El único animal que no necesariamente golpea dos veces con la misma piedra
Estamos muy cerca de empezar un nuevo año de acuerdo al calendario judío (Rosh Hashana, literalmente Cabeza del Año). Para prepararnos ante tan importante evento los judíos hemos reflexionado durante el último mes sobre nuestras acciones pasadas. Así, luego de Rosh Hashana, volveremos a pedir perdón en “el día del perdón” (Iom Kipur) por los errores que como seres humanos todos nosotros (sí, ¡absolutamente todos sin excepción!) hemos cometido en la misión de cada día hacernos un poco mejor.
El objetivo de todo este ciclo no es necesariamente darnos una palmada en la espalda y decirnos un “y bueno, ya está, ya pasó…a otra cosa mariposa”. Muy por el contrario, la idea es poder tomar conciencia de qué hicimos mal para cuando nuevamente nos encontremos ante una situación similar en el nuevo año (y todos los que sigan) recordemos que nos habíamos comprometido de ahora en más a ser cuidadosos y no volver a chocar con la misma piedra dos veces.
Pero hace poco me hicieron una pregunta muy interesante: si en Iom Kipur nos quitamos de encima todos los pecados arrastrados en el último año y empezamos una nueva página hasta el próximo Iom Kipur, ¿por qué no viene Iom Kipur antes que Rosh Hashana? ¿Acaso no nos sentiríamos mejor si empezáramos el nuevo año frescos y sin pecados sobre nuestras espaldas?
¿Ante quién nos estamos disculpando?
Toda la temática central de la liturgia del rezo en Rosh Hashana gira en torno a la coronación de Dios como “El Rey Absoluto”. Por supuesto que llamar a Dios “Rey” es una simple metáfora que para aquellos que nunca vivimos bajo una monarquía no tiene mucho sentido. Para mí tendría mas fuerza coronar a Dios como “Presidente Absoluto”. Sin embargo tampoco alcanza esta última coronación metafórica para indicar a qué nos estamos refiriendo con todo estos títulos. En otras palabras, Dios no es literalmente un Rey ni tampoco es un Presidente. Dios es Dios.
Pero la imagen o metáfora de Dios como un Rey siempre fue muy fuerte para nuestros antepasados puesto que cuando ellos vivían el Rey era la persona más poderosa y en algunos casos era considerado el representante de Dios en la tierra. Si estaba ahí era porque Dios lo quería. Sin embargo cuando una imagen de Dios se vuelve social o moralmente inadecuada también termina volviéndose religiosamente inadecuada. Si las metáforas o imágenes de Dios tienen como objetivo facilitar nuestra conexión con Dios muchas metáforas lamentablemente terminan alejándonos de esa relación y en lugar de aclarar oscurecen.
Para nosotros hoy todo esto tiene otra simbología. Lo que estamos tratando de establecer utilizando todas estas imágenes y metáforas es que al fin de cuentas Dios es importante en nuestras vidas. Lo que se está enfatizando en realidad es cuál es la relación que vamos a tener con lo que hemos decidido llamar Dios, Rey de Reyes, Señor, Padre o Infinito (en el misticismo judío Dios es llamado Ein Sof, literalmente Sin Fin).
Por lo tanto antes de disculparnos con Dios tenemos que hacer el trabajo de restablecer a Dios en nuestra rutina y ponerlo como centro. Utilizando las ideas de Martin Buber podríamos decir que primero tenemos que reubicar a Dios como un sujeto en lugar de un objeto. De lo contrario sería como ir a pedirle perdón a un desconocido. Justamente el mundo está lleno de gente con la que no nos enojamos ni peleamos porque simplemente no nos importa. Y de esas personas no necesitamos sus disculpas ni su perdón. Solo nos enojamos con la gente que en el fondo queremos.
Rosh Hashana viene antes que Iom Kipur para que podamos primero reconocer a Dios como Dios y luego disculparnos ante Su Presencia.
Shana Tova Umetukah (Año Bueno y Dulce).