Todos conocen el libro de Job que forma parte de la Biblia. Saben que se trata acerca de la intrigante temática sobre “por qué al bueno le va mal”. Sin embargo ¿han leído ustedes el libro de principio a fin alguna vez? Si uno lee todo el libro no puede evitar preguntarse ¡¿qué hace este libro dentro de la Biblia?!
Job es un personaje ficticio descripto como un hombre íntegro, recto, temeroso de Dios y alejado del mal. Sin embargo en el cuento de Job uno de los ángeles de Dios llamado satán desafía dicha fidelidad declarando que nunca ha sido realmente puesta a prueba. Con el consentimiento de Dios satán recibe entonces la posibilidad de dañar primero lo material que Job posee y luego lastimar su persona siempre y cuando no lo mate. A pesar que la apuesta entre Dios y satán sucede en los cielos o en otro mundo al cual Job como humano no tiene acceso y desconoce, Job permanece fiel a Dios hasta el final de la historia. Incluso el querido Job se pregunta en un momento “¿deberíamos aceptar sólo lo bueno de Dios y no aceptar lo malo?”.
Los que rodean a Job en la historia concluyen, siguiendo la visión tradicional bíblica y rabínica, lo que muchas veces escuchamos hasta nuestros días: “algo habrás hecho para que esto te suceda”. Sin embargo Job una y otra vez niega haber hecho algo malo o haber pecado. Finalmente Job no aguanta más y ante su amarga queja Dios responde con una tortuosa explicación sobre cómo fue creado el Mundo y cómo Dios tiene el control absoluto de Todo. El mensaje de alguna manera es que no debemos intentar comprender a Dios ni debemos intentar capturar Su esencia utilizando nuestra moral humana porque Dios es Dios y nosotros somos simples humanos.
¿Qué hacemos con una sentencia de este calibre?¿Cerramos el libro y listo? ¿Para qué seguir indagando? ¿Para qué seguir reflexionando? Si lo que nos sucede nos sucede y no podemos explicarlo ni justificarlo ¿qué nos queda? ¿Para qué seguir estudiando?
El libro de Job es un libro imposible. Job nunca se entera por qué sufrió. Nosotros como lectores tenemos acceso en los primeros capítulos y sabemos que todo ha sido una apuesta entre Dios y satán. ¡Pero Job nunca recibe esa explicación! Es más, ¿se imaginan qué pensaría Job si se enterara que la muerte de toda su familia fue simplemente un juego entre Dios y satán? Además Dios mismo rechaza en el cuento la teología de los que rodean a Job declarando que lo sufrido por Job no fue producto de un pecado. ¡Es decir que la Biblia misma posee un cuento como este que rechaza la explicación normativa de la Tora sobre el sufrimiento humano! ¿Esto significa que nosotros también podemos rechazar ciertas doctrinas judías cuando ya no nos resultan aceptables? Y finalmente y más doloroso nos queda la pregunta ¿qué motiva realmente a Dios? ¿Cómo debemos seguir adelante nosotros sabiendo que vivimos gobernados por un Dios que hace apuestas sobre nuestra fidelidad con el mismísimo satán? Imaginen si viviéramos en un país en el cual el Gobernador o la Gobernadora nos controla en forma totalitaria siguiendo sus propios caprichos y relacionándose con nosotros en forma totalmente impredecible sin sentir la necesidad de dar explicaciones por su comportamiento. Satán en la historia de Job es un sirviente de Dios. Necesita su permiso para poner a prueba a Job. Dios es el soberano absoluto en esta historia y sin embargo con temblor en las manos me pregunto ¿qué clase de Dios es este?
Tan solo un versículo del libro de Job entró en nuestra liturgia de rezo: “Dios ha dado y Dios ha quitado; bendito sea el Nombre de Dios”. Y en forma asombrosa declaramos esto en un momento muy especial de nuestra liturgia: en el cementerio, en la ceremonia de entierro judío. Esta sentencia no es una justificación ni una afirmación. Es una aceptación. En el único momento en el cual realmente nos gustaría cuestionar a Dios lo que nuestros Rabinos decidieron es que aprendamos a aceptar. Simplemente nos queda bajar la cabeza en ese instante y aceptar lo que es. Esto es lo que hizo Job. Debemos aprender a aceptar la voluntad de Dios. Solo aceptando la voluntad de Dios podemos vivir cada día de forma más y más intensa…gracias a Dios.