rabínica que declara que no hay ningún mandamiento más importante en el judaísmo que el estudio de la Tora. Eso significa el estudio de la Tora en el sentido más amplio de lo que esta palabra implica y con eso nos referimos al estudio de toda esta literatura rabínica.

Siendo uno partícipe del estudio de todo este material, al envolverse uno mismo en el proceso lógico de lo que se está discutiendo, al llegar a las conclusiones y poder expandir  estas conclusiones y definiciones y traer nuevas comprensiones y nuevos desafíos más grandes para intentar entender estos textos y su estructura a un nivel cada vez más elevado y complejo trayendo nuevos problemas sobre lo que los textos sugieren para seguir así debatido dentro de la tradición cuál es el sentido de lo que se esta discutiendo dentro de cada diferente contexto histórico; haciendo todo esto uno ha cumplido con su rol como judío en la historia.

Si quieren empezar ya mismo a explorar el Talmud visiten Talmudiando, el blog del Rabino Joshua Kullock que es un deleite para leer y un torrente de sabiduría.

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 Hola, soy Diego Edelberg, el fundador del blog Judios&Judaismo.com. Me apasiona todo lo relacionado con la música, el judaísmo, la interpretación, la educación, la mitología, la filosofía, la religión, la ciencia, la historia, el arte, la física, la cosmología, la evolución, la sociología, la epistemología, la metafísica, la cabalá y en especial aquello que resulta contradictorio, paradójico y absurdo. Para conocer más sobre mi y de qué se trata mi blog visitá la sección Acerca del Autor

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