Quizás les llamó la atención las imágenes que subí en las últimas publicaciones que escribí sobre la Redención en el judaísmo. Estas imágenes pertenecen a una serie televisiva del mismo director que hizo la otra famosísima serie llamada “Lost”. Pero esta otra serie se llama “Fringe” y es la serie que estaba viendo mientras estudiaba y escribía sobre la Redención. No voy a contar detalles para que puedan disfrutarla ustedes mismos. Pero mi elección se debe a que en algún punto la trama gira en torno a una de las ideas más profundas sobre «qué es» o «qué hace» Dios. Y esta idea es la entender a Dios como “El Poder que otorga la Salvación”.
La idea de pensar a Dios como “El Poder que otorga la Salvación” pertenece a uno de los más grandes teólogos judíos del siglo XX. Su nombre es Mordecai Kaplan y hace dos años dedique en este blog una publicación entera a su pensamiento. Dicha publicación pueden leerla o escucharla en: El judaísmo Reconstruccionista: civilización, nacionalidad, religión y ciencia
Para Kaplan la definición sobre qué es Dios es justamente la Redención. A diferencia de Isaac Luria (de quién hablamos en las últimas publicaciones sobre la Redención) Kaplan no era un místico sino un racionalista. Sin embargo noten estos dos aspectos de su pensamiento. Primero, para Kaplan la definición característica de Dios es que Dios es “El Poder que otorga la Salvación”. Segundo, para Kaplan Dios no es un ser o una personificación que se encuentra en algún reino supernatural. Muy por el contrario, Kaplan ubica a Dios (entendido como “el impulso hacia la salvación”) precisamente en este mundo, en la gente, en la naturaleza y en la historia.
Para Kaplan el mundo entero- literalmente todo lo que existe- esta impregnado de un poder elemental, una fuerza o impulso que Kaplan mismo vincula a una “fuerza magnética” que conduce a todas las cosas a alcanzar la perfección. Ese poder es Dios en sí mismo. No es causado por Dios. No es creado por Dios. Ese poder es Dios. Este Dios es una experiencia inmediata en nuestros corazones, mentes y comportamientos en el preciso momento en que intentamos erradicar las fuerzas negativas de nuestra naturaleza.
Al mismo tiempo este poder existe fuera de nosotros mismos donde sirve el propósito de complementar el esfuerzo humano por adquirir la perfección más elevada que puede. Esto significa que la existencia de este poder en el mundo puede ofrecernos los recursos para vencer las enfermedades, pero sin los científicos que trabajan sobre estos recursos las curas nunca llegarán. A pesar de estar en el otro extremo del pensamiento místico de Luria, Kaplan parece arribar a las mismas conclusiones: nosotros somos socios con Dios en la Redención de Dios mismo y del mundo.
Incluso Kaplan coincide con Luria que en el tiempo presente (aquello que llamamos “historia”) el poder de la Redención de Dios aún no se ha manifestado en forma total. El Dios de Kaplan no es todopoderoso. Tal vez el mundo tiene latente este Poder que hace a la Salvación y sin embargo hay otros poderes que también operan en el mundo: el odio, la destrucción, la anarquía, el caos y las enfermedades incurables. Como humanidad hemos logrado curar ciertas enfermedades como la polio, ¿pero que hay del Cáncer o el SIDA? El Dios de Kaplan al igual que el de Luria necestia ser redimido. Y nuevamente es la humanidad la que puede ayudar a que el Poder se haga Redentor.
Finalmente al analizar la Redención o Salvación llegamos a la misma conclusión que hemos encontrado a lo largo de todas nuestras publicaciones sobre Dios en este blog: la imagen real de Dios según la tradición judía es muy diferente a las imágenes populares y convencionales que muchas veces heredamos. Todos nosotros crecimos con la idea que Dios es perfecto y “lo tiene todo bien”. Pero esto no es así si leemos detenidamente nuestros propios textos. En la teoría lo que escuchamos y leemos de Dios es verdad. En la practica no lo es. El Dios que experimentamos es un Dios que -según las fuentes místicas y las más racionales del judaísmo- nos necesita a nosotros para alcanzar Sú propósito. Este es un Dios que se frustra, sueña, anhela, castiga, se va, regresa, espera algo de nosotros y nos necesita para Ser y darle sentido a su existencia.