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Judíos & Judaísmo

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El órgano más poderoso del cuerpo

26/07/2018 por Diego Edelberg 77 comentarios

Todos tenemos arraigado saberes o conclusiones irrefutables sobre la vida que hemos ido adquiriendo. Nos convencemos con el paso del tiempo que las cosas «son así». Nos decimos «esto yo ya lo vivi, ya lo sé». Concluimos así que cualquiera que piensa las cosas bien (es decir, que las piensa igual que nosotros) probablemente estaría de acuerdo en cómo las cosas realmente son en la vida (es decir, como nosotros creemos que son también).

Estos saberes sobre «como la vida y las cosas son» las absorbemos de nuestras familias, amigos, maestros y la información que hemos experimentado en todo tipo de formato. Cada una de estas personas que nos influencian de una forma u otra también han absorbido sus saberes de otros. Y si bien todo este saber depende del lugar y el tiempo que a cada uno le toca vivir, es notable lo simplista que eventualmente somos y lo rápido que creemos tener siempre la razón -o peor aún LA Verdad- de cómo las cosas son o deberían ser. No es casualidad que muchos de nosotros nos pasamos la vida leyendo autores, escuchando maestros, siguiendo rabinos y leyendo textos que no hacen más que reforzar y validar lo que ya creemos en lugar de desafiarnos leyendo aquello que nos contradice para mejorar nuestros argumentos.

Mis estudios más profundos me demuestran cada día más que la Tora se encarga una y otra vez de derribar absolutos y verdades totalitarias que tenemos todos. Lo hace para ayudarnos a refinar nuestro carácter y nuestro ser en esta vida. Si bien la Tora tiene una narrativa de carácter mitológico con serpientes y animales que hablan, embarcaciones gigantes en la que conviven animales salvajes con seres humanos en paz durante un diluvio, seres gigantes y personas que viven casi mil años, también es profundamente anti-mítica. Por ejemplo, en los tiempos de Abraham era común que los padres sacrifiquen a sus hijos y la narrativa de la Tora es revolucionaria en su propio contexto histórico instituyendo que hacer eso es inmoral ya que al final Dios cancela la tensión generada con el supuesto sacrificio de Itzjak que nunca sucede.

Esto último significa que la Tora toma narrativas mitológicas y las transforma humanizándolas e imprimiendo un componente ético espiritual que es magistral. La Tora se encarga de ser contra-intuitiva constantemente para dejarnos la enseñanza más importante del judaísmo: evitemos la idolatría. La tradición judía estableció hace miles de años que la idolatría y transgresión más grande es la fijación de verdades como incuestionables. Cuando decimos «esto es así y no se discute más» acabamos de cometer una gran transgresión. Acabamos de convertir un pensamiento o idea en un ídolo fijo e incuestionable alejándonos de la dialéctica de los rabinos del Talmud y los comentarios a la Tora misma. Veamos un primer ejemplo de lo peligroso de la idolatría de ideas y la funcionalidad contra-intuitiva desde la Tora para comprender finalmente una lección contra-intuitiva que aprendí este año.

 

 

 

El judaísmo celebra que no todos tiremos para el mismo lado

La narrativa de la Torre de Babel es un un claro ejemplo de una mitología contra-intuitiva. Su objetivo como narración es enseñarnos una verdad opuesta a la que uno espera o intuye al leerla. Si lo recuerdan, según la Tora hubo un momento que todas las personas del mundo se unieron para hacer una cosa en conjunto y eso fue construir una Torre. Se unificaron así en una sola verdad. Metafóricamente hablando esto es lo que muchas personas dicen que deberíamos hacer para que el mundo y todo lo que nos rodea alcance esa era mesiánica: que todos estemos unidos tirando para el mismo lado. Hay quienes piensan que así debería ser el judaísmo y yo me pregunto, ¿están leyendo la misma Tora que leo yo?

Porque cuando Dios mira este emprendimiento de la Torre que construye la humanidad decide esparcirlos y confundirlos otorgándoles diferentes lenguajes para que no puedan entenderse mutuamente. La moraleja de esta historia parecería no tener sentido en tanto lo que hemos hecho como humanidad por el resto de la historia. Hemos intentado deshacer lo que Dios hizo con el episodio de la Torre de Babel una y otra vez sin entender la lección de la Tora. El mundo cada vez más globalizado y homogeneizado de la modernidad está intentado ver cómo podemos hacer para superar la diversidad con el objetivo de alcanzar una verdad absoluta que todos crean por igual. Por eso y paradójicamente sí todos los judíos hiciéramos lo mismo no sería tradicionalmente judío sino una nueva religión.

Hay un mensaje fundamental detrás de esta narrativa: las diferencias son buenas. La diversidad de tradiciones culturales tanto adentro como afuera de la tradición judía no debería ser algo que nos preocupa o nos hace sentir menos seguros de nuestras creencias y prácticas elegidas. Es maravilloso que existan las diferencias porque sino no sabríamos qué constituye al judaísmo como una práctica diferente a las demás. Muchas prácticas judías son definidas como «que no parezca como lo hacen los gentiles». Si no estuvieran «los gentiles» ¡no podríamos definirlas! Por eso que los judíos tengamos entre nosotros mismos distintas maneras de hacer las cosas, diversas comidas, melodías y aproximaciones hacia nuestros textos y nuestra tradición es algo bueno. Que existan numerosas religiones muy distintas en el mundo es algo positivo y de hecho siempre ha sido así. Al menos eso es lo que nos enseña este texto sagrado en la narrativa contra-intuitiva y eterna de la Torre de Babel.

 

 

 

No vayas tras tu corazón

Finalmente la lección contra-intuitiva que aprendí este año aparece en el tercer párrafo del Shema que los judíos recitamos todos los días dos veces por día. El texto nos instruye sobre el uso de tzitzit (los flecos y nudos que cuelgan del talit) y nos recuerda que debemos observarlos para recordar y poner en práctica las mitzvot (mandamientos) para «no ir tras tu corazón y tras tus ojos» (Bamidbar 15:39). Algo llama la atención de RaShi, el comentarista judío por excelencia quien escribe, «el ojo ve y el corazón desea». Sin embargo la Tora lo presenta literalmente escrito al revés: la indicación es primero no ir tras el corazón y segundo no ir tras lo que los ojos ven. En otras palabras, ¡la predisposición genera el deseo y no al revés!

Nuevamente estamos frente a una lección contra-intuitiva. Estudiando el texto en comunidad una persona muy querida de nuestro minian me recordó que el corazón es el primer órgano que se forma en el ser humano. El corazón es el instinto más visceral. El generador más profundo del deseo. Al vivir en una sociedad que nos sugiere seguir siempre el corazón que no falla, la Tora nos dice ¡no vayas tras tu corazón sino entrénalo para que no te domine! No actúes como una criatura que no tiene capacidad crítica para pensar y evaluar las consecuencias morales de su existencia y como su acción o inacción se replica en el mundo. Trabaja tu predisposición emocional interna para generar deseos nobles ante tus ojos en lugar de satisfacer tu voracidad humana dejándote llevar por la tentación de lo que se te aparece. Es más, ¡lo que se te aparece es producto de tu corazón y no de tus ojos!

En el sentido más práctico, si el corazón no está entrenado los ojos pueden hacernos ver cosas que no queremos ni necesitamos ver. Pero si el corazón ha sido trabajado nuestros ojos ni siquiera verán lo que no deben ni pueden ver. Una vez más, la invitación contra-intuitiva de la Tora es no satisfacernos con simplemente experimentar y ser sino intentar esforzarnos para ser aún más de lo natural que pensamos que somos.

Archivado en: Biblia Hebrea: Tora, Profetas y Escrituras, Espiritualidad, Judaismo Hoy

Sostenedor y Contenedor de Paradojas y Contradicciones

03/12/2017 por Diego Edelberg 25 comentarios

A medida que más vivo, experimento, estudio, amo, sueño, sufro, acompaño personas y familias en el abanico de alegrías y tristezas que la vida como unidad indivisible nos propone; leo cientos de emails que me escriben de todo tipo y converso con otras personas y conmigo mismo me convenzo cada día más que mi imagen de Dios se ha tornado últimamente en «sostenedor y contenedor de paradojas y contradicciones».

La Tora misma nos dice en la parasha que leímos esta semana que, «No se dirá más tu nombre Iaacov sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido» (Génesis 32:29). Ser Israel literalmente significa ser «luchadores» y la declaración del Shema que hacemos todos los días nos exige que entendamos la unicidad de las paradojas y contradicciones como parte de nuestra lucha. Todos enfrentamos contradicciones y paradojas como parte de la experiencia humana continuamente. Y ahí, en este instante de lucha que nos acontece una y otra vez, emerge ese Dios sostenedor y contenedor de paradojas y contradicciones.

Dios es el contenedor de todo lo que no podemos unir como humanos en nuestras disonancias cognitivas, nuestros procesos de desequilibrio constante, nuestros momentos de sinsentido y las expectativas no cumplidas que fantaseamos. Dios contiene y sostiene estas instancias.

El símbolo más claro de esta imagen es la famosa zarza que arde y no se consume. Es lo que llama la atención de Moisés en el contraste absoluto con su archienemigo el Faraón de Egipto. El Faraón representa ese Dios de lo binario, lo blanco o lo negro, lo bueno o lo malo, lo correcto o incorrecto, las mujeres o los hombres, los amos o los esclavos. Moisés emerge de ese mundo de amos o esclavos, de buenos o malos y se encuentra con este Dios que está en una zarza que se está quemando pero no se consume. ¡Vaya disonancia cognitiva que enfrentó Moisés!

Al igual que el Dios de Moisés, mi Dios últimamente es el que aparece en esa zarza que quema pero no se apaga porque habita en el intersticio, en ese entre-medio-de, en ese microsegundo antes que la momentánea disonancia se resuelva en la consonancia del siguiente acorde. Últimamente ahí me encuentro con Dios. Y confieso que con toda la tensión que acarrea ese momento de disonancia, es lo que me alimenta el alma y me da mucha satisfacción cuando volvemos a encontrarnos con Dios en ese punto del tiempo y el espacio.

Lo sé, quizás sería más simple decirles que nos encontramos en la sonrisa de mis hijos, la mirada y abrazo de mi esposa, los momentos de chistes y conversaciones con familia y amigos, celebrando y bendiciendo la vida en comunidad, cuando me despierto en la mañana y desayuno mirando la precordillera de los Andes desde el living de mi casa en Santiago de Chile, cuando estudio Tora, cuando sueño e imagino qué sorpresa me traerá la vida…sin dudas Dios está en todas estas experiencias y por eso fluyen tan rápido de mis dedos al escribirlas. Dios está siempre ahí.

Hoy quiero compartir este Dios contigo. Es un Dios que está presente si estás atravesando un momento sin resolución (¿acaso hay momentos resueltos?). Es un Dios que nos está llevando a los dos de la mano mientras caminamos por la cuerda floja al próximo punto de resolución momentánea y descanso muy breve. Es el sostenedor y contenedor de todas las contradicciones y paradojas que estamos viviendo. Solo quiero saber y me gustaría leer tu comentario, ¿también te encuentras con Dios en estas instancias?

Archivado en: Aforismos, Citas, Espiritualidad y Religión, Dios de los judíos, Espiritualidad, Rezo Judío ayer y hoy

Respuestas Judías para el sufrimiento, la depresión y la angustia existencial

04/11/2015 por Diego Edelberg 37 comentarios

No es necesario estar sufriendo, deprimido ni angustiado para explorar qué dice la tradición judía sobre estos temas. ¡De hecho es conveniente estar preparado! Pero les confieso que, a diferencia de aquel jueves gris en el que escribí en caso de emergencia leer esta publicación, en esta oportunidad lo que van a leer es una suerte de continuación de la publicación respuestas judías para el inconformismo crónico. Sin duda, ambas publicaciones están vinculadas a lo que podríamos llamar Respuestas Judías Para Momentos Difíciles.

En esta oportunidad mi intención es ofrecer una mirada judía a esta nota del genial filósofo Dario Sztajnszrajber. Sztajnszrajber realiza una descripción fantástica del sentimiento de la angustia. ¿Pero qué hacemos luego de haber entendido qué es ese sentimiento? Sztajnszrajber no nos ofrece una respuesta directa. Nos dice que ni siquiera tiene sentido reflexionar en la angustia en sí sino mejor utilizarla como trampolín para seguir buscando el sentido. Es claramente una respuesta muy filosófica y de esperarse en un filósofo. Lo cierto es que cada uno tiene que lidiar con la pregunta sobre por qué estoy sufriendo de acuerdo a su propia historia y bagaje. Sin embargo, aquí vamos a encuadrar esta pregunta dentro de la tradición judía para ofrecernos una posible salida (o tal vez varias).

 

 

 

Lo que importa es cómo vamos a responder

Lo primero que deben saber es que la respuesta de Sztajnszrajber ante el sufrimiento es coherente: no existen atajos para liberarse rápidamente de la sensación de angustia, depresión o sufrimiento. Y por eso, si están esperando que les diga qué hacer ya mismo para dejar de sufrir entonces pueden cerrar esta publicación. Incluso, si cualquier persona les dice alguna vez qué es lo que deberían hacer para resolver esta sensación rápidamente y salir del sufrimiento en el que se encuentran, mi consejo es ¡salgan corriendo de allí! Si yo (o cualquier persona) supiera la respuesta a cómo salir rápidamente de la angustia entonces sería tal vez el hombre más rico del planeta.

Lo cierto es que muchas veces no sabemos por qué comienza una crisis pero sabemos que acontece y uno tiene que lidiar con ella. Entonces, la pregunta en la cual vamos a enfocarnos nosotros es ¿cómo podemos responder ante el sufrimiento, la angustia o depresión desde una perspectiva judía? ¿Qué nos ofrece el torrente milenario de sabiduría judía para lidiar con este sentimiento? Las respuestas las tendrán que descubrir y elegir ustedes mismos. Hoy soy un simple servidor que les ofrece las posibilidades que emergen desde el judaísmo. Lo que más me interesa es que me cuenten en qué plano se ubican de los que van a leer.

Lo que sigue entonces es una muestra de la forma histórica en la cual los judíos han intentado encontrar sentido y redención (salvación) frente al dolor, del mismo modo que nosotros lo hacemos hoy. Mientras leen estas perspectivas mi recomendación es la siguiente: no se aproximen a las respuestas como un ejercicio intelectual desapegado sino como herramientas disponibles para asistirlos realmente frente a urgencias que requieren claridad para seguir adelante. Bien, aquí vamos.

 

Respuestas Judías

 

 

 

#1 El castigo justo

La respuesta clásica del judaísmo más antiguo gira en torno a la idea que el sufrimiento es la consecuencia directa de nuestros actos. Por el contrario, la buena salud y la abundancia material es el resultado de un comportamiento apropiado. Este tipo de teología está muy presente en la mayoría de los rabinos antiguos y medievales. No solo eso sino que subsiste en muchísimas personas hasta el día de hoy. En un universo ordenado por un solo Dios, muchos han creído -y algunos aún creen- que hay una conexión directa entre nuestro comportamiento y lo que experimentamos como resultado. Tal vez el ejemplo más clásico de este tipo de pensamiento es el que los judíos recitamos todos los días en el segundo párrafo del Shema:

Y será que, si obedeciereis cuidadosamente mis mandamientos que yo ordeno hoy, amando al Señor vuestro D-os, y sirviéndolo con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma, Yo daré la lluvia de vuestra tierra en su tiempo, la temprana y la tardía; y cogerás tu grano, y tu vino, y tu aceite. Daré también hierba en tu campo para tus bestias; y comerás, y te hartarás. Guardaos, pues, que vuestro corazón no se engole, y las apartéis, y sirváis a dioses ajenos, y os inclinéis ante ellos; Y así se encienda el furor del Señor sobre vosotros, y cierre los cielos, y no haya lluvia, ni la tierra dé su fruto, y perezcáis cerca de la buena tierra que os dio el Señor. (Devarim 11:13-7)

En otras palabras, este pasaje dice que si hacemos las cosas bien nos va a ir bien y si hacemos las cosas mal nos va a ir mal. ¿Cómo responden ustedes hacia esta aproximación con respecto al sufrimiento? ¿Hay momentos en los que sienten que lo malo que les ocurre es un castigo directo por cómo han actuado? ¿Creen en un Dios que castiga a los seres humanos en forma directa debido a su conducta indebida? ¿Y qué pasa cuando quienes actúan en forma indebida no son castigados y los justos si lo son? Esta última pregunta nos lleva al segundo plano…

 

 

 

#2 El sufrimiento es un misterio

Una de las cosas más fascinantes de la Biblia es que no es un libro sino una antología, una colección de libros muy dispares puestos todos juntos. Por ese motivo tenemos diferentes opciones disponibles sobre casi cualquier tema. Y no es una casualidad que la Biblia misma nos ofrece en el famoso libro de Job una respuesta muy diferente a la presentada arriba. El escritor de Job rechaza la idea que el sufrimiento es lo que merecen quienes actúan indebidamente (¡por lo tanto es una invitación incluso a repensar lo que leemos en el Shema!)

El espectacular libro de Job (uno de mis favoritos) nos recuerda que muchas personas sufren a pesar de haber actuado en forma justa y bondadosa toda su vida. ¿Cómo podemos entender el plan divino cuando según Job el bueno no es necesariamente recompensado ni el malvado castigado? En el libro, Dios mismo le dice a Job que la respuesta a esta pregunta está más allá de su capacidad cognitiva. Dios es Dios y los humanos somos humanos. Podemos estar creados a imagen de lo divino pero no somos Dios. Así el sufrimiento del bueno termina siendo un profundo misterio.

La respuesta humana en este segundo plano es simplemente la aceptación. Aceptar con fe intentando permanecer de todos modos abierto a una conexión con el plan divino más allá de nuestro entendimiento o acuerdo con el mismo. ¿Qué sienten con respecto a esta posición frente al sufrimiento? ¿Han alguna vez sentido la presencia misteriosa de Dios más allá de las circunstancias dolorosas que estaban atravesando?

 

 

 

#3 Dios te ama y por eso ¡te castiga!

Para algunas personas este plano de respuesta es medio sádico. Sin embargo no es de extrañar que haya emergido considerando que los dos planos anteriores no nos permiten entender por qué la persona que es buena sufre. De acuerdo al primer plano, no hay sufrimiento que no sea merecido. Si buscamos bien a fondo encontraremos por qué hasta la persona más justa sufre (seguramente ha hecho algo malo y ni siquiera sabe qué). Por el contrario, el segundo plano nos ofrece consuelo en la presencia misteriosa de Dios incluso cuando no entendemos por qué estamos sufriendo. A veces puede ser que alguno de estos dos planos tenga sentido para nosotros. Sin embargo quizás queramos ir más a fondo para poder responder de forma diferente.

Y es por este motivo que la literatura rabínica intentó ir en la búsqueda del misterioso sufrimiento para traer a la superficie otras posibles respuestas (ver particularmente el Talmud Baba Metzia 85a). Lo que brindó así esta búsqueda fue una propuesta que sorprende a muchas personas y eso es que Dios es el que causa sufrimiento como modo amoroso de hacer crecer a la persona que sufre. En esta oportunidad el judaísmo nos ofrece la posibilidad de ver al que sufre como un mártir, elegido porque ella o él es amado profundamente por Dios. Este plano incluso ofrece la posibilidad de redimirse de una mala acción utilizando el vínculo con Dios como salvación logrando así una relación más cercana con Dios. Esta aproximación ofrece al que sufre la posibilidad de reconocer patrones errados que quiere cambiar con la esperanza que eso va a mejorar su condición actual restableciendo una relación positiva y esperanzadora con Dios. Desde esta óptica el sufrimiento «tiene un sentido posible» porque es entendido como un catalizador que lo ayuda a uno a crecer y curarse tanto física como espiritualmente.

Soy consciente que este plano suena muy cristiano. Pero no debemos olvidar que los primeros cristianos eran judíos así que no veo motivo por el cual esta aproximación no sea originalmente judía. Muchos lectores del blog no son judíos y muchos son cristianos así que estoy seguro que más de uno resonará con esta aproximación o plano de relación con el sufrimiento aunque no debemos asumir que es la norma para todos los demás. Por es bueno aquí también preguntarse, ¿Han sentido alguna vez que el sufrimiento fue una ayuda para hacerlos crecer y acercarse a Dios? ¿Han comprendido su propio sufrimiento como una forma de crecimiento espiritual y curación? ¿Creen que Dios los castiga porque los ama? ¿O consideran toda esta aproximación terriblemente sádica?

 

 

 

#4 El sufrimiento en este mundo es recompensado en el Mundo Venidero

Otra alternativa gira en torno a la idea que el sufrimiento experimentado en este mundo tiene como objetivo propulsar la alegría absoluta y la liberación de lo que se viene en el Mundo Venidero (para más información sobre el olam haba o Mundo Venidero recomiendo leer Todo lo que necesitas saber sobre la muerte y el después de la vida en el judaísmo). Desde esta perspectiva el sufrimiento puede ser soportado puesto que tiene una redención final en el más allá (aunque nadie sabe cómo podremos sentir esa experiencia).

¿Han sentido alguna vez consuelo en esta idea? ¿Pensaron que lo que están sufriendo hoy puede permitirles sentir mayor libertad, alegría y redención en un futuro?

Para mi esta tercera aproximación también posee un tinte cristiano aún cuando figura en muchas fuentes judías (entre ellas el Zohar en su comentario a Vayeshev). Pero como ya dijimos y sin ánimo de andar reclamando quién lo dijo primero, es cierto que los primeros cristianos eran judíos así que no podemos estar seguro de dónde surgieron estas ideas originalmente.

 

 

 

Conclusiones

Estas diferentes aproximaciones o planos con respecto al sufrimiento y el por qué de lo que nos pasa pueden ayudarnos a generar una respuesta a cómo vamos a responder desde un encuadre que sea judío. Quizás alguna de estas opciones ofrezca «sentido» dentro de lo caótico e impredecible que a veces resulta el mundo y nuestra existencia. Creo que es bueno considerar estas aproximaciones para activar o desactivar ciertos patrones en los cuales podemos caer sin saber cómo salir.

También puede ocurrir que luego de leer estas aproximaciones uno sienta que no resuena con ninguna de ellas ni las encuentra redentoras. Eso no debería ser un problema. Como dije al principio, la idea no es volverse un fundamentalista de una opción o la otra sino utilizarlas para frenar algún patrón que pueda volverse patológico (por ejemplo culparnos excesivamente por lo que nos ocurre). Lo importante para mi es contar con aproximaciones que sirvan como herramientas para responder y que estén fundamentalmente enraizadas en la tradición judía.

Es muy valioso (y requiere coraje) mirarse a uno mismo en sus creencias más profundas, especialmente cuando está buscando respuestas teológicas al sufrimiento y la angustia existencial. En ese viaje de exploración es bueno atreverse a abrazar nuestras inconsistencias, nuestros cambios de opinión momentáneos sobre cómo opera Dios en el mundo y estar receptivos a evaluar sin juzgar el sentimiento que experimentamos. Podríamos definir esta experiencia como el habitar en el acontecimiento. Se trata de recibir lo que nos acontece (aunque tal vez no podemos controlarlo ni tolerarlo fácilmente) para luego decidir cómo vamos a entender y responder. En el fondo todas estas repuestas son el producto del mecanismo humano por la búsqueda del sentido sin abandonar la Presencia Divina.

Archivado en: Espiritualidad

La Novia de Dios y otras capas de mitología judía

30/04/2015 por Diego Edelberg 33 comentarios

treeEn la publicación anterior compartí cómo el mito y la experiencia mitológica transformaron mi manera de ver y amar la tradición judía. Luego de escribir dicha publicación estuve toda la semana respondiendo emails y preguntas sobre el mito. Me resultó muy placentero recibir mensajes en los cuales me escribían que había logrado poner en palabras lo que muchos piensan y sienten pero no saben como expresar. Es por eso que entre los diferentes libros que voy leyendo y compartiendo, sigo enganchado a Tree of Souls: The Mythology of Judaism, escrito por Howard Schwartz y publicado por Oxford University Press. Como mencioné en la publicación anterior, esta obra representa la primera y más completa antología de la mitología judía en inglés. El libro de más de 700 páginas revela una tradición mítica tan rica y tan fascinante como cualquier otra en el mundo. Hoy quiero seguir compartiendo una traducción e interpretación de la introducción de este libro porque es fascinante y tal vez responda algunas de las preguntas que recibí.

 

 

 

¿Cuántos seres habitan realmente en el cielo?

En la publicación anterior les conté que Schwartz abre su libro con la siguiente pregunta: ¿Hay una mitología judía?

A primera vista parecería que no puesto que una de las características que definen al mito como tal es la interacción entre dioses. Después de todo, el principio central del judaísmo es el monoteísmo, la creencia en un solo Dios con exclusión de la posibilidad misma de otros dioses. Entonces ¿cómo puede haber una mitología donde sólo hay un Dios? La mitología parece implicar una multiplicidad de fuerzas sobrenaturales que da a la historia de la divinidad una tensión y una emoción que no tiene cuando sólo hay un Dios único y todopoderoso. Y puesto que, desde la creencia monoteísta, Dios creó el mundo de la nada, ex-nihilo, ¿no implica esto que Dios es el único habitante de los cielos? De lo contrario, ¿se podría decir que otras deidades o seres divinos participaron en la Creación o que incluso tienen una participación gobernando el mundo con Dios? Cualquier judío respondería esta pregunta con un rotundo “¡no!”. Es una herejía pensar que hay alguien más que Dios en el cielo.

Pero el cielo sería un lugar estéril, solitario y aburrido -al menos en términos míticos- si tan solo Dios estuviera allí. Por eso el punto de vista judío real de los cielos es bastante diferente. Hay siete cielos, llenos de ángeles y otros seres divinos, como el Mesías, que se dice que tiene un palacio de su cuenta en el cielo más alto. Hay también en el cielo un Templo celestial que es el reflejo del Templo terrenal en Jerusalén. No solo eso sino que en el cielo mítico hay también una gran cantidad de palacios celestiales que son uno para cada uno de los patriarcas, matriarcas y sabios donde él o ella enseña Tora a las almas atentas de los seres humanos y los ángeles (sí, en la mitología judía la mujer puede enseñar Tora en el mundo venidero aunque no se les permitía tradicionalmente hacerlo en este mundo). Por encima de todo, el cielo es el hogar de las almas de los justos mortales que ascienden al Paraíso después despedirse de este mundo.

 

El Judaísmo como mito sagrado- sobre las

 

La Novia de Dios

Esta visión del cielo gobernado por un solo Dios y poblado por seres divinos inferiores -junto a las almas de los seres justos que habitaron la tierra- no parece infringir el concepto central del monoteísmo. Pero entre los habitantes del cielo se encuentra una figura inesperada: la novia de Dios. Esta figura divina se conoce como la Shejiná. Al principio este término hacía referencia a la presencia de Dios en este mundo, lo que se conoce como la Presencia Divina. Pero en el siglo XIII el término «Shejiná«, que es de género femenino en el lenguaje hebreo, ya había llegado a significar «Novia de Dios» y de hecho la Shejiná fue abiertamente identificada como la esposa de Dios en el Zohar, el texto central de la mística judía.

Esto último marca un importante avance en términos de la mitología particularmente judía ya que la noción misma de una Novia Divina es esencial en la mitología de la mayoría de los pueblos. Ejemplos de esto encontramos en pares tales como Zeus y Hera en la mitología griega y El y Astarot en la mitología cananea. Pero la existencia de una figura que se asemeja fuertemente a una diosa hebrea, haciéndose eco del papel atribuido por algunos a Astarot en el antiguo Israel, plantea las preguntas más elementales acerca de su papel en un sistema monoteísta.

 

 

 

Mito versus Monoteísmo

Hay otros ecos inesperados de mitología politeísta en el judaísmo. Génesis Rabba, un texto rabínico importante que data del siglo cuarto o quinto, habla de un Consejo de las Almas (en hebreo nefashot shel Tzadikim). Este Consejo representa un grupo de deidades celestiales a quien Dios consulta acerca de la creación del mundo y la creación del hombre. Aquí no hay una figura divina sino múltiples, como las que se encuentran en las religiones paganas. De hecho, el Consejo de las Almas es exactamente igual a el consejo divino liderado por el dios El que gobierna el mundo de la mitología cananea. Tales Consejos Celestiales gobiernan en mitologías mesopotámicas y babilónicas, dos locaciones en las cuales el judaísmo absorbió gran parte de sus narrativas incluyendo todos los nombres de su calendario hebreo que opera hasta la actualidad.

¿Cómo pudo un mito sobre múltiples divinidades encontrar su lugar en uno de los texto principales de la literatura rabínica como es Génesis Rabba? ¿Por qué nadie lo rechazó tildándolo de blasfemia? La respuesta es que el judaísmo no es -y nunca ha sido- una sola corriente de pensamiento sino un río formado por muchos, a menudo contradictorios, arroyos y textos rabínicos compuestos de diferentes tipos de pensamiento. Ha existido desde siempre una lucha constante en el judaísmo entre las fuerzas anti-míticas y monoteístas en contra del tipo de fuerzas míticas que son frecuentes en muchos textos cabalísticos. Por lo tanto es posible encontrar en muchos de los principales textos rabínicos, incluyendo el Talmud y el Midrash, configuraciones duales o incluso politeístas como el de un Consejo de las Almas, junto a textos monoteístas.

 

 

 

El Judaísmo como mito sagrado

Así como hay una gran variedad de mitologías -cada pueblo del mundo tiene una- hay muchas definiciones para la palabra mito. En este punto, podría ser conveniente establecer una definición para el acercamiento a la mitología utilizado en el libro de Schwartz:

«Mito se refiere a las historias sagradas de un pueblo: los orígenes, deidades, ancestros y héroes. Dentro de una cultura los mitos sirven como constitución de la divinidad. Por encima de esto el mito y el ritual son indisolublemente uno.»

Vamos a considerar esta definición en términos de la tradición judía: el mito se refiere a las historias sagradas de un pueblo sobre los orígenes, deidades, ancestros y héroes. Esto es precisamente lo que la Tora relata a los judíos en las personas y las historias sobre los orígenes, tal como se encuentra en el Génesis; acerca de Dios, la deidad gobernante; acerca de los antepasados ​​como Abraham y Moisés, y los héroes, como el rey David.

En cuanto a la idea de tener una constitución divina, esta es justamente la naturaleza exacta de la Tora, dictada por Dios a Moisés en el Monte Sinaí según el mito judío. La Tora sirve como una crónica de lo que pasó y al mismo tiempo como un pacto operativo de lo que sucede y debería suceder.

Finalmente el mito y el ritual se refuerzan mutuamente en el judaísmo. Shabbat alude al día de descanso que Dios declaró después de los seis días de la Creación y al mismo tiempo a los rituales que los judíos realizamos en Shabbat como un recordatorio y recreación constante de este evento filtrado a través de la interpretación rabínica de los orígenes míticos de este día sagrado.

Todos estos aspectos primordiales de la mitología encuentran expresión en la tradición judía. Los mitos individuales han ejercido un gran poder sobre la vida judía. Incluso hoy en día los judíos «revivimos» el Éxodo en Pesaj y «recibimos» la Tora de nuevo en Shavuot. 

 

 

 

Los que temen a la palabra «mito»

Para los que prefieren no utilizar el término «mitología» en relación con el judaísmo, hay dos objeciones principales.

La primera es que el término sugiere una constelación de dioses en lugar de un solo Dios omnipotente. ¿Cómo podría haber una mitología judía sin contradecir este principio básico de la teología judía? El simple hecho es que a pesar de ser una religión monoteísta, el judaísmo tiene un mito real. Así como las prácticas sobrenaturales, por ejemplo el uso de la adivinación o el consultar a un adivino se realizaron normalmente a pesar del mandato bíblico en contra de ellos, una extensa mitología judía evolucionó, sobre todo en los círculos del misticismo (cabalá), donde se creía posible preservar una perspectiva monoteísta mientras se empleaba simultáneamente una mitológica. Aquí se entendió que la mayoría de las figuras mitológicas, especialmente la Shejiná, eran en última instancia aspectos de la Divinidad a pesar de su independencia mitológica aparente. Incluso lo que a veces parece tener independencia mítica también puede ser entendido como una emanación de la Divinidad.

Tree_of_life_bahir_Hebrew.svgEn la cabalá las emanaciones divinas toman la forma de las diez sefirot, simbolizadas en el Árbol cabalístico de vida. Es posible identificar un proceso sefirótico subyacente prácticamente en cada mito. Pero en la traducción de imaginaciones míticas en las etapas de la emanación, las sefirot también sirven como antídoto a la mitología, ya que son totalmente transmitidas través de la alegoría y el simbolismo. Claramente las sefirot no está destinadas a ser tomadas literalmente y pueden haber sido creadas para frenar el impulso mítico lanzado por el misticismo judío, así como para definir su estructura arquetípica subyacente. Ciertamente, este sistema de emanaciones divinas es tan complejo y amplio como el de la teoría junguiana de los arquetipos. Y si bien la esencia del mito es el arquetipo, es mucho más difícil, si no imposible, mitificar un sistema tan abstracto como las sefirot. Sin embargo, subyace bajo estas abstracciones, las fuerzas vivas de mito.

 

La segunda objeción al uso de la «mitología» en términos de la tradición judía es que sugiere que las creencias consideras desde esta orientación no son ciertas. Incluso la mera identificación de las creencias de una cultura como mitológicas indica que no se las está contemplando desde la perspectiva de un creyente. Es por ello que, con algunas excepciones, ha habido tanta resistencia a identificar cualquiera de las narraciones bíblicas como mitos o utilizar las herramientas de investigación mitológica para influir en el judaísmo o el cristianismo. Si bien es cierto que el estudio de estas religiones desde una perspectiva mitológica implica cierta distancia de indagación crítica, eso no quiere decir que las tradiciones, examinadas desde esta orientación, son consideradas falsas, primitivas o erradas. Los estudios mitológicos son comúnmente vinculados hoy con los psicológicos demostrando cómo es posible reconocer una dimensión de verdades psicológicas subyacentes en tradiciones míticas, donde el mito se puede ver como la proyección colectiva de un pueblo. Y no sólo nos referimos a verdades psicológicas sino también las más profundas verdades existenciales. De hecho, la razón por la cual los mitos persisten es porque ofrecen sentido a las preguntas eternas (¿quién soy? ¿de dónde vengo? ¿cuál es mi destino? ¿qué se supone que debería hacer con mi vida? ¿cómo se que no estoy realmente solo? ¿qué pasa luego de mi muerte?, etc.). En el caso del judaísmo, muchas generaciones de rabinos (así como judíos que no fueron rabinos) recibieron y transmitieron los mitos sagrados, rituales y tradiciones e incluso a veces transformaron radicalmente (tal vez sin querer) estos mitos en el proceso de transmisión.

 

 

 

Una tradición paradójica, fascinante y sagrada

Con el paso del tiempo el número de figuras sobrenaturales en este panteón mitológico judío aumentó. Eventualmente surgió una gran cantidad de narraciones mitológicas. Estas narraciones describen eventos tales como la transformación de Janoj en el ángel Metatrón, la entrega de la Tora, la cadena de acontecimientos que ha impedido hasta el momento la venida del Mesías y los intentos de Satanás para ganar incursiones en el mundo de los seres humanos. Estos mitos también trazan los reinos del cielo y el infierno en gran detalle. Por un proceso de expansión, estos reinos míticos fueron adornados y mejor definidos dando a luz a narrativas adicionales. De esta manera la mitología judía se ha convertido en una tradición extensa que se se encuentra interrelacionada y con frecuencia resulta paradójica, fascinante y siempre sagrada.

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Cómo Desarrollarte Espiritualmente

28/01/2015 por Diego Edelberg 24 comentarios

 

El desarrollo espiritual suena como algo grandioso que todos queremos alcanzar. Sin embargo, cómo hacemos realidad esta idea no es algo tan simple de comprender.

Nuestro desarrollo espiritual no acontece si nos separamos del mundo y nos sentamos a meditar solos en una montaña, un bosque o mirando el mar. Muy por el contrario, el desarrollo espiritual involucra esfuerzo y tiempo dedicado a otras personas.

Si hoy no nos conectamos espiritualmente con nuestra Fuente de Transcendencia (Dios, Energía, Creador o cómo más les guste) mañana nuestra espiritualidad estará intacta. La Fuente de Transcendencia siempre nos espera, nos perdona y está disponible. Pero si nos olvidamos de aquel que está en problemas y nos necesita ahora, es muy difícil que esa persona pueda esperarnos un día más.

 

 

Desde afuera hacia afuera

El desarrollo espiritual entonces no es desde adentro hacia adentro. Es desde afuera hacia afuera. Es una acción que debe ser vista, realizada y articulada en el mundo material en el que vivimos. Así es como se irradia y se contagia desde una persona hacia la otra.

La mayoría de las veces escuchamos que lo más importante es conocernos a nosotros mismos, explorar en nuestro interior, conectarnos con La Esencia. Sin minimizar lo bien que puede llegar a hacernos sentir en forma personal e individual el sentarnos en silencio a meditar, la tradición judía insiste que lo importante es actuar. Es salir ahora mismo a ayudar al que nos necesita. Esta es la razón por la cual no existe una bendición que frene la acción de ayudar en el judaísmo. Hacer tzedaká no requiere el recitado de una brajá sino ponerse en acción: dar y ofrendar.

La verdadera espiritualidad en el judaísmo no puede ser alcanzada en soledad. Al actuar, literalmente al arremangarnos y ponernos a hacer algo que va a generar una transformación material en el mundo que vivimos, nos convertimos en las manos de Dios. Y esta acción es la que se replicará en otras personas devolviéndonos esa espiritualidad que buscamos, desarrollándola exponencialmente. El mundo no necesita que nos salvemos solos sino que prosperemos juntos. La meditación silenciosa es efectiva si luego nos impulsa a actuar. Una experiencia no es espiritual si tan solo nos hace sentir bien a nosotros solos.

 

 

ayuda

 

 

 

Un ejemplo de verdadera espiritualidad

Hay quienes recorren el mundo entero en busca de aquella persona que les enseñará cómo ser espirituales. Incluso conozco gente muy talentosa e inteligente que ha pagado fortunas en retiros espirituales para aprender a ser aún más espirituales. En la parasha de esta semana (parashat Beshalaj, Exódo 13:17-17:16) Moisés nos enseña todo lo que tenemos que saber al respecto gratis.

Como todos sabemos Moisés se cría en la corte del Faraón en Egipto y, ¿qué es lo primero que veía cada vez que salía de su palacio? Pirámides, esfinges gigantes, mega construcciones. De hecho, ¿qué es lo primero que nosotros describimos de las grandes civilizaciones del pasado y pagamos para recorrer y sacarnos fotos? Sus magníficas ruinas. La impresionante Acrópolis en Atenas, el Coliseo en Roma, las Pirámides en Egipto. Pero Moisés logró el desarrollo espiritual más elevado, aquel que le permitiría conocer a Dios cara a cara, cuando logró ver más allá de todo eso y sentir el sufrimiento de los esclavos hebreos.    

Paradójicamente, los mismos esclavos hebreos que en esta parasha experimentan el milagro de la partición del mar, no consiguen nunca el desarrollo espiritual de Moisés. Se pasan el resto de la Biblia pidiendo por favor regresar a Egipto. ¡La generación que experimenta los milagros más increíbles de Dios es la que menos cree! Moisés no necesitó ver tanto para convencerse. Ya lo sabía antes de emprender el viaje porque entendió que su vida en el palacio era espiritualmente inútil.

 

 

Dime qué preservas y te diré qué eres

Hay algo más en esta parasha que nos enseña el desarrollo espiritual de Moisés: el souvenir que se lleva de sus años en Egipto. Dentro de unas semanas llegaremos a la lectura de los Diez Mandamientos y ¿qué hace el pueblo mientras Moisés está arriba con Dios? Fabrica un becerro de oro para adorar algo material puesto que no podía desarrollar su espiritualidad. Estas personas eran esclavas, ¿de dónde sacaron oro? La respuesta es que justamente fue oro el souvenir que se llevaron de Egipto. Los esclavos se cobraron el retroactivo de todos los años de trabajo. Pero mientras los esclavos escarbaban el oro ajeno, Moisés se llevó otro recuerdo muy diferente:

«Y tomó Moisés los huesos de Iosef con él, quien había hecho jurar a los hijos de Israel, diciendo, ‘Recordar habrá de recordar Elohim a vosotros y haréis ascender mis huesos de aquí, con vosotros’.» Exodo 13:19

Mientras sus hermanos esclavos hacían lo imposible para llevarse cosas materiales, Moisés escarbaba la tierra para llevarse a Iosef. Iosef había pedido no ser enterrado en Egipto, la tierra donde fue siempre un extraño, sino en la tierra de sus sueños. Al hacer esto Moisés desarrolló su espiritualidad aún más cuando entendió que su historia y su familia era lo único que valía la pena llevarse de su experiencia en Egipto. Todo lo demás se convertiría en ruinas. Para convertirse en un verdadero líder Moisés adquirió de Iosef -el representante de su tradición- su fuerza, su habilidad para proveer alimento material y espiritual a su pueblo y la capacidad de perdonar a quienes le hicieron mal.

 

 

Entonces, ¿cómo me desarrollo espiritualmente?

Parashat Beshalaj nos enseña a través de Moisés y el milagro final de la salida de Egipto que el verdadero desarrollo espiritual aparece cuando

  •  Nos comprometemos con los que nos necesitan
  • Ponemos en segundo plano nuestra propia pseudo experiencia espiritual reconociendo que la autentica experiencia es aquella que se replica en acciones y no solo emociones
  • Vivimos experiencias transformadoras que nos conectan con nuestro pasado, nos permiten entender nuestro presente y proyectar un futuro 

Hay una famosa historia contada en la literatura jasídica en la que el maestro enseña al estudiante que Dios creó todo en el mundo para ser apreciado, ya que todo está aquí para enseñarnos una lección.
El estudiante le pregunta «¿Qué lección podemos aprender de los ateos?» El Maestro responde: «Dios creó los ateos para enseñarnos la lección más importante de todas, la verdadera compasión. Usted ve, cuando un ateo realiza un acto de caridad, visita a alguien que está enfermo, ayuda a alguien que está necesitado y se preocupa por el mundo, no lo está haciendo debido a alguna enseñanza religiosa. Él no cree que Dios le encomendó realizar este acto. De hecho, él no cree en Dios en absoluto, por lo que sus actos se basan en un sentido interno de moralidad. Y mira a la bondad que puede otorgar a otros simplemente porque siente estar en lo correcto». «Esto quiere decir,» continuó el Maestro «que cuando alguien llega a ti por ayuda, nunca se le debe decir ‘Voy a rezar para que Dios te ayude’. Por el contrario, en ese momento usted debería convertirse en un ateo, imaginar que no hay Dios que pueda ayudar y decirle ‘yo te ayudaré «.

 

ayudaré

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 Hola, soy Diego Edelberg, el fundador del blog Judios&Judaismo.com. Me apasiona todo lo relacionado con la música, el judaísmo, la interpretación, la educación, la mitología, la filosofía, la religión, la ciencia, la historia, el arte, la física, la cosmología, la evolución, la sociología, la epistemología, la metafísica, la cabalá y en especial aquello que resulta contradictorio, paradójico y absurdo. Para conocer más sobre mi y de qué se trata mi blog visitá la sección Acerca del Autor

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