Una de las cosas más difíciles de definir es el judaísmo. Solo junten a un grupo de judíos y pidan una definición de judaísmo y es casi seguro que no lograrán obtener una única respuesta. Algunos dirán que es una religión, otros dirán que es una “forma de vida”, tal vez para otros es simplemente un modo de ver el mundo y la historia.
Pero hay algo que todos los judíos estamos de acuerdo: el judaísmo es un Monoteísmo. Nuestros antepasados tomaron esta decisión de ser monoteístas como algo completamente fundamental de la existencia. A través de sus observaciones y experiencias concluyeron que absolutamente todo es el producto de un solo Dios.
La realidad es que podían haber elegido otras opciones. Decir que el mundo, la historia y nuestras experiencias reflejan una perfecta unidad producida por un solo Dios no es lo que nosotros sentimos en nuestra cotidianidad. Nuestra vida, el mundo y la historia parecen algunos días perfectamente ordenados y otros días tremendamente anárquicos. Las estaciones se suceden, el sol sale y luego se oculta y todas estas cosas acontecen en forma totalmente predecible y ordenada. Sin embargo otros días nos sorprenden terremotos, tsunamis y epidemias en las que mueren miles de inocentes.
¿Realmente sentimos el mundo como algo perfectamente ordenado o más bien es algo aleatorio y muchas veces caótico? La realidad es que elijamos una opción o la otra finalmente tendremos que compensar nuestra decisión en torno a la otra. Si decimos que el mundo es perfectamente ordenado gracias a una mano invisible que guía la historia entonces tendremos que responder por el caos inminente que también experimentamos. Si decimos que el mundo es realmente caótico tendremos que intentar responder por el relativo orden que hace que ciertos fenómenos ocurran y que no dejen de maravillarnos.
Nuestros antepasados eligieron ver un mundo completamente ordenado e hicieron responsable de ese orden a un único Dios. Pero por supuesto que no eran tan ingenuos como para decir que no existía el mal o los problemas. Si leemos el pasaje del libro de Isaías (45:6-7) encontramos lo siguiente:
para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo;
yo Dios y ninguno más que yo,
Yo formo la luz y creo las tinieblas,
Yo hago la paz y creo el mal.
Yo Dios soy el que hago todo esto.
Este pasaje es tremendamente radical: ¿Dios hace la Paz y crea el Mal? Según este profeta hay un sólo Dios y este Dios es el responsable de la luz y la oscuridad; de todo lo bueno y todo lo malo que ocurre en el mundo. Dicho sea de paso esto no solo nos llama la atención a nosotros sino incluso a los Rabinos que escribieron las plegarias. La bendición que continúa al Barjú en la plegaria de la mañana cita literalmente este pasaje de Isaías pero con una pequeña e importante modificación creada por los Rabinos mismos. En lugar agradecer a Dios por crear el Mal le agradecemos por crear Todo. Así todas las mañanas cuando rezamos decimos: “Bendito eres Tú, Hashem, Dios nuestros, Rey del Universo, Quien forma la luz y crea la oscuridad, hace la paz y crea todo”. No es lo mismo agradecerle a Dios por hacer la paz y crear todo que agradecerle por crear el Mal.
Cada uno de nosotros ve el mundo de formas distintas condicionado por la educación, los textos y los esquemas de referencia que recibió. Yo vivo en Hong Kong y para mucha gente de aquí la idea de un solo Dios es un absurdo. ¡Y sin embargo yo no puedo concebir la idea que alguien pueda seguir creyendo que hay muchos dioses! ¡Me hace sentir que millones de personas están totalmente erradas! Pero pienso así porque mis ancestros pensaron así y así es como me educaron a mí también. Para mí tiene mucha mas lógica creer que existe un solo Dios y no dos o tres. Para mí decir que hay un solo Dios es también decir que creo que con todas las adversidades presentes el mundo también representa una sola unidad en la que todo esta conectado con todo.
¿Cómo sería mi vida si eligiera mañana creer que hay dos Dioses en lugar de uno? Significaría para mí que todo esta en un constante estado de perpetua indecisión por parte divina. Y perpetua indecisión significa para mí perpetua inseguridad. ¡Nunca sabría quien está a cargo del mundo y mi vida hoy!
Por supuesto haber elegido creer en un solo Dios me presenta todos los días con la dificultad de responder por qué la gente buena sufre. Pero ser judío es ser monoteísta y ser monoteísta significa aceptar confrontar este problema todos los días.
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