¿Dónde se narra la historia de Jánuca?
Fácil: en los libros escritos por los héroes mismos que celebramos y nos llenan de orgullo desde hace miles de años, aquellos judíos que pelearon por defender la libertad religiosa y sostuvieron el valor para declarar que no todos tenemos que creer y vivir de la misma forma. Estos son nuestros queridos Macabeos, aquellos que todos felices y pomposos recordamos cada año celebrando la esperanza de la luz encendiendo las velas en emoción aún cuando aquí en Chile oscurece en Diciembre a las 21:30.
Hay solamente un pequeño detalle con estos libros escritos por los judíos Macabeos: ¡los mismos no forman parte del TaNaJ! Cuando los rabinos decidieron qué libros quedarían dentro de la Biblia Hebrea y cuales no lo harían, decidieron dejar fuera el propio relato de los Macabeos. Gracias al mundo cristiano que decidió preservarlos es que aún podemos leerlos y son parte de los que se conoce como los apócrifos (los que debemos «ocultar» en relación a los que podemos «mostrar»). ¿Por qué? ¿Qué paso realmente? ¿No era que estábamos orgullosos de los Macabeos?
Si…pero los libros de los Macabeos describen la victoria militar y cómo luego festejaron por ocho días. Si alguna vez se preguntaron de dónde salió la historia de festejar por ocho días, el libro de Macabeos II nos cuenta que festejaron por ocho días porque no habían podido celebrar Sucot durante el año de pelea (Sucot era considerada la fiesta en el mundo bíblico)
Y ¿Dónde se narra la memoria de Jánuca?
¿Falta algo a esta crónica histórica de Jánuca escrita por los Macabeos mismos? ¡Sí, el milagro del aceite que duró ocho días cuando supuestamente alcanzaba para un solo día! ¡Ajá! Pero atención a la primer pregunta que hicimos porque los libros de los Macabeos que no entraron en el TaNaJ narran sobre la historia de Jánuca. Es en el Talmud donde leemos sobre la memoria de Jánuca y el milagro del aceite. En efecto, el Talmud parece tan sorprendido como nosotros los lectores cuando en medio de otra discusión un rabino pregunta –ya que estamos hablando sobre encender velas- «¿Qué es Jánuca?» Así el Talmud nos da pie para conocer lo que los rabinos recuerdan en su memoria de lo que fue Jánuca. Los rabinos no eran historiadores. Eran rabinos, maestros espirituales.
La verdad es que tenemos incluso una Meguila de Jánuca que se llama Meguilat Taanit que nunca prendió del todo en la tradición (¿se entendió el chiste que nunca prendió? Como el fuego que no prende…en fin). Esta Meguila es nombrada en el Masejet Shabat del Talmud y de forma interesante mezcla la historia y la memoria de Jánuca. En la forma en que está escrita la Meguila Taanit, todo el evento militar es descripto pero considerado secundario al hecho central que fue el aceite que duró ocho días (Si quieren leerla aquí está Meguilat Tannit y aquí hay un excelente ensayo del Rab Dr. Zev Farber sobre la misma – ¡todo en inglés, sorry!)
¿Qué pasó entre la historia y la memoria de Jánuca?
Lo que pasó fue que la familia de los Macabeos luego de la victoria se convirtieron en líderes y curiosamente se helenizaron (¡se hicieron ellos mismos más griegos que los demás judíos!). Hicieron algo más que ofendió a los fariseos años más tarde y tal vez por eso sus libros eventualmente quedaron fuera del canon con el paso del tiempo: rompieron la estructura de separación entre el líder político (el rey) y el líder religioso (Cohen Gadol). Iojanán mismo se declaró ambas cosas concentrando todo el poder político y religioso en una sola persona y como bien sabemos la mezcla de política y religión casi nunca termina del todo bien. Por eso mismo la historia de Jánuca no terminó del todo bien tampoco. Pero gracias a Dios también tenemos la posibilidad de construir una memoria. Y fue justamente la memoria y no la historia la que salvo a ambas de la mano maestra de los genios rabínicos (¡ya perdí la cuenta de cuántas veces escribí que admiro a los primeros rabinos grecorromanos que reinventaron con audacia, inteligencia y creatividad todo el judaísmo! ¡Qué haríamos hoy si fuera por ellos!)
¿Cómo se recuperó Jánuca entonces? Fue la grandeza rabínica que decidió celebrar el milagro de la luz, la esperanza y la libertad religiosa por sobre la victoria militar que no solo genera más violencia sino que no transforma el alma ni la eleva. Los rabinos decidieron crear una narrativa que demuestra que podemos perder lo físico pero jamás podremos perder lo intangible, lo espiritual. Esa es la genialidad y audacia de nuestros sabios del Talmud. La capacidad de retener el fondo, la esencia y transformar la forma. Vivir con la memoria del Templo pero sin el Templo.
Somos un pueblo que busca la vida y no la muerte. La libertad y no la opresión. La luz y no la oscuridad. Los rabinos insistieron en eso y por eso tenemos todas las berajot que ellos escribieron para que nada nos pase desapercibido. Pero por sobre todo nuestra Tora y nuestra tradición tienen que estar inspiradas en la búsqueda de la paz y no en el odio, la ignorancia y la indiferencia. Esa es la razón por la cual la historia de Jánuca sigue siendo tan esperanzadora y jamás perderá vigencia. Es una enseñanza eterna de cómo podemos elegir una memoria que celebra la bendición de la vida y no la historia de una guerra. La memoria de Jánuca es al final una lección para todos aquellos que, como dice el Rab Jonathan Sacks, matan en nombre del Dios de la vida, hacen la guerra en nombre del Dios de la paz, odian en el nombre del Dios del amor y practican la crueldad en nombre del Dios de la compasión.
¡Que las luces de Jánuca nos iluminen para todo el año y no solo ocho días!