El judaísmo tal cual lo conocemos hoy no existiría si no existiera la escritura. La substancia que constituye la relación en forma de pacto entre Dios, Israel y el resto del mundo están en un libro. Sin la Biblia el judaísmo no solo que no existiría sino que realmente no tendría sentido. El texto es el ancla y al mismo tiempo las alas del pueblo judío. Tomar conciencia del significado de esto implica la necesidad de explorar la Biblia si uno quiere entender el judaísmo.
En su última visita a Hong Kong, Adin Steinsaltz dijo que es muy fácil darse cuenta quién es y quién no es judío porque “cualquier persona sentiría vergüenza de decir que jamás ha abierto la Biblia menos un judío”. Según Steinsaltz el único arrogante que está orgulloso de decir abiertamente que nunca ha leído la Biblia es el judío. Y sin embargo yo estoy convencido que hay solamente una cosa que hará que el judaísmo siga existiendo: Dios…¡y la educación judía!
Para los judíos la Biblia no es simplemente una novela más. En nuestra tradición es una obligación estudiar este texto. Al estudiar la Biblia los judíos estamos estudiando a Dios y a nuestra propia vida en relación con Dios. No creo que haya otra cultura y tradición que exalte tanto el estudio, el estudiante y el maestro como lo hace el judaísmo. A tal extremo llega esta fascinación por el estudio que la máxima rabínica que leemos todas las mañanas en nuestras plegarias sentencia que talmud Tora kenegued kulam literalmente ¡el estudio de la Tora es equivalente a todos los preceptos!
Uno quizá se preguntaría si no es todo esto una exageración y sin embargo ¿cómo podríamos comprender cómo practicar los preceptos si no estudiamos de dónde surgen? El judaísmo de hecho es la única religión en la que el estudio del texto es equivalente al rezo. Cuando rezamos hablamos con Dios y cuando estudiamos Dios habla con nosotros.
Continuando con nuestros rezos cotidianos, todas las mañanas los judíos decimos esto al rezar:
Bendito eres Tú… que nos has santificado con tus preceptos y nos has ordenado sumergirnos en palabras de Tora. Plázcate…endulzar las palabras de Tu Tora en nuestra boca y en la boca de tu pueblo, la casa de Israel. Que nosotros y nuestra descendencia y la descendencia de Tu pueblo, la casa de Israel, todos nosotros, conozcamos Tu Nombre y estudiemos Tu Tora sin motivo ulterior. Bendito eres Tú Dios que enseña Tora a su pueblo Israel.
Es apasionante la idea que Dios enseña Tora hoy en contraposición a la idea que alguna vez enseñó Tora a nuestros sabios. Dios es un maestro no solo en el Sinaí o en la antigüedad sino hoy, aquí y ahora e incluso en el mundo venidero. La tradición judía posee la creencia que aquellas cosas que no pudimos terminar de entender en este mundo serán explicadas por Dios en el “mundo que sigue”.
Las metáforas que hemos explorado de Dios como un padre, un amigo, un amante, un juez, un rey o un protector son hermosas y profundas. Pero también son bastante convencionales. La idea, imagen o metáfora de Dios como un maestro es únicamente judía. Y a mi gusto es una metáfora espectacular.
Para alguien como yo que escribe un blog sobre judaísmo la mera sensación de estar emulando a Dios al compartir la sabiduría tradicional judía me llena de orgullo y me motiva seguir adelante.