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Judíos & Judaísmo

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Historias de Ego e Historias del Alma: ¿estás viviendo el juego infinito de la vida?

08/03/2019 por Diego Edelberg 5 comentarios

En este nuevo podcast exploramos uno de los temas más importantes para el autoestima: ¿en qué historia y conversaciones vives? ¿qué define lo más importante en tu vida? ¿Compartes tu ego o tu alma? Es fácil perdernos cuando hoy nos dicen que somos algoritmos que pueden ser entendidos y cuantificados. Pero no es verdad. La vida es cualitativamente in-medible.

En este podcast:

  • Ego Stories and Soul Stories por Palmer & Jackson
  • Juegos Finitos vs. Juegos Infinitos
  • Parashat Pekudei (Shemot 38:21-40:38)
  • Publicación sobre el autoestima: Lo más importante de la vida

Archivado en: Actualidad Judía, Parashat Hashavua, Podcasts Etiquetado como: autoestima, cuanto vale la vida, historias de ego e historias del alma, juegos finitos versus juegos infinitos, pekudei

La razón irracional de la Halaja: un sistema absurdo para lidiar con el absurdo

20/08/2018 por Diego Edelberg 1 comentario




Este texto original pertenece al Rabino Dr. Nathan Lopes Cardozo. Para quienes nunca hayan leído o escuchado sobre este notable pensador moderno es recomendable visitar su sitio y leer sus libros. Su último libro ha recibido elogios por parte de rabinos y pensadores muy destacados que en lo personal admiro y tienen mi respeto, entre ellos el Rab Jonathan Sacks y el profesor James Kugel. Cuando leí esta serie sobre la halajá y el absurdo me pareció un abordaje novedoso -al menos para mí- y por eso lo comparto para ponernos en conversación sobre uno de los pilares centrales de la tradición milenaria judía.

El motivo de por qué necesitamos la Halajá en nuestras vidas surge tarde o temprano en cualquier pensador serio. Generalmente la contracara de la Halajá, es decir la Aggadah, entendida como la explicación que apela a la emoción o la experiencia espiritual, resulta evidente ya que viene a dar un sentido al por qué de la vida. Pocas veces nos cuestionamos por qué necesitamos Aggadah. Sin embargo es frecuente entre los millones de judíos y no judíos preguntarse por el sentido último de la Halaja. Y es honesto responder que la Halajá no presenta esa claridad al demandar, por ejemplo, que un objeto no sea cargado en Shabat desde un dominio privado a un dominio público o incontables preguntas halájicas más que para quienes no sienten que la halajá los reclama todo el sistema resulta absolutamente absurdo (traten de explicarle las 39 avot melajot de Shabat a un no judío o incluso a un judío que nunca escuchó de ellas y nos mirará estupefactos). De eso se trata este ensayo. No es difícil de leer ni comprender. Pero es desafiante y me gustaría leer sus opiniones. Para facilitar su lectura lo he dividido en sub partes que el original no posee y le he agregado un título a estas partes para orientar la lectura. ¡Les deseo una buena lectura!

 

 

 

Argumentos más conocidos sobre el propósito de la Halajá

Mucho se ha escrito sobre el significado y el propósito de halaja, basado en la filosofía, la metafísica y la psicología. Los estudiosos han sugerido que la halaja es el arte de vivir en la presencia de Dios. Otros han postulado que su objetivo es vivir una vida dedicada a la kedusha (consagración), mientras que muchos argumentan que el propósito de la halaja es lograr un alto nivel de estándares éticos. Hay quienes sostienen que su propósito principal es hacer que el hombre se rinda a la voluntad divina y le enseñe a ignorar sus percepciones morales y filosóficas subjetivas que son a menudo tendenciosas, incluso cuando su intuición moral le dice que los requisitos de la halaja pueden ser defectuosos. Los defensores de este punto de vista son de la opinión de que hay una moralidad más alta que el hombre es incapaz de comprender. Aún otros creen que no hay un propósito para la halaja más que asegurarse que guardemos y observemos los mandamientos, ya sea que haya algún significado moral o no. En otras palabras, para algunas personas ni siquiera tiene sentido la pregunta por el propósito de la halaja ya que el judío debe cumplirla “porque sí y no se pregunta más”. Desde esta perspectiva, si bien creemos que los judíos cuestionamos honestamente todo en realidad pareceria no ser así y debemos aceptar la Halaja y cumplirla sin discutir porque viene de Dios.

 

 

 

La Halajá es un ordenamiento absurdo para responder al absurdo de la vida

Todas estas ideas tienen mérito y pueden ser respaldadas por una variedad de fuentes tradicionales judías. Sin embargo, lo que no reconocen es que, en última instancia, la halaja es un intento de abordar el absurdo de la existencia humana y darle significado a pesar de y en contradicción con este absurdo.

Hay un midrash famoso (Sota 12a) que destaca el papel desempeñado por la halaja al tratar con el absurdo de la existencia humana. El midrash relata cómo Miriam, la hermana de Moshe, convenció a su padre, Amram, de tener hijos con su madre, Iojeved, en los días en que el Faraón había decretado que todos los hijos varones israelitas tenían que ser asesinados al nacer. A pesar de la insistencia anterior de Amram de que no debería tener más hijos para evitar el asesinato de posibles futuros hijos, Miriam lo amonestó diciendo que era peor que el Faraón porque mientras el rey de Egipto negaba a los niños el derecho a continuar viviendo, Amram se negaba a darles vida en absoluto.

Miriam, en esencia, argumenta que incluso si Amram es correcto desde un punto de vista racional (¿por qué tener hijos si van a ser asesinados inmediatamente?), hay un significado más allá de lo absurdo que trasciende las consideraciones racionales. Si a uno se le ordena tener hijos, incluso el genocidio en curso no es razón para evitar cumplir con la obligación. Su argumento es sencillo: no podemos saber por qué es necesario que los seres humanos existan, o por qué un ser humano en particular debe venir al mundo en un momento determinado. No sabemos por qué Dios decidió crear vida en lugar de dejar un vacío; para el caso, tampoco podremos saber el propósito final de nada. Se sigue, entonces, que no tenemos ningún criterio por el cual decidir si tenemos o no hijos, incluso si sabemos que morirán inmediatamente. Después de todo, bien podría ser que la vida tiene un significado infinito, incluso si no dura más de un segundo. Pero esto solo lo sabe Dios, el Creador.

Al carecer de una idea de las motivaciones de Dios para crear al hombre, nos vemos obligados a admitir que nuestras propias observaciones sobre el propósito final de la existencia humana son, por definición, subjetivas y por lo tanto están lejos de ser exhaustivas.

 

 

 

La lógica no tiene lógica

Cuando considero, si hay justicia en la decisión de Dios de crear el mundo, debo concluir que no puede haber justificación lógica o moral para ello, al menos no en términos humanos. Después de todo, el sufrimiento de una persona supera cualquier beneficio que obtenga de toda la vida. La razón de esto es simple: la inexistencia impide todo sufrimiento. Desde este punto de vista, los terremotos, los tsunamis y la capacidad del hombre para causar estragos y crear holocaustos son injustificables, ya sean causados ​​por Dios o por el hombre con su libre albedrío dado por Dios para hacer el mal. De cualquier manera, Dios es responsable de todos ellos, directa o indirectamente. ¿Cómo, entonces, podemos argumentar que Dios fue justificado en la creación de la humanidad?

Además, no hay nada que justifique la existencia humana que incluya la más mínima incomodidad. El argumento de que el dolor y el sufrimiento son necesarios para que el hombre crezca moralmente es insostenible, ya que no podemos responder por qué el hombre necesita existir para crecer moralmente. Incluso si el mundo existiera de una manera que el hombre experimente solo las circunstancias más placenteras y exaltadas, esto aún no explicaría por qué es necesario que el hombre y el mundo existan en absoluto. ¿De qué manera es la existencia más placentera que la no existencia? Después de todo, la no existencia no incluiría una conciencia humana de que uno está perdiendo placer o alegría.

Desde el principio nos enfrentamos a un problema enorme: nuestra pregunta sobre por qué hay existencia no tiene respuesta. No tenemos la menor pista de por qué Dios eligió crear el mundo, o los seres humanos o, para el caso, al judaísmo. La Torá en sí es completamente inútil en lo que se refiere a esta pregunta. Nunca nos ofrece ninguna información de por qué Dios decidió crear la existencia. Comienza con la creación de la Tierra, momento en el cual Dios ya «tomó su decisión» para crear un mundo con seres humanos. Todo lo que la Torá hace es decirnos que una vez que el mundo ha llegado a existir, Dios exige al hombre que viva una vida recta.

 

 

 

Confiar que hay un propósito más allá del absurdo

Sin dudas, la Torá implica que hay un propósito, pero nos deja en completa oscuridad en cuanto a cuál es ese propósito. Sólo Dios sabe. Como el hombre no tiene manera de descifrar el propósito final, desde su perspectiva toda existencia es absurda. Solo se le pide que aborde este absurdo y tenga en cuenta que hay un propósito, que solo tiene sentido para Dios. El hecho de que se le pida al hombre que lo haga es en sí mismo completamente absurdo. Significa que el hombre trata con el absurdo radical desde el momento en que nace hasta el día en que muere. Ya sea que su vida sea placentera o esté llena de dificultades constantes, es un absurdo con el que debe lidiar las 24 horas del día, los 7 días de la semana.

No podemos, entonces, escapar al hecho de que la Halaja es el arte de lidiar con el absurdo existencial. Su función, después de todo, es guiar al hombre en cómo vivir su vida. Y como la vida es absurda, la Halaja por definición, también es absurda. En otras palabras, su función es ayudar al hombre a lidiar con un absurdo de una manera que da sentido a este absurdo, aunque desde la perspectiva del hombre, el significado en sí mismo es finalmente absurdo. Solo para Dios, quien solo conoce el propósito final, todo esto tiene sentido.

Descubrir la naturaleza de Halaja, por lo tanto, requiere que admitamos que está enraizada en el absurdo y que su respuesta a ese absurdo está motivada por el absurdo mismo. Esto es obvio ya que la Halaja es parte integrante de este mundo y no del mundo venidero.

 

 

 

Sincerar el absurdo es necesario

Todo esto es tan vital que no es exagerado decir que cualquier respuesta halájica realmente debería comenzar con la pregunta de por qué existen el hombre, el judío y la Torá. Si bien las respuestas definitivas a estas preguntas nunca serán conocidas por nosotros, es muy importante que se formulen estas preguntas, de modo que la conciencia del absurdo de la existencia se convierta en el fundamento desde el cual fluyen todas las decisiones halájicas y pueden comprenderse. Sin esto, la Halaja nunca puede ser apreciada, y ninguna respuesta puede «tener ningún sentido».

Para apoyar nuestro reclamo, solo necesitamos mencionar la demanda halájica de morir antes de ser forzado a adorar ídolos. Básicamente, tal adoración no hace daño a nadie, y si bien uno podría argumentar que tiene algunas consecuencias negativas, no debería ser algo que uno deba pagar con la vida. Lo mismo es cierto con respecto a ciertas relaciones incestuosas. ¿Qué le pasa a un hermano al casarse con su hermana? ¿Por qué tendrían que perder sus vidas en lugar de entablar tal relación si ambos lo aceptan? Lo mismo puede argumentarse con respecto a otras prohibiciones de incesto. Desde la perspectiva del ser humano, la demanda de renunciar a la vida en esta situación es absurda. Solo cuando admitimos que toda la vida es absurda, pero en gran medida es la realidad absoluta e innegable en la que vivimos, podemos comprender por qué puede haber leyes que tienen poco sentido pero que, sin lugar a dudas, tienen un propósito divino final. Sin esta conciencia, ninguna halajá podría tener sentido o incluso ser aceptable. Así como la existencia del mundo es una decisión piadosa, también lo son estas leyes. Así como el propósito final de la existencia del mundo es totalmente desconocido, también lo son las razones para estas leyes. Cuando preguntamos por qué tenemos que vivir de acuerdo con estas leyes, debemos preguntarnos simultáneamente por qué hay un mundo, porque esencialmente son una y la misma pregunta.

Sin embargo, no conozco sh’eilot o teshuvot (responsas halájicas) que comiencen preguntando por qué Dios creó a la humanidad. ¡La verdad, sin embargo, es que realmente deberían! Después de todo, ¿cómo se puede responder una pregunta halájica sin reconocer primero el absurdo de que se basa en el absurdo de la existencia humana?

Solo cuando establecemos lo absurdo de la vida y la cuestión halájica podemos comenzar a tratar de responder a la pregunta.

 

 

 

Con el absurdo aceptado comienza el juego de la razón

Una vez que el ser humano ha reconocido que, en última instancia, no hay manera de saber por qué Dios creó el mundo y la humanidad, puede hacer su camino de regreso a la razón y al significado. Una vez que deja atrás este «absurdo divino» como un problema sin solución, su inteligencia puede guiarlo a través del laberinto de la existencia humana.

Es su incapacidad para comprender el propósito fundamental de la existencia lo que obliga al hombre a volverse humilde y conocer las limitaciones de su inteligencia y razonamiento. Y solo entonces la razón se convierte en un poderoso instrumento para que el hombre comprenda el mundo y su significado subjetivo. Cuando el hombre encuentra contradicciones inexplicables o preguntas irrefutables, se da cuenta de que ha llegado al final de la senda de lo humanamente posible. Luego tendrá que recurrir a lo que es intelectualmente posible. Si él no lo hiciera, se formaría un caos cognitivo, todo su razonamiento llegaría a su fin, y estaría completamente paralizado. El arte del razonamiento está en proporción directa a las limitaciones del entendimiento humano. Como tal, una de las funciones más importantes de la razón es reconocer que hay un número infinito de realidades que la superan. Este conocimiento no puede salvarnos ni ofrecernos paz eterna, pero puede al menos mitigar el absurdo momentáneo de la existencia.

Para el ser humano, por lo tanto, la vida es absurda sólo en lo que concierne a su finitud. Una vez que se aleja de esto, la vida puede llegar a ser extremadamente significativa para él, y puede argumentar que esto es lo que Dios tenía en mente como su propósito en lo que respecta a los seres humanos .

En otras palabras, el ser humano puede descubrir el propósito secundario de Dios para la existencia humana y encontrar una gran satisfacción en esto, siempre y cuando reconozca que la razón principal no le es conocida. De hecho, es solo porque reconoce esto que puede encontrar un significado real en su vida. Es el misterio y lo inexplicable de la vida detrás de su existencia lo que le da una sensación de significado último.

 

 

 

Ventajas y desventajas del religioso y el ateo

No se puede negar que para la persona religiosa esta es una situación bastante cómoda. Al menos él sabe que hay un propósito para su sufrimiento y tormento. Esta comodidad no está disponible para el ateo que tendrá que lidiar con su sufrimiento carente de dicho apoyo. Por lo tanto, se puede argumentar que para el ateo continuar viviendo y comportándose honorablemente es de mayor valor moral que para el creyente hacerlo. El ateo se coloca en una categoría de abnegación absoluta. Para él, no tiene sentido más allá de lo absurdo. La vida y lo que está más allá (si acaso hay algo así) es absurdo. Entonces, cuando actúa moralmente no es porque cree que su vida tenga un significado último, sino porque cree que es lo correcto. Es puro altruismo. Podemos postular que Dios toma gran satisfacción en esto. Por otro lado, es mucho más doloroso para el creyente creer en un Dios que necesita incluir el sufrimiento y la crueldad como elementos esenciales absolutos en su propia creación. Aquí, ser ateo es más cómodo. El ateo no tiene que lidiar con este problema teológico.

 

 

 

No hay soluciones perfectas, solo hay compensaciones y compromisos

Debemos darnos cuenta de que la conciencia del absurdo último de todo no significa que todo sea ilógico. La lógica o la falta de ella solo tiene sentido o no tiene sentido una vez que las cuestiones se han reducido a un nivel donde lo absurdo se deja atrás y entramos en la esfera donde opera el intelecto humano. Hacer «sentido» de algo significa limitar el lugar dentro del cual el ser humano puede conducir su vida por medio de su inteligencia, y es aquí donde hay una necesidad de estructura y un modo de vida específico y ordenado combinado con lo cognitivo y el pensamiento racional. Pero así como toda forma de pensamiento racional tiene sus límites y debe inclinarse ante aquello que ya no se puede captar porque entra en el espacio donde las contradicciones y enigmas irresolubles tienen la ventaja, la vida a menudo le recuerda al ser humano que puede verse confrontado con problemas, incluidos algunos morales, que son irresolubles.

Los valores a menudo chocan y no se pueden conciliar, no sólo por razones prácticas, sino conceptualmente. Uno no puede combinar la libertad total con la igualdad total. La plena libertad de los lobos no se puede reconciliar con la libertad total de las ovejas. La justicia y la misericordia, el conocimiento y la felicidad pueden colisionar. Como tal, no se puede concebir una solución coherente y perfecta. Todo lo que uno puede hacer es luchar por una compensación: esta cantidad de igualdad para esa cantidad de libertad; tanta justicia por tanta misericordia.

No hay soluciones perfectas para muchos de nuestros problemas morales. Un avión que transporta a 120 pasajeros se está volcando fuera de control hacia un área densamente poblada. No hay tiempo para evacuar el área y el impacto del avión seguramente matará a miles. El único movimiento posible es derribar el avión. ¿Qué debería hacerse?

En un nivel más profundo, los filósofos han debatido si existen o no criterios morales absolutos mediante los cuales uno podría declarar algo malo. Algunos sostienen que esto es puramente subjetivo y solo nuestro pensamiento lo hace así. La famosa observación de Bertrand Russell parece ser la más aceptada: «No veo cómo refutar los argumentos en favor de la subjetividad de los valores éticos, pero me siento incapaz de creer que todo lo que está mal con la crueldad sin sentido es porque no me gusta».

Asuntos como estos nos recuerdan constantemente que no podemos escapar al absurdo detrás de estas preguntas y situaciones. Aún así, necesitamos usar nuestras mentes para tratar estos problemas en un nivel práctico, aunque no podemos resolverlos en un aspecto conceptual.

La halaja tampoco puede resolver estos problemas de manera ideal y absoluta. Todo lo que puede hacer es mandar u ordenar una respuesta sin poder probar que sea la correcta. En el caso del avión que se ha descontrolado, la halaja no puede argumentar que es mejor derribar el avión y matar a 120 personas, así como tampoco puede argumentar que es mejor no derribarlo y tener miles de personas en estado crítico. Todo lo que puede hacer es afirmar que ha llegado a una conclusión sobre la base de algunos criterios subjetivos, o que una voluntad divina nos ordena hacer tal o cual cosa, aunque no hay nada «lógico» acerca de esta voluntad. Realmente pertenece a la categoría del absurdo, que está más allá de nuestro alcance y que solo conoce Dios.

Por lo tanto, para la persona religiosa afirmar que la halajá siempre es moralmente correcta no tiene ningún sentido. La halajá es “correcta” solamente en el sentido de que es para los judíos la voluntad de Dios [lo que Dios “quiere” que hagamos], y también es “correcta” entendida como una deducción dentro del proceso propio del sistema halájico utilizando algún argumento halájico que solamente se derrumbaría una vez que es pensado desde fuera del propio sistema o que toque lo desconocido y lo absurdo dentro del sistema mismo.

 

 

 

Una solución es una decisión porque siempre puede haber otra opción igualmente absurda

Pero lo que es de suma importancia darse cuenta de que la halajá podría haber decidido de manera diferente, al tener en cuenta otras opiniones halájicas que también podrían estar respaldadas por argumentos subjetivos, como suele ser el caso en el Talmud. Un ejemplo famoso (Baba Metzia 62a) es la diferencia de opinión entre el rabino Akiva y Ben Petura con respecto a dos personas que caminan por el desierto y que solo tienen una botella de agua, lo que no es suficiente para mantenerlos con vida si comparten la botella. ¿Qué debería hacer el dueño de la botella? ¿Beberlo todo, sobreviviendo mientras su amigo muere (la opinión de Rabino Akiva), o compartirlo y hacer que ambos mueran (la opinión de Ben Petura)? Ambos tienen argumentos fuertes, pero en última instancia, chocan conceptualmente porque usan diferentes sistemas de valores. Este es el significado de elu ve-elu divrei elokim jaim: estas y aquellas son las expresiones del Dios viviente (Eruvin 3b).

Esta sentencia final no significa que cada opinión es completamente correcta. En realidad, ocurre lo contrario: cada uno se ve obligado a admitir que su argumento es problemático ya que es imposible llegar a una decisión concluyente y absolutamente correcta. Como tal, cada opinión tiene que dejar espacio para la otra. Cada una es una compensación, un compromiso. Todo lo que queda para que la halaja decida es qué compromiso va a seguir. Para eso, necesitará razones secundarias que pueden tener poco que ver con el argumento real.

Como es bien sabido, las muchas opiniones diferentes entre Bet Hillel y Bet Shamai casi siempre se deciden a favor de Bet Hillel. La razón que se da es más que notable: Bet Hillel ofecia la posición más fácil y tolerante y tenía la humildad de citar la opinión de Bet Shamai antes de expresar su propia opinión. De esta manera, Bet Hillel mostró gran respeto a Bet Shamai, algo que Bet Shamai no correspondió (Eruvin 3b). Esto no tiene nada que ver con el argumento real y como tal, debería ser completamente irrelevante. Aún así, ¡es la única razón por la cual halaja decidió seguir la opinión de Bet Hillel! Aún más sorprendente es que el Talmud declara que Bet Shamai era mejadedei tfe, más “filoso” que Bet Hillel (Yebamoth 14a). Sin embargo, esta no era una razón para decidir los problemas según Bet Shamai. El Talmud quiere transmitir que, aunque Bet Shamai es más “filoso” y tiene mejores argumentos, no se puede sostener que dichos argumentos son definitivamente correctos, ya que eso es imposible. Permanece su opinión como un compromiso o compensación. Lo único que se requiere ahora es tomar una decisión; porque al fin de cuentas, nos guste o no, se debe tomar una decisión. Sin una decisión la vida no puede continuar. En un nivel pragmático, A y B no se pueden seguir simultáneamente. O bien encendemos las velas de Januca de 1-8 (Bet Hillel) o de 8-1 (Bet Shamai), pero no podemos hacer ambas cosas al mismo tiempo. Uno recuerda la observación de William James de que no tomar una decisión también es una decisión.

 

 

 

La respuesta final nunca será de Dios sino del ser humano

Hasta aquí hemos visto que no hay objetividad posible en la Halaja. Esto nos permite comprender no solo por qué hay muchas opiniones opuestas en el Talmud, como las de Beit Hillel y Beit Shamai, sino también que la weltanschauung (visión del mundo) y las ideologías de las autoridades halájicas juegan un papel enorme en la forma en que se deciden las respuestas frente a los problemas halájicos.

En los tiempos modernos, las autoridades halájicas sionistas a menudo se pronuncian sobre asuntos relacionados con Israel y sus problemas de seguridad de forma diferente a aquellos que no comparten sus puntos de vista. Renunciar a la tierra por el bien de la paz con los vecinos árabes dependerá en gran medida de si uno ve o no en el Estado de Israel el comienzo de la redención mesiánica y si existe algún significado religioso intrínseco para el Estado. La respuesta a la pregunta extremadamente delicada de si los estudiantes de yeshiva deberían servir en el ejército israelí dependerá de si uno cree que aprender la Torá es al menos tan crucial (si no más) para la supervivencia de Israel como servir en el ejército. Otra consideración sería el deseo de asegurar que los jóvenes religiosos no se contaminen espiritualmente con el mundo secular externo. ¿Es mejor aislar a las comunidades religiosas en barrios protegidos y mantener alejadas las influencias seculares, protegiendo a los niños de ellas? ¿O tal vez uno debería asegurarse de que los judíos religiosos vivan en entornos seculares para que puedan comprender lo que el otro mundo tiene para ofrecer e incorporar sus muchas contribuciones en las enseñanzas religiosas, al tiempo que les da la oportunidad de influir en sus vecinos seculares para inclinarse más hacia la religión? ¿Debería uno prohibir Internet y no permitirlo en su hogar debido al daño espiritual que puede causar? ¿O debería uno enseñar a sus hijos cómo tratar Internet de manera digna y confiar en que lo hagan? Tales problemas no se pueden tratar de una manera aislada, mecánica y únicamente halájica. A menudo tienen sus raíces en la forma en que las personas perciben este mundo y están preparadas para enfrentar sus desafíos. También pueden depender de si las personas son más optimistas o menos en su visión de la vida. Las actitudes halájicas hacia el mundo no judío con frecuencia estarán determinadas por si uno vive o no en entornos que son antisemitas, o cómo uno se siente con respecto a los no judíos en general.

A menudo es claro que las autoridades halájicas consultarán sus conciencias y confiarán en su intuición, encontrando argumentos halájicos para apoyar lo que su sentido moral ya ha establecido, en lugar de permitir que sus conocimientos halájicos decidan sobre estos asuntos sin ningún otro motivo

Aquí, la psicología, la filosofía e incluso las emociones humanas entran en el dominio de la toma de decisiones halájicas. Por lo tanto, es un gran error creer que halaja funciona como las matemáticas en las cuales ninguna de ellas tiene una influencia real.

Además de la interpretación clásica que la Tora lo bashamayim hi (la Torá ya no está en el Cielo), por la cual Dios deja la decisión final al voto mayoritario, esta frase también significa que ningún ser humano puede ser objetivo y cada rabino está autorizado a decidir la halaja como lo considere oportuno, siempre que sea capaz de encontrar fuentes halájicas para apoyar su opinión, incluso si no pueden demostrar su punto de vista. A menudo estas decisiones son a posteriori del efecto a la causa en lugar de al revés.

Es notable que Dios deja estas decisiones al hombre. En la maravillosa pero asombrosa historia del Talmud, Dios trata de interferir en el proceso halájico cuando afirma que está de acuerdo con uno de los Sabios. Dios es entonces reprendido por la mayoría de los Sabios porque Él ya se había establecido como persona non grata cuando declaró en Su Torá que los asuntos halájicos deben decidirse por voto mayoritario de los Sabios y definitivamente no por Dios.

Claramente, el Talmud alude al hecho de que Dios mismo no puede conocer la respuesta; las respuestas son el producto de la mente humana. Dios ha establecido el mundo de una manera que lo hace depender del hombre y debe esperar la solución del hombre. Solo los seres humanos subjetivos pueden tener respuestas a preguntas halájicas. Esta situación paradójica, en la que Dios ya no es omnipotente, sino limitado porque es demasiado grande y poderoso, es una de las ideas más atrevidas sobre las que se funda la halaja. Una vez más, es el absurdo el que entra en escena. ¿Cómo, después de todo lo que puede hacer, Dios no puede responder más preguntas? Esta vez no es solo que la halaja tiene que lidiar con el absurdo; ¡es el propio proceso halájico que refleja dimensiones incomprensibles!

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Las #2 Razones Porqué el Judaísmo Ortodoxo Jamás Será Para Mí

20/04/2018 por Diego Edelberg 65 comentarios




Hay dos motivos por los cuales jamás podría sentirme parte de la interpretación de algunos de mis hermanos judíos ortodoxos. Esto no quiere decir que no respeto su abordaje. Todos estamos de igual manera ante la búsqueda del sentido más profundo y la verdad en la vida. La diferencia es que nuestros esquemas de referencia y nuestra constitución biopsicosociocultural hacen que esa búsqueda y esa verdad emerja de formas diferentes en cada uno de nosotros. Por eso cada uno debe trabajar para descubrir por qué razón le hace más sentido una aproximación y no otra a su tradición. Las dos razones (entre otras) que encuentro a menudo en la visión ortodoxa y que me alejan de mi pertenencia judía son:

  1. La creencia que los judíos son moralmente mejores o intelectuamente superiores porque tienen un alma más elevada que el resto (es decir la supremacía racial).
  2. La falta de honestidad en la ceguera tendenciosa de creer que el judaísmo siempre dice lo que me gustaría que dijera. Curiosamente, este segundo punto también remite a lo que dice el punto 1 ya que generalmente intenta demostrar que el judaísmo siempre dice que los judíos y el judaísmo mismo son los únicos verdaderos y perfectos y el resto está mal o es una imitación falsa de la única verdad que la tiene la tradición judía porque es más elevada que el resto.

Obviamente y por eso dije «algunos», sería una falta de respeto poner a todos los ortodoxos en la misma bolsa. No todos creen ni hacen los dos puntos mencionados pero sí son los que más a menudo encuentro entre sus comunidades siendo entre los dos que más me perturban por no ser necesariamente tradicionales sino una respuesta más del judaísmo.

Respondiendo de una vez antes de entrar a desglosar mis ideas a lo que planteo, quiero comenzar por dejar en claro que no creo que los judíos sean mejores que nadie. Creo que son diferentes y únicos, como todas las demás criaturas. De hecho, creo que ni siquiera los judíos son tan diferentes ya que todo ser humano está creado a imagen y semejanza de lo divino según la Tora. En el fondo y como expresó el Rabino ortodoxo Jonathan Sacks, «el judaísmo es lo diferente y no los judíos». Por otro lado y en respuesta al segundo punto mencionado, el judaísmo en su diferencia o singularidad no demanda fe incuestionable sino una profunda sinceridad intelectual y emocional que nunca deja de ser sagrada. Es lo que llamamos jutzpah, el atrevimiento sagrado judío. Por este último motivo la llegada en el judaísmo es una pregunta y no una respuesta. Quien busca respuestas en el judaísmo no las encontrará. Encontrará preguntas como respuestas a la búsqueda más profunda de la vida judía y la verdad. Así es el Talmud y así son todos los comentarios rabínicos a la Tora. Preguntas y más preguntas. Así es ser judío, es tener buenas preguntas que no se responden con un «sí» o un «no» sino con un «depende del contexto asi que analicémoslo». El objetivo de la vida judía es alcanzar la pregunta adecuada.

 

 

 

El que busca siempre encuentra

Pero de nada sirve expresar estos dos puntos sin ofrecer una discusión enraizada en la tradición. De todos modos debo aclarar que una tradición con 3000 años de producción literaria tiene tanto material que uno puede encontrar algunas fuentes para fundamentar la superioridad del alma judía y también puede encontrar autores para fundamentar su posición con respecto a lo que uno quiere que un texto signifique o diga.

Estoy convencido que de alguna manera en el judaísmo se cumple el dime qué te gustaría que el judaísmo diga y te aseguro que puedo encontrar fuentes para justificar lo que quieres que la tradición diga (¡incluso si son fuentes que se contradicen entre sí!). Por eso lo importante no es «qué se dice» ni «cómo se lee» sino la sinceridad de «desde qué lugar» uno está buscando lo que está buscando. Si quiero probar que el judío es mejor que el no judío entonces «desde ese lugar» quizás logre encontrar un texto que diga eso. La pregunta es ¿qué gano con eso? ¿por qué estoy necesitando buscar algo que me diga que soy superior a otros seres humanos? Debo decirles que poder encontrar de todo en el judaísmo no quiere decir que el judaísmo en sí es malo o incoherente. Esto no es una falla. Por el contrario, la sabiduría judía demuestra que es tan compleja la existencia que las preguntas más profundas de la vida no pueden encontrar respuestas únicas, directas, simples y excluyentes ante cualquier otro escenario desafiante que se presente. Nuevamente, en el judaísmo más profundo nadie dice, «el judaísmo dice…» sino «¿qué preguntas hace el judaísmo sobre…?«.

Por esta razón y finalmente para presentar entonces mi argumento en esta publicación al desafiar estos dos motivos que me alejan de la ortodoxia (la superioridad racial genética judía y el ser tendencioso a forzar que todo lo judío demuestre esta superioridad) les ofrezco una fascinante discusión que es profundamente judía y está basada ni más ni menos que en la Tora misma. Comienza con uno de los tantos enigmas que ha intrigado a nuestros más grandes sabios: ¿quiénes son las dos parteras con las que habla el Faraón y a quienes les ordena asesinar a todo varón israelita que naciera? Recordemos la historia desde la Tora misma:

Luego el rey de Egipto habló a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Shifra y la otra Pua, y les dijo:

Cuando asistan a las mujeres hebreas a dar a luz y vean en la silla de parto que es niño, mátenlo; pero si es niña, déjenla vivir.

Pero las parteras temían a Dios y no hicieron como el rey de Egipto les mandó, sino que dejaban con vida a los niños varones. (Éxodo 1:15-17)

 

 

 

 

Las parteras según la tradición son obviamente…

Antes de analizar las respuestas toménse un instante y respondan para ustedes mismos: ¿las parteras eran judías o egipcias? Si piensan que eran judías acertaron. Pero si piensan que eran egipcias…¡también acertaron! ¡¿Qué?!

Según grandes rabinos medievales entre los que se encuentran RaShi, Ibn Ezra, Rashbam y Ramban, basados en un comentario del Talmud (Sota 11b), las parteras eran judías. En el Talmud leemos que ambas en realidad eran Iojeved y Miriam (la mama y hermana de Moshe) o también Iojeved y Elisheva (madre y nuera, la esposa de Arón). Es importante aquí ponerse dentro de los zapatos y la cabeza de un judío ortodoxo para entender porqué cree lo que cree y enseña lo que enseña. Incluso en el libro más comercial y popular El Midrash Dice (Shemot pagina 8) impreso por la editorial de Jabad Luvabitch, leemos que «Shifrá y Pua eran ni más ni menos que Iovejed y Miriam«. Tiene sentido entonces imaginar la razón por la cual un judío ortodoxo puede creer toda su vida que estas mujeres eran judías: tiene textos tradicionales que avalan su interpretación y pueden decirlo porque el midrash lo dice.

Sin embargo lo más interesante aquí es preguntarse, ¿qué llevó al midrash a declarar algo así? ¿Por qué no podría la Tora misma decirnos quienes eran por su propio nombre directamente? ¿Qué busca el midrash enseñarnos? La respuesta de algunos comentadores es la que compartimos al comienzo de esta publicación: eran judías porque pertenecían a la noble galaxia de heroínas judías que arriesgaron sus vidas para salvar al pueblo.

Una mujer no judía (es decir sin alma para algunos ortodoxos que gracias a Dios son pocos) no arriesgaría su vida así como sí lo haría una mujer judía. Y esta temática también es coherente con las mujeres judías que son muchas veces presentadas de esta forma en la ortodoxia, como «más elevadas» o «especiales» para poner un paño frío a la realidad que no poseen los privilegios que los hombres poseen en tanto a lo que ellos sí pueden estudiar y los rituales que ellos sí pueden hacer.

En esta lógica de superioridad, no solamente la mujer judía es presentada como superior frente a la no judía sino que dentro del judaísmo ortodoxo mismo, la mujer es presentada como superior o «más elevada» que el hombre judío. Esto hace que las mitzvot sean más numerosas para el hombre las cuales son presentadas en la interpretación ortodoxa como una «carga» que debe soportar por ser más animal. Esta sí es una lectura sorprendente en lugar de entender las mitzvot como una invitación a experimentar la hermosura de la práctica judía. ¡Y el colmo de presentar esto así es que debemos sentir lastima por el pobre el hombre que tiene que sufrir tanto haciendo mitzvot mientras que la mujer es superior y más sagrada y por eso no tiene que hacer tantas mitzvot como el hombre! ¿O sea que usando esta lógica lo mejor es ser mujer y hacer menos mitzvot? ¿En la vida cuanto menos mitzvot uno tenga que hacer es mejor? Hummm…

 

 

 

La moral y el intelecto no tienen étnia ni genética

Pero otra tradición interpretativa tan antigua como la mencionada arriba y que comienza ya con Filón de Alejandría plantea que las parteras sin duda eran egipcias. Curiosamente esta interpretación también surge de la misma línea jasidica del Baal Shem Tov que nutre a Jabad pero no es de Jabad misma sino de otra dinastía: la de Rofshitz. Encontramos ahí en el comentario Imrei Noam del Rabino Meir Horowitz de Dzikov que las parteras era originalmente egipcias que abrazaron el judaísmo. Si no fue así el autor se pregunta, ¿cómo podría el Faraón ordenarle a mujeres judías que maten niños judíos? ¿Cómo podrían ellas siendo judías haber accedido a algo así? ¿Era el faraón tan ingenuo? La tradición judía dice que hay tres razones por las que uno debe quitarse la vida antes de transgredirlas: idolatría, incesto y asesinato. Por esta razón el comentarista dice que el texto original aclara que «las parteras temían a Dios» implicando que antes no necesariamente lo hacían. Si hubiesen sido judías el texto no debería aclararnos que temían a Dios porque así lo hacen por naturaleza y obviedad las mujeres judías. ¡Mucho menos debe aclararnos esto si son Iojeved y Miriam de quienes estamos hablando!

ShaDal (Samuel David Luzzatto) toma esta misma lectura y no solo menciona lo inconcebible que es pensar que el Faraón hubiese ordenado a mujeres judías matar a niños judíos imaginando que ellas no divulgarían el plan, sino que además agrega que cualquiera que tiene un dios (verdadero o falso) no realizaría actos tan inmorales. Pero esta última frase de ShaDal pone los pelos de punta a Najama Leibowitz quien no puede creer lo que lee. Si bien es claro que ya no tiene sentido decir que eran judías a pesar que una tradición midráshica así quiso mostrarlo, por otro lado bien sabemos cómo la humanidad asesina en nombre del dios del amor, tortura en nombre del dios de la misericordia y hace la guerra en nombre del dios de la paz. ¿Y entonces?

Najama Leibowitz vuelve a darnos una clase magistral aquí. Ella nos dice que es justamente la actitud hacia las minorías, el pobre, la viuda, el huerfano y el extraño en nuestras sociedades lo que determina si una persona o un pueblo posee realmente «temor de Dios». Cómo tratamos a la minoría es cómo será la mayoría del pueblo. No hay dudas que las parteras eran egipcias según Leibowitz y otros comentarias importantes. Si aceptamos esta postura finalmente el texto no dice lo que nos gustaría que tal vez dijera. Nos deja con un mensaje final que desarticula la superioridad moral y ética de los judíos al mismo tiempo que desafía la lectura tendenciosa de una sola forma de leer el mensaje según un midrash.

En resumen, la Tora nos enseña aquí cómo un individuo puede resistir su inclinación hacia el mal más allá de si tiene alma judía o no. Nadie debe encogerse en su responsabilidad moral sino elevar su alma humana sobreponiendose a la «obediencia debida». El texto contrasta los brutales decretos de esclavitud y genocidio iniciados por un faraón tiránico que son acatados por sus gobernantes en contraposición de la desobediencia civil por parte de parteras egipcias que «temen a Dios» (y no al faraón). Ni el coraje moral ni la perversión y la maldad son cualidades étnicas. Muchos menos el intelecto que no se transmite por la genética. Moab y Ammon nos dieron a Rut y Naamah. Egipto nos dio dos grandes parteras, Shifrá y Pua.

Archivado en: Actualidad Judía, Biblia Hebrea: Tora, Profetas y Escrituras, Modernidad Judía, Parashat Hashavua

El mejor atajo que descubrí para vivir mejor

04/06/2017 por Diego Edelberg 59 comentarios




Estas semanas estamos nuevamente leyendo el cuarto libro de la Torah conocido en hebreo como BaMidbar, literalmente «En el desierto». Uno imaginaría que la historia del pueblo de Israel bajo la dirección de Dios debería ser bastante simple: Dios libera a los esclavos de Egipto, les da la Torah que es una especie de manual de vida (la cual incluye una narrativa de origen, prescripciones de comportamientos éticos y rituales) y al otro día los pone en la Tierra Prometida. Pero como todos sabemos no es esto lo que sucede. Una vez entregada la Torah el pueblo debe deambular por un desierto, por un lugar que supuestamente es todo el tiempo igual, durante cuarenta años. ¿Para qué necesita el pueblo atravesar el desierto? ¿Qué está enseñándonos la Torah con este deambular?

 

 

 

La maldición de los atajos

Hemos perdido la capacidad de habitar en el desierto. Pasamos la mayor parte de nuestra vida encerrados en casas, departamentos, oficinas, comunidades, edificios de todo tipo, autos, aviones, aeropuertos, supermercados, shopping malles y gimnasios. Estamos muy poco tiempo al aire libre. Mientras nuestros antepasados salían a buscar un refugio para protegerse del mundo, nosotros debemos hacer un esfuerzo para ir a la plaza un rato y experimentar un poco del mundo natural. Y no solo estamos encerrados en lugares físicos sino emocionales puesto que no tenemos que hacernos problemas para ir a ver a alguien: hoy tenemos Skype, whatsapp, email o amigos en Facebook. Ya no hay desiertos físicos ni emocionales que atravesar. Ya nadie cae de sorpresa en lo de un amigo y cada vez son menos los que llaman por teléfono para preguntar cómo andamos o desearnos feliz cumpleaños. Todo tiene hoy un atajo tecnológico. Un shortcut. Un mensajito.

La idea que hay para toda experiencia humana un atajo tecnológico, una forma de moverse fácilmente por lo incómodo que puede llegar a ser el tener que experimentar el desafío de llegar al otro lado físico y emocional del desierto es una idea muy moderna. Cuando analizamos ciertas situaciones en la vida y decimos hoy que nos va a llevar tiempo lograrlas, la primera pregunta que surge es “¿no hay una solución más rápida? ¿no hay algún atajo que podamos hacer? ¿No hay una sola gran idea que resuelva todos los problemas?” Estamos desacostumbrados a la idea que tenemos que experimentar lo que es atravesar el desierto, lo que es deambular durante años y años de esfuerzo para llegar a la Tierra Prometida que fantaseamos o imaginamos como la respuesta a todos nuestros problemas.

En la Mishna (la primera compilación de la tradición oral rabínica), se nos enseña que no se puede usar la sinagoga como un atajo. Una manera de entender esto es literal. Pero lo que están diciendo los rabinos es que la sinagoga o la comunidad -entendida como una «Casa de Encuentro/Estudio/Rezo e incontables experiencias más»- es un lugar en dónde el desafío del crecimiento espiritual que todo ser humano debe atravesar no puede suceder como si fuera un atajo, una solución rápida en la que solamente pasando un ratito por ahí uno va a encontrar todas las respuestas espirituales que está buscando.

 

 

 

La ficción de la espiritualidad instantánea

Estamos siendo alimentados continuamente por ficticios “atajos espirituales”. Creemos que cada libro nuevo que sale va a cambiar nuestra vida, que cada nueva charla Ted (¡que son espectaculares!) o cada nuevo gurú del momento nos va transformar para siempre en un solo encuentro. Sin embargo, esta idea que tiene que pasarnos una transformación radical y espiritual en forma inmediata y tiene que suceder ahora mismo no solo es una idea infantil sino que es reduccionista frente a la multiplicidad y complejidad de la vida. Es una idea falsa para la naturaleza intuitiva de la experiencia humana. Además es lo opuesto a lo que enseña el judaísmo. Justamente, la razón por la cual los israelitas deambularon por el desierto es porque ningún cambio profundo, ninguna sabiduría que es importante, puede lograrse en un instante o de un día para el otro. Uno no puede transformar un ser humano para siempre con un solo rezo, una drasha (interpretación o sermón), una oración, un estudio o una idea. Se necesita tiempo, esfuerzo, trabajo, paciencia, amor y buena voluntad.

Pero no nos gustan estas ideas porque en otras áreas de nuestra vida las cosas son instantáneas. Si uno quiere comida y tiene las necesidades básicas satisfechas uno la consigue al instante abriendo el refrigerador. Si uno tiene sed uno calma su sed al instante y si uno tiene frío uno prende la estufa y listo. Si uno quiere leer un libro hoy hace click y al instante puede estar leyéndolo desde su teléfono. Así asumimos el error de pensar que los seres humanos deberíamos funcionar del mismo modo que el mundo artificial (el mundo de los artefactos y aparatos tecnológicos). Es decir, deberíamos poder girar el switch o apretar un botón y convertirnos instantáneamente en sabios, en personas que tienen todas las respuestas al conflicto de medio-oriente, a cómo combatir el terrorismo, a las políticas de estado, al futuro del judaísmo o hacia dónde debería ir nuestra comunidad. Pero como sabemos de los años en el desierto, estamos siempre a mitad de camino. Siempre queda un largo recorrido por delante.

Esta es la razón por la cual sin importar cuán exaltado es cada personaje de la Biblia, al final todos se equivocan en algo y fallan. Ninguno es perfecto porque nadie realmente lo consigue en forma total. Creer que uno puede hacerlo todo no solo es arrogante sino que tampoco es una idea judía. Los rabinos enseñan que “no te es comandado terminar la tarea pero tampoco puedes deshacerte de tu responsabilidad”. Este es el motivo por el cual al terminar el último libro de la Tora seguimos en el desierto. No hay atajos. Es más, no hay nada en el judaísmo que pueda transformarnos en un instante sino que requiere tiempo y ese es el motivo por el cual leemos la Tora una y otra vez. Ya la leímos millones de veces pero lo que nos produce cada vez que volvemos a leerla no es circular sino un espiral ascendente. Lo que nos va pasando es que va creciendo cada vez más desde adentro de nuestras almas.

 

 

 

El desierto es el atajo de la felicidad

Los judíos no creemos en los secretos que tiene un solo gurú ni un solo Rebe. El secreto de la vida en el judaísmo es la vida misma al ser vivida. Para eso se requiere un esfuerzo de todos los días. De estar metido en la cocina y no sentando cómodamente mirando y opinando desde afuera. Se precisa atención diaria. Una lucha constante y lamento decirlo, requiere “equivocarse todos los días” yendo de derrota en derrota con optimismo. Ese es el motivo por el cual la generación del desierto tenía que atravesar el desierto. No solo por ellos mismos sino por nosotros, para que podamos entender que el modelo de la sabiduría judía es que estamos todos deambulando por un desierto con líderes humanos temporarios que no son Dios y no están 100% seguros de lo que hacen llevándonos a una Tierra que nunca llegaremos y que incluso el líder mismo ni siquiera puede entrar.       

El Rabino Jonathan Sacks tiene una hermosa metáfora para explicar esto. Nos enseña que una estrella es lo que utilizamos para navegar y orientarnos, pero no esperamos llegar a la estrella en sí misma. Lo mismo ocurre con el Mesías y la era mesiánica. La idea de este supuesto lugar perfecto al que llegaremos algún día, de la iluminación absoluta que conseguiremos si hacemos esto o lo otro y que nos conduciremos en forma perfecta si actuamos y pensamos de tal manera es lo que utilizamos para navegar por el desierto e inspirarnos diariamente. Pero sabemos y entendemos que ninguno de nosotros llegará en forma total. Lo hacemos por algo más grande que nosotros mismos. Por nuestros hijos, nietos, por las generaciones que nos antecedieron y las que nos seguirán e incluso lo hacemos por amor a la vida misma que nos es regalada en bendición.

Pero no hay atajos, soluciones fáciles, salidas rápidas, estudios breves, propósitos únicos, personas que tienen todas las respuestas ni ideas absolutas que salvaran todo. Solo hay desafíos. Solo hay éxitos breves y temporarios. Solo la certeza que mañana vamos a tener que intentarlo otra vez. Lo más importante es que uno puede leer todo esto y verlo como una forma pesimista de ver el mundo. Pero yo no lo veo así. De hecho es justamente la conciencia de esta idea la que me da la felicidad y la alegría de cada instante. Si lo pensamos, Adam y Eva están en el paraíso perfecto del jardín del Edén por cinco minutos nada más. ¿Y qué es lo que hacen? Lo único que no debían hacer, comer del árbol prohibido. ¿Por qué lo hacen? Por esta misma idea. Porque un lugar o estado perfecto no es lo que necesitamos ni lo que realmente queremos ni tampoco lo que Dios pretende. Las primeras tablas de la Ley las escribe Dios y se rompen. Las segundas las escribe Moshé y son las que sobreviven. La mano del hombre imperfecta que media entre el cielo y la tierra es lo que Dios quiere. Este mundo no está creado para lo perfecto sino para lo roto que debe ser de a poco curado. Y eso es lo bello, noble y preciado.

Si miramos hacia atrás, los momentos más felices de nuestras vidas fueron cuando estábamos intentando lograr algo o cuando conseguimos algo con mucho esfuerzo. El consuelo del desierto es en realidad el atajo para el secreto de la felicidad, la satisfacción, el haber logrado algo pequeño en la escala de las galaxias que así y todo nos da la alegría y entusiasmo. Déjenme reescribir el Talmud: ni siquiera la sinagoga puede ser un atajo. No hay nada que sea un atajo y eso es algo bueno. Solo tenemos el largo, difícil, doloroso y maravilloso deambular por el desierto. Y la buena noticia es que ninguno de nosotros está fuera de este desierto. Quien está al lado nuestro en la vida está deambulando exactamente igual que nosotros. No está ni más ni menos adelante. Estamos todos exactamente en el mismo lugar dentro de este desierto. Lo mejor que podemos hacer entonces es seguir deambulando juntos. ¡Buen viaje!

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Cómo asegurarte que desperdiciaste Pesaj: 3 Casos De Ceguera Espiritual por Cumplir la Halajá

17/04/2017 por Diego Edelberg 20 comentarios




 

Caso 1: Pesaj libre de Jametz…¡y de la familia y el sentido!

Una familia está tan preocupada que no va a poder remover el jametz de su casa que prefiere cerrar todo, recitar la fórmula de bitul jametz (anulación), vender el jametz que se encuentra en la casa (un permiso originalmente creado para quienes comerciaban con productos de jametz tan grande que era imposible tirarlo y no para el uso doméstico que requería comerlo, regalarlo o desecharlo) e irse a un hotel en la playa que ya está preparado para Pesaj por otras personas que sí limpiaron su jametz. Como esta familia no puede pagar el costo para también llevar a los abuelos ni lograr que tíos y primos puedan acompañarlos, decide dejar a sus hijos sin experimentar la limpieza del jametz y sin los abuelos, tíos y primos durante el Seder «familiar». De paso algunos de estos hoteles a los que llegan ofrecen jóvenes contratados para entretener a los niños durante la semana así que mejor aún, los padres descansan «libres» incluso de sus propios hijos durante una semana entera. ¡Viva Pesaj!

Así Pesaj, la celebración judía por excelencia que no sucede en el shil sino en la casa y en la mesa familiar compartida con historias y relatos transgeneracionales es truncado de raíz perdiendo todo su significado en aras de evitar jametz. Para peor la esclavitud es revivida en forma tan sofisticada que se experimenta en una semana de vacaciones en un lugar paradisiaco en la playa, las montañas o -aunque no lo crean- ¡incluso hay disponibles cruceros kosher le pesaj! Curiosamente ninguna de estas familias cerraría todo para ir a un hotel al lado de su casa. Por lo tanto es sospechoso si realmente el jametz y la humildad de la esclavitud es lo que los conmueve o la oportunidad de convertir Pesaj en unas pequeñas vacaciones familiares «sin la familia completa» en un resort all inclusive y sin tener que ahondar en el jametz propio.

Si bien haciendo todo esto se cumple con la Halaja y el jametz físico ha sido «removido» y vendido mientras permanece encerrado en casa (y hacemos un tecnicismo mecánico simbólico para aparentar que no está), esta familia y sus hijos llevan el jametz espiritual más profundo del alma todo el resto del año. En lugar de celebrar Pesaj compartiendo en familia nuestra historia en la humildad y el recato del recuerdo de la esclavitud limitando la sobreabundancia del resto del año, convertimos esta fecha en una celebración tan complicada de observar que lo mejor es irse a otro lado y hacerle entender a los hijos que estas otras familias que están en el hotel con nosotros son más preciadas que la propia de origen que decidimos dejar en otro lado en aras de la tradición que nos une. Sin darnos cuenta es eso lo que les estamos enseñando que significa Pesaj al hacer lo que hacemos.  Dormimos tranquilos porque «cumplimos» con lo que nos han contado que debemos hacer en Pesaj sin evaluar si realmente nuestros sabios alguna vez imaginaron que así sería celebrada la fiesta simbólica de la liberación de la esclavitud. De todas formas, si aún consideran que hacer esto es celebrar Pesaj como Dios y Jazal (los Sabios) imaginaron por favor háganlo bien y no se pierdan de ver http://passover-resorts.com para elegir el mejor resort para compartir el pan de la pobreza (¿cuántos pobres podrían pagar un hotel así para compartir el pan de la aflicción?)

 

 

 

Caso 2:  La esclavitud de la sobreabundancia

Cuando me encuentro ante lo que parece ser un caso complejo en la práctica judía generalmente me pregunto, ¿cómo hacían mis antepasados con este caso hace unos 1200 o 2000 años atrás? La historia judía no se evalúa en décadas o siglos sino en milenios. Así y todo no es necesario ir tan atrás en el tiempo. Pero este segundo caso que traigo me recuerda un comic o historieta que alguien compartió hace unos años en el que una mujer esclava de la generación que salió de Egipto le decía a su marido:»Rápido, Moshé está esperando y tenemos que salir ahora mismo». Lo gracioso era ver a su marido vestido como un esclavo hebreo absolutamente perplejo e indeciso parado frente un estante de supermercado moderno viendo toda la sofisticación de productos Kosher le Pesaj con matzah de tantas variedades diferentes que no sabía cuál elegir. Menos mal que la generación que salió de Egipto no vivía en el mundo comercial de la sobreabundancia de elecciones modernas porque nosotros seguiríamos en Mitzarim. De hecho, ¿no hemos logrado esclavizarnos nuevamente de la locura kosher le Pesaj?

Me siento feliz de pertenecer a una generación que está volviendo a apropiarse las prácticas judías que para nuestros abuelos o bisabuelos quizás habían caído en desuso. Sin juzgar a nadie entiendo que cada generación tiene sus propios desafíos y la necesidad de una conexión con lo espiritual en el mundo super material está de moda (¡no es casualidad que los best-seller sean hoy los libros de autoayuda!). El aumento de la observancia religiosa judía es algo que celebro. Temo al mismo tiempo que estemos pagando un precio muy alto sin comprender la esencia de nuestra tradición: lamento ver la pérdida del sentido y la espiritualidad que nuestros antepasados nos legaron en lugar del trastorno obsesivo compulsivo de la Halajá mal entendida en estos días. En este segundo caso que traigo nos invito a pensar que hace no mucho tiempo atrás (décadas no siglos) Pesaj era una época del año en que uno aprendía que puede conformarse con menos. La vida era generalmente más simple y Pesaj era aún más sencillo. Casi no había productos comerciales «kosher para Pesaj» ni listas interminables de productos que sí se pueden y cambian todos los años. No había ni comestibles ni cosméticos, ni siquiera aspirinas, detergentes, edulcorantes o café para Pesaj. Uno se arreglaba durante ocho días con incluso menos de lo poco kasher que estaba disponible todo el resto del año. Había una belleza por la simplicidad que Pesaj imponía y que justamente se relacionaba con la matzah que es el pan de la pobreza y la libertad al mismo tiempo. El tener menos nos hacia más libres y apreciar más.

Gracias a Dios muchos judíos hoy vivimos en una era de sobreabundancia y agradezco a Dios vivir en un tiempo que mis abuelos jamás hubiesen siquiera soñado con los avances maravillosos en la medicina y toda la sofisticación tecnológica moderna. Sin embargo, siento que estamos perdiendo el contacto con ese modo de vida más simple. Hay un sentimiento tácito que debemos tenerlo todo. Este sentimiento impregna nuestras vidas todo el año cuando pretendemos que cualquier producto disponible para la sociedad no judía debe ser obtenible como sea en una forma kosher (sushi kosher, Mc Donals Kosher, etc.) y todo lo que esté disponible todo el año en forma kosher debe estar de una forma u otra disponible también para Pesaj. Tal vez deberíamos preguntarnos si no hay algo que estamos haciendo mal si nuestros hijos deben tener papas fritas, goma de mascar, bagels y pizza que sea kosher le pesaj.  Cuando planificamos nuestras preparaciones de Pesaj debemos entender y aceptar que parte del espíritu de Pesaj es la conciencia que uno no necesita todos los electrodomésticos para salir de Egipto. Hay un aprendizaje en liberarse de lo material que nos aprisiona. Si tenemos dificultades para vivir cuatro días al año sin un lavavajillas, una minipimer extra, un horno o parrilla extra para Pesaj entonces necesitamos reevaluar nuestra relación con Dios, Sus mitzvot y nuestra actitud hacia la vida en general. Estos son pensamientos que debemos contemplar mientras nos preparamos para Pesaj y que muchos de nosotros no estamos viendo en aras de cumplir rigurosamente con la Halajá.

 

 

 

Caso 3: Jumrot y el Trastorno Obsesivo Compulsivo de Pesaj

Pesaj saca a la luz el lado más obsesivo compulsivo de la gente. Es paradójico que la fiesta de la libertad resulta para muchos una prision. Es de entender que esto suceda para quienes no pueden diferenciar entre un orden de realidad que lidia con lo que las cosas son y otro orden que lidia con lo que estás mismas cosas significan. Si ambos órdenes no son diferenciados y uno cree que lo que las cosas son es literalmente lo que significan entonces uno comienza un trastorno por estar a la altura de lo que se demanda al nivel de lo real y no lo simbólico. ¡Y Pesaj está saturado de simbolismo! Pero mal entendido puede volvernos paranoicos si consideramos que estamos frente a una tradición que dice que para cumplir con este jag (fiesta) hay tolerancia cero frente al jametz que no puede verse ni poseerse (bal ieraeh bal imatzeh), no puede mezclarse bajo ningún caso (batel bemashe-hu) y para peor si nos quedó jametz durante la semana de Pesaj del cual no nos desprendimos entonces ese jametz está prohibido de consumir luego del jag (jametz sheavar alav hapesaj). No solo eso, toda la vajilla e implementos de cocina que usamos durante el año no pueden ser usados en Pesaj a menos que uno los kasherice para Pesaj y para eso uno necesita comprender el tipo de material que está kasherizando puesto que el principio de absorción y expulsión (keboló kaj poltó) que valida la kasherización no es igual para todos los implementos. En pocas palabras y como dice mi maestro de Halajá, si kashrut es complejo entonces kashrut le pesaj es una subcategoría muchísimo más compleja y fascinante de estudiar.

Todo este enredo ha dado lugar a una cantidad inmensa de jumrot. Una jumrá es una prohibición u obligación en la práctica judía que excede los requisitos de la Halajá para ayudar a evitar la transgresión. Y son tantas y tan complicadas estas jumrot en Pesaj que no sólo aumentan cada año debido a un juego actual entre judíos titulado «a ver quien tiene el trastorno obsesivo compulsivo de observancia religioso más riguroso que el otro y es supuestamente así más judío»  en el que nos perdemos de entender la profundidad espiritual y celebramos el quedarnos en la forma en lugar del fondo (¡algo parecido a quienes escuchan la Meguilá de Purim en hebreo y creen haber «cumplido» pese a que jamás entendieron ni leyeron de qué se trata la historia!), sino que muchas de estas jumrot las autoridades actuales no logran del todo encontrar una justificación para cuándo empezaron y de qué nos protegen que podríamos llegar a transgredir. Nadie tiene claro por qué algunos prohiben comer ajo, frutas secas, huevos sin lavar o maní durante Pesaj (lo del maní o cacahuate lo sabemos pero es tan largo que lo dejo para otra publicación). Otra jumra popular que la gente hace es no comer matzah rota disuelta en líquidos. Sí, por si no lo sabían hay una minoría judía ashkenazi que no come sopa con kneidalej hasta el último día de Pesaj puesto que este día es de origen rabínico aún cuando la mayoría de las autoridades sostienen que una vez que la harina y el agua han hecho matzah y no jametz (es decir el tiempo ha sido cuidado lo cual es la única diferencia entre una y la otra), la matzah puede absorber todo el agua del mundo que jamás se volverá jametz.

En nuestra tradición es digno de elogiar aquel que quiere hacer más de lo que se le pide sin que haga de eso una demostración sino solo por amor a su tradición (es demasiado difícil evaluar si una persona lo hace por amor a la tradición o para demostrar ser más frente a los demás así que lo mejor es ni preguntar…). Pero toda esta tendencia hacia la restricción se ha llevado a tal extremo que hay quienes sólo comen matzah en la noche del Seder para cumplir la mitzvah pero no comen el resto de la semana por miedo a que la matzah no haya sido horneada en forma apropiada en su origen. Y así llegamos al absurdo judío más fascinante por miedo a transgredir la Halajá: ¡abstenernos de comer matzah durante la semana de Pesaj porque no sea cosa que al comer matzah estemos por error comiendo jametz!

 

 

 

¡Hay esperanza porque siempre hay una salida!

De mi parte y habiendo pasado Pesaj espero hayan tenido un hermoso jag y hayan logrado utilizar la tradición para realmente transformarse espiritualmente enfrentando los faraones y el jametz físico  y espiritual que los aprisiona (personas, ideas, objetos y enredos mentales). Si no lo hicieron y solamente cumplieron con contar la historia de la hagada y sus símbolos sin entusiasmar a las siguientes generaciones para que puedan apropiarse de su narrativa y utilizarla como cocreadores al darle sentido a su vida aprendiendo a liberarse una y otra vez del jametz físico y espiritual no se preocupen que aún están a tiempo de quitarse de encima ambos jametz según Maimonides:

מי ששכח או הזיד ולא בדק בליל ארבעה עשר בודק ארבעה עשר בשחרית. לא בדק בשחרית בודק בשעת הביעור. לא בדק בשעת הביעור בודק בתוך החג. עבר הרגל ולא בדק בודק אחר הרגל כדי שיבער מה שימצא מחמץ שעבר עליו הפסח מפני שהוא אסור בהנייה

Una persona que, inadvertidamente o intencionalmente, no buscó [el jametz] en la noche del día catorce, debe buscar en la mañana del catorce. Si no buscó el día catorce en la mañana, debe buscar en el momento de destruir [el jametz]. Si no buscó en el momento de destruir el jametz, debe buscar en medio de la fiesta. Si la fiesta pasó sin haberlo buscado [al jametz], debe buscar después de la fiesta para destruir cualquier jametz que pudiera encontrar que él poseía durante Pesaj, ya que se nos prohíbe beneficiarse [de tal jametz] (Mishne Tora Jametz uMatza 3:5)

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 Hola, soy Diego Edelberg, el fundador del blog Judios&Judaismo.com. Me apasiona todo lo relacionado con la música, el judaísmo, la interpretación, la educación, la mitología, la filosofía, la religión, la ciencia, la historia, el arte, la física, la cosmología, la evolución, la sociología, la epistemología, la metafísica, la cabalá y en especial aquello que resulta contradictorio, paradójico y absurdo. Para conocer más sobre mi y de qué se trata mi blog visitá la sección Acerca del Autor

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