Después de haber explorado en las publicaciones anteriores la Redención Universal, Nacional e Individual según la tradición judía, notamos un elemento común a todas estas redenciones: el poder de Dios para redimirnos o salvarnos es totalmente ambiguo. Nadie niega que Dios posee el poder para redimirnos (de hecho nadie podría realmente saber o probar eso en forma absoluta) pero si la Redención solo ocurrirá al final del tiempo que nosotros habitamos y llamamos “historia” entonces en el aquí y ahora ese poder redentor de Dios no se ha manifestado.
Nos encontramos con esta misma paradoja cuando analizamos el Aleinu Leshabeaj. Este poema que recitamos al concluir los servicios religiosos clama al final que llegará finalmente el día en que “Dios será Uno y Sú Nombre Uno”. Como seguimos diciendo esto todos los días lo obvio es que ese evento aún no ha acontecido. Por ende Dios es un Redentor en potencia pero no aún en forma práctica o visible. Un hecho curioso además es que esta cita final del Aleinu Leshabeaj está literalmente copiada del Libro del profeta Zacarías 14:9 (en hebreo Zejariá) y desde el propio contexto histórico en que este texto fue escrito por primera vez los muertos aún no han resurgido de sus tumbas ni “solo” Dios es adorado por todas las naciones del mundo. En otras palabras nada de estas cosas ha sucedido desde el día que el profeta escribió esto alrededor del siglo VI antes de Cristo o de la Era Común hasta nuestros días.
La realidad es que no es la primera vez que nos confrontamos con esta ambigüedad sobre el poder de Dios en nuestras publicaciones. En la teoría el poder de Dios es absoluto; en la práctica se encuentra aún reprimido. Al final de los tiempos el poder total de Dios va a hacerse manifiesto; hoy, aquí y ahora, en el tiempo histórico permanece dormido. Dios es (o puede ser que sea) el redentor final, pero el despliegue total de esa redención yace en el futuro (otras publicaciones sobre este tema: ¿Dios realmente nos protege?, Dios te ama y es justo contigo…¿pero es omnipotente?, La Muerte de Dios – Cómo responderle a un Ateo).
En nuestras plegarias esta misma ambigüedad acontece entre una página y la otra del Sidur (libro de rezos). Luego de recitar el Shema Israel declaramos en la bendición sobre la Redención “Bendito eres Tú que redimió a Israel”. En esta plegaria estamos haciendo un recuento histórico reconociendo a Dios como el redentor pasado que redimió a Israel de la Esclavitud en Egipto. Pero al dar vuelta la pagina del Sidur comenzamos con la Amida (la plegaria central del servicio religioso judío) y ahí Dios deja de ser historia para ser noticia: ¡en la Amida Dios redime en tiempo presente! De pronto deja de ser gaal y se hace goel, es decir que deja de ser el que redimió y se convierte en el que redime. Incluso la Amida se refiere a Dios como el que “da vida a los difuntos”. Noten que el texto no dice que Dios dará vida sino que da vida hoy, aquí y ahora utilizando el verbo en tiempo presente aún cuando claramente esa resurrección no acontece ni ha acontecido. ¿Por qué no están estos verbos en tiempo futuro sino presente? Nuevamente porque lo que se trata de explicar al que reza leyendo estos textos es que Dios tiene el poder para hacer todas estas cosas aún cuando no las ha hecho. Por eso la utilización del tiempo presente es necesario ya que genera el efecto de la esperanza que si ha sucedido una vez sucederá pronto nuevamente.
Por último se impone una pregunta obvia: ¿por qué Dios no redime de una buena vez?¿Por qué Dios no hace resurgir a los muertos o manda al Mashiaj o Mesías? Y la respuesta no debería sorprenderlos demasiado si han leído mis otras publicaciones sobre Dios como Revelador y Dios como Creador. En ambas dimensiones les comenté que los humanos somos “socios con Dios” tanto en Su Creación como en Su Revelación. La idea increíblemente radical del judaísmo es que pese a las contradicciones que esto supone, la tradición judía cree que Dios no “trabaja” en soledad. Dios depende de los seres humanos para manifestar su poder absoluto. Exploraremos en profundidad esta temática en la próxima publicación cuando analicemos el pensamiento del genio místico que fue Isaac Luria. Pero en conclusión lo que debemos entender es que Dios y la humanidad somos socios tanto en el proceso Creador como Revelador y finalmente Redentor.