Aquello que no esta bien en nuestras vidas hoy ¿es lo que va a medir nuestra felicidad para siempre?
No se trata de si tengo más o menos salud que el otro. No se trata si tengo más o menos plata que mis amigos, familiares o colegas de trabajo. No se trata si gano más o menos que mi vecino. No se trata de si mi matrimonio es mejor o si tengo más hijos. Al final lo que realmente cuenta no es si voy a vivir más sino cómo voy a elegir vivir. No se trata de cuanto me aprecia o no mi jefe, mi esposa o mi entorno. Lo importante es cómo respondo a la falta de apreciación. ¿Voy a dejar que lo que los demás piensen de mí destruya mi propia vida? O peor aún ¿voy a dejar que lo que yo pienso que los demás piensan de mí (puesto que no estoy en sus cerebros) me destruya? La felicidad y lo que pienso sobre ella son en esencia la misma cosa. Lo que decido pensar sobre qué es lo que me hace feliz es eventualmente lo que me va a hacer feliz.
El problema es que saboteamos nuestra felicidad. Somos unos maestros para inventarnos artilugios y excusas que evitan que seamos felices. Voy a nombrarles en esta publicación uno de los tantos saboteadores de nuestra felicidad: el objetivo móvil.
¿Qué pasa si uno arroja una flecha y el blanco al que apuntamos cambia de posición? Nuestra flecha no es un “misil inteligente” y por lo tanto no puede acomodar en el aire su posición de impacto cuando el blanco acaba de modificarse. ¿Qué sucede cuando hacemos de nuestra felicidad un objetivo móvil?
Nos decimos cosas como “cuando pague el préstamo del Banco voy a ser feliz”, “cuando termine la carrera Universitaria voy a ser feliz”, “cuando me case voy a ser feliz”, “cuando me divorcie voy a ser feliz”, “cuando tenga hijos voy a ser feliz”, “cuando mis hijos se vayan de casa voy a ser feliz”, “cuando consiga ese premio, concurso, trabajo o casa voy a ser tan feliz”. Mientras sigamos haciendo de la felicidad algo que está por venir o no tenemos aún, seremos infelices.
Peor aún, al convertir la felicidad en un objetivo móvil ¿qué ocurre cuando estamos por alcanzarlo? Lo que ocurre es que una vez que hemos rozado el borde de nuestro objetivo éste ya se ha movido y ahora hay “un auto mejor que queremos”, “una casa mas grande que la nuestra”, “un nivel de vida superior”, “una nueva temporada de ropa que no tenemos”.
¿Pueden ver cómo al convertir la felicidad en un objetivo móvil estamos saboteando nuestra felicidad? De esta forma nunca llegaremos a nuestra felicidad porque ésta siempre se está moviendo. En consecuencia el único objetivo que esta fijo somos nosotros, nuestro cerebro y nuestros pensamientos. Así que la felicidad comienza cuando empezamos a pensar lo que ya está bien adentro antes de poner el objetivo en algo que esta afuera y nos falta.
Deja un comentario