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Judíos & Judaísmo

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La Muerte de Dios – Cómo responderle a un Ateo

08/02/2013 por Diego Edelberg 3 comentarios

 

En la publicación anterior discutimos la posible relación entre la Omnipotencia y el Holocausto. Allí les comenté sobre la necesidad de forjar una nueva metáfora por parte de los teólogos judíos modernos para que nuestra propia imagen o concepción de Dios esté relacionada con nuestras experiencias “momentáneas” de vida. La idea de pensar a Dios como un “momento” de “presencia” o “ausencia” frente a las tragedias quizá sirva como una nueva metáfora para convivir con la idea que nosotros mismos somos simplemente un “momento” en la historia del Universo y que nuestra relación, conexión o supuesto entendimiento de Dios y las cosas sea simplemente “momentáneo”. Es importante declarar que esto no significa que Dios en esencia es “momentáneo” (de hecho nadie sabe qué es ni cómo es Dios) sino que indica que tal vez nuestra percepción humana de Dios es “momentánea”. En esencia nosotros somos “momentos” y la naturaleza del “momento” es cambiante.

Una respuesta mucho más radical a todo este dilema fue propuesta por Richard Rubenstein quien introdujo la idea que a partir de Auschwitz Dios murió. Rubenstein así dio el salto que ningún teólogo judío anterior a él se atrevió a dar: creer que el Holocausto es la muestra más clara que el sistema judío de Tora y Mitzvot ha muerto también. En realidad Rubenstein no declaró que Dios literalmente había muerto (¿cómo podría un ser humano saber eso?) sino que para Rubenstein lo que había muerto son las metáforas clásicas del judaísmo. Si bien podemos sentir repulsión por esta idea no deberíamos descartar rápidamente la noción que tal vez las metáforas han cambiado.

Por supuesto que no debería sorprendernos que la declaración de Rubenstein ha sido rechazada por la mayoría de los judíos. Para muchos judíos estas ideas son extremadamente radicales y se separan demasiado del pensamiento normativo tradicional judío. Tal vez son demasiado modernas y complejas para muchas personas que aún prefieren rezarle a un “Papá Gigante” o a un “Rey de Reyes” o como dice Rabbi Burton Vistozky: para muchos judíos Dios es “Un Gran Judío que hace Todo Bien”. Sin embargo en las últimas publicaciones hemos debatido que replantearnos las metáforas o aquellas cosas que atribuimos en el nombre “Dios” puede ser de gran utilidad para relacionarnos con Dios en la actualidad.  

Un eco del pensamiento de Rubenstein en la muerte de metáforas divinas lo encontramos en otros dos grandes pensadores modernos: Nietzsche y Dostoyevsky. Todos conocen la famosa sentencia del “Dios ha muerto” en el Zarathustra de Nietzsche y algunos tal vez conocen lo que Dostoyevsky escribió en Los Hermanos Karamazov, “sin Dios todo es posible”. Si bien muchos ven estas dos frases con el guiño de la victoria o con la idea que ahora hemos vencido finalmente a las estúpidas ideas dogmáticas de la religión, hay un abismo entre ambos autores. Nietzsche estaba claramente aliviado y feliz de poder decir algo así porque sentía ahora una liberación. Pero Dostoyevsky estaba tremendamente asustado de darse cuenta que sin Dios -o mejor dicho sin las metáforas que hemos depositado en Dios- estamos en las manos del propio interés individual. Y no es casualidad que ambos se dieron cuenta que la liberación de metáforas y la destrucción de Dios trajo los mismos resultados: Dostoyevsky en Rusia padeció en carne propia cómo sin Dios todo es posible en una prisión de Siberia y lentamente en la Alemania de Nietzsche lo impensado se hizo posible. No creo que sea casualidad que ambos declararon la muerte de Dios en los lugares que dieron nacimiento a lo peor del Comunismo y el Nazismo.

Creo que vale en este punto aclarar que ser ateo no significa ser un asesino ni congeniar con las doctrinas del Comunismo o el Nazismo. Hay ateos que son morales y son excelentes personas y hay religiosos que son inmorales y horrendas personas. Estoy “abriendo el paraguas” para decirles que soy consciente que una idea no implica necesariamente la otra. Pero la pregunta difícil si matamos a Dios es ¿por qué no deberíamos actuar según nuestros propios intereses? Es decir, si venimos de la nada y vamos a la nada, si somos accidentes de la química antigua y somos simplemente animales sofisticados ¿por qué debería importarnos ser morales o éticos?

Retornando a las metáforas tradicionales, que Dios y su esencia no cambian era un doctrina central en la filosofía medieval judía. El por qué es obvio: si Dios cambia de un estado a otro significa que a Dios le faltaba algo en el estado anterior que lo hizo cambiar. Pero Dios es perfecto por lo que no puede faltarle ni sobrarle nada. Maimonides fue quien dio cierre a todo este debate declarando que Dios es perfecto, eterno, incambiable e inmutable. De hecho para Maimonides Dios no solo que no escucha porque no tiene oídos sino que ni siquiera ama porque no tiene sentimientos. En otras palabras, en la Biblia Dios tiene manos, dedos o incluso espalda y también en la Biblia Dios se enoja, perdona y tiene compasión. Pero para Maimonides es un error gravísimo tomar estas ideas literalmente. Todas estas concepciones de Dios limitan Su Ser.

Poder manipular o actualizar las metáforas no solo puede abrir nuestro corazón hacia Dios sino ayudarnos a contestarle al que nos dice que no cree en Dios y las consecuencias que eso puede acarrear. El problema en efecto es netamente metafórico.

Primero, si Dios es una idea, una definición, algo que esta “afuera y arriba” en lugar de “abajo y adentro” nunca podremos amar de verdad a una definición. Cuando la gente me dice que no cree en Dios les pregunto “¿en qué tipo de Dios no creen?” y generalmente y de forma invariable resulta que yo tampoco creo en ése tipo de Dios que ellos describen. Tampoco “creo” en el amor y sin embargo el amor es real para mí porque lo experimento en mi esposa, mis padres, hermanos, familia y amigos. No conozco el amor en forma directa (como tampoco conozco a Dios en forma directa) sin embargo ambos son verdad y reales para mí. Ambos existen a cada instante de mi vida porque van y vienen por “momentos”. Pero eso no significa que puedo explicarlos realmente ni son menos reales que otros sentimientos. Justamente también hay días que sufro, tengo miedo y ansiedad y aunque tampoco “creo” en esas cosas son tan reales como el amor (y gracias a Dios también son momentáneas).

Y segundo, sin Dios y sin la religión no existiría el mal porque todo se reduce a lo natural, la supervivencia y el interés propio. Una persona de fe sufre constantemente atormentado por la pregunta ¿por qué existe el Mal? ¿por qué la gente buena sufre? Sin embargo sin Dios y sin la religión ¿por qué deberíamos vivir éticamente? ¿cómo definiríamos al Mal sin Dios y la religión? ¿Se trata solamente de sobrevivir? ¿Es eso lo que queremos educar en las generaciones siguiente? ¿Sálvate tú a cualquier precio? Si los únicos imperativos que mandan son biológicos entonces no hay un imperativo ético sino que hay un orden que solo beneficia el interés individual y propio. Pero si uno es sensible a esta tensión entre lo que debería ser y lo que es y uno se siente incómodo con la injusticia y quiere hacer algo para modificar eso uno cree que hay algo más grande que uno mismo.

Archivado en: Dios de los judíos Etiquetado como: auschwitz, el holocausto, filosofía medieval, maimonides, mitzvot, omnipotencia, richard rubenstein, tragedias

El Holocausto Nazi y sus desafíos teológicos ¿Qué debemos responder?

06/02/2013 por Diego Edelberg 2 comentarios

En nuestra publicación anterior cuestionamos la omnipotencia de Dios, es decir la idea que Dios tiene el control absoluto de todo lo que ocurrió-ocurre-y-ocurrirá en la historia. En dicha publicación los invité a reflexionar sobre las preguntas difíciles como “por qué Dios creo el Cáncer” o “por qué Dios asesina miles de inocentes en terremotos y tsunamis” y les conté que una posible respuesta creada por muchos pensadores judíos modernos es la de atreverse a limitar este supuesto control absoluto que Dios tiene. Pero limitar el control u omnipotencia de Dios no significa negar a Dios.

Si bien para muchos judíos (¡y no judíos también!) esta idea resulta una herejía, algo impensado o absolutamente absurdo, no dejo de sorprenderme ante la cantidad de gente que llega a JudiosyJudaismo.com buscando frases como “respuestas judías al holocausto”, “Dios y el holocausto”, “Auschwitz y la presencia de Dios” o incluso anteayer alguien busco “como explican los judios el Holocausto” llegando así hasta la publicación Respuestas Judías al Holocausto Nazi que publiqué hace más de un año.

Creo ahora que es una buena oportunidad para tratar de tejer las ideas de Omnipotencia y Holocausto y ofrecerles una respuesta posible ante lo incomprensible e inexplicable que fue este evento en la historia judía.

El dilema en el que estamos atrapados con este tema se presenta con las siguientes afirmaciones:

 

  1. Dios es justo y bueno (es decir que Dios se lleva sólo a los malvados).
  2. Dios es Omnipotente (es decir que Dios tiene el control absoluto y eligió que suceda el Holocausto).
  3. Las víctimas del Holocausto no fueron culpables (es decir ninguna de estas personas merecía morir).

 

No podemos aceptar las tres afirmaciones simultáneamente porque no tienen sentido. De hecho éste es el problema con el cual la gente choca al querer entender o racionalizar lo sucedido.

Lamentablemente ciertos círculos y movimientos judíos rechazan la tercer afirmación y se adscriben a la idea que el Holocausto fue un castigo de Dios por los pecados de la Emancipación, el Iluminismo, el Sionismo, el judaísmo Reformista o en términos generales el impulso judío por asimilarse en el mundo moderno. Yo mismo he escuchado a un historiador declarar que “el Holocausto fue un mensaje para que los judíos volvamos a estudiar la Tora y retornemos a las prácticas judías”. Declarar ideas como éstas demuestra la inmensa mediocridad y obscenidad que algunos judíos pueden tener incluso cuando supuestamente han pasado horas estudiando su tradición. De hecho muchos judíos que hoy tildaríamos de Súper-Ultra-Ortodoxos fueron tristemente asesinados por los Nazis junto a aquellos otros judíos que ni siquiera practicaban el judaísmo. Además querer justificar que las víctimas del Holocausto fueron culpables es tener la arrogancia de decir que uno entiende por qué Dios hace lo que hace o peor aún creer que gracias a Dios ¡Hitler nos ayudó porque nos hizo retornar a la Tora! ¿Se dan cuenta lo absurdo que suena todo esto?

Si creemos que realmente las víctimas del Holocausto no fueron culpables entonces nos quedan las dos otras afirmaciones: Dios es justo y Dios es Omnipotente (las cuales no tendrían sentido frente al Holocausto y las tragedias en las que muere gente inocente). La estrategia más simple para seguir es declarar que el Holocausto no fue una obra de Dios sino de los seres humanos. Si Dios nos creó libres, Dios mismo tiene que aceptar que los humanos nos tratamos los unos a los otros muchas veces en forma horrenda. De hecho muchos pensadores hacen este giro y “liberan” a Dios del problema para convertirlo en un problema netamente humano. Así el problema ya no es por qué Dios hace lo que hace sino por qué los seres humanos hacemos lo que hacemos. El problema así deja de ser teológico y se convierte en sociológico, antropológico, político o incluso psicológico. Los asesinos del Holocausto eran hombres libres actuando libremente. Según la tradición judía esta justificación “serviría” porque justamente Dios nos ha dado el libre albedrío.

Pero ¿cómo respondemos frente a las enfermedades congénitas y terminales o los terremotos y tsunamis en los que mueren miles de inocentes criaturas, entre otras tragedias?

Una de las más extraordinarias respuestas a este debate ha sido formulada por el Rabino Ortodoxo Irving Greenberg quien declaró que el lenguaje de la modernidad nos ha dado la conciencia de aquello que podríamos llamar “momentos”. “Momentos” en los que nuestras metáforas de lo que Dios es y hace se proyectan y coinciden con nuestra fe y realidad y “momentos” en los que lo que creemos que Dios es no es y la fe resulta imposible. Lo más importante es que ambos “momentos” son verdad. Ninguno de los dos es verdadero mientras que el otro es falso. Ambos “momentos” viven en constante tensión del mismo modo que lo hace la fe y el ateísmo.

Lo que es esencialmente moderno en esta respuesta es la conciencia que la falta de fe o creencia representa tan solo un “momento” o “momentos“ de nuestra vida. Tan pasajeros como el “momento” mismo. Aceptar esta idea del “momento” hace legítima la posibilidad de plantear de alguna manera la convivencia de Dios y el Holocausto. Lo que hemos hecho en definitiva con esta teoría es forjar una nueva metáfora, imagen o idea de Dios que refleja nuestra fragmentada experiencia. Dios es un “momento” para nosotros porque nosotros mismos somos “momentos” no eternos que depositan metáforas en aquello que llamamos “Dios”. Así por “momentos” experimentamos la presencia absoluta de Dios en la Tierra y por “momentos” también experimentamos Su ausencia. Por “momentos” percibimos a Dios como bueno y justo y por “momentos” no.

Archivado en: Dios de los judíos Etiquetado como: auschwitz, el holocausto, holocausto nazi, Iluminismo, judaismo, modernidad, presencia de dios, reformista, Sionismo

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Acerca del Autor

 Hola, soy Diego Edelberg, el fundador del blog Judios&Judaismo.com. Me apasiona todo lo relacionado con la música, el judaísmo, la interpretación, la educación, la mitología, la filosofía, la religión, la ciencia, la historia, el arte, la física, la cosmología, la evolución, la sociología, la epistemología, la metafísica, la cabalá y en especial aquello que resulta contradictorio, paradójico y absurdo. Para conocer más sobre mi y de qué se trata mi blog visitá la sección Acerca del Autor

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