Moisés, el líder más importante en la historia del pueblo judío, es descripto en la literatura rabínica con una característica principal: su humildad. Ser humilde significa siempre recordar que debemos caminar todo el tiempo con dos frases o mantras en nuestras cabezas. La primera frase dice “todo el mundo fue creado para mí” y la segunda frase dice “no soy más que polvo de la tierra”. Ese contraste debe ser vivido a cada instante en el desarrollo espiritual.
La vida es una y debemos vivirla intensamente. Debemos jugarnos por lo que creemos y defender aquello que en lo profundo de nuestro corazón sabemos que merece ser salvado. Debemos disfrutar de cada cosita material que hay allí afuera, de todo lo que podemos oler, ver, tocar, sentir y escuchar. Debemos conectarnos con todo, disfrutar de ello y gozarlo al máximo. Pero al mismo tiempo debemos siempre recordar que estamos de paso por la vida, que no importa cuánto acumulemos cuando seamos llamados para irnos definitivamente dejaremos todo aquí y lo único que realmente quedará de nosotros es el amor que hemos compartido. Así la humildad de Moisés era la conciencia que debía hacer todo lo posible por ayudar a su pueblo y simultáneamente reconocer que en el fondo era un mero instrumento de Dios o de algo mucho más grande que su propio ego.
¿Por qué se hizo Moisés merecedor de tan alto prestigio y fama en la historia del pueblo judío y en extensión de toda la humanidad? Porque no solo era humilde sino también atento. Antes de convertirse en un gran líder Moisés era un pastor de ovejas. Un día mientras cuidaba sus ovejas una de ellas se escapó y Moisés, preocupado por “cada una de sus criaturas”, salió a buscarla. Allí se encontró con un arbusto que estaba prendido fuego pero milagrosamente el fuego no consumía el arbusto. Esa fue la primera vez que Dios habló con Moisés. Es decir que Moisés no solo se preocupaba por las criaturas de la Creación sino que además estaba atento a percibir esos fenómenos que simplemente llamamos «cosas».
Muchos creen que Dios utilizó la táctica del arbusto que no se consumía para llamar la atención de Moisés y sin embargo si Dios puede hacer lo que quiere (abrir un mar al medio, hacer que salga el sol, darle brillo a las estrellas, etc.) ¿por qué eligió un milagro tan modesto? Posiblemente el arbusto prendido fuego no era un milagro para Dios sino una prueba para Moisés. Tal vez Dios quería saber si Moisés podía ver el misterio en algo tan simple como un pequeño arbusto en llamas. Quizás Dios quería saber si Moisés estaba prestando atención. De hecho Moisés tuvo que detenerse un buen rato para darse cuenta que las ramas no se quebraban con el fuego. Moisés tuvo que estar atento para darse cuenta que estaba pasando algo increíble. En ese momento, cuando Dios vio que Moisés era curioso, Dios supo que era el momento de presentarse.
Algunas veces estamos físicamente en un lugar pero no estamos prestando atención. En esos casos es muy probable que si bien nuestro cuerpo está en un lugar nuestra mente y corazón estén en cualquier otro lado. En esta era donde la palabra multitasking (que significa hacer múltiples tareas al mismo tiempo) es cada día más celebrada debemos hacer el esfuerzo doble para estar atentos y receptivos. Dios y su espiritualidad están buscándonos. Pero encontrarnos con Dios no requiere solo un acto físico. Muchas veces nos acercamos o distanciamos de otra persona que ni siquiera está físicamente con nosotros. También podemos estar distantes de otra persona aún cuando se encuentra con nosotros en la misma habitación. Si esto nos sucede con otros seres humanos. ¿Cómo se imaginan que nos sucede con Dios y la espiritualidad?
Lo apasionante del lenguaje es cómo el mismo nos enseña distintas maneras de ver la vida. Por eso siempre digo que no aprendemos un lenguaje sino que el lenguaje nos aprehende (nos agarra) a nosotros mismos. En español “prestamos” nuestra atención. En inglés “pagamos” (pay attention) y en el hermoso lenguaje hebreo la misma expresión se dice literalmente “poner el corazón” (sim lev). De ese modo descrubimos que los judíos tenemos en realidad una herramienta maravillosa para poder recordarnos una y otra vez que debemos prestar atención o poner nuestro corazón. Esa herramienta se llama brajá o bendición. Las bendiciones en la tradición judía no son para Dios sino para nosotros. Son una forma de frenar un poco la multiplicidad de tareas y pensamientos y pensar por un instante el milagro que vamos a realizar: gracias por el pan, el vino, la vida…
Cada vez que digan una bendición conéctense con el lado espiritual que ésta posee. Están diciendo algo así como “¡Presta atención! ¡Algo asombroso está sucediendo en este instante y no debes perdértelo!”. Y así es como en esa espiritualidad lo ordinario o mundano se hace misterioso y espectacular.
. COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
EN LA CONDUCCION DIARIA
Cada señalización luminosa es un acto de conciencia
Ejemplo:
Ceder el paso a un peatón.
Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.
Poner un intermitente
Cada vez que cedes el paso a un peatón
o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.
Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.
Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.
Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años
Diego, este texto me dio pie para hacerte y hacerme esta pregunta ¿ será que hashem el eterno, en ocasiones nos manifiesta que debemos asemejarnos a Moisés? por que hay ocasiones que sentimos que se enciende la zarza de nuestro corazón y pasamos esto, como algo desapercibido y no profundizamos mas allá del mensaje que nos quiere dar, de pronto por varias razones, como el temor, egoísmo, orgullo o no querer comprometernos con nosotros mismos y hasta con Dios.