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Judíos & Judaísmo

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¿Estás a salvo de esta plaga?

21/01/2015 por Diego Edelberg 37 comentarios

 

En la parasha (lectura semanal de la Tora) de esta semana hay un episodio que encapsula la historia del Éxodo en su totalidad, el sentido de la existencia judía y la misión de todos nosotros en este mundo. Parashat Bo (Shmot 10:1 – 13:16) introduce el ataque de la plaga #9: oscuridad. Los egipcios en la Biblia no experimentaron nunca una plaga llamada esclavitud pero la oscuridad fue lo más cercano que lograron sentir en relación a cómo se sentían sus esclavos, los israelitas.

Cuando escuchamos la palabra esclavitud generalmente la asociamos con la idea de servir a otra persona involuntariamente. Sin embargo bien sabemos que podemos ser esclavos de muchas cosas más: nuestras adicciones, mentiras, egos, comportamientos y especialmente la idolatría de nuestras propias ideas.

Y Dios dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, una oscuridad que se puede sentir. Y extendió Moisés su mano hacia el cielo; y hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto, por tres días. Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar por tres días; pero todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.- Shemot 10:21-23 (la traducción y énfasis sobre ciertas palabras es mía)

 

 

Luz y Oscuridad

La esclavitud es oscuridad. La libertad es luz. El viaje de la esclavitud hacia la libertad y de la oscuridad hacia la luz no pertenece solamente al Éxodo sino a toda la Tora y a nuestra tradición. De acuerdo al comentario del Zohar (el compendio más importante del misticismo judío) en el principio Dios creó «una chispa de impenetrable oscuridad.» Esto significa que la luz y la oscuridad están entrelazadas.

Luz y oscuridad, ambas creaciones de Dios, están en todo el mundo todo el tiempo. Nos sorprenden constantemente en las noticias cuando nos enteramos de episodios muy oscuros y otros que irradian luz y esperanza. Al comienzo de la Creación la tierra está oscura y lo primero que hace Dios es luz (Bereshit 1:1-4). En una sola oración la Tora captura la esencia de los opuestos, la lucha por el balance cósmico. La luz en el lenguaje bíblico representa vida, alegría y justicia.

En el judaísmo la luz representa el compromiso por la claridad por encima de las tinieblas; la luminosidad por sobre lo lúgubre; el estudio sincero en lugar de la fe ciega. La luz, primera creación de Dios, se convierte en un símbolo de Su presencia histórica: una zarza ardiente con un fuego que no se consume; relámpagos en el monte Sinaí al recibir la Tora; la luz eterna (ner tamid) que habita en todas las sinagogas del mundo; la menoráh en el tabernáculo y el Beit Hamikdash; encendido de velas para Shabbat, festividades y especialmente Januka. La luz es como Dios puesto que no podemos verla pero ella permite que todo lo demás sea visible.

Por Tu luz, vemos luz. – Salmo 36:10

 

 

No lo veo, no lo creo, no me interesa

Rabbi Harold Kushner nos invita a reflexionar que durante todas las demás plagas los egipcios no podían hacer nada para frenar el ataque. Pero durante la plaga de oscuridad, ¿por qué no encendieron velas? Tal vez la plaga no era realmente oscuridad física sino espiritual o psicológica. Cuando estamos sumidos en la oscuridad perdemos la energía para ocuparnos de cualquier otra persona más que nosotros mismos y nuestra salvación. Por eso la Tora agrega que solo durante esta plaga,

Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar por tres días.-Shemot 10:21-23

Probablemente los egipcios no podían discernir cuánto de su propio confort dependía de la esclavitud de otras personas u hechos. La persona que no puede ver a su propio vecino está incapacitado de crecer espiritualmente. Sin mirar qué le está aconteciendo al otro somos incapaces de hacernos mejores.

 

 

La chispa divina

La primera bendición que recitamos antes de exclamar la Unicidad de Dios en el Shema concluye con la siguiente expresión

Bendito eres Tú que haces las luminarias

Por supuesto que en el contexto de dicha plegaria lo primero que se nos viene a la mente son los cielos, el reconocimiento absoluto de Dios como el Creador del Universo. ¿Tal vez las luminarias somos también nosotros mismos? Cada uno de nosotros es una luz en el mundo.

Pero cuando sentimos nuestra propia luz parpadear; cuando vemos la oscuridad que nubla nuestro mundo y nos desesperamos por la injusticia y lo inexplicable; todo lo que tenemos que hacer es mirar la página siguiente de nuestro Siddur (libro de plegarias) en donde leemos

Con abundante amor nos amas

Dios nos ama. No dejemos que se apague nuestra luz más allá de la oscuridad que nos rodea.

Me gustaría conocer tu opinión, ¿cuál consideras tú es la peor de las 10 plagas?

Archivado en: Parashat Hashavua Etiquetado como: egipto, esclavitud, la luz, luz divina, oscuridad, plegaria por la creacion

¿Tiene El Sentido De La Vida Una Fecha De Vencimiento?

29/09/2013 por Diego Edelberg 13 comentarios

 

Nadie puede hacerlo solo

El Rabino Isaac Luria fue el cabalísta más influyente en la historia del judaísmo. Vivió en el siglo XVI y ya en su propio tiempo se percató que su propio mundo -al igual que el nuestro- poseía muchas fallas. La gente sufría hambruna, enfermedades, guerras, intolerancia y odio. Al igual que nosotros hoy, Luria también se preguntaba ¿cómo puede Dios permitir que cosas tan terribles sucedan?

Pero lo más revolucionario de su pensamiento no fueron estas preguntas sino la respuesta que ofreció al mundo ante estos desafíos. Luria enseñó que en el fondo quizás Dios necesita de nuestra ayuda y no puede hacerlo todo solo. Para explicar esta idea tan audaz en la que Dios necesita del ser humano, Luria presentó una nueva narrativa sobre el origen del Universo

 

¡En el principio fue el caos!

Cuando Dios comenzó a crear el mundo planeó derramar una Luz Divina en cada elemento para hacerlo realidad. Preparó unas vasijas que tendrían como misión contener esta Luz Divina. Pero algo salió mal. La Luz fue tan intensa que las vasijas se resquebrajaron y estallaron en millones de pequeños pedazos. La palabra hebrea que Luria utilizó para explicar esta experiencia es shvirat hakelim, la ruptura de las vasijas.

Si lo que Luria enseñó es verdad entonces nuestro mundo es caótico porque está constituido por una Creación que salió mal y está saturada de fragmentos partidos. Cuando nos maltratamos y nos lastimamos permitimos que el mundo permanezca fragmentado. La misma experiencia podría aplicarse a quienes tiran comida sin sentir una molestia cuando son conscientes que hay gente que se está literalmente muriendo de hambre. Vivimos en un cúmulo de piezas rotas y Dios no puede repararlo solo.

 

¿Qué deberíamos hacer?

Esta es la razón por la cual Dios nos dio la libertad de elegir qué queremos hacer y cómo queremos vivir. Somos libres para hacer realmente lo que queramos con el mundo. Podemos permitir que toda la Creación permanezca rota. También podemos intentar reparar todo este desorden cósmico. La palabra hebrea que Luria utilizó para explicar esta experiencia reparadora es tikún, la reparación del mundo.

Nuestra misión en esta vida es descubrir aquello roto que está al alcance de nuestras manos para intentar repararlo. Lo errado, feo, doloroso y malvado está tejido con nuestra presencia en el mundo. Es parte nuestra nos guste o no. No podemos cerrar los ojos y decirnos “ese no es mi problema”. Como nos enseñaron los Rabinos en la Mishná: no estamos obligados a terminar la tarea pero tampoco libres de abandonarla. Esto implica que nadie es culpable pero todos somos responsables. Se espera de nosotros que hagamos lo máximo posible de la mejor manera que podamos.

 

¿Hay fecha de vencimiento para el sentido de nuestra vida?

Esta semana leímos nuevamente la Creación del Mundo en todas las Sinagogas. Las historias del Libro de Génesis (Bereshit en hebreo) no solo tienen una funcionalidad histórica sino mitológica y por ende eterna. Su sabiduría se repite una y otra vez en cada generación. Es un mensaje que no tiene fecha de vencimiento. Cuando Dios le dijo a Adam y Eva cuiden el Jardín del Edén, Dios le estaba diciendo a cada Adam y cada Eva eternos (dicho sea de paso ambos seres nunca conocieron religión alguna) que cada generación debe cuidar la Creación. Si rompemos este mundo no va a haber otro (Eclesiastés Rabbah 7:13).

Así que cuando vemos algo roto reparémoslo. Cuando encontremos un objeto perdido devolvámoslo. Cuando nos enfrentemos con algo que necesita ser hecho hagámoslo. De ese modo vamos a ir reparando el mundo y curando la Creación. Si todo el mundo operara bajo este paradigma realmente viviríamos en un Paraíso del modo que Dios lo imaginó originalmente. Si pudiéramos cambiar la pregunta “¿qué me llevo?” por “¿qué puedo ofrecer?” la historia sería otra. Si todo lo roto pudiera ser reparado entonces el engranaje cósmico encajaría pieza por pieza como un puzzle gigante. Pero, para que podamos comenzar la tarea de la reparación primero debemos asumir nuestras responsabilidades.

Archivado en: Aforismos, Citas, Espiritualidad y Religión, Judaismo Hoy Etiquetado como: caos, dios, el sentido de la vida, esencia, isaac luria, luz divina, midrash, mishna, origen del universo, siglo xvi

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Acerca del Autor

 Hola, soy Diego Edelberg, el fundador del blog Judios&Judaismo.com. Me apasiona todo lo relacionado con la música, el judaísmo, la interpretación, la educación, la mitología, la filosofía, la religión, la ciencia, la historia, el arte, la física, la cosmología, la evolución, la sociología, la epistemología, la metafísica, la cabalá y en especial aquello que resulta contradictorio, paradójico y absurdo. Para conocer más sobre mi y de qué se trata mi blog visitá la sección Acerca del Autor

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