En la publicación anterior discutimos la posible relación entre la Omnipotencia y el Holocausto. Allí les comenté sobre la necesidad de forjar una nueva metáfora por parte de los teólogos judíos modernos para que nuestra propia imagen o concepción de Dios esté relacionada con nuestras experiencias “momentáneas” de vida. La idea de pensar a Dios como un “momento” de “presencia” o “ausencia” frente a las tragedias quizá sirva como una nueva metáfora para convivir con la idea que nosotros mismos somos simplemente un “momento” en la historia del Universo y que nuestra relación, conexión o supuesto entendimiento de Dios y las cosas sea simplemente “momentáneo”. Es importante declarar que esto no significa que Dios en esencia es “momentáneo” (de hecho nadie sabe qué es ni cómo es Dios) sino que indica que tal vez nuestra percepción humana de Dios es “momentánea”. En esencia nosotros somos “momentos” y la naturaleza del “momento” es cambiante.
Una respuesta mucho más radical a todo este dilema fue propuesta por Richard Rubenstein quien introdujo la idea que a partir de Auschwitz Dios murió. Rubenstein así dio el salto que ningún teólogo judío anterior a él se atrevió a dar: creer que el Holocausto es la muestra más clara que el sistema judío de Tora y Mitzvot ha muerto también. En realidad Rubenstein no declaró que Dios literalmente había muerto (¿cómo podría un ser humano saber eso?) sino que para Rubenstein lo que había muerto son las metáforas clásicas del judaísmo. Si bien podemos sentir repulsión por esta idea no deberíamos descartar rápidamente la noción que tal vez las metáforas han cambiado.
Por supuesto que no debería sorprendernos que la declaración de Rubenstein ha sido rechazada por la mayoría de los judíos. Para muchos judíos estas ideas son extremadamente radicales y se separan demasiado del pensamiento normativo tradicional judío. Tal vez son demasiado modernas y complejas para muchas personas que aún prefieren rezarle a un “Papá Gigante” o a un “Rey de Reyes” o como dice Rabbi Burton Vistozky: para muchos judíos Dios es “Un Gran Judío que hace Todo Bien”. Sin embargo en las últimas publicaciones hemos debatido que replantearnos las metáforas o aquellas cosas que atribuimos en el nombre “Dios” puede ser de gran utilidad para relacionarnos con Dios en la actualidad.
Un eco del pensamiento de Rubenstein en la muerte de metáforas divinas lo encontramos en otros dos grandes pensadores modernos: Nietzsche y Dostoyevsky. Todos conocen la famosa sentencia del “Dios ha muerto” en el Zarathustra de Nietzsche y algunos tal vez conocen lo que Dostoyevsky escribió en Los Hermanos Karamazov, “sin Dios todo es posible”. Si bien muchos ven estas dos frases con el guiño de la victoria o con la idea que ahora hemos vencido finalmente a las estúpidas ideas dogmáticas de la religión, hay un abismo entre ambos autores. Nietzsche estaba claramente aliviado y feliz de poder decir algo así porque sentía ahora una liberación. Pero Dostoyevsky estaba tremendamente asustado de darse cuenta que sin Dios -o mejor dicho sin las metáforas que hemos depositado en Dios- estamos en las manos del propio interés individual. Y no es casualidad que ambos se dieron cuenta que la liberación de metáforas y la destrucción de Dios trajo los mismos resultados: Dostoyevsky en Rusia padeció en carne propia cómo sin Dios todo es posible en una prisión de Siberia y lentamente en la Alemania de Nietzsche lo impensado se hizo posible. No creo que sea casualidad que ambos declararon la muerte de Dios en los lugares que dieron nacimiento a lo peor del Comunismo y el Nazismo.
Creo que vale en este punto aclarar que ser ateo no significa ser un asesino ni congeniar con las doctrinas del Comunismo o el Nazismo. Hay ateos que son morales y son excelentes personas y hay religiosos que son inmorales y horrendas personas. Estoy “abriendo el paraguas” para decirles que soy consciente que una idea no implica necesariamente la otra. Pero la pregunta difícil si matamos a Dios es ¿por qué no deberíamos actuar según nuestros propios intereses? Es decir, si venimos de la nada y vamos a la nada, si somos accidentes de la química antigua y somos simplemente animales sofisticados ¿por qué debería importarnos ser morales o éticos?
Retornando a las metáforas tradicionales, que Dios y su esencia no cambian era un doctrina central en la filosofía medieval judía. El por qué es obvio: si Dios cambia de un estado a otro significa que a Dios le faltaba algo en el estado anterior que lo hizo cambiar. Pero Dios es perfecto por lo que no puede faltarle ni sobrarle nada. Maimonides fue quien dio cierre a todo este debate declarando que Dios es perfecto, eterno, incambiable e inmutable. De hecho para Maimonides Dios no solo que no escucha porque no tiene oídos sino que ni siquiera ama porque no tiene sentimientos. En otras palabras, en la Biblia Dios tiene manos, dedos o incluso espalda y también en la Biblia Dios se enoja, perdona y tiene compasión. Pero para Maimonides es un error gravísimo tomar estas ideas literalmente. Todas estas concepciones de Dios limitan Su Ser.
Poder manipular o actualizar las metáforas no solo puede abrir nuestro corazón hacia Dios sino ayudarnos a contestarle al que nos dice que no cree en Dios y las consecuencias que eso puede acarrear. El problema en efecto es netamente metafórico.
Primero, si Dios es una idea, una definición, algo que esta “afuera y arriba” en lugar de “abajo y adentro” nunca podremos amar de verdad a una definición. Cuando la gente me dice que no cree en Dios les pregunto “¿en qué tipo de Dios no creen?” y generalmente y de forma invariable resulta que yo tampoco creo en ése tipo de Dios que ellos describen. Tampoco “creo” en el amor y sin embargo el amor es real para mí porque lo experimento en mi esposa, mis padres, hermanos, familia y amigos. No conozco el amor en forma directa (como tampoco conozco a Dios en forma directa) sin embargo ambos son verdad y reales para mí. Ambos existen a cada instante de mi vida porque van y vienen por “momentos”. Pero eso no significa que puedo explicarlos realmente ni son menos reales que otros sentimientos. Justamente también hay días que sufro, tengo miedo y ansiedad y aunque tampoco “creo” en esas cosas son tan reales como el amor (y gracias a Dios también son momentáneas).
Y segundo, sin Dios y sin la religión no existiría el mal porque todo se reduce a lo natural, la supervivencia y el interés propio. Una persona de fe sufre constantemente atormentado por la pregunta ¿por qué existe el Mal? ¿por qué la gente buena sufre? Sin embargo sin Dios y sin la religión ¿por qué deberíamos vivir éticamente? ¿cómo definiríamos al Mal sin Dios y la religión? ¿Se trata solamente de sobrevivir? ¿Es eso lo que queremos educar en las generaciones siguiente? ¿Sálvate tú a cualquier precio? Si los únicos imperativos que mandan son biológicos entonces no hay un imperativo ético sino que hay un orden que solo beneficia el interés individual y propio. Pero si uno es sensible a esta tensión entre lo que debería ser y lo que es y uno se siente incómodo con la injusticia y quiere hacer algo para modificar eso uno cree que hay algo más grande que uno mismo.
Muy interesante Diego, como todo lo que publicas, pero cre firmemente que con la idea de que yo, no crea en D-s no quiere decir que no exista. hay algo mas poderoso que cualquier ente en este basto universo, que existe y por si mismo, sin que yo lo califique como el Creador, simplemente existe y hay algo, que nos comunica entre él y yo, como llamarlo? algo, o bien todo o nada, siempre existe.En lo personal creo que existe, como? no lo sé, pero al ver todo lo que me rodea, siento la existencia de él en todo mi ser.
¡Gracias por tu comentario Rene!
En efecto, se hace difícil hablar de todos estos temas y articularlos en palabras. ¡Pero el intento ayuda muchísimo! De alguna manera lograste decir lo que no sabías cómo decir: al ver todo lo que te rodea sientes la existencia del Creador. Por lo tanto ya has definido tu relación con aquello que no puedes nombrar y explicar en palabras…¡bienvenido al club! 🙂
Saludos
EXCELENTE ARTÍCULO!!!!!!!!!!.-Gracias Diego,,Beatriz-Buenos Aires.-