Luego de haber abandonado por un par de publicaciones el tema de la Redención o Salvación final en el judaísmo quisiera retomarlo nuevamente en esta publicación. En la publicación anterior sobre el tema disfruté de un debate sobre el concepto de tikún y la Cabalá de Isaac Luria con Ezequiel, fundador del blog Un Debate Judío (dicho debate puede ser leído en la publicación ¿Los humanos necesitamos a Dios o Dios nos necesita a nosotros?). En las respuestas a esa publicación Ezequiel y yo analizamos el significado de este concepto de tikún según diferentes corrientes del judaísmo actual y profundizamos en las implicancias que tiene entender esta palabra de una manera o la otra.
Hoy quería compartir con ustedes una de las combinaciones más peligrosas que se pueden hacer de este concepto de tikún y eso es cuando se lo utiliza para tejer las ideas judías de Misticismo y Mesianismo.
Son pocos los que saben quién fue realmente el que reinstaló este ideal del tikún en forma exponencial y novedosa dentro de nuestra tradición. Su nombre, como ya lo he mencionado varias veces, es Isaac Luria (1534-1572) y con él nos estamos refiriendo a un gran Rabino cabalista que vivió durante mediados del siglo XVI y transformó no solo a su generación sino a todas las siguientes. Sus enseñanzas sobrevivieron gracias a Jaím Vital -su discípulo principal- puesto que Luria no escribió nada sino que descargó su sabiduría en sus discípulos. Luria hechizó a sus seguidores explicando el dramático mito cabalístico de la Creación, Ruptura, Reparación y Redención del alma individual, nacional y cósmica que ya hemos explorando en otras publicaciones de este blog (para más sobre el mito de Luria ver: Socios con Dios en la Redención ¿qué debemos hacer para reparar el mundo? y Dios y el Big Bang).
El sistema cabalístico de Luria fue originalmente comprendido por muy pocos seguidores. Pero el concepto de la corrección cósmica a través de un proceso llamado tikún se convirtió en un ideal tremendamente popular que logró capturar la experiencia del exilio individual judío junto a la falta del centro colectivo judío luego de la expulsión de España en 1492. Las ideas de Luria despertaron la vocación del pueblo a “unificar las chispas divinas” para limpiar, corregir, enmendar y unificar el mundo entero. La Cabalá de Luria representó así un movimiento místico judío que logró integrar la visión de la restauración nacional junto a la regeneración cósmica del pueblo judío.
Lo cierto es que la Cabalá de Luria sigue siendo tan compleja hoy como lo fue en su propio tiempo. No se preocupen si no han entendido bien de que se trata, solo recuerden que su idea de reparación fue atravesando diferentes etapas llegando a ser entendida hoy como la idea que si cada uno se dedica a corregir y mejorar su propia vida (utilizando el judaísmo y sus mandamientos como herramientas o guías) vamos a ir agregando ese granito de arena que hará de todo el desierto del mundo y la existencia un verdadero paraíso.
Más allá de la belleza de este sistema místico y su sabiduría, lamentablemente la interpretación que se haría de la Cabalá de Luría luego de su muerte haría estragos en la historia judía por varios siglos y me atrevo a decir que aún lo percibimos en algunos grupos judíos de la contemporaneidad. El testimonio claro del efecto nocivo que puede tener un mito místico como el de Luria cuando cae en las manos equivocadas es el hecho que nos llevó a uno de los momentos más traumáticos de la historia judía: el movimiento mesiánico centrado en la figura de Shabetai Tzvi.
Shabetai Tzvi (1626-1676) fue un judío originario de Turquía que proclamó ser el Mesías y convenció a un importante número de judíos que la tan ansiada Redención o Salvación Final había finalmente arribado. Mientras viajaba por el mundo intentando sumar adeptos a su causa Shabetai es capturado y amenazado de muerte para que se convierta al Islam. Sorpresivamente (o tal vez no tanto) Shabetai decide convertirse al Islam y sus seguidores mas devotos ven esto como un ejemplo y se convierten también ellos al Islam. Todavía tenemos remanente de familias que vienen de estos judíos que se convirtieron al Islam y son conocidos como los Dönmeh. Tal vez creeríamos que esta historia de Shabetai Tzvi no tendría por qué transcender demasiado en la historia judía y sin embargo el tema del mesianismo y en especial el de Shabetai Tzvi deja una marca imborrable.
Lo importante de entender un poco lo que explicamos sobre la Cabalá de Luria nos permite comprender cómo justificaron teológicamente los seguidores de Shabetai el comportamiento extraño de su Mesías . En efecto, el cocktail que mezcló la Cabala de Luria con los ideales mesiánicos de este período puso a los judíos -y en extensión a gran parte del mundo- en una terrible borrachera mesiánica. Los seguidores de Shabetai argumentaron que el “pecado” de su Mesías judío de convertirse al Islam no había sido tal sino un acto sagrado. Para ellos Shabetai había descendido hacia el reino del “mal” para generar un tikún, es decir una reparación al estilo Luria, y liberar así las últimas chispas divinas que estaban en Ishmael y el Islam y lograr así restaurar al pueblo judío y la humanidad en su totalidad. En conclusión lo que Shabetai había hecho era sacrificarse en nombre del pecado de todos los hombres y así traer la tan esperada redención que iba a ser comprendida por toda la humanidad al momento que el Mesías final de todos los tiempos se revele trayendo la redención al mundo entero. Dicho sea de paso, si todo esto les suena medio parecido al cristianismo y a las respuestas teológicas que los discípulos de Jesús tuvieron que construir para responder a la paradoja de la crucifixión de su Mesías no están tan errados. Justamente varios de los seguidores principales de Shabetai eran judíos conversos (¡nos referimos a judíos que habían nacido y vivido como cristianos!) que se sintieron totalmente atraídos por este tipo de Mesías-a-la-Jesús que vivía ahora y al igual que ellos con el secreto de una doble identidad religiosa (judío y musulmán). Para entender un poco más el impacto de esto en el judaísmo actual les recomiendo mi publicación: Judíos conversos, marranos y mesiánicos en el siglo XVII.
Lo que debemos aprender y recordar de todo este episodio al analizar la Redención judía es que debemos ser cuidadosos de no convencernos que venga otra persona como Shabetai y le creamos que él es el Mesías y que debemos hacer lo que nos dice “porque sí”. La realidad es que el hecho que Shabetai terminó siendo uno más de los tantos falsos Mesías que la historia ha coleccionado es irrelevante. Lo importante es aprender que el problema central de todos los mitos sobre la redención es el riesgo que puedan terminar siendo falsos bajo la experiencia histórica. Los mitos sobre la redención del mundo son efectivos siempre y cuando mantengan su funcionalidad mitológica. Mientras continúen siendo visiones, esperanzas, anhelos o deseos de algo que está por llegar está bien preservarlos y utilizarlos. Pero cuando se hacen demasiado concretos o inmediatos inevitablemente llevan a la desilusión. Ciertos grupos jasídicos han pagado un precio muy alto debido a todos estos temas y a la incapacidad de separar entre historia y mito dentro de su interpretación.
La redención está siempre esperando a la vuelta de la esquina. El propósito de todas las visiones que redimen no es detallarnos literalmente qué va ocurrir y a qué hora sino hacer del hoy algo esperanzador. Los mitos de la redención deben siempre permanecer dentro de su funcionalidad mitológica. Cuando comenzamos a forzarlos para hacerlos una realidad generalmente nos conducen a un solo y peligroso camino: el delirio místico y fundamentalista.