En nuestra publicación anterior hablamos de la omnipotencia y el poder absoluto de Dios. Dijimos ahí que para los judíos Dios no depende de nada ni de nadie y ni siquiera está limitado por algo o por alguien. ¿Pero es esto realmente así?
En la Biblia, en el libro de Exodo 32:9 leemos que Dios enojado clama: “Yo he observado a este pueblo, y he aquí que es pueblo de cabeza dura. Ahora déjame para que se encienda mi ira contra ellos, y los consumiré; y Yo haré de ti (Moisés) una nación grande”.
Como pueden ver he resaltado la palabra déjame. ¿Acaso Dios necesita el permiso de Moisés para castigar o destruir? No solo esta pregunta es tremendamente compleja sino es aún más sorprendente la respuesta de Moisés quien logra frenar la ira de Dios. Moisés le dice “¿Qué van a decir los egipcios: Con mala intención los sacó para matarlos en las montañas, y para destruirlos de sobre la faz de la tierra? ¡Vuelve del furor de tu ira, y arrepiéntete de este mal pensamiento contra tu pueblo!” (Exodo 32:12).
La audacia de Moisés es impresionante. Le exige a Dios que se arrepienta de este mal pensamiento preguntándole ¡¿Qué van a decir las egipcios?! ¿Acaso el poder de Dios debería estar limitado por la opinión de los opresores más paradigmáticos del Pueblo de Israel?
El segundo argumento de Moisés seguido de la imagen pública de Dios frente a los egipcios es luego mucho más profundo: Dios ha hecho un pacto con Abraham y los patriarcas. Dios no debería romper un pacto que el mismo se comprometió a cumplir. Y así finalmente Dios no destruye a los israelitas y cambia de opinión gracias a la intervención de Moisés.
Este episodio bíblico es difícil de entender. De repente la omnipotencia y poder absoluto de Dios se ha limitado por la imagen pública que tiene entre los humanos y las promesas que libremente ha realizado.
¿Pero qué podemos aprender nosotros que no somos ni Dios ni Moisés de todo este episodio sobre el Poder Absoluto de Dios? La realidad es que la “decisión” de Dios de retener su ira y perdonar no es un símbolo de debilidad sino lo contrario: es el ejemplo más elevado del control total del poder.
Muchas veces pensamos la idea de Poder como algo agresivo o algo que está motivado por el “hago lo que quiero”. Pero por el contrario la enseñanza final de este episodio es maravillosa: la expresión más elevada de Poder que podemos alcanzar es cuando lo utilizamos para dominar nuestros propios impulsos. Si los humanos solo podemos entender o relacionarnos con Dios a través de metáforas que surgen desde nuestra propia experiencia humana e imperfecta, esta caracterización de Dios es muy apropiada para nuestros tiempos.
Esto también nos recuerda al Rabino Ben Zoma en Pirkei Avot 4:1. Ahí nos peguntamos ¿quién es el fuerte? Y podríamos pensar que una persona con mucha masa muscular es fuerte ya que a simple vista se nota físicamente su gran fuerza física y resistencia. Los gimnasios y entrenadores personales abundan hoy más que nunca. En el ámbito político, a menudo la Fuerza y el Poder son los que mandan. Un país puede incluso imponer sus valores a través del uso de la fuerza abrumadora. Pero aquí aprendemos lo contrario: se necesita mayor fuerza para conquistar nuestros propios impulsos. Trabajar con otras personas, escuchar y comprometerse con el prójimo requiere muchas más fuerza y resistencia que forzar nuestra voluntad sobre ellos con la fuerza bruta de nuestro Poder.
Diego
Dios se auto-limita a sí mismo al considerar a sus criaturas respecto de lo que El piensa hacer.
Los términos con que Dios habla con Abraham cuando se ha propuesto destruir Sodoma y Gomorra; Dios dice en un soliloquio: «¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer?» Gn.18:17
La respuesta es No.
En este caso la intercesión de Abraham solo impidió que Lot y sus hijas fuesen salvadas.
Dios siempre advirtió a sus siervos lo que haría, solamente para mostrar que El no es arbitrario. Lo que está buscando con esa actitud es que lo conozcamos y seamos uno con El en lo que se ha propuesto hacer. Ese es el sentido de la oración. En la parábola de la viuda y el juez injusto registrada en Lucas 18:2 donde la viuda consigue que el Juez le haga justicia del adversario.
El Juez es Dios y el adversario es el «enemigo».
¿Por qué Dios no nos libra del enemigo sin que se lo pidamos? Porque El quiere que seamos uno con su voluntad. Es el principio corporativo del actuar de Dios como cunado dijo «Hagamos al hombre» No es el actuar de un individuo, sino de un conjunto.
Por esta misma razón Jesús enseñó «Padre nuestro… Sea hecha tu voluntad» ¿Por qué Dios no hace uso de su soberanía y actúa sobre la base de su autoridad y presciencia? Porque El quiere que sus criaturas estén de acuerdo con El en traer el reino de los cielos a la tierra: Eso es lo que implica el ruego: «Venga tu reino»
El problema es que muchos al rezar u orar, solo se relacionan con Dios por intereses utilitarios; buscando bendiciones pero sin ningún interés de colaborar con los intereses de Dios…
¿Nos damos cuenta que en la voluntad de Dios es la tierra lo que mueve los intereses del cielo y esto por disposición Divina?
HOLA DIEGO GUSTO DE NUEVO EN SALUDARTE. CON RESPECTO AL TEXTO ANTERIOR,PIENSO QUE DIOS, NO TENIA ESA INTENCIÓN DE ANIQUILAR A SU PUEBLO, SIMPLEMENTE LO DIJO PARA QUE ESTOS ENTENDIERAN QUE ERAN DE DURA CERVIZ Y QUE ESO ERA ALGO QUE LO INDISPONÍA,TAL VEZ CON EL PROPÓSITO DE VER UN GRAN CAMBIO EN SU PUEBLO PARA CON EL. ESTO TAMBIÉN NOS DEMUESTRA SU GRAN AMOR Y HUMILDAD,SIMPLEMENTE POR QUE SABIA QUE MOISÉS INTERCEDARIA POR SU PUEBLO.